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17/2/15

Horario Miércoles de Cenizas 2015

El Miércoles de Cenizas habrá misa a las 18h y a las 20h.

TODOS los domingos de cuaresma habrá EXPOSICIÓN DE SANTÍSIMO Y CONFESIONES. De 18h a 20h, que terminarán con la Santa Misa.

Cuaresma 2015

El miércoles comienza la cuaresma, 40 días en los que recordamos el tiempo que Nuestro Señor pasó en el desierto.

¿Qué es la Cuaresma?Es un período especial del año litúrgico durante el cual el pueblo cristiano se prepara para celebrar el misterio Pascual.
La Cuaresma es un tiempo oportuno para estar, junto con María Santísima y San Juan, el discípulo amado, junto a Cristo que en la Cruz consuma, por toda la humanidad, el sacrificio de su vida (cfr Jn 19, 25).
«Mirarán al que traspasaron»: es tiempo oportuno para mirar con confianza el costado de Jesús, atravezado por la lanza, del cual brotaron «sangre y agua» (Jn 19, 34)!
«Que la Cuaresma sea para todos los cristianos una experiencia renovada del amor de Dios que se nos ha dado en Cristo, amor que también nosotros cada día debemos «volver a dar» al prójimo, especialmente al que sufre y al necesitado. Sólo así podremos participar plenamente en la alegría de la Pascua» (benedicto xvi, Mensaje para la Cuaresma 2007).

¿Por qué cuarenta días?
La teología y la espiritualidad de la Cuaresma se constituyeron en relación con diversos eventos del Antiguo y del Nuevo Testamento.
El mismo número 40 nos recuerda:
los días del diluvio universal;
los años transcurridos por Israel en el desierto;
los días transcurridos por Moisés en el Monte Sinaí;
los días transcurridos por el profeta Elías en el desierto antes de llegar al encuentro con Dios en el Monte Horeb;
los días de penitencia de los habitantes de Nínive;
los días del ayuno de Jesús en el desierto, donde al final fue tentado por el Diablo.
Todo ésto tiene un valor didáctