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31/10/10

«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa»

XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Sabiduría 11, 22-12, 2 // Salmo 144 // 1ª Tesalonicenses 1, 11-2, 2 // Lucas 19, 1-10

Queridos hermanos y hermanas:

Zaqueo subido al árbol, llamado por JesúsLa Palabra de Dios que se proclama este domingo nos viene a recordar una de las virtudes infinitas de Dios para con nosotros: La Misericordia.

Es algo que olvidamos fácilmente, actuamos en la vida sin confiar en la infinita misericordia de Dios. Él siempre está dispuesto a la Misericordia y al Perdón, nosotros debemos acudir a recibir ese perdón, no podemos avanzar en nuestra vida cristiana cargados de pecados, viviendo como si no fuésemos cristianos, sin oración, sin vida sacramental, sin caridad, etc., y además no sentirnos necesitados del Perdón de Dios por esta forma de vida. Jugamos con ventaja, Dios siempre nos perdona. Sea cual sea nuestro pecado, Dios siempre está dispuesto a perdonar. El evangelio de hoy nos presenta a Zaqueo, hombre pecador, publicano, egoísta,… que se encuentra en su vida cara a cara con Jesús.

Si nos fijamos detenidamente en el evangelio de hoy podemos ver los pasos de una verdadera conversión que nace del encuentro personal y sincero con Jesús. Zaqueo es un publicano, para el pueblo de Israel era considerado publicano todo aquel que no practicaba la fe, que vivía sin cumplir los mandamientos, sin acudir al templo, sin importarle agradar a Dios y cumplir con sus obligaciones como buen israelita. Creo que a muchos de nuestros cristianos de hoy, según está definición, podríamos llamarles publicanos. Es verdad que se declaran creyentes pero su vida no tiene que ver nada con la vida que exige la fe.

Zaqueo, es rico, humanamente tiene todo, tiene poder, tiene posición social… pero algo en su interior le dice que no tiene la verdadera felicidad y que ese extranjero que ha llegado a su ciudad, Jesús, puede darle algo nuevo. Movido por esa esperanza, se acerca a buscar a Jesús, quiere verlo, quiere conocer al que es, según ha oído, el Mesías. Zaqueo es bajito, no tiene un gran físico por eso se las ingenia para subirse a una higuera y desde allí poder ver bien a Jesús, poder acercarse a él.

Fijaos que Zaqueo hace todo lo posible por ver a Jesús, todo parece que está en contra de él, su estatura, el gentío. Zaqueo no se rinde, tiene deseo de ver a Jesús y hace todo le que puede por su parte para conseguirlo. Podemos pensar en nuestra vida, quizás también a nosotros tengamos cosas que nos impiden ver al Señor, acercarnos a Él: prejuicios, riquezas, respetos humanos, fe débil, etc. Zaqueo tenía algo muy importante: “Deseo sincero de encontrarse con Jesús”. A nosotros quizás nos faltan esas ganas, porque cuando algo nos interesa de verdad hacemos todo lo posible por conseguirlo.

Zaqueo hizo todo lo que pudo por ver a Cristo, y Jesús premió ese deseo. Cuando pasó a su lado le dijo: “baja, hoy me hospedaré en tu casa”. Imaginaos el momento, Zaqueo se conformaba con ver a Jesús y Jesús le dice, nada más y nada menos, que va a hospedarse en su casa, que va a vivir con él esos días. Me imagino que la felicidad de Zaqueo en ese momento fue inmensa e indescriptible.

Lo recibe en casa, le ofrece lo mejor que tiene y es tal la fuerza de ese encuentro entre Zaqueo y Jesús, que cambia de raíz su vida. Zaqueo siente que la vida que tenía antes no le llenaba y que la cercanía del Señor a colmado de felicidad su existencia. Se levanta y comienza su conversión, deja todo lo que hacía hasta ese momento, remedia todo el pecado que ha cometido, todas las fechorías que había hecho y comienza la vida de un verdadero creyente: generosidad, justicia, misericordia,…

Si nosotros deseamos de verdad encontrarnos con Jesús, si hacemos todo lo posible por nuestra parte par acercarnos a él, si nuestro corazón vibre por su cercanía… Entonces, Jesús no pasará de largo, entrará en nuestros corazones. Cada domingo el Señor nos dice: ”hoy voy a alojarme en tu corazón, hoy quiero hacerme uno contigo en la comunión”. Si le abrimos nuestro corazón, lo limpiamos para él y deseamos con fe su encuentro entonces el Señor llenará de plenitud nuestras vidas.

Pero el miedo que tenemos es el cambio de vida que nos exige ese encuentro real con Cristo. Cuando uno se encuentra con el Señor, cuando Dios entra en su vida, la vida ya no puede ser la misma, se transforma. Se convierte en una vida llena de sentido pero también de exigencia. Zaqueo no es el mismo después de encontrarse con Cristo, da pasos concretos que demuestran su fe, su amor a Cristo. Cambia radicalmente. Comienza a vivir los mandamientos. No podemos decir que creemos en Cristo, que lo amamos, que nos encontramos con Él frecuentemente, si luego nuestra vida sigue siendo la misma, si en nuestras obras y palabras no se nota nada del amor de Dios. No podemos afirmar nuestra fe en Jesús si nuestras obras y nuestra vida no lo demuestran. No podemos ser cristianos “no practicantes”, ¡qué tontería más grande! La vida en Cristo es vida en toda su grandeza y en todos los aspectos. Vida de felicidad, de alegría, de esperanza.

Zaqueo encontró la felicidad y el sentido de su vida. El Señor nos ofrece a nosotros lo mismo. ¡No tengáis miedo de abrir vuestros corazones a Cristo! ¡El os colmará de felicidad!

Que Dios os bendiga.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco

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29/10/10

María Simma y las Benditas Almas del Purgatorio

Están próximos los días en los que los católicos celebramos la festividad de Todos los Santos y el día de los Fieles Difuntos. Son días de seculares tradiciones (visitas a los cementerios, ofrecimiento de velas, oraciones y misas por los difuntos,...), que, desgraciadamente, poco a poco, van desapareciendo, siendo suplantadas por otras "modas" de carácter pagano y con reminiscencias satánicas que desvirtúan el carácter religioso de estas fechas.

Por tal motivo hoy queremos traer a nuestra web la figura de una mujer cuyos testimonios pueden dar luz sobre muchos de los "misterios" que celebramos en estos días. Se trata de María Simma, quien vivió hasta el diá de San José del año 2004 en las montañas de Sonntag (Austria). De origen campesino, desde su niñez rezó mucho por las almas del Purgatorio siendo favorecida cuando tenía 25 años por un carisma muy particular y raro en la Iglesia, el carisma de ser visitada por las almas del Purgatorio.

Con sus testimonios se han escrito varios libros, "Mi relación con las Almas del Purgatorio" (escrito personal de María Simma), "Hacednos salir de aquí" (libro escrito por Nicky Eltz con sus entrevistas con María Simma), "El maravilloso secreto de las Almas del Purgatorio" (de Sor Emanuel Maillard). En todos ellos se narran las experiencias de María Simma con la presencia sobrenatural de las almas del Purgatorio, que acuden a ella en busca de oración y ayuda para acortar su tiempo de expiación.

Para conocer más sobre María Simma y acceder a un interesantísimo extracto de los testimonios dados en estos libros podéis pinchar aquí.

27/10/10

Un camino corto a la perfección

Si me preguntas qué debes hacer en orden a ser perfecto, digo: primero, no te quedes en la cama más allá del debido tiempo para levantarse, ofrece tus primeros pensamientos a Dios, haz una buena visita al Santísimo Sacramento, dí el Ángelus devotamente, come y bebe a la gloria de Dios, reza bien el Rosario, sé recogido, guárdate de los malos pensamientos, haz bien la meditación de la tarde, examínate diariamente, vete a la cama a tiempo, y serás perfecto.

24/10/10

Historias de "San Rafael"

Celebramos hoy la Fiesta del Glorioso Arcángel San Rafael custodio de nuestra Córdoba y he querido compartir con todos vosotros algo personal.

Aunque no sea el primogénito, mis padres me impusieron como cordobés el nombre de Rafael en el feliz día de mi bautizo y, en mi casa natal de la cordobesa calle Julio Romero de Torres, el tejado del castillete de la caja de la escalera que daba a la azotea, estaba rematado con una antigua y oxidada veleta con la silueta de San Rafael.

Cuando tristemente se quemó la Iglesia de La Merced, el 29 de enero de 1978, se descubrió en el testero del coro calcinado un gran fresco de pincel anónimo, que relataba una historia lejana, sucedida en Córdoba hace nada más y nada menos que setecientos años: La aparición por primera vez en Córdoba del Arcángel San Rafael en 1274 al comendador de la orden Mercedaria Fray Simón de Souza, un hombre justo, que oró transido de piedad por sus paisanos durante cien días y cien noches hasta que la irresistible fuerza de su oración alcanzó de Dios la “Divina Medicina” contra la terrible y feroz “peste negra” que había invadido la ciudad. Y así, el bienaventurado protector Rafael se apareció al hombre bueno, le contó la celeste decisión y la peste cesó de inmediato. Fue grande el júbilo de los cordobeses.

Tan prodigioso suceso debería ser recordado en los siglos venideros, y para lograrlo, los escasos sobrevivientes acordaron dar en lo sucesivo su nombre a los primogénitos que viniesen a este mundo. También se acordó tras las indicaciones de tan Celeste Amigo rematar la torre de la catedral con la figura de tan poderoso protector y posteriormente lo fue también la torre de la basílica menor de San Pedro.

De esta manera me siento parte viva de esta tradición de agradecimientos y, aunque ya no viva en ese domicilio, los moradores de las casas de Córdoba que permanentemente exponen sobre la más alta cota de la casa la amable figura del celeste custodio, nos sentimos a cubierto bajo las alas protectoras de tan hermoso “archiángel”.

No os cuento nada más que una pequeña cosa con una dosis de fe aunque tierna y hermosa para mí, que me habla mucho del amor que me han tenido quienes me precedieron y cuidaron.

También me parece oportuno comentar que era una costumbre muy bonita, hasta no hace mucho tiempo, el que se instalara la amable figura de nuestro santo custodio en las entradas a la ciudad de Córdoba, incluso para los que se bajaban o subían al tren,

Lamentablemente parece que hoy día las instituciones públicas se han olvidado de tan valioso protector y no hay el menor interés en hacer presidir al Custodio de Córdoba la nueva entrada y salida de la ciudad que es el Puente de Andalucía donde figuran otros símbolos más asépticos y laicos (el símbolo de Hércules y la Junta de Andalucía).

Uno de los últimos "triunfos" erigidos en Córdoba a San Rafael fue el de Ruiz Olmos en la entrada a Córdoba desde el puente del mismo nombre. Fue inaugurado en 1953 por Franco y Cruz Conde. El último (según Primo Jurado) podría haber sido el San Rafael del antiguo estadio de fútbol, pero fue destruido en 1992 (si, si, destruido) por falta de sensibilidad del gobierno municipal. No obstante una nueva imagen de nuestro Custodio ha sido emplazada en el estadio Nuevo Arcángel hace un par de años a iniciativa del Córdoba C.F.
Quiero aprovechar la ocasión (ya que hay que estar rezando siempre y en todo momento) para mandaros esta preciosa oración casi lírica, de la que desconozco el inspiradísimo autor, para glorificar a nuestro custodio santo que encontré hace un año o más en www.corazones.org:


Oración a San Rafael Arcángel.

Gloriosísimo príncipe San Rafael antorcha dulcísima de los palacios eternos, caudillo de los ejércitos del todopoderoso, emisario de la divinidad, órgano de sus providencias, ejecutor de sus ordenes, secretario de sus arcanos, recurso universal de todos los hijos de Adán, amigo de tus devotos, compañero de los caminantes, maestro de la virtud, protector de la castidad, socorro de los afligidos, médico de los enfermos, auxilio de los perseguidos, azote de los demonios, tesoro riquísimo de los caudales de Dios. Tu eres ángel santo, uno de aquellos siete nobilísimos espíritus que rodean al trono del Altísimo.

Confiados en el grande amor que has manifestado a los hombres, te suplicamos humildes nos defiendas de las asechanzas y tentaciones del demonio en todos los pasos y estaciones de nuestra vida, que alejes de nosotros los peligros del alma y cuerpo poniendo freno a nuestras pasiones delincuentes y a los enemigos que nos tiranizan, que derribes en todas partes y principalmente en el mundo católico el cruel monstruo de las herejías y la incredulidad que intenta devorarnos.

Te pedimos también con todo el fervor de nuestro espíritu, hagas se dilate y extienda mas el santo evangelio, con la práctica de la moral. Que asistas al romano pontífice y a los demás pastores y concedas unidad en la verdad a las autoridades y magistrados cristianos.

Por último te suplicamos nos alcances del trono de Dios a Quién tan inmediato asistes, el inestimable don de la gracia, para que por medio de ella seamos un día vuestros perpetuos compañeros en la gloria. Amen.

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«Porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado»

XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Eclesiástico 35, 12-14.16-18 // Salmo 34 // 2ª Timoteo 4, 6-8.16-18 // Lucas 18, 9-14

Queridos hermanos y hermanas:

Este domingo treinta del tiempo ordinario viene cargado con muchas celebraciones en nuestra ciudad: Solemnidad de San Rafael, día del DOMUND y el día del Señor.

Hoy levantamos nuestros ojos al cielo para agradecer y suplicar a San Rafael, el arcángel custodio, darle gracias por cuidar de nosotros, de custodiar de cada uno de nosotros, de nuestra Iglesia que peregrina en Córdoba. El arcángel ha sido y es en la Ciudad el protector que recibe toda clase de súplicas y oraciones y que cuenta con la devoción sencilla y humilde de infinidad de cordobeses, jóvenes y mayores, que ante cualquiera de los numerosos triunfos e imágenes que en nuestras calles ensalzan a S. Rafael.

He podido constatar que muchas personas cuando pasan delante de la imagen de S. Rafael hacen la señal de la cruz, nunca faltan a los pies del triunfo del puente nuevo las velas, flores y plegarias de los cordobeses. Aprovechemos este día para vivir con fe la solemnidad del arcángel, es verdad que nuestra ciudad lo celebrará con los clásicos peroles, momentos privilegiados para el encuentro y la vivencia familiar y de los amigos. Pero sería bueno que también lo celebrásemos cristianamente, que en este día recemos a Dios, que vela por nosotros continuamente por medio de S. Rafael, para que ayude a nuestra ciudad, la proteja, ilumine a sus gobernantes para que busquen soluciones reales a los graves problemas que tenemos, que vele por todas y cada una de las familias, por los niños, jóvenes, los ancianos, los pobres, los marginados, etc. Es verdad que el día de S. Rafael es un día de fiesta, de perol, pero también tendría que ser un día de profunda fe y de agradecimiento a Dios, que nos ha regalado como custodio a todo un arcángel que nos cuida en su nombre. Sepamos transmitir a las jóvenes generaciones nuestras tradiciones, no sólo las festivas y de "juerga", también las de fe, las que brotan del corazón de muchos cordobeses fervorosos que aman a Dios.

Hoy la Iglesia Universal celebra el día del DOMUND, domingo de las misiones. Es un día profundamente arraigado en la comunidad eclesial. Todos reconocemos en el mes de octubre este día en el que rezamos, ayudamos y nos unimos a los misioneros. Es algo natural en todas las parroquias recibir misioneros, las huchas del DOMUND, las colectas por el tercer mundo... Creo que el peligro que corremos es que al verlo como algo natural no valoremos en su justa medida este día. Que por tenerlo tan asumido olvidemos la tremenda necesidad que sufren millones de hermanos nuestros que no tienen lo más imprescindible para vivir. Los misioneros de la Iglesia Católica pueden vivir gracias a esta jornada en toda la Iglesia. Los países ricos nos ocupamos de compartir con los más pobres. Pedimos hoy a Dios que no olvidemos nunca a estos hermanos nuestros que viven la pobreza más radical y absoluta. Que descubramos que somos responsables de cuidar de nuestros misioneros y misioneras, que como avanzadilla están en los lugares más difíciles de nuestro mundo.

El evangelio de hoy nos recuerda que todo lo que hagamos lo hagamos de corazón, que lo hagamos por amor a Dios y a los hermanos. ¡¡Cuanto bien deja de hacerse por orgullo, soberbia y protagonismo personal!! El Fariseo de la parábola se creía el mejor del mundo, que había que reconocer sus méritos, que su curriculum debía estar en la presencia de Dios. No pedía, más bien exigía. Muchas veces caemos en esos mismos fallos nosotros, porque hacemos algunas cosas por el Señor, porque colaboramos en la parroquia, en algún movimiento, en cualquier ONG... Creemos que ya tenemos un puesto garantizado, poco más o menos, al lado de Cristo en la Gloria. Nos pensamos que debe ser reconocido publicamente nuestro trabajo y que los demás son peores que nosotros. El Señor en el evangelio de hoy nos deja muy claro que todo lo que hagamos por cultivar nuestro orgullo y nuestra imagen narcisista, no nos vale de nada. Todo lo que hagamos con humildad, buscando la Gloria de Dios y no la nuestra, buscando servir sin buscar nada a cambio... lo que hagamos con verdadero amor, por muy poco que sea, tendrá su recompensa en el cielo.

Señor Jesús, con el publicano, hoy te pedimos ¡Oh Dios! Ten compasión de estos pecadores y concédenos tu perdón y tu Gracia. Que el Señor os bendiga a todos, especialmente a todos los que celebran su santo.

Tomás Pajuelo. Párroco

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«Queremos ver a Jesús»

Queridos hermanos y hermanas:

Con este lema se nos presenta el domingo mundial de las misiones (DOMUND), para recordarnos que la Iglesia “es misionera por naturaleza” (AG 2), es decir, está llamada a expandir el mensaje evangélico por toda la tierra y en todos los tiempos. “La Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). Este año, octubre misionero ha estado repleto de gracias de Dios para nuestra diócesis de Córdoba.

El pasado día 6 de octubre, en la sesión constituyente del IX Consejo presbiteral, eran presentadas las líneas fundamentales de una colaboración estable entre la diócesis de Córdoba y la Prelatura de Moyobamba-Perú. Un acuerdo firmado por uno y otro obispo establece que la diócesis de Córdoba asume el compromiso estable de atender una zona pastoral, que el obispo de Moyobamba determina. La diócesis de Córdoba tendrá una presencia estable de al menos dos sacerdotes, con la posible presencia de alguna Congregación religiosa, a los que pueden acompañar otros seglares. Es como si nuestra diócesis de Córdoba se “alargara” hasta Moyobamba. Lo cual constituirá como un pulmón de oxígeno permanente, que nos haga respirar con los pulmones de la Iglesia universal.

En estos días ha comenzado esta experiencia, que he tenido la suerte de inaugurar, acompañando a nuestros sacerdotes diocesanos y dejándolos instalados en su nueva parroquia de Ntra. Señora del Perpetuo Socorro, provincia de Picota, departamento de San Martín. El año jubilar de san Francisco Solano, que evangelizó por vez primera tantos territorios de Perú, Bolivia, etc., nos ha traído a nuestra diócesis esta gracia singular, que pedimos al Señor sea duradera por su intercesión.

Pero el Domund nos habla de ese horizonte universal de la Iglesia, que se extiende a toda la tierra. La misión universal de la Iglesia, que preside el Papa y los obispos en comunión con él, tiene en este domingo esa perspectiva, que está canalizada a través de las Obras Misionales Pontificias (OMP). En esta jornada miramos al Papa y a todo el horizonte misionero en el que dejan su vida miles y miles de hombres y mujeres para que Cristo sea conocido y amado. Una de las hazañas más preciosas en el campo de la evangelización es precisamente la obra misionera a lo largo de los siglos. Mirada en su conjunto, uno percibe que sólo puede ser obra de la gracia de Dios. Cómo es posible que tantos hombres y mujeres (seglares, familias enteras, religiosos/as, sacerdotes, obispos) hayan entregado su vida entera y hayan sostenido su entrega en condiciones muy precarias y a costa de su salud, dejando atrás su tierra, sus amigos, su familia, todo por seguir a Jesucristo y anunciarlo a los que no lo conocen. Cuando visito estlos campos de misión en la vanguardia de la Iglesia, siento el entusiasmo renovado de dar y gastar mi vida para que Cristo sea conocido donde Dios me ha colocado, y se me quitan las ganas de quejarme de nada, sino, por el contrario, de ofrecerlo todo por las misiones y los misioneros.

Sólo la gracia de Dios puede explicarlo. Dios es el que fortalece, sostiene y alienta esta tarea. Por eso, es necesario que apoyemos sobre todo con la oración y el sacrifico la obra de las misiones. Los enfermos misioneros, las vocaciones contemplativas con su ofrenda a Dios de cada día, todos los que rezan y se sacrifican por las misiones. La Delegación diocesana de Misiones tiene este especial cometido, el de estimular en toda la diócesis el espíritu misionero, que tanto bien nos hace. El Domund es una llamada a ejercer todos como misioneros. De ese interés, alimentado en la oración y en el sacrificio, brotará la limosna generosa con la que sostener materialmente a los misioneros de todo el mundo. Que nada ni nadie merme esta colecta del Domund, que ponemos en manos del Papa, a través de las OMP, para atender a las misiones de la Iglesia universal. Los misioneros han demostrado que con poco hacen muchísimo. Si somos más generosos podrán hacer mucho más.

Con mi afecto y bendición,

Demetrio Fernández. Obispo de Córdoba.

Las cartas semanales de nuestro Obispo están también disponibles en vídeo en la página www.canaldiocesis.tv. Ofrecemos a continuación el vídeo correspondiente a la carta transcrita en este artículo.






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19/10/10

Aviso; Reuniones con los Padres de los Niños de Catequesis de Primera Comunión

El próximo miércoles, 20 de octubre, a las 20:30 h. se celebrará en el salón parroquial una reunión con los padres de los niños de 2º de primaria que comienzan este curso la catequesis de Primera Comunión.

Asimismo el próximo jueves, 21 de octubre, se celebrará otra reunión, en el mismo lugar y hora, con los padres de los niños de 3º de primaria y que este año hacen su Primera Comunión.

17/10/10

Orar siempre sin desanimarse

XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Éxodo 17, 8-13 // Salmo 121 // 2ª Timoteo 3,14- 4,2 // Lucas 18,1-8.

La liturgia de la Palabra de este domingo veintinueve del tiempo ordinario nos presenta de una manera clara y con ejemplos, la importancia de la insistencia en la oración y sobre todo la perseverancia.

Al comienzo del capítulo XVIII del evangelio de san Lucas, proclamamos hoy otra parábola de Jesús. Se trata de la parábola de la viuda que a causa de su insistencia logra que un juez injusto atienda sus reclamaciones, al menos para acallar sus quejas. Se ha escrito que esta parábola forma un conjunto con otra parábola de Jesús que trasmite san Lucas y que puede llamar gemela. Es la parábola que cuenta la historia de aquel que es despertado a medianoche por un amigo inoportuno a quien finalmente atiende y le da lo que pide pero no en virtud de la amistad sino para que dejara de molestarles y pudiera él volver a dormir (Lc. 11, 5-8). En ambas parábolas, Dios aparece comparado por contraste con un personaje que de ninguna manera se presenta como modelo: un mal amigo o un juez injusto. Y con lógica se concluye que si el mal amigo se levanta para abrir la puerta al inoportuno que suena a su puerta cuando es hora de dormir, o si el juez injusto atiende los reclamos de la viuda, cuanto más Dios, que es amigo bueno y juez justo, escuchará la oración perseverante de sus fieles y "dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan" (Lc. 11, 13). En ambas parábolas se apunta como enseñanza a la perseverancia en la oración de súplica o petición a Dios.

Introduce así, en efecto, el evangelista la parábola del juez y la viuda: "Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse" (Lc. 18, 1). Pero la pregunta que hace Jesús al final de la parábola del juez y la viuda: "Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?" (Lc. 18, 8) sugiere que se trata no sólo de la perseverancia en la oración sino también de la perseverancia de la fe.

Y en relación al evangelio de este domingo, la primera lectura, Éxodo 17, 8-13, nos cuenta cómo, por su oración intercesora, Moisés, con los brazos en alto en la montaña, de pie o sentado y sostenido por Aaron y Jur, con los brazos levantados, firmes hasta la puesta del sol, por su perseverancia incansable en la súplica, obtuvo de Dios para el Pueblo de la Antigua Alianza el éxito en la defensa frente al ataque de los amalecitas. Cuando sus brazos caían, ganaban sus enemigos. Mientras los mantenía en alto, vencía Israel. La perseverancia y continuidad en la oración lo consigue todo de Dios. Fijaos que manera más simbólica de expresar la constancia en la oración: mientras Moisés estaba con los brazos en alto Dios le escuchaba, mientras estaba en disposición, con ganás, perseverando, orando sin cansarse. Cuando nosotros oramos cada día, sin cansarnos, siendo firmes en nuestro tiempo de oración y vivimos plenamente nuestro encuentro con el Señor, sentimos que la vida es menos cuesta arriba y que tenemos cerca a Dios. Pero si bajamos los brazos, nos cansamos, nos olvidamos de rezar, lo hacemos un día y cinco no, entonces nos damos cuenta que nuestra vida se hace oscura, que nos cuesta pasar cada día, nos alejamos nosotros mismos de la Fuente de la Gracia que es Dios. Es muy significativo el papel que juegan en el texto del Exódo Aarón y Jur, ellos son los que ayudan a Moisés a mantenerse firme en la oración. Ellos son los que están pendientes para que sus brazos no caigan, para que su oración no flaquee. El sacerdote, hoy, hace el mismo papel, es el que puede ayudarnos, si se lo pedimos, para que nuestra oración no decaiga, para que nuestra súplica y acción de gracias esté siempre en la presencia de Dios. El puede enseñarte caminos de oración. Cuando estamos enfermos vamos al médico, cuando se nos rompe una tuberia llamamos al fontanero, cuando se rompe la lámpara llamamos al electricista... ¿Por qué cuando tenemos problemas en nuestro camino de oración y de entrega a Dios no acudimos al Sacerdote? ¿Por qué buscamos en libros extraños, teorias remotas y oscuras los caminos del espíritu? Tenemos que recuperar en nuestras vidas la figura de nuestro director espiritual, la persona que sabemos va a estar ahí siempre, que nos conoce, que sabe de nuestro caminar en la fe y que es el mejor que puede ayudarnos a progresar en ese camino de fe.

No podemos olvidar que tenemos la obligación moral de crecer en la fe, de cuidarla, de mimarla frente a todos los riesgos que el mal nos ofrece en nuestros días. Que no podemos conformarnos con la fe que tenemos ahora, que debemos crecer cada día más en el amor a Dios y al prójimo. Mirad las palabras con las que termina el evangelio de hoy: "Cuando vuelva el Hijo del hombre, ¿Encontrará fe en la tierra?"

Es muy seria esta pregunta, si descuidamos nuestra vida de fe, de oración, de sacramentos y de caridad. Si vivimos como si no tuvieramos fe, cuando llegue el último día ¿qué vamos a presentar ante Dios?

Que el Señor nos ayude a todos a ser perseverantes en la oración, en la vida sacramental y a crecer cada día más en la fe, la esperanza y la caridad. Que Dios os bendiga.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.


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14/10/10

¿La ciencia moderna excluye la existencia de Dios?

Con ocasión de la reciente publicación de su último libro, el científico británico Stephen Hawking afirma que la física moderna excluye la posibilidad de que Dios crease el universo, porque el Universo puede haber surgido del caos sólo por las leyes de la naturaleza.

Esta clase de afirmaciones son habituales y tan recurrentes que pese a no ser este un sitio web de explicación de la fe, sí que una de sus motivaciones es servir de base para la formación cristiana, por lo que modestamente con esta entrada intentaremos aportar una breve explicación con conceptos y expresiones sencillos de por qué lo que Hawking afirma es sólo sensacionalismo y no una argumentación fundada.

Antes de comenzar, un breve inciso para avisar de que esta explicación no contradice la teoría de la evolución, a la que la Iglesia no se opone.

La cuestión es sencilla: no hay lugar al debate porque la ciencia experimental o empírica no estudia la materia de la filosofía/teología y viceversa. La ciencia experimental estudia lo físico y la teología lo metafísico (materia más allá de lo físico). Es como si desde la teología se pretendiera explicar la fotosíntesis: no es su materia. Pretender demostrar la inexistencia de Dios desde la ciencia empírica parece absurdo, no es una herramienta capaz para ello porque Dios (un ser superior) trasciende lo físico. Como si con un microscopio intentásemos estudiar astronomía: la herramienta no se ha hecho para ello. En resumen, es abordable demostrar la existencia o no existencia de Dios desde la filosofía, pero nunca desde la física como Hawking afirma.

Cuando la Iglesia afirma que la fe y la razón coexisten y no se oponen no quiere decir que la fe se demuestre científicamente, sino que la fe, la existencia de Dios, lo trascendente, es racional/razonable, es decir, que se puede comprender usando la razón y la lógica humanas, que no supera esas capacidades humanas. PERO si se pretende estudiar profunda y seriamente el hecho de Dios, del ser supremo, ha de ser a través de la metafísica, no desde las ciencias físicas exclusivamente.

La Iglesia afirma que el estudio que la ciencia empírica hace de la realidad perceptible por los sentidos es bueno y COMPLEMENTARIO a la visión de la realidad que nos ofrece la fe, y esa otra visión es la realidad trascendente, la metafísica. Ambas visiones, las de la fe y la ciencia, muestran LA MISMA realidad de un modo complementario, es decir, más completo, por eso la teología y el método científico son dos herramientas que conducen ambas a nuestra inteligencia a conocer la verdad. Nunca podrá la ciencia demostrar por qué y cómo Dios creó todo lo que existe; y a su vez la fe no explicará cómo se produce una reacción fotoquímica. Pero tanto la creación Divina como la fotosíntesis son reales, simplemente hay que estudiarlas con las herramientas apropiadas.

Concretando sólo un poco más, la ciencia empírica no puede explicar la existencia de un ser creador de todo lo que existe básicamente porque la creación del universo no significa lo mismo científicamente que teológicamente.

  • Científicamente alude a cuál es el momento en el tiempo, el lugar en el espacio y la materia o masa afectada con que comenzó a existir todo lo que conocemos por los sentidos y eso, matemáticamente, podría -hipotéticamente aún- explicarse sin necesidad de un ser creador. "Universo" además se refiere a lo que podemos percibir con nuestros sentidos y/o tecnología o investigación teórica, es todo lo tangible.
  • Teológicamente sin embargo, la creación del universo alude al momento en el que desde la nada, un ser crea todo lo existente, algo que está fuera de las capacidades de cualquier entidad contingente (que nos pasan cosas) puesto que cuando un hombre crea algo, cuando un proceso físico (un volcán, una estrella) crea algo, siempre lo hace a partir de una materia física previa, y la diferencia es que cuando ese ser superior crea lo existente, lo hace desde la nada (que no es el vacío, sino la no-existencia). Esa potencia o capacidad no es propia de un ser contingente como es el ser humano, y obviamente no es materia de ciencia física sino de estudio filosófico. Complementariamente, "Universo" en clave filosófica incluye el universo físico, pero también el que no es físico, como por ejemplo el cielo, el infierno, las almas, los ángeles, más aquellos "lugares" y "entidades" más allá del universo científico anteriormente descrito que los hombres incluso ignoramos que existan.
"La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad." Fides et Ratio - JPII

Para ampliar información sobre esta cuestión, es recomendable atenerse a la "Fides et Ratio" en primer lugar, y desde aquí recomendamos estas fuentes:

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12/10/10

12 de Octubre. Festividad de la Virgen del Pilar

La virgen del PilarCelebramos la festividad de la Virgen del Pilar, patrona de la Hispanidad, por lo que creemos oportuno recordar en nuestra web los orígenes de esta popular devoción.

Según documentos del siglo XIII, el 2 de enero del año 40, el apostol Santiago se encontraba en profunda oración con sus discípulos junto al río Ebro cuando "oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol". La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal en Palestina, le pidió a Santiago que en aquel lugar se le construyese una iglesia, y que el altar estuviese en torno a la columna de jaspe (conocida popularmente como «el Pilar»), donde ella estaba de pie y prometió que "permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio".

Santiago y los siete primeros convertidos de la ciudad, tal y como pidió María, edificaron una primitiva capilla de adobe en la vera del río Ebro. Este testimonio es recogido por un manuscrito de 1297 que se custodia en el Archivo del Pilar.

Muchos han sido desde entonces los "portentos y maravillas"debidos a la intercesión de la Virgen del Pilar, uno de los cuales, quizás el mas extraordinario y a la vez documentado, es el denominado "Milagro del Cojo de Calanda" del cual ya hablamos con anterioridad en esta web.

Desde aquí deseamos mucha felicidad en este día a todas las "Pilares".

10/10/10

El olvido de Dios

XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: 2 Reyes 5, 14-17 // Salmo 98 // 2ª Timoteo 2, 8-13 // Lucas 17, 11-19.

Si una palabra puede resumir la riqueza de la Palabra de Dios en este domingo, sería: GRACIAS.

Las lecturas de este domingo nos ponen de manifiesto una realidad que es muy frecuente entre los cristianos de todas las épocas: el olvido de Dios.

Cuando las cosas nos van mal, cuando el dolor agarra nuestros corazones, cuando la vida se hace cuesta arriba…. Con que facilidad nos acercamos a pedir a Dios, con que humildad le pedimos que solucione nuestros problemas… mas cuando las cosas van bien, cuando todo se ha solucionado, Gracias a Dios, que pocos son los que vuelven a dar Gracias a Dios, ¡Cuantos se olvidan de Dios porque ya no tienen problemas! ¡O los que tenían se han solucionado!

Es lo que nos cuenta el Evangelio de hoy: Diez leprosos acuden desesperados a Jesús para que los libre de esa terrible enfermedad, Jesús los escucha, se apiada de ellos y les manda hacer una sola cosa:”Id a presentaros a los sacerdotes” y cuando van de camino notan, sienten, que están curados… Uno sólo de ellos volvió dando gritos de Acción de Gracias a Jesús. De los diez sólo uno volvió a darle gracias al que le había salvado de la terrible lacra de la lepra. Sólo uno. Los otros nueve también fueron curados, pero ya no necesitaban el favor de Dios, ya estaban limpios… ¿para qué volver?

Queridos hermanos ¿Nos vemos retratados en este relato? Son tantas las cosas que Dios hace por nosotros y qué poco agradecidos somos. Mirad como párroco, todos los días me piden ofrecer la Eucaristía pidiendo algo a Dios, por un difunto, pedir por un enfermo, por el trabajo de los hijos, por los niños…. Por infinidad de cosas. Me da mucha alegría que acudamos al sacerdote para que ofrezca la misa por nuestras necesidades. Pero sólo tres o cuatro días en todo el año, se acerca alguien a pedir que ofrezca la misa en acción de gracias por los dones recibidos, por la vida que Dios nos regala o simplemente por el amor con el que nos bendice. Para pedir siempre, cada día alguien lo hace…para dar gracias muy pocos se acuerdan. Se repite la escena del Evangelio, muchos son los favores que Dios sigue haciendo con su pueblo, pero su pueblo ingrato no los reconoce.

Este domingo el Señor nos invita a reconocer su providencia amorosa, su amor infinito y entrañable que nos cuida y a ser AGRADECIDOS.

