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30/12/10

Recemos por los Santos Inocentes

"Los abortos que se producen en 10 días en España (3.050 abortos) superan la mortalidad por accidente de tráfico de todo 1 año (3.021 muertes en el 2008) o el de suicidios (3.421 en el 2008)"

26/12/10

«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto»

LA SAGRADA FAMILIA

Lecturas: Eclesiástico 3, 2-6.12-14 // Salmo 127 // Colosenses 3, 12-21 // Mateo 2, 13-15.19-23

Huida a Egipto. Fra Angelico, 1450

Ya desde el s. VI a. de C. existía en Egipto una comunidad judía en continuo crecimiento. Egipto no era para los judíos únicamente el país de la antigua esclavitud, sino también un lugar de refugio en tiempos de persecución ( cf. Dt 23. 8; Jr 26. 21). Por otra parte, la narración de San Mateo se ajusta muy bien al espíritu y al comportamiento cruel de Herodes, de quien se dice haber asesinado a tres hijos suyos. Además, conocemos una antigua acusación del siglo primero en la que se dice que Jesús aprendió la magia en Egipto. En fin, no parece históricamente imposible lo que aquí narra San Mateo.

Sin embargo, en la literatura bíblica y universal descubrimos narraciones muy semejantes sobre el peligro en que se vieron de niños los futuros monarcas y caudillos de un pueblo. En este caso resulta sorprendente el parecido con la historia de Moisés, salvado de las aguas y obligado más tarde a huir a Madián, de donde regresaría por expresa indicación divina: "Anda, vuelve a Egipto; pues han muerto todos los que buscaban tu muerte" (Ex 4.9). Oseas pone en boca de Yahvé estas palabras: "Cuando Israel era un niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo" (Os 11. 1). Se trata de la salida de Egipto, del éxodo de Israel en el comienzo de su historia. Pues bien, san Mateo lo interpreta refiriéndolo a Jesús, que es el verdadero Hijo de Dios. Y hace notar que así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta.
Muerto Herodes el Grande, le sucedió en el trono su hijo Arquelao como soberano de Judea, Samaria e Idumea. Su crueldad pronto fue mayor que la de su propio padre. Se explica que san José, para escapar de la autoridad de Arquelao, no regresara a Belén de Judá, sino a Nazaret de Galilea. Y de nuevo san Mateo ve en este hecho la confirmación de otra profecía. Probablemente se refiere ahora al pasaje de Isaías en donde se habla del "vástago del tronco de Jesé" (Is 11. 1).

En realidad lo que parece interesarle al autor no es tanto la anécdota histórica cuanto la afirmación fundamental de que en Cristo se han cumplido todas las promesas y a pesar de todas las asechanzas. Jesús es para san Mateo el libertador del pueblo igual que Moisés y mayor que él. Jesús es el Siervo de Yavé anunciado por Isaías, el Siervo marcado por la persecución y el sufrimiento desde el comienzo de su vida. Jesús es el "vástago del tronco de Jesús", nacido en Belén de Judá lo mismo que David. Jesús viene a restaurar de un modo inesperado el trono de David su padre. La descendencia de David vive oculta y perseguida por el tirano Herodes, que ha usurpado el trono y que se empeña en retenerlo luchando vanamente contra los designios de Dios. Pero Dios está con Jesús y lo protege, Dios mismo hará que se cumplan todas sus promesas no obstante la resistencia de cuantos se oponen a su plan providencial.

Así era, según Mateo, la Sagrada Familia. Así tendría que ser, esto tendría que ser una familia cristiana. En la literatura bíblica estas actitudes se expresaban y se verbalizaban con un esquema directo de orden-cumplimiento como el que aparece en el texto de hoy.

Navidad es fiesta de alegría. Es el principio de la Pascua, que es sufrimiento y alegría de resurrección. El evangelio de Mateo que hoy leemos nos señala con toda claridad estos altibajos de la vida. Recién nacido el niño, la familia de José, María y Jesús, ha de exiliarse por motivos políticos. El exilio a Egipto tiene, en Mateo, una finalidad simbólica: el Hijo de Dios, Hijo de Israel, ha de experimentar el Éxodo. Así el Padre podrá llamar a su Hijo de Egipto. Pero en el exilio la Sagrada Familia experimenta el rechazo, la soledad, el rompimiento de la estabilidad del hogar. Pero, a pesar de todo, mantiene su fe en Dios, la fidelidad entre los hombres. También las angustias de la familia se han de vivir "en el Señor".

Muchas familias pasan por momentos difíciles, las dificultades se están acumulando en este tiempo de crisis, de falta de fe, de pérdida de valores. Las familias no son ajenas a esta situación, podríamos decir que todo este ambiente negativo es la persecución de los herodes del siglo XXI en contra de la familia. Herodes no sólo externos, muchas veces desde dentro de las mismas familias. Las separaciones y los divorcios aumentan, a menudo, porque no se saben aguantar, soportar con fe y fidelidad, las estrecheces de la vida cotidiana.

La santa Familia exiliada es un gran ejemplo para las familias, para tantas familias, que sufren. Viviéndolo todo "en el Señor", el cristiano mantiene la esperanza en cualquier situación. Este domingo -también día de la resurrección- tendría que animar a nuestras familias a seguir adelante en su tarea humana, iluminada siempre por su fe en el Señor. A pesar de cierto pesimismo que oprime los horizontes de la familia actual, la celebración de esta fiesta tendría que ser un aliento para continuar una tarea difícil y rodeada de sufrimientos pero fecunda y entusiasma.

Que el Señor Jesús nos conceda a todas las familias cristianas vivir el amor, la entrega, la oración y los valores cristianos que nos ayuden a campear este temporal que nos azota. Que Dios bendiga a todas las familias del mundo.

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25/12/10

«Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros»

NATIVIDAD DEL SEÑOR

Lecturas: Isaías 52, 7-10 // Salmo 97 // Hebreos 1, 1-6 // Juan 1, 1-18

Natividad del SeñorQueridos hermanos, quiero que hoy no sean mis palabras, mis reflexiones, las que iluminen esta gran día de la NAVIDAD. Son las palabras del Papa León Magno que fue papa desde el 440 al 461 las que nos expliquen la grandeza del misterio que hoy estamos celebrando:

De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 1 En la Natividad del Señor, 1.3: PL 54, 190-193)


“RECONOCE, OH CRISTIANO, TU DIGNIDAD
Nuestro Salvador, amadísimos hermanos, ha nacido hoy; alegrémonos. No puede haber, en efecto, lugar para la tristeza, cuando nace aquella vida que viene a destruir el temor de la muerte y a darnos la esperanza de una eternidad dichosa.

Que nadie se considere excluido de esta alegría, pues el motivo de este gozo es común para todos; nuestro Señor, en efecto, vencedor del pecado y de la muerte, así como no encontró a nadie libre de culpa, así ha venido para salvarnos a todos. Alégrese, pues, el justo, porque se acerca a la recompensa; regocíjese el pecador, porque se le brinda el perdón; anímese el pagano, porque es llamado a la vida.

Al llegar el momento dispuesto de antemano por los impenetrables designios divinos, el Hijo de Dios quiso asumir la naturaleza humana para reconciliarla con su Creador; así el diablo, autor de la muerte, sería vencido mediante aquella misma naturaleza sobre la cual él mismo había reportado su victoria.

Por eso, al nacer el Señor, los ángeles cantan llenos de gozo: Gloria a Dios en el cielo, y proclaman: y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Ellos ven, en efecto, que la Jerusalén celestial se va edificando por medio de todas las naciones del orbe. ¿Cómo, pues, no habría de alegrarse la pequeñez humana ante esta obra inenarrable de la misericordia divina, cuando incluso los coros sublimes de los ángeles encontraban en ella un gozo tan intenso?

Demos, por tanto, amadísimos hermanos, gracias a Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo, pues, por la inmensa misericordia con que nos amó, ha tenido piedad de nosotros y, cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo, para que fuésemos en él una nueva creatura, una nueva obra de sus manos. Despojémonos, por tanto, del hombre viejo y de sus acciones y, habiendo sido admitidos a participar del nacimiento de Cristo, renunciemos a las obras de la carne. Reconoce, oh cristiano, tu dignidad y, ya que ahora participas de la misma naturaleza divina, no vuelvas a tu antigua vileza con una vida depravada. Recuerda de qué cabeza y de qué cuerpo eres miembro. Ten presente que has sido arrancado del dominio de las tinieblas y transportado al reino y a la claridad de Dios.

Por el sacramento del bautismo te has convertido en templo del Espíritu Santo; no ahuyentes, pues, con acciones pecaminosas un huésped tan excelso, ni te entregues otra vez como esclavo del demonio, pues el precio con que has sido comprado es la sangre de Cristo.”
Quiero desear a todos los que formamos esta gran familia de la Parroquia del Beato Álvaro de Córdoba una feliz Navidad, un sincero deseo de prosperidad y bien para todos. Que Dios os bendiga.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco

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24/12/10

Nuevas Galerías Fotográficas en el Álbum de la Parroquia

Se han agregado tres nuevos Álbunes en la Galería Fotográfica de nuestra Web. Se trata de las fotografías correpondientes a las Confirmaciones que tuvieron lugar en nuestra parroquia el pasado día 13 de noviembre y de las que se tomaron durante la celebración de las "Migas de los Pastores"y el "Mercadillo Solidario", celebrados los pasados días 11 y 12 de diciembre respectivamente.

23/12/10

Representación de "La Leyenda del Árbol de Navidad"

El pasado domingo un grupo de "actores" aficionados de la parroquia interpretaron en el Salón Parroquial una pequeña obra teatral titulada "La Leyenda del Árbol de Navidad".

Dicha representación se llevó a cabo con el fin de recaudar fondos para la "Cáritas Parroquial". El acto fue todo un éxito tanto artístico, por lo entretenido de la obra y el entusiasmo y buen hacer de todos los participantes, como económico, ya que con los donativos de los numerosos asistentes se pudieron recaudar más de 400 € que se destinarán para el auxilio de nuestros más necesitados.

Desde aquí queremos mostrar nuestro sincero agradecimiento a todos los "artístas", directores, voluntarios de cáritas y, en general, a todas aquellas personas que con su colaboración y esfuerzo desinteresado han hecho posible esta bonita obra de caridad.

Pinchando aquí podéis acceder a la galería de fotos del acto incluida en el álbum de fotos de la parroquia.

19/12/10

Concierto de villancicos en la Parroquia, por el Orfeón Cajasur

El próximo 23 de diciembre, a las 21:00 h, se celebrará en nuestra parroquia un concierto de villancicos a cargo del Orfeón Cajasur.

Esperamos vuestra asistencia y que disfrutéis de la velada.

«Porque él salvará a su pueblo de los pecados»

IV DOMINGO DE ADVIENTO

Lecturas: Isaías 7, 10-14 // Salmo 23, 1-2. 3-4ab. 5-6(R.: cf. 7c y 10b) // Romanos 1, 1-7 // Mateo 1, 18-24

Queridos hermanos y hermanas:

Sueño de José. José Luzán, 1770Con este cuarto domingo culminamos el Adviento. ¿Hemos preparado bien el camino de nuestras familias para que el Señor entre en ellas? ¿Hemos dispuesto el corazón y las entrañas para que Dios hable? ¿Buscamos a Dios como fuente de toda esperanza y razón suprema de la próxima Navidad?

Busquemos al Señor y no dejemos en estos días previos a las Navidades que nada distorsione lo que a los cristianos nos importa: el acontecimiento que celebramos es el Nacimiento del Señor en Belén. Es la Palabra, el Verbo hecho carne, hecho niño para salvarnos.

¡Son tantas cosas las que están a nuestro favor! La sensibilidad, la familia, la parroquia, la fe… Pero, ¡son tantos los aspectos que pueden ensombrecer estos días santos! El consumo, los regalos, los agobios, no celebrar a Dios con la escucha de su Palabra, con la caridad, la sobreabundancia de cosas…

Estamos alegres y, teniendo como telón de fondo el mensaje de las lecturas del pasado domingo, seguimos apostando por la esperanza. ¡Dios asoma en el horizonte! Y, por lo tanto, la alegría brota en el semblante de un cristiano. ¿Que te encuentras agobiado? ¿Que tienes problemas? ¿Vas a permitir que, el bosque, no te deje ver y disfrutar de la luz?

Hoy, con Santa María, recorremos los últimos metros que distan para llegar a Belén. El “Dios con nosotros” se hará posible gracias al “SI” de una humilde muchacha nazarena que, aún sin entender nada, supo cumplir la voluntad del Señor. Que importante es esta actitud de la Virgen, apenas entiende lo que va a suceder pero lo asume y lo vive desde lo más hondo de su corazón.

Diversos personajes nos han ayudado a estar en tensión durante el tiempo de adviento (Isaías, Juan Bautista…) ahora, de la mano de José y con María, nos adentramos en la noche oscura de Belén. Pensad por un momento las vivencias de esas horas: a punto de dar a luz, de posada en posada siendo rechazados, incluso sentir el rechazo de sus familiares y amigos. Desde antes de su nacimiento el Señor sufre persecución, sufre el NO del mundo. Pero para Dios nada hay imposible. Comprobaremos que, hoy como entonces, muchos siguen sin acoger al Niño. Que, otros, se dejan seducir por los magnates y poderosos que instan a marginar a ese “Niño” que, desde el día de nuestro Bautismo, entró en nuestro corazón. ¿Navidades santas o paganas? ¡Qué dilema!

Tal vez, también nosotros, como José… tengamos dudas y hasta temores. ¿No será mucho lo que Dios me pide? José desde su corazón humano siente miedo, dudas, incluso algo de pena porque cree que María lo ha engañado. Pero su corazón lleno de fe, se abre al Ángel, que le explica todo lo que va a pasar. José cambia radicalmente, la duda se convierte en aceptación, la pena en Alegría porque María va a ser la Madre del Mesías, del Salvador. Su corazón abierto a la gracia se transformó y en una sola noche.

Nosotros hemos tenido cuatro semanas para transformar el corazón y dejar que se llene de la Gracia pero puede que estemos como al principio, más pendiente de lo externo que de lo verdaderamente importante. Dejemos que la próxima Navidad nos invada con su Misterio. Soñemos y, en el sueño, ojala que Dios nos dé la oportunidad de soñar con El. ¿Hemos soñado alguna vez con el cielo? ¿Hemos soñado con Dios, con María, con Jesús o con el Espíritu? Las Navidades, entre otras cosas, tienen la virtud de despertar lo más hondo de la sensibilidad de las personas. Bien es cierto que no sólo deben de conducir a eso. Por ello mismo, estos días, los hemos de aprovechar al máximo: que crezca nuestra vida interior (al contemplar al Dios que se hace Hombre); cultivando nuestras buenas obras (asombrándonos de lo que Dios hace por nosotros) y siendo fuertes en las pruebas (al ver a un Dios Todopoderoso que muerde el polvo de nuestra tierra).

Queridos hermanos y hermanas: apuremos estos últimos instantes. ¡Dios está a la puerta! ¡Dios está llamando! ¡Que no pase de largo! ¡Que, con José y María, preparemos ya –interna y externamente-- nuestros hogares y nuestras almas para que de verdad se note que un Niño nos va a nacer!

Si Jesús, al nacer, no encontró más riqueza que el amor y la ternura de José y María que, por lo menos encuentre también en nosotros el mejor pesebre donde hacerse presente: nuestro corazón. Qué Dios os bendiga y os conceda a todos una Feliz Navidad. Que de verdad vivamos el Nacimiento de Cristo en nuestras vidas.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco

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14/12/10

Noticias y avisos: Migas, mercadillo y teatro 2010

El pasado sábado 11 de Diciembre tuvo lugar, como en años anteriores en la Parroquia del Beato álvaro de Córdoba, el tradicional encuentro de todos los colaboradores de la parroquia: catequistas, coro, voluntarios de cáritas, encargados de la limpieza, grupo de pastoral de la salud, cofradia, todos nos reunimos en el patio para comer las "migas de los pastores".

Fue un momento precioso de encuentro de todos los que vivimos nuestra fe en esta parroquia, de nuestras familias, los niños, los jóvenes, más de 80 personas que comimos 17 kilos de migas hechas por tres voluntarios de cáritas parroquial. Estos momentos hacen crecer la comunidad y la vida de parroquia.

El domingo 12, celebramos el mercadillo solidario, para sacar fondos para Cáritas Parroquial, se vendieron toda clase de objetos elaborados por los voluntarios en los talleres ocupacionales de la cáritas paroquial.


Y el próximo domingo 19 de Diciembre a las 17:30h y con este mismo fin solidario, los jóvenes de la parroquia representaran unas pequeñas obras de teatro que han preparado para contribuir con Cáritas Parroquial.

Todos estos momentos son una bendición de Dios para la parroquia y todos los que formamos la gran familia del Beato Álvaro de Córdoba.

Comunidad Parroquial.

12/12/10

«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»

III DOMINGO DE ADVIENTO

Lecturas: Isaías 35, 1-6a.10 // Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 (R.: cf. Is 35, 4) // Santiago 5, 7-10 // Mateo 11, 2-11

Queridos hermanos y hermanas:

San Juan Bautista muestra al Cristo a San Andrés. Ottavio Vannini. Siglo XVIILas lecturas de este tercer domingo de Adviento siguen en la línea de los domingos anteriores, están muy conectadas entre sí.

En la primera lectura (Is. 1. 6-10) el Profeta Isaías nos anuncia los milagros que haría Aquél que vendría a salvar al mundo. Y en el Evangelio (Mt. 11, 2-11) vemos a Jesús usando esas mismas palabras de Isaías para identificarse ante San Juan Bautista, que había mandado a sus discípulos para preguntarle a Jesús si él era el Mesías.

Con el Salmo 145 hemos alabado al Señor y le hemos agradecido los milagros que fueron anunciados, que realizó Jesús cuando vivió en la tierra y que sigue realizando hoy en día para el bienestar físico y espiritual de cada uno de nosotros.

En el Evangelio Jesucristo define a su primo San Juan Bautista como un Profeta, agregando que es “más que un profeta” (Mt. 11, 2-11). Y continúa describiéndolo como aquél que es su mensajero, su Precursor, aquél que va delante de Él preparando el camino.
Esto fue cuando ya eran adultos -treinta años de edad tenían ambos. Juan había ya anunciado al Mesías que debía venir y había predicado la conversión y el arrepentimiento, bautizando en el Jordán. Ya había Juan caído preso por su denuncia del adulterio de Herodes. Paralelamente, Jesús ya había comenzado su vida pública y, aparte de su predicación, ya había realizado unos cuantos milagros, por lo que su fama se iba extendiendo por toda la región.

Es así como, estando Juan en la cárcel, oye hablar de las cosas que estaba haciendo Jesús. Queriendo, entonces confirmar si era el Mesías esperado, San Juan Bautista mandó a preguntarle si era El o si debían esperar a otro.

Jesús no respondió directamente, sino que ordenó que le informara a Juan acerca de los milagros que estaba realizando: los ciegos ven, los sordos oyen, los mudos hablan, los cojos andan... San Juan Bautista ya no necesitaba más información: enseguida debe haber identificado a Jesús con la profecía del Profeta Isaías sobre la actividad milagrosa del Mesías, que precisamente nos trae la primera lectura (cf. Is. 35, 4-6).

Sin embargo, por más que los milagros eran algo muy impresionante y por más que ya estaban anunciados que serían hechos por el Mesías esperado, la austeridad con la cual Jesús se estaba manifestando al pueblo de Israel, contrastaba con lo que la mayoría estaba esperando del Mesías. Y esto podría defraudar a unos cuantos, pues la mayoría esperaban un Mesías poderoso e imponente.

De allí que el Señor rematara el mensaje para su primo el Precursor, con esta frase: “Dichoso aquél que no se escandalice de mí”.

En efecto, a muchos de su tiempo les pareció que Jesús no hacía suficiente honor a su título de Salvador, pues como bien dijo San Pablo posteriormente: “no hizo alarde de su categoría de Dios” (Flp. 2, 6). Vemos entonces como Jesús nos da ejemplo de una labor humilde y sencilla. Y, a la vez, nos exige esa misma humildad y sencillez a nosotros.

Para ser humildes y sencillos como el Señor, debemos ver en los milagros anunciados por el Profeta Isaías y realizados por Jesús, los milagros que nuestro Redentor, puede hacer en cada uno de nosotros, especialmente en este tiempo de Adviento: ciegos que ven, sordos que oyen, mudos que hablan, cojos que andan, etc. El Señor puede curar nuestras cegueras, y no olvidemos que no hay peor ciego que el que no quiere ver, nuestras cegueras que nos impiden ver la realidad de nuestras vidas, la realidad de nuestros corazones, la realidad de nuestro amor a Dios y a los hermanos.

Muchas veces no queremos ver esa realidad, nuestros ojos del corazón no quieren admitir que necesitamos convertir nuestra existencia. Pensamos, "¡Ojos que no ven corazón que no siente!" así nos creemos que podemos seguir en nuestra mediocridad y que no se nos pedirá cuenta de nuestra ceguera voluntaria.

Tercera semana de adviento, la Navidad está encima, el tiempo apremia y la conversión sigue como al principio. Es hora de despertar de la tibieza y ponernos en marcha, con fuerza y diligencia, para vivir la Gracia. Debemos prepararnos, respondiendo a San Juan Bautista, el cual llamaba a la preparación para la llegada del Mesías. Porque el Mesías, el Salvador del Mundo, Jesucristo, volverá, y debemos estar preparados. Y la mejor preparación que podemos hacer es dejarnos sanar por Jesús, que ya vivió en la tierra hace dos mil años, pero que continúa viviendo en cada uno de nosotros con su Gracia.

Así, en paciencia y perseverancia, convirtiéndonos de nuestra ceguera, nuestra sordera, nuestra mudez, nuestra cojera, etc., nos habremos preparado bien para recibir al Mesías. Así habremos aprovechado este Adviento. Que Dios os bendiga.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco

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11/12/10

La Virgen de Guadalupe, patrona de los no nacidos

Este Domingo (3º de Adviento) es también el día de la Virgen de Guadalupe.

Su precioso nombre indica "la que aplastó la serpiente". En el idioma azteca nahualt se dice que proviene de Coa (serpiente), tla (la) xo peuh (aplastar). Todo de corrido se dice "quatlasupe". Cuando se apareció la Virgen en 1531, los españoles no sabían pronunciarla y la asemejaron y españolizaron a la que sí conocían y a la que se habían encomendado antes de ir al Nuevo Mundo: Guadalupe en Cáceres.

Son conocidos los terribles sacrificios humanos en esa cultura precolombina. Se mataban hombres, mujeres y especialmente niños por ser victimas más puras a los ojos de los ídolos. Hay reconocidos historiadores que describen la crueldad de esos ritos, en los que se mataban de forma cruelísima, decapitando a los más afortunados y a los menos, incidiéndole el pecho con un cuchillo de piedra y extrayéndole el corazón aún palpitante y salpicándose de su sangre.

Los oferentes se llenaban el pelo de sangre de las victimas y lo mantenían así dando un aspecto terrible y sobrecogedor. En la dedicación del templo azteca de Tenochtitlán en 1487 de nuestra era, se sacrificaron solo en cuatro días la tremenda cifra de 80.000 personas entre adultos y niños (aunque algunos expertos indican que esta cantidad sería imposible, deberían ser unos 400) pero las excavaciones en mesoamérica indican que se sacrificaban desde varios cientos a miles al año.

Algunas de las victimas eran reyes vencidos, esclavos capturados en pueblos distantes, prisioneros de guerra, e incluso había voluntarios e hijos o hijas entregadas en épocas de sobrecarga poblacional. Despues muchas de estas victimas eran destripadas, evisceradas, despiezadas, y cocinadas en calderos con lo que se remataba la "fiesta". Se consumían no muchas partes del cuerpo del muerto "divinizado" para recuperar la vida de esas divinidades a las que se le habían sacrificado.

Cuando llegaron los españoles y con ellos el cristianismo, se prohibió este tipo de sacrificio, al que algunos indígenas, por diferentes causas, como se ha dicho, ofrecían a los niños voluntariamente.

Cuando se apareció la Santísima Virgen ella se mostró embarazada y fue la que se mostraba pisando la cabeza de la serpiente como es presentada en el Apocalipsis. Ella pisaba la serpiente que representa al demonio, el mal y al pecado. Por ello fue designada como patrona de los niños no nacidos y de las mujeres con embarazos complicados.

Ella es la que pisa la cabeza al dragón que quiere devorar al Niño.

En muchos lugares, los miembros del movimiento provida despliegan esta preciosa imágen delante de los abortorios y rezan junto a ella por la defensa de la vida.

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9/12/10

Balconeras de Enmanuel

Fotografía de la balconeraEl profeta Isaías manifestó por inspiración divina: "La virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel", que traducido significa Dios con nosotros. Así, cada tiempo litúrgico de Adviento, la Santa Madre Iglesia nos pide que preparemos nuestra vida para acoger renovadamente la venida de Dios, rememorada en la Navidad, conmemoración del nacimiento del Cristo Salvador, recuerdo constante de Enmanuel.

Esto es un acontecimiento grandioso e indescriptible, para cuya preparación y celebración en Adviento y Navidad nuestra Parroquia nos invita a una iniciativa: Colocar una balconera de Enmanuel, del Niño Jesús, en nuestras ventanas y balcones, de cara a todas las personas, cristianas o no. Como una exposición de nuestra fe, como una manifestación de nuestra alegría por la venida de Dios, como un testimonio de nuestro amor a Jesús. La imagen del Niño Dios de esta colgadura es la misma que veneramos y besamos en nuestra parroquia, por lo que así será un acto cercano, propio y especial para los feligreses del Beato Álvaro.

Por eso, desde el último domingo del adviento y hasta el fin de la Navidad, este año desde el 19-dic-2010 al 09-ene-2011, animamos, pedimos, rogamos y esperamos que tantas personas como sea posible colguemos en el exterior de nuestras viviendas la balconera de Enmanuel.

Muchas veces, a muchas personas creyentes, nos pasa que nos cuesta dar testimonio de nuestra fe, la alegría que inunda nuestras vidas al sentirnos elegidos por Dios, llamados por Jesús en nuestra vocación personal a una vida santa. Poner esta colgadura de Enmanuel es un acto simbólico sencillo que no requiere palabras, pero que testimonia mucho. Que no cuesta casi nada y dice casi todo. Aprovechemos la oportunidad.

No es, y seguramente no debe ser una oposición a otras manifestaciones de caracter pagano que se producen en estas fechas; pero los cristianos debemos visibilizar nuestra fe. Estamos llamados a ello, al apostolado y a la evangelización, a la transformación del mundo mediante la Buena Nueva. Todos estamos alegres en periodos de fiesta, pero algunos de nosotros, Dios quiera que cada día más, no estamos sólo alegres por la fecha, los eventos, las comidas, los regalos o el descanso laboral, no, estamos principalmente alegres, rebosantes de gozo, por lo que celebramos: Enmanuel.

Si te sientes llamado a dar este testimonio, debes saber que como este año la parroquia no ha tenido ocasión de encargar balconeras, te proponemos este otro lugar para comprarlas por internet.

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7/12/10

Vigilia de la Inmaculada organizada por la Hermandad de la Cena

Como viene siendo ya tradicional, el grupo joven de la Hermandad de la Cena organizará la vigilia de la Inmaculada Concepción un año más. Se celebrará el próximo 7 de diciembre, vísperas de la festividad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, a partir de las 20:00 horas de la tarde en nuestra Parroquia del Beato Álvaro de Córdoba.

