Rogatorias

Buscar...

Categorías

Archivo de noticias

6/5/12

Es imposible una vida cristiana sin estar unidos a Cristo

V DOMINGO DE PASCUA

Lecturas: Hechos de los Apóstoles 9,26-31 // Salmo 22(21) // Epístola I de San Juan 3,18-24 // Evangelio según San Juan 15,1-8

Queridos hermanos y hermanas:

El Evangelio de hoy nos presenta la imágen preciosa de la vid y los sarmientos. Es evidente, incluso para los que no sabemos de agricultura ni de viñedos, que si una rama se separa del tallo de la planta, ¡por supuesto! no puede dar fruto, pero además de eso, pierde toda alimentación, termina por secarse y morir.

Es lo que le sucede a cualquiera de nosotros que pretenda marchar de su cuenta por esta vida terrena que -creámoslo o no, querámoslo o no- nos lleva irremisiblemente a la vida en la eternidad. Y esa vida en la eternidad será de Vida y de gloria o será de muerte y de condenación, según hayamos permanecido unidos o no al tallo de la vid, que es Jesucristo.

En efecto, nos dice esto el Señor en este Evangelio: “Al que no permanece en Mí se le echa fuera, como a la rama, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde”. Palabras fuertes, pero reales, indicativas de qué espera a quienes se separan de Jesús. Indicativas de una de las opciones que tenemos para la eternidad: el Infierno. Palabras que hacen referencia también a nuestra vida cotidiana, pues afirman la necesidad de vivir unidos a Cristo para poder dar fruto. Es imposible una vida cristiana sin estar unidos a Cristo. Por eso no cabe decir que podemos vivir nuestra fe en nuestras casas solos, necesitamos participar en los Sacramentos para poder llenarnos de Cristo. Es imprescindible para cualquier cristiano vivir unido a Cristo. La unión más perfecta con el Señor es la que se da en el momento de la Comunión. Cuando comulgamos Cristo Eucaristía entra dentro de nosotros, se hace uno con nosotros, se une nuestra debilidad y su divinidad. Se hacen uno nuestra vida y su Vida. Nuestro cuerpo y su Cuerpo. Nuestro corazón y su Sagrado Corazón.

¿Cómo estamos unidos a Jesús? San Juan nos explica esto en la Segunda Lectura:
”Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. En esto conocemos que El permanece en nosotros” (Jn. 3, 18-24).

Cumplir los mandamientos de Dios es hacer en todo la Voluntad Divina. En esto consiste la unión entre Dios y nosotros: en que hacemos lo que El desea y no lo que nosotros deseamos. Y lo que El desea para nosotros es nuestro máximo bien. Lo que nosotros deseamos para nosotros mismos, no siempre es para nuestro bien.

San Juan nos advierte en esta carta de que no podemos “amar sólo de palabra, sino de verdad y con obras”. “Obras son amores y no buenas razones”, dice el adagio popular. Y ¿cuáles son las obras?

Bien claramente había dejado Cristo expresado lo que son las obras: “No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la Voluntad de mi Padre del Cielo (Mt. 7, 21.) Las obras, entonces, es hacer la Voluntad de Dios.

Orar es necesario, muy necesario. Decir “Señor, Señor” es importante, muy importante. Pero esa oración –si es verdadera, si es sincera- nos lleva con toda seguridad a conformar cada vez más nuestra voluntad con la de Dios, hasta que llegue un momento en que no haya separación entre la Voluntad Divina y la nuestra, porque conformamos nuestra voluntad a la de Dios.

A esa “unión de voluntades” se refiere San Juan cuando nos dice en su carta que “si nuestra conciencia no nos remuerde es porque nuestra confianza en Dios es total”. ¡Claro! Cuando lleguemos de veras a confiar totalmente en Dios y en su providencia para nosotros ¿qué nos va a reprochar nuestra conciencia? Nada, pues ya vivimos en Dios. Pero para llegar a eso hace falta mucha oración, muchas purificaciones de nuestros pecados, muchos actos de entrega a la Voluntad de Dios.

No creamos que a esto se llegue de una vez. El camino es largo, angosto y escarpado. Es un programa de santidad para toda nuestra vida. Y ese programa comienza cuando damos el “sí” definitivo, ese “sí” con el cual nos unimos como rama al tallo que es Cristo para ir recibiendo la savia de la gracia divina que nos va haciendo cada vez más como El quiere que seamos.

Que Dios nos conceda hoy a todos vivir unidos a Cristo, con todo el corazón, con toda nuestra mente, con todo nuestro ser...y así demos testimonio de su Alegria en el mundo. Que Dios os bendiga a todos. Feliz Día del Señor.

Tomás Pajuelo. Párroco.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Desde la afinidad o la discrepancia, pero siempre con respeto, te animamos a participar.

Por unas mínimas bases de hermandad, afecto y consideración, los comentarios anónimos inapropiados serán borrados.