Este domingo damos Gracias a Dios por nuestra fe, por ser sus hijos, por poder participar en la Eucaristía, por ser miembros de familias cristianas que nos han transmitido la fe en Cristo Jesús, por tener una parroquia que forme y celebre nuestras vidas cristianas, ¡por tantas cosas…! Os invito en este domingo a no pedir nada al Señor, a dedicarlo todo entero a dar GRACIAS

Que Dios os bendiga a todos.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.


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3/10/10

Homilía para el 25º Domingo del tiempo ordinario

DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Hababuc 1, 2-3; 2,2-4 // Salmo 95 // 2ª Timoteo 1, 6-8. 13-14 // Lucas 17, 5-10.

Nos propone nuestro párroco reflexionar las lecturas de este Domingo con la siguiente homilía:

Las Lecturas de este Domingo contienen un llamado a la Fe, a una Fe viva... “capaz de mover montañas” ... o de mover árboles, como nos refiere el Evangelio de hoy.

En el Evangelio de hoy (Lc. 17, 5-10) los Apóstoles le piden al Señor que les aumente la Fe. Y el Señor les exige tener al menos un poquito de Fe, tan pequeña como el diminuto grano de mostaza, para poder tener una Fe capaz de mover árboles de un sitio a otro. Con este lenguaje, el Señor quiere indicarnos la fuerza que puede tener la Fe, cuando es una Fe convencida y sincera.

Nos indica, también, que la Fe es a la vez don de Dios y voluntad nuestra. O como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: La Fe es una gracia de Dios y es también un acto humano (cf. Catecismo de la Iglesia Católica #154).

Expliquemos esto un poco más: La Fe es una virtud sobrenatural infundida por Dios en nosotros. Es decir: para creer necesitamos algo que siempre está presente: la gracia y el auxilio del Espíritu Santo. Pero para creer también es indispensable nuestra respuesta a la gracia divina. Y esa respuesta consiste en un acto de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad, por el que aceptamos creer.

Sin embargo hay una desviación muy marcada en nuestros días que consiste en exigir que todo sea comprobable, verificable, visible. Por cierto, es una desviación que siempre ha estado presente. No tenemos más que recordar a Santo Tomás.

Sucedió que este Apóstol no estuvo presente en la primera aparición de Jesús Resucitado a los demás discípulos. Y Tomás pidió comprobación, manifestando que se negaría a creer en la Resurrección de Cristo si no metía sus dedos en las heridas de las manos y su mano en la abertura del costado del Resucitado. Sabemos lo que sucedió: Apareció Cristo una segunda vez y reprendió fuertemente a Tomás, luego de tomarle la mano para que hiciera lo que se había atrevido a requerir. (cf. Jn. 20, 19-28)

Ahora bien, los seres humanos somos muy parecidos a Santo Tomás cuando se trata de verdades sobrenaturales: requerimos “meter el dedo en la llaga”, sin darnos cuenta de que practicamos una fe natural que nos lleva a creer cosas para las que no requerimos comprobación.

Un ejemplo evidente de esta fe natural confiada es la aceptación de nuestros antepasados no conocidos.

¿Quién de nosotros se ha atrevido a pedir una partida de nacimiento o de defunción para estar seguro de que tal persona es nuestro abuelo o nuestra bisabuela o nuestro tío?

Existe, entonces una fe meramente humana, por la que creemos en algo que se nos dice, como podría ser una historia, un suceso que se nos relata, o un fenómeno comprobable científicamente.

Pero hablemos de la Fe con “F” mayúscula, de la Fe sobrenatural. Esta, que es a la vez gracia de Dios y respuesta nuestra, nos lleva a creer todo lo que Dios nos ha revelado y, además, todo lo que Dios, a través de su Iglesia, nos propone para creer.

Esa Fe tiene diversas e indispensables consecuencias para nuestra vida espiritual. La Primera y Segunda Lectura de hoy nos presentan dos consecuencias muy importantes: la perseverancia en la Fe y la obligación que tenemos de comunicar esa Fe, a pesar de las circunstancias adversas.

En la Primer Lectura del Profeta Habacuc (Hab. 1, 2-3; 2, 2-4) vemos la preocupación del Profeta por el triunfo de la injusticia. Es una pregunta que siempre está presente en el corazón de los seres humanos. También otros Profetas la hicieron: Jeremías: “¿Por qué tienen suerte los malos y son felices los traidores?” (Jer. 12, 1).

Si leemos todo el texto del Profeta Habacuc (Hab. 1, 1 a 2, 4) nos damos cuenta que el Profeta primero se queja de la situación del pueblo hebreo. La respuesta de Yavé es ciertamente desconcertante: dentro de poco los Caldeos restablecerán el orden, invadiendo y saqueando todo (!!!):

“Miren, traidores y contemplen, asómbrense y quédense alelados, porque voy a realizar en su época algo que no creerían si se lo hubieran contado. Pues ahora empujo a los Caldeos, pueblo terrible y arrollador, que recorre enormes distancias para apoderarse de países ajenos. Es terrible y temible, y se hacen su propio derecho ... Este pueblo se burla de los reyes, se ríe de los soberanos; no le importan las ciudades fortificadas, pues levanta terraplenes y se apodera de ellas. ¡Y así pasa y se va como el viento ...! ¡Su fuerza es su dios!” (Hab. 1, 5-11).

Vemos en esta respuesta cómo está Dios permitiendo la acción del mal para corregir a su pueblo escogido.

Habacuc se queja nuevamente preguntando a Yavé por qué usa la invasión de los Caldeos para realizar su justicia.

Dios le responde a su Profeta con una visión que pide que deje por escrito para enseñanza de los que vengan después. Y la enseñanza es la perseverancia en la Fe. Le asegura que se hará justicia, pero a su tiempo. Y ... sabemos que el tiempo de Dios casi nunca coincide con el nuestro.

Le responde Yavé: “Es la visión de algo lejano, pero que viene corriendo y no fallará. Si se tarda espéralo, pues llegará sin falta: el malvado sucumbirá sin remedio; el justo, en cambio, vivirá por su fe”.