Es una buena manera de comenzar este tiempo de adviento estando un rato en la presencia del Señor y de su bendita e Inmaculada Madre.

Durante la vigilia se va a realizar una ofrenda de flores a la Santísima Virgen. Por este motivo se ruega traer, en la medida de lo posible, claveles blancos para ofrecérselos a la Virgen.

Los claveles también se podrán dejar a los pies del altar, que se preparará para tal acto, a partir del sábado día 4 de diciembre.

Esperamos la asistencia de los jóvenes de la Parroquia, ya que esta vigilia va dirigida especialmente a ellos.

6/12/10

Horario de Misas de Adviento y Navidad 2010

El horario de misas en el Adviento y Fiestas de Navidad de este año será el siguiente:

DÍA 8 DE DICIEMBRE - Inmaculada

  • 10’00 h, 12’00 h y 20’00 h. Misas del día

DÍA 24 DE DICIEMBRE - Nochebuena
  • 20'00 h. Misa del día.
  • 24'00 h. Misa del Gallo.

DÍA 25 DE DICIEMBRE - Navidad
  • 12'00 h.
  • 20'00 h.
(No habrá Misa a las 10'00 h. de la mañana)

5/12/10

«Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos»

II DOMINGO DE ADVIENTO

Lecturas: Isaías 11, 1-10 // Salmo 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17 (R.: cf. 7) // Romanos 15, 4-9 // Mateo 3, 1-12

Queridos hermanos y hermanas:

San Juan Bautista. Alejandro de Loarte, 1626En este segundo domingo del tiempo de Adviento la liturgia de la Palabra nos presenta la figura del Mesías anunciado por los profetas y la figura de S. Juan Bautista. En la homilía del domingo pasado hacía referencia a este papel primordial de Juan Bautista, en el tiempo de Adviento. Hoy la Palabra de Dios nos enmarca perfectamente la singularidad especial de Juan en el camino de preparación a la Navidad.

La primera lectura, del profeta Isaías, nos anuncia la promesa que Dios hace a su pueblo del nacimiento del Mesías: «brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía,…». Dios Padre Misericordioso nos promete la venida del Mesías, que nos traerá la Salvación, nos dará su Espíritu y nos cambiará interiormente. Se fijará en lo profundo de los corazones y no tendrá en cuenta las apariencias. Es este un criterio fundamental para este tiempo santo del Adviento, el purificar, preparar, nuestro interior. Se trata de ponernos manos a la obra, muy en serio, para vivir desde dentro la Navidad. Lo externo ya se encarga la sociedad de prepararlo, creo que el esfuerzo tenemos que ponerlo en nuestro interior, en la raíz de nuestra vida, en los cimientos de nuestro ser. Remover los criterios que sustentan nuestras vidas, pensar por un momento qué camino estamos llevando, a dónde nos conduce nuestra existencia y qué debemos transformar en ella.

El profeta Isaías nos propone un panorama idílico, fruto de la presencia del Mesías en el mundo: «Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito». Presenta un paraíso de PAZ absoluta, donde los enemigos naturales viven la paz, la tranquilidad. Isaías nos está diciendo claramente cuales son los frutos de la Gracia en nosotros, cuales son las consecuencias del paso del Señor por nuestras vidas. Si somos capaces de vivir nuestra conversión y dejar que la Gracia nos transforme, notaremos como hasta nuestro pecados más reincidentes se transforman, pero es necesario que Cristo pueda habitar en nuestras vidas, que viremos el rumbo de nuestra existencia para seguir el norte que nos marca la brújula de la Gracia y del Espíritu.

Los pasos concretos son los que nos anuncia San Juan Bautista, conversión, oración, cambio de criterios y esencialmente, humildad. San Juan predica en el desierto: «preparad el camino al Señor...». Hoy la Iglesia predica en el desierto de la increencia y el abandono de Dios: «preparad el camino al Señor...». De nosotros depende que oigamos esta llamada o que sigamos los cantos de sirena de nuestro mundo. San Juan Bautista predicó, tuvo muchos discípulos, la gente lo respetaba, lo admiraba y lo seguían. Pero Juan jamás cayó en la tentación de creerse el Mesías, era consciente de su papel de precursor, de preparar el camino al verdadero Mesías, el Hijo de Dios.
Nosotros muchas veces nos quedamos en nuestra vanagloria, en publicar nuestros pequeños logros y olvidamos nuestros grandes pecados, nuestros grandes fracasos. Olvidamos que nos falta mucho y que tenemos muy poco de que presumir.

Contemplar hoy la figura de San Juan Bautista nos ayude a reflexionar sobre lo verdaderamente importante en nuestras vidas y nos pongamos en serio a trabajar en nuestra conversión. Qué Dios os bendiga a todos.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco

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1/12/10

Recogida de Alimentos en nuestra Parroquia - Diciembre 2010

Como en anteriores años, durante el mes de diciembre vamos a recoger en nuestra parroquia alimentos no perecederos y útiles de aseo personal para asistir en las próximas fiestas a los mas necesitados de nuestra ciudad, compartiendo con otras parroquias y barrios menos favorecidos.

Así, y hasta las próximas fiestas de Navidad, todo aquel que lo desee puede llevar a la parroquia, cualquier día, entre las 19'00 h. y las 20'00 h. paquetes de arroz, lentejas, garbanzos, azúcar, pastas, etc que serán entregados a distintas instituciones benéficas quienes se encargarán a su vez de su reparto.

29/11/10

Retiro de Adviento 2010

Este próximo sábado, 4 de diciembre, a partir de las 17'00 h. se llevará a cabo en nuestra parroquia un tiempo de retiro en el que se podrá rezar, meditar y confesar para así, buscando una verdadera conversión, preparar nuestro espíritu para una mejor vivencia del tiempo de Navidad.

28/11/10

«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor»

I DOMINGO DE ADVIENTO

Lecturas: Isaías 2, 1-5 // Salmo 121 // Romanos 13, 11-14 // Lucas 24, 37-44

Queridos hermanos y hermanas:

Virgen María velandoComenzamos este domingo el tiempo de ADVIENTO, y con él un año litúrgico nuevo. Para nosotros los cristianos el año litúrgico empieza el primer domingo de adviento; el año civil empezará el uno de enero. Al empezar un año nuevo cambia el ciclo de lecturas en la misa dominical, actualmente estamos en el ciclo C y comenzaremos este domingo el ciclo A. La liturgia distribuye las lecturas de cada domingo en tres ciclos A, B y C. En cada uno de ellos escuchamos un evangelista distinto y contiene lecturas distintas. El ciclo diario se distribuye en dos: años pares y años impares. De tal manera que cuando participamos en la Eucaristía todos los días y todos los domingos, al pasar cinco años hemos escuchado el 90% de la Biblia. Se ha proclamado casi íntegramente toda la Palabra de Dios.

El Adviento tiene algunas características litúrgicas especiales: el color morado, signo de austeridad y preparación interior, “la corona de adviento” como camino de preparación a la Navidad, no se canta el aleluya, nos fijamos en dos figuras importantes: La Virgen María y San Juan Bautista. La actitud fundamental del Adviento es la ESPERANZA.

El adviento es tiempo de espera, espera esperanzada, es desear fervientemente que Cristo habite en nuestros corazones y por lo tanto debemos prepararnos interiormente para que esto suceda. Por desgracia, en nuestros días, la Navidad ha pasado a ser una fiesta del consumo y del derroche. Nuestra sociedad ha procurado, con el beneplácito de muchos cristianos, retirar toda referencia a Cristo. Hemos caído en la terrible paradoja de celebrar la Navidad, conmemoración del nacimiento de Jesucristo el Hijo de Dios, quitando toda referencia a Jesús. Es como si celebramos la fiesta de cumpleaños de nuestros hijos y no los invitamos, ni los nombramos y ni siquiera los hacemos partícipes. ¿Absurdo verdad?

Para la Iglesia, este tiempo es un tiempo de Gracia, es una oportunidad para convertir nuestras vidas y abrir nuestros corazones a la presencia santificadora de Dios. Dios, hace 2010 años nació en Belén, preparó el corazón de la Virgen María, preservándola del pecado original, haciéndola Inmaculada en su Concepción, para que fuese la digna Madre de su Hijo, Jesús. De igual modo, Dios quiere que nosotros eliminemos todo pecado de nuestros corazones para poder habitar en ellos. El Adviento supone limpiar nuestro interior para convertirlo en el “portal de Belén” para que Dios nazca en él. Sencillo, humilde, pero limpio.

Esperar al Señor que viene, pero esperar con ilusión, esperar activamente, haciendo todo lo posible para erradicar el pecado de nuestras vidas. Es la espera de María, que sabe que en pocos días va a dar a luz. Las madres entenderéis perfectamente esta espera. Llena de alegría, a la vez preocupación. Llena de gozo e ilusión y a la vez temor por el parto. En definitiva, sentimientos encontrados pero deseados.
Esta debería ser nuestra actitud en el adviento, gozo porque el Señor quiere nacer en nuestros corazones, preocupación por no saber si seremos capaces de cambiar nuestras vidas. Alegría e ilusión por la Navidad y a la vez temor de volver a caer en la misma rutina de nuestro pecado y no ofrecer a Dios el corazón limpio y ordenado que se merece.

Quiero, este domingo, pedirle de una manera especial a la Virgen María, que inunde nuestras vidas con el deseo y la actitud que ella vivió entregándose a Dios completamente. Que este tiempo de adviento y la posterior celebración de la Navidad no se quede un año más, en lo externo, en la juerga, en las comidas, en los regalos…, todo eso tiene sentido en cuanto que sea expresión de la alegría que supone vivir a Cristo, recordar a Cristo, celebrar al Señor.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco

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21/11/10

Jesucristo, Rey del Universo

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

Lecturas: Daniel 7, 13-14// Salmo 92 // Apocalipsis 1, 5-8 // Juan 18, 33-37

Imagen de Cristo ReyQueridos hermanos y hermanas en el Señor:

Celebramos en este domingo la fiesta de Cristo Rey del Universo. Con esta fiesta concluimos el año litúrgico. Celebramos en esta fiesta que Cristo es el centro y el sentido de la historia. Él es Rey y su reino son los corazones de los hombres, las personas en su totalidad. Es Rey, pero su reino no es de este mundo. Es rey desde la cruz, como vemos en el evangelio: “Este es el rey de los judíos”; desde la cruz promete el paraíso al ladrón que le pide que se acuerde de él cuando llegue a su reino.

Dice el prefacio propio de la Eucaristía:
“Para que ofreciéndose a sí mismo como víctima perfecta y pacificadora en el altar de la cruz, consumara el misterio de la redención humana”.

En la cruz Jesucristo nos redime, nos salva, paga por nosotros a Dios Padre la deuda que la humanidad entera había contraído por el pecado. A este propósito dice la segunda lectura: “Dios nos ha sacado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados”.

Jesucristo nos redime en la cruz, nos salva, y consigue para nosotros la reconciliación con Dios: “Y por él – sigue diciendo la segunda lectura – quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz”.

Continúa diciendo el prefacio:

“Para que entregara a su majestad infinita un reino eterno y universal; el reino de la verdad y de la vida, el reino de la santidad y de la gracia, el reino de la justicia, del amor y de la paz”.


El reino de Cristo es los corazones de los hombres y él reina no porque entronicemos al sagrado corazón de Jesús, sino porque vivamos los valores del evangelio, los valores del reino: la justicia, la paz, la vida y el amor.

Un reino eterno y universal. Dios existe desde siempre, también su reino; pero, al darnos la responsabilidad de colaborar con él en hacer reino nuestro mundo, la obra de sus manos, nos deja un matiz fundamental: es un reino para todos y para todo: universal, católico… Todo es redimido y presentado al Padre.

El reino de la verdad. La verdad del ser humano, por ejemplo, es lo que Dios ha pensado para él. La verdad es que somos hijos de Dios, hechos a su imagen y semejanza, miembros de una misma familia, destinados a la vida eterna. Esta es la verdad que hemos de aceptar y seremos libres.

El Reino de la vida. Ningún mal aflige tanto al hombre como la vejez, la enfermedad y la muerte. Cuando los profetas divisan los tiempos mesiánicos, ve en ellos la desaparición de las lágrimas, la prolongación de la vida, la aniquilación de la muerte. Se refiere principalmente a la vida eterna, pero incluyen también la vida temporal. Jesús quiere para todos la vida plena.

El reino de la santidad y de la gracia. Estamos acostumbrados a sopesar todo lo que hacemos nosotros en relación con Dios y los demás; pero no solemos caer en la cuenta de todo lo que se nos ha dado gratuitamente y todo lo que Dios nos ayuda diariamente. Sin Dios estaríamos perdidos. Sin nuestra libertad y esfuerzo, que consiste en gran parte en dejar obrar a Dios, no hay santidad.

El reino del amor. El proyecto de una humanidad ideal sólo es posible si los hombres abandonan sus tendencias egoístas y se deciden a vivir amándose unos a otros. El amor al prójimo debe ser universal y abarcar a todos, sin discriminar a nadie; ha de ser desinteresado, sin buscar la recompensa, y tan generoso que no tenga más límites que las necesidades ajenas y las posibilidades propias.

El reino de la paz. Las espadas se convertirán en rejas para el arado y del hierro de las lanzas se harán hoces y podaderas. Es un modo poético de anunciar la gran reconciliación que pretende hacer Dios: entre él y los hombres, y entre unos hombres y otros.

El reino de Dios, desde el que Cristo reina, está creciendo entre nosotros, por todos aquellos que viven los valores del evangelio. Que nuestra vida sea una ayuda valiosa en la construcción del reino de Dios. Que Dios reine en nuestra vida.

Que todos nosotros vivamos nuestras vidas como verdaderos súbditos del Reino de Cristo. Que Dios os bendiga. Feliz domingo.

Tomás Pajuelo. Párroco

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19/11/10

«Las personas no cambian»

"Vivir es cambiar, y ha vivido mucho quien haya sido capaz de cambiar mucho."
Cardenal John Henry Newman (1801-1890),
citado por Joseph Ratzinger, Papa Benedicto XVII,
refiriéndose a cambiar para ser más fiel a Dios y a la Iglesia,
en el libro: Una Conversación Con Peter Seewald Joseph Ratzinger Benedicto XVI,
una serie de preguntas y respuestas sobre la Iglesia y la Fe Católica ante el mundo actual

16/11/10

Confirmaciones en nuestra Parroquia - 2010

El pasado sábado día 13 de Noviembre en la Parroquia del Beato Álvaro de Córdoba, un grupo de 18 jóvenes y adultos de la comunidad parroquial recibieron el sacramento de la Confirmación.



Don Manuel Hinojosa Petit, Vicario de la Ciudad, presidió la celebración, concelebrada por el párroco y el vicario parroquial. D. Manuel insistió en su homilía en la necesidad de vincularnos a la Parroquia para llevar a cabo los compromisos de evangelización, de vida de fe y de oración adquiridos por los confirmados en ese día tan importante para ellos.


Intervinieron padres, catequistas y confirmados en la celebración creándose un clima de entrañable familia y de acción de gracias sincera y cordial a Dios. La comunidad parroquial vivió este momentos como un paso de la Gracia de Dios que nos compromete y nos fortalece en nuestra vida cristiana.

Después tuvo lugar una pequeña fiesta y encuentro de todos los familiares y confirmados, coro parroquial, catequistas, seminaristas, monaguillos, para celebrar la alegría por la recepción de este sacramento en este grupo de jóvenes y de adultos de la Parroquia.

Catequistas de Confirmación del Beato Álvaro.

14/11/10

«Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas»

XXXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Malaquías 3, 19-20, 2 // Salmo 97 // 2ª Tesalonicenses 3, 7-12 // Lucas 21, 5-19

Queridos hermanos y hermanas:

Juicio final, de Miguel ÁngelHoy celebramos el último domingo del tiempo ordinario de este año litúrgico. El domingo próximo celebraremos la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo.

En consonancia con las lecturas de estos últimos domingos, la Palabra de Dios en este día nos vuelve a recordar el final de la vida presente y la vida del mundo futuro. Cuando rezamos el credo cada domingo decimos:
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.

Fijaos, proclamamos la fe en la comunión de los santos, unidos a los hijos de la Iglesia que están en el cielo. La resurrección de la carne, llamados a participar de la Vida Eterna que Dios nos da. La Vida Eterna, para siempre en la Gloria. La eternidad en la presencia de Dios.

Es una verdad de fe inmutable el final de la vida terrena y la existencia de la eternidad. Muchas veces vivimos como si no tuviésemos que dar cuentas de nuestras obras al final de nuestras vidas para vivir la Vida de Dios. Muchas veces actuamos como si la muerte es el final, que tenemos que vivir esta vida a tope porque no hay después nada. Esta forma de pensar en la más anticristiana del mundo. Nuestra fe nos abre expresamente a la vida eterna. Cristo está vivo, está con nosotros, y nos promete esa vida eterna para nosotros.

Somos ciudadanos del cielo, estamos convocados al banquete eterno de la Gloria. Pero está vida puede no ser para nosotros, existe la posibilidad de la condenación eterna. Sé que decir esto no está de moda. Que en la actualidad existe una corriente entre los no practicantes, de pensar que todos nos vamos a salvar y que Dios es tan bueno que todo el mundo irá al cielo. Esto es falso, la Palabra de Dios es muy clara en esto. Existe la posibilidad de la condenación: pensad en el rico Epulón, en el ladrón malo en la cruz, en los que escandalizan a los pequeños, las vírgenes necias, etc… Son muchos los textos evangélicos en los que Jesús nos habla claramente de la condenación eterna. Es verdad que todos confiamos en la bondad misericordiosa de Dios, confiamos los que intentamos vivir según los criterios del Reino de Dios. Pero no es menos cierto que hay personas entre nosotros que hacen el mal voluntariamente, que no sienten arrepentimiento de ello, es más se jactan de vivir el mal. Evidentemente el Señor tendrá que respetar su decisión libre de vivir de espaldas a Él y hacerles vivir eternamente de una manera consecuente con sus vidas.

La lectura del profeta Malaquías que escuchamos hoy nos lo ha recordado claramente. El evangelio también nos recuerda el final de los tiempos, son las palabras del mismo Jesús, las que nos hablan del juicio final. San Pablo en su carta a los Tesalonicenses, también les recuerda a los cristianos de Tesalónica que trabajen en serio por su Salvación, que algunos están muy ocupados en no hacer nada, y el tiempo pasa inexorablemente. Al leer este texto paulino, uno reconoce en nuestros días esta misma dejadez por el trabajo serio de nuestra santidad. Parece que no es necesario, que da lo mismo hacer las cosas bien que mal. Es una idea de nuestro mundo, que confunde el bien con el mal, la verdad con la mentira, el compromiso con la dejadez, y nosotros como cristianos nos dejamos llevar de estas corrientes modernas.

Tenemos que tomar con empeño nuestro trabajo por la vida en Cristo, por la vida evangélica. Debemos esforzarnos en vivir, en conseguir ser verdaderos hijos de Dios. Es coger la cruz y seguir a Cristo. Eso cuesta, eso es duro y por eso escurrimos el bulto.

Pido a Dios que nos conceda la sabiduría necesaria para saber valorar lo verdaderamente importante para nuestra vida. Lo que de verdad merece nuestro esfuerzo y lo que es inútil que nos esforcemos. Pido la Gracia para vivir la Santidad todos los que formamos esta comunidad del Beato Álvaro de Córdoba.

Feliz Domingo a todos y que Dios os bendiga.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco

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12/11/10

La resurrección de la carne

«En ningún punto la fe cristiana encuentra más grande contradicción que en la resurrección de la carne». Esta afirmación posiblemente la podríamos asumir o haber asumido todos los cristianos en algún momento de nuestro crecimiento espiritual. No en vano fue hecha por San Agustín ya en el siglo IV (cf. Salm. 88,2,5).

Cuesta trabajo, como seres humanos mortales que vivimos sometidos a la corrupción inevitable de la carne y de todo lo material, confiar por la fe plenamente en la resurrección de esa misma carne, pero esa es la fe de la Iglesia, tal como se afirma en el Credo católico y se expresa en el nº 997 del Catecismo: «En la muerte, separación del alma y cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su omnipotencia dará definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible, uniéndolos a nuestras almas, por la virtud de la Resurrección de Jesús».

«Se acepta muy comúnmente que, después de la muerte, la vida de la persona humana continúa de una forma espiritual. Pero ¿cómo creer que este cuerpo tan manifiestamente mortal pueda resucitar a la vida eterna?» (cf 996 del Catecismo)

Desde el principio, la fe de la Iglesia ha afirmado que «cuando venga el Señor, todos los hombres resucitarán con sus cuerpos». Adviértase el realismo enfático de estas antiguas declaraciones: «Creemos que hemos de ser resucitados por El en el último día en esta carne en que ahora vivimos». Los hombres han de resucitar «con el propio cuerpo que ahora tienen».

Y esta fe en nada se ve impedida por el hecho de que las mismas partículas puedan, con el tiempo, pertenecer a cuerpos u organismos diversos, pues también el cuerpo terreno guarda su identidad y permanece siempre el mismo, a pesar del continuo recambio metabólico.

En el momento de la muerte se nos juzgará y si somos dignos de la vida eterna nuestra alma irá a la gloria. Después, en el día del juicio universal cuando todos los muertos resuciten, el poder de Cristo unirá nuestra alma incorruptible, que ya ha estado gozando del Cielo, a un cuerpo transfigurado en cuerpo glorioso como el Suyo (Flp. 3, 21), un cuerpo espiritual (1Co. 15, 44).

Será, por el valor salvífico de la Resurrección de Cristo, que volverán a juntarse los restos de nuestro cuerpo destrozado por cualquier efecto, o dispersado por el polvo de los años o perdido en el horno crematorio. Será como una nueva creación, y así en efecto los primeros cristianos la llamaban “paleo génesis”, que significa precisamente eso: nueva creación.

En definitiva, con esta entrada queremos aportar algo de la luz del Magisterio de la Iglesia a un misterio no siempre reconocido con claridad, y a una afirmación de fe no siempre expresada con rotundidad, la resurrección de la carne en cuerpo glorioso en el fin de los tiempos.

Para (in)formarse más detalladamente, se puede recurrir por ejemplo a las siguientes referencias:


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9/11/10

Operación "Potito"

Algunas parroquias hermanas que han detectado en su feligresía necesidades de alimentos para bebés han solicitado nuestra colaboración para tal fin. Es por ello que durante este mes de Noviembre nuestra "Cáritas Parroquial" ha puesto en marcha la "Operación Potito". Se trata de hacer un llamamiento a nuestra feligreses para recoger en nuestra parroquia "potitos" para bebé que después se llevarán a estas parroquias que han solicitado nuestra colaboración.

Se trata de una colaboración en la que con una escasa aportación económica podemos ayudar con un fin muy concreto a bebés de familias necesitadas.

Esperamos tu colaboración.

7/11/10

«No es Dios de muertos, sino de vivos»

XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: 2º Macabeos 7, 1-2. 9-14 // Salmo 16 // 2ª Tesalonicenses 2, 16--3, 5 // Lucas 20, 27-38

Queridos hermanos y hermanas:

Jesús con los saduceosUn día le preguntaron a Jesús si había matrimonios en el Cielo. La pregunta parece una broma, pero el Evangelio de hoy (cf. Lc. 20, 27-38) nos trae ese incidente.

Sucedió que unos saduceos (grupo religioso de los tiempos de Cristo que no creía en la resurrección de los muertos), tratando de dejar en ridículo al Señor, le pusieron una de esas “preguntas trampas”, de las cuales el Maestro se salía con divina sagacidad.

Le presentaron el caso de una mujer (debe haber sido un caso hipotético, pues esta dama supuestamente sobrevivió a ¡siete! hermanos con los cuales se había casado consecutivamente a medida que iba enviudando de cada uno). La pregunta era que después de morir la viuda, cuando llegara la resurrección “¿de cuál de ellos sería esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?”.

Jesús les responde con toda paciencia y con mucha claridad: “En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura -los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos- no se casarán ni podrán ya morir, porque serán semejantes a los Ángeles. Y serán hijos de Dios, pues El los habrá resucitado”.

De esta amplia respuesta podemos sacar enseñanzas muy importantes sobre nuestra futura resurrección.

1. Hay una vida futura. Sí la hay. La verdadera Vida comienza después de la muerte. Esta vida es sólo una preparación para esa otra Vida. Por eso rezamos en el Credo: “Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”.

2. Todos estamos llamados a esa Vida del mundo futuro, en el que viviremos “resucitados”, en una vida distinta a la del mundo presente. Pero no todos llegaremos a esa Vida: sólo “los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos”. La voluntad de Dios es que todos los hombres y mujeres nos salvemos y lleguemos a esa Vida del mundo futuro. Pero como nos advierte el mismo Jesús sobre el momento de la resurrección de los muertos: “Llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán la voz del Hijo de Dios y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, pero los que obraron mal resucitarán para la condenación” (Jn. 5, 28-29). Todos resucitaremos, pero unos resucitarán para la Vida y otros para la condenación.

3. En el Cielo no habrá matrimonios: “en la vida futura no se casarán”. Es cierto que estaremos junto con los demás salvados, incluyendo nuestro seres queridos, pero lo importante en el Cielo será vivir en la plenitud de Dios.

4. Llegaremos a ser inmortales: “no podrán ya morir y serán semejantes a los Ángeles”. La vida en el mundo futuro no significa que volveremos, a esta vida terrenal. Resucitar no significa que volveremos a esta vida como Lázaro, el hijo de la viuda de Naím o la hija de Jairo, a quienes Cristo volvió a esta vida, los cuales en algún momento tuvieron que volver a morir. Tampoco significa que vamos a re-encarnar; es decir, volver a nacer en otro cuerpo que no es el nuestro. La re-encarnación, además de ser imposible, es un mito negado en la Biblia y herético para los cristianos. Más bien seremos como los Ángeles, que son bellos, inmortales, refulgentes, etc. Lo que sucederá cuando resucitemos será ¡una maravilla!, pues tendrá lugar la reunificación de nuestra alma inmortal con nuestro cuerpo mortal, pero éste glorificado en ese mismo momento ... como el de Cristo después de resucitar, como el de la Santísima Virgen, asunta al Cielo en cuerpo y alma.

5. Seremos verdaderamente “hijos de Dios, pues El nos habrá resucitado”. Y ¿es que no somos ya hijos de Dios? Sí lo somos, pero seremos entonces plenamente hijos de Dios, pues seremos como El, a partir del momento de nuestra resurrección, ya que estaremos purificados totalmente del pecado y de todas sus consecuencias. A esto se refiere San Juan cuando nos habla de nuestra nueva condición: “Amados: desde ya somos hijos de Dios, aunque no se ha manifestado lo que seremos al fin ... seremos semejantes a El, porque lo veremos tal como es” (1 Jn. 3, 2).

Adicionalmente, para demostrar a los Saduceos que la resurrección es verdad, Jesús utiliza palabras de Moisés, a quien los Saduceos sí aceptaban. Le dice así: “Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para El todos viven”.

En la Segunda Lectura (2 Tes. 2, 16-3, 5) queda implícita nuestra futura resurrección: “Dios nos ha amado y nos ha dado gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza ... esperen pacientemente la venida de Cristo”.

Importante notar que la firme esperanza de nuestra resurrección es gratuita, no la merecemos, es un regalo de Dios. Para eso nos creó, para gozar de esa felicidad eterna para siempre con El y en El.

La creencia en la resurrección es muy antigua. En efecto, en la Primera Lectura del Libro 2 de los Macabeos (2Mac. 7, 1-2 y 9-14) vemos como aquellos hermanos que estaban siendo torturados, descuartizados y muertos delante de su madre, se sentían consolados y fortalecidos en la seguridad de su futura resurrección, diciendo: “Vale la pena morir a manos de los hombres cuando se tiene la firme esperanza de que Dios nos resucitará”.

Este pasaje impresionante, nos muestra una cosa importante para efectos de comprender la resurrección. ¿Qué sucede con los cuerpos que han sido mutilados o que han desaparecido volatilizados en gases o que han sido consumidos por un animal? Lo responde uno de los hermanos: “De Dios recibí estos miembros y de El espero recobrarlos”.

Así será la resurrección: recuperaremos todos los miembros perdidos de nuestro cuerpo... pero con la ventaja que ya no será un cuerpo decadente, mortal, que se enferma y se envejece, como el que ahora tenemos, sino que será un “cuerpo espiritual”. Como dice el Evangelio: ya los seres humanos no nos casaremos, ni moriremos, sino que seremos como los Ángeles, pues Dios nos habrá resucitado.

También queda expuesto desde este libro del Antiguo Testamento lo que San Juan nos dice posteriormente: unos resucitarán para la Vida y otros no: “El Rey del universo nos resucitará a una Vida Eterna ... Tú, en cambio, no resucitarás para la vida”.

El relato del libro de los Macabeos nos cuenta la historia de una familia, madre y siete hijos, que convencidos de la Resurrección, no les importa entregar su vida antes que renegar de su fe. Están convencidos que la muerte no es el final, que todos los hombres y mujeres estamos convocados por Cristo a la Resurrección y la Vida. Esa Vida eterna será la verdadera vida, será la que nos merezca la pena vivir. La vida actual es fugaz y pasajera, tiene un fin y se acabará. Los jóvenes del relato de libro de los Macabeos entendieron perfectamente el carácter transitorio de la vida presente y la importancia real y verdadera de la vida eterna.

Estamos en estos días de noviembre recordando a nuestros difuntos, sólo una fe robusta y convencida de la resurrección puede vivir con esperanza, con sosiego y consuelo la muerte de nuestros seres queridos. Una fe pobre, que no afirma la resurrección, que se ate a esta vida vivirá la muerte con desesperación, angustia, desasosiego.

La esencia de nuestra vida cristiana es la Resurrección, somos ciudadanos del Cielo. Somos Hijos de Dios llamados a vivir su divinidad.

Los mártires, los santos, entendieron que la vida verdaderamente importante es la de la Gloria y vivieron como de paso por esta para llegar a vivir la eterna.

Nosotros, por desgracia, estamos aferrados a esta vida, hemos perdido la perspectiva de la vida eterna y eso hace que vivamos trágicamente nuestra separación del mundo. La cultura moderna nos hace vivir tan metidos en la fugacidad que cuando la vida desaparece los que nos rodean pierden el sentido de su existencia. El corazón de un cristiano tiene que estar lleno a rebosar de ESPERANZA de VIDA ETERNA. Nos duele la muerte de nuestros seres queridos, de cualquier hermano. Pero no caemos en la desesperación porque nuestro corazón sabe que volveremos a vernos en el cielo. Los mártires no despreciaban la vida, regalo de Dios, pero tampoco la absolutizaban, fueron capaces de entregarla por AMOR a Dios.

¡Cuánto nos falta por crecer!

Pidamos a Dios que llene nuestros corazones de Esperanza y fe para vivir alegres nuestra entrega a Él y a los hermanos.

Que Dios os bendiga, feliz domingo.

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2/11/10

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré»

CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

Lecturas: Job 19, 1.23-27a // Salmo 114 // 1ª Corintios 15, 20-24a.25-28 // Mateo 11, 25-30

Queridos hermanos y hermanas:

Cruces en un cementerioEstamos sumergidos ya en el final del año, y más aún en el final del año litúrgico que terminará con la solemnidad de Cristo Rey, el 21 de Noviembre, dando paso al nuevo año litúrgico con el comienzo del Adviento.

En este mes de noviembre son muchas las fiestas importantes y los días que nos pueden ayudar a vivir nuestra fe de una manera más intensa: los Santos, los Difuntos, Cristo Rey, Adviento…

Quiero hoy centrarme en la conmemoración el día 2 de Noviembre de todos los Difuntos. Creo que esta conmemoración es la que ha marcado en la espiritualidad del pueblo de Dios todo este mes de noviembre. En todas las parroquias, iglesias y oratorios, en este mes se pide por los difuntos.

Quiero aprovechar esta homilía para explicar de una manera clara y sencilla, la doctrina de la Iglesia Católica sobre los “novísimos”, término teológico que significa la vida del mundo futuro.

Para todo cristiano la esencia de la fe es la MUERTE Y RESURRECCIÓN DE CRISTO. Es el anuncio de los apóstoles: “Aquel a quien vosotros matásteis colgándolo de un madero, Dios lo ha resucitado para hacerlo juez de vivos y muertos”. Son las palabras del apóstol San Pedro, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, anunciando la resurrección de Cristo. Para todo cristiano la Salvación nos viene por la entrega del Señor en la Cruz y por su gloriosa Resurrección. Por tanto estamos seguros que todo cristiano que viva el evangelio, tendrá parte en la Resurrección que Cristo nos ha prometido. Estamos llamados a participar con él en su Resurrección.

La Eucaristía, el mayor regalo que Dios nos ha concedido, manifiesta esta fe de una manera clara: toda ella se dirige al Padre, por medio de su Hijo Jesucristo y bajo la acción del Espíritu Santo. La Eucaristía la celebra la Iglesia entera, unidos a toda la Iglesia: la que peregrina en la tierra (nosotros), la que está participando de la Gloria eterna (La Iglesia triunfante, los Santos) y la que espera la Resurrección y la vida al final de los tiempos (La Iglesia Purgante). Si os fijáis bien, en la Eucaristía ofrecemos a Dios el sacrificio de Cristo pidiendo por la Iglesia extendida por toda la tierra, por los santos y por nuestros hermanos difuntos para que puedan participar de la Resurrección.

El mejor bien que podemos hacer como cristianos a nuestros seres queridos que ya han fallecido es ofrecer la Eucaristía por ellos, pidiendo su eterno descanso. Es verdad que podemos rezar individualmente por ellos en casa, en el cementerio… Pero la oración que más bien les hará es ofrecer la Eucaristía por ellos, es ofrecer a Cristo por su eterno descano el memorial de nuestra Salvación. Como Párroco, me duele en el alma, como muchos de nuestros difuntos, se quedan sin que nadie les ofrezca la Eucaristía por ellos.

Que después del funeral y de los nueve días, nadie se acuerda de ofrecer la Eucaristía por sus difuntos. Es el mayor bien espiritual que podemos ofrecer por aquellos que participan de la muerte de Cristo, para que Él, en su infinita misericordia, les haga participar de su Gloriosa Resurrección.

Queridos hermanos aprovechemos este mes de noviembre para pedir por nuestros difuntos, para ofrecer la Eucaristía y nuestras oraciones, por ellos. Recemos especialmente por aquellos por los que nadie rezará, siendo nosotros el alma orante de la Iglesia que reza por los que no tienen voz y nadie se acuerda de ellos.

Que la Esperanza firme en la Resurrección crezca en nosotros al contemplar y adorar a Cristo Vivo y Resucitado en la Sagrada Eucaristía.

Que Dios os bendiga.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco

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1/11/10

Horario de Misas en el día de los Fieles Difuntos

El día 2 de Noviembre, con motivo de la celebración del día de los Fieles Difuntos se celebrará la Santa Misa en nuestra parroquia a las 18'00 h. y a las 20'00 h.

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

Lecturas: Apocalípsis 7, 2-4.9-14 // Salmo 24 // 1ª Juan 3, 1-3 // Mateo 5, 1-12a

Queridos hermanos y hermanas:

Adoración de la Santísima Trinidad o Retablo de Todos los Santos. Alberto Durero, 1511“Una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas”, decía la primera lectura que hemos escuchado, del libro del Apocalipsis. Gentes de ahora, gente que conocemos, que nos encontramos cada día por la calle o en casa o en el trabajo, y gente de hace mucho tiempo, de años y siglos atrás. Gente de aquí, de este país y esta ciudad, y gente de muy lejos, de tierras que nos suenan exóticas. Gente de toda nación, de todas las razas, pueblos y lenguas.

Este es el recuerdo de la fiesta de Todos los Santos. Que TANTOS HOMBRES Y MUJERES, DE TANTOS TIEMPOS Y LUGARES, HAN QUERIDO CAMINAR COMO SIERVOS DE DIOS. Tantos hombres y mujeres que han creído que, SIEMPRE, EL AMOR ERA MAS VALIOSO QUE CUALQUIER OTRA COSA. Tantos hombres y mujeres que han sabido mantener la llama del destello de bondad que Dios, el Padre, ha encendido en el corazón de todo aquel que nace en este mundo. Tantos hombres y mujeres que han descubierto que poner la vida al servicio de todos era la clave de toda alegría y toda ilusión. Tantos hombres y mujeres que, en definitiva, han querido caminar como caminó Jesús.

Este es el recuerdo de la fiesta de Todos los Santos. Tanta gente, una muchedumbre tan inmensa, que NOS LLENA EL CORAZÓN DE ESPERANZA. Porque, conocidos o desconocidos, teniendo ante los ojos la luz de Jesús o entreviéndola tan sólo a tientas, todos aquellos que hoy celebramos han vivido lo que nosotros queremos vivir, Y NOS LLAMAN Y NOS ACOMPAÑAN.

San Juan, en la segunda lectura que hemos escuchado, nos decía dónde se halla la FUENTE QUE HA ALIMENTADO a toda esa muchedumbre a lo largo de su camino: "Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!". El Padre nos ha amado, y nos ha reconocido como hijos suyos. Y este reconocimiento, este ser hijos de Dios, es el motor que nos hace andar. Porque ser hijos de Dios significa LLEVAR DENTRO EL MISMO ESPÍRITU DE Jesucristo, esta llama que llena el mundo y lo conduce hacia el Reino.

Porque este Espíritu, la llama que Dios ha encendido en el corazón de cada hombre, NUNCA DEJA DE ARDER, y no permite que nos quedemos parados, y nos infunde al ansia de aprender cada vez más a amar y a vivir. Y, como ha encendido el alma de esta muchedumbre inmensa que hoy recordamos y la ha conducido hacia la fiesta eterna del Reino, también a nosotros nos conduce, para que vivamos cada vez más como verdaderos hijos de Dios, para que vivamos cada vez más como aquellos a quienes Jesús ha prometido su Reino.

Lo hemos escuchado en el evangelio. Son aquellas claras palabras, la proclamación de la gozosa noticia que Jesús trae al mundo, la llamada a la esperanza de todos aquellos que quizás creían que les quedaba poco que esperar: DICHOSOS LOS POBRES EN EL ESPÍRITU PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS. Porque, hermanos, esta muchedumbre inmensa, está FORMADA POR TODOS AQUELLOS QUE HAN PODIDO MANTENER EL CORAZÓN ABIERTO A LA ESPERANZA, porque su vida no estaba cubierta por la indiferencia, o el egoísmo, o el ansia de figurar, o el creerse las personas más importantes del mundo. Esta muchedumbre inmensa la forman los pobres, los limpios de corazón, los que anhelaban la justicia, los que han trabajado por la paz, los perseguidos, los que han tenido que sufrir tantas y tantas cosas. Porque han sido ellos los destinatarios de la palabra de Jesús. Y, como ellos, si somos como ellos, también a nosotros se dirigirá esta palabra.

Hermanos: En la fiesta de Todos los Santos, SINTAMOS LA ALEGRÍA DE QUERER CAMINAR POR EL LARGO CAMINO POR EL QUE TANTOS OTROS HAN PASADO. Sintamos la alegría de pertenecer a esta muchedumbre inmensa de hombres y mujeres que han querido ser pobres, que han querido amar, que han querido mantener encendida la llama del Espíritu de Dios, SINTAMOS LA ALEGRÍA DE SER LLAMADOS POR EL PADRE, NOSOTROS TAMBIÉN, PARA SER SUS HIJOS.

Y ahora, en el recuerdo de la fiesta de Todos los Santos, celebremos la Eucaristía. La presencia entre nosotros de Jesucristo, EL QUE ENCABEZA LA LARGA MARCHA, el que ha llegado al término y desde allí nos ha llamado a todos. Hagamos, hermanos, nuestra acción de gracias al Padre.

Tomás Pajuelo. Párroco

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31/10/10

«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa»

XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Sabiduría 11, 22-12, 2 // Salmo 144 // 1ª Tesalonicenses 1, 11-2, 2 // Lucas 19, 1-10

Queridos hermanos y hermanas:

Zaqueo subido al árbol, llamado por JesúsLa Palabra de Dios que se proclama este domingo nos viene a recordar una de las virtudes infinitas de Dios para con nosotros: La Misericordia.

Es algo que olvidamos fácilmente, actuamos en la vida sin confiar en la infinita misericordia de Dios. Él siempre está dispuesto a la Misericordia y al Perdón, nosotros debemos acudir a recibir ese perdón, no podemos avanzar en nuestra vida cristiana cargados de pecados, viviendo como si no fuésemos cristianos, sin oración, sin vida sacramental, sin caridad, etc., y además no sentirnos necesitados del Perdón de Dios por esta forma de vida. Jugamos con ventaja, Dios siempre nos perdona. Sea cual sea nuestro pecado, Dios siempre está dispuesto a perdonar. El evangelio de hoy nos presenta a Zaqueo, hombre pecador, publicano, egoísta,… que se encuentra en su vida cara a cara con Jesús.

Si nos fijamos detenidamente en el evangelio de hoy podemos ver los pasos de una verdadera conversión que nace del encuentro personal y sincero con Jesús. Zaqueo es un publicano, para el pueblo de Israel era considerado publicano todo aquel que no practicaba la fe, que vivía sin cumplir los mandamientos, sin acudir al templo, sin importarle agradar a Dios y cumplir con sus obligaciones como buen israelita. Creo que a muchos de nuestros cristianos de hoy, según está definición, podríamos llamarles publicanos. Es verdad que se declaran creyentes pero su vida no tiene que ver nada con la vida que exige la fe.

Zaqueo, es rico, humanamente tiene todo, tiene poder, tiene posición social… pero algo en su interior le dice que no tiene la verdadera felicidad y que ese extranjero que ha llegado a su ciudad, Jesús, puede darle algo nuevo. Movido por esa esperanza, se acerca a buscar a Jesús, quiere verlo, quiere conocer al que es, según ha oído, el Mesías. Zaqueo es bajito, no tiene un gran físico por eso se las ingenia para subirse a una higuera y desde allí poder ver bien a Jesús, poder acercarse a él.

Fijaos que Zaqueo hace todo lo posible por ver a Jesús, todo parece que está en contra de él, su estatura, el gentío. Zaqueo no se rinde, tiene deseo de ver a Jesús y hace todo le que puede por su parte para conseguirlo. Podemos pensar en nuestra vida, quizás también a nosotros tengamos cosas que nos impiden ver al Señor, acercarnos a Él: prejuicios, riquezas, respetos humanos, fe débil, etc. Zaqueo tenía algo muy importante: “Deseo sincero de encontrarse con Jesús”. A nosotros quizás nos faltan esas ganas, porque cuando algo nos interesa de verdad hacemos todo lo posible por conseguirlo.

Zaqueo hizo todo lo que pudo por ver a Cristo, y Jesús premió ese deseo. Cuando pasó a su lado le dijo: “baja, hoy me hospedaré en tu casa”. Imaginaos el momento, Zaqueo se conformaba con ver a Jesús y Jesús le dice, nada más y nada menos, que va a hospedarse en su casa, que va a vivir con él esos días. Me imagino que la felicidad de Zaqueo en ese momento fue inmensa e indescriptible.

Lo recibe en casa, le ofrece lo mejor que tiene y es tal la fuerza de ese encuentro entre Zaqueo y Jesús, que cambia de raíz su vida. Zaqueo siente que la vida que tenía antes no le llenaba y que la cercanía del Señor a colmado de felicidad su existencia. Se levanta y comienza su conversión, deja todo lo que hacía hasta ese momento, remedia todo el pecado que ha cometido, todas las fechorías que había hecho y comienza la vida de un verdadero creyente: generosidad, justicia, misericordia,…

Si nosotros deseamos de verdad encontrarnos con Jesús, si hacemos todo lo posible por nuestra parte par acercarnos a él, si nuestro corazón vibre por su cercanía… Entonces, Jesús no pasará de largo, entrará en nuestros corazones. Cada domingo el Señor nos dice: ”hoy voy a alojarme en tu corazón, hoy quiero hacerme uno contigo en la comunión”. Si le abrimos nuestro corazón, lo limpiamos para él y deseamos con fe su encuentro entonces el Señor llenará de plenitud nuestras vidas.

Pero el miedo que tenemos es el cambio de vida que nos exige ese encuentro real con Cristo. Cuando uno se encuentra con el Señor, cuando Dios entra en su vida, la vida ya no puede ser la misma, se transforma. Se convierte en una vida llena de sentido pero también de exigencia. Zaqueo no es el mismo después de encontrarse con Cristo, da pasos concretos que demuestran su fe, su amor a Cristo. Cambia radicalmente. Comienza a vivir los mandamientos. No podemos decir que creemos en Cristo, que lo amamos, que nos encontramos con Él frecuentemente, si luego nuestra vida sigue siendo la misma, si en nuestras obras y palabras no se nota nada del amor de Dios. No podemos afirmar nuestra fe en Jesús si nuestras obras y nuestra vida no lo demuestran. No podemos ser cristianos “no practicantes”, ¡qué tontería más grande! La vida en Cristo es vida en toda su grandeza y en todos los aspectos. Vida de felicidad, de alegría, de esperanza.

Zaqueo encontró la felicidad y el sentido de su vida. El Señor nos ofrece a nosotros lo mismo. ¡No tengáis miedo de abrir vuestros corazones a Cristo! ¡El os colmará de felicidad!

Que Dios os bendiga.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco

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