Dios siempre hace justicia. Actúa de acuerdo a su Justicia que es infinita. Si embargo la Justicia Divina no siempre es clara para los humanos. Dios guarda en secreto, al menos por un tiempo, su manera de gobernar al mundo y solamente pide que nos mantengamos fieles hasta el final.

La explicación de esto se la da al Profeta Ezequiel:

“La gente de Israel dice que la manera de ver las cosas que tiene el Señor no es justa. ¿Así que mi manera de ver las cosas no es justa, gente de Israel, no será más bien la de ustedes? Juzgaré a cada uno de ustedes de acuerdo a su comportamiento. Corríjanse y renuncien a todas sus infidelidades, a no ser que quieran pagar el precio de sus injusticias. Lancen lejos de ustedes todas las infidelidades que cometieron, háganse un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿O es que quieren morir, gente de Israel? A Mí no me gusta la muerte de nadie, palabra de Yavé: conviértanse y vivirán” (Ez. 18, 29-31).

Y esta enseñanza fue para el pueblo de Israel de los tiempos de Habacuc, Jeremías y Ezequiel, unos 600 años antes de Cristo, cuando Nabucodonosor hacía de las suyas, destruyendo pueblos y apoderándose de ellos.

Sabemos que el pueblo de Israel fue desterrado a Babilonia en el año 587 antes de Cristo. Luego de un tiempo –no muy corto, por cierto, pues fueron 70 años de exilio- se ve una nueva intervención de Dios, anunciada por el Profeta Ezequiel: “Los recogeré de todos los países, los reuniré y los conduciré a su tierra” (Ez. 36, 24).

Y eso hizo. En efecto, en el año 538 antes de Cristo, sin haber hecho nada los israelitas, Ciro, Rey de Persia, conquista a Babilonia y da libertad al pueblo de Israel para que regresen a su tierra, lo cual hacen, encabezados por Zorobabel, quien como primera acción organiza la reconstrucción del Templo de Jerusalén. (cf. Esdras 1 y 2)

Pero la acción de Dios es mucho más profunda. Dios hace las cosas a perfección y completas.

Lo que sucede no es un simple regreso del exilio, sino que hace efectiva la conversión del pueblo que había pedido a través de Ezequiel. Dios purifica y transforma el corazón de su pueblo, es decir, lo hace dócil a su Voluntad:

“Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus inmundos ídolos. Les daré un corazón nuevo y podré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Quitaré de su carne ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Pondré dentro de ustedes mi Espíritu y haré que caminen según mis mandamientos ... Ustedes serán mi pueblo y Yo seré su Dios” (Ez. 25-28).

Y esta enseñanza es válida para todos los tiempos, para cualquier circunstancia de la vida del mundo, de un pueblo, de la Iglesia, de las familias y también de cada persona en particular. Es una enseñanza muy apropiada para nosotros hoy, en el momento histórico que vivimos.

Aun cuando pueda parecer que Dios está dormido, como en la barca de los Apóstoles cuando en medio de una fuerte tormenta éstos se atrevieron a reclamarle: “¡Maestro! ¿es así como dejas que nos ahoguemos?” (Mc. 4, 38), Dios está siempre pendiente y exige nuestra fe perseverante. De hecho Jesús calmó la tempestad, pero no dejó de reprender a los Apóstoles con respecto de su fe y su confianza: “¿Por qué son ustedes tan miedosos?” (Mc. 4, 40). “¿Dónde está la fe de ustedes?” (Lc. 8, 25).

Pueda que las cosas se desarrollen como si Dios no estuviera pendiente, pero es preciso permanecer confiados en fe. Puede parecer que Dios tarde en intervenir, pero de seguro su actuación tendrá lugar y se verá, como la vio el pueblo de Israel, porque “sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman” (Rom. 8, 28).

Y esto que se aplica al pueblo de Israel y a nuestro mundo hoy, también puede aplicarse a nuestra vida personal.

A veces las circunstancias de nuestra vida, circunstancias difíciles, nos pueden hacer pensar que el Señor está lejos o, inclusive, que Dios no existe, o que no nos escucha. La Lecturas del Profeta Habacuc nos enseña a esperar el momento del Señor. El Señor siempre está presente con el auxilio de su Gracia, aunque en algunos momentos no lo sintamos. En los momentos difíciles de nuestra vida sepamos esperar el momento del Señor con una Fe paciente, perseverante y confiada en los planes de Dios... y, sobre todo, en el tiempo de Dios.

La Segunda Lectura de la Carta de San Pablo a Timoteo (2 Tim. 1, 6-8; 13-14) nos habla de otro aspecto de la Fe. Digamos que nos habla -más bien- de una consecuencia de la Fe: la obligación que tenemos de comunicarla. La Fe, si es verdadera, nos lleva a anunciarla a los demás, a comunicar a los demás eso que creemos.

En palabras de San Pablo muy conocida de los evangelizadores: “tomar parte en los duros trabajos del Evangelio, según las fuerzas que Dios nos dé”. Dicho en otra traducción: “compartir los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios”.

Ahora bien, la segunda traducción, más en línea con el escrito de San Pablo a su discípulo Timoteo, indica que muchas veces, como era el caso de los tiempos de San Pablo, quien se encontraba preso por predicar el Evangelio y quien le recordaba a Timoteo el sacrificio de Cristo, hay que estar dispuesto a sufrir cuando se vaya a dar testimonio de la Fe. Porque, como dice San Agustín, pueda que muchos están dispuestos a hacer el bien, pero pocos en sufrir los males.

Para eso tenemos la seguridad de la gracia, porque “el Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de buen juicio”.

Fortaleza para no flaquear en la firmeza en la fe. Amor para desear defender y comunicar esa fe, no importa las circunstancias. Y buen juicio, para hacerlo con prudencia, pero sin temor.

Agradezcamos al Señor el don de la Fe y respondámosle con nuestro granito de mostaza para que El pueda darnos una Fe inconmovible, indubitable, una Fe confiada y paciente que sabe esperar el momento del Señor, y una Fe viva y activa, valiente y fuerte, que no teme ser anunciada, aunque haya riesgos.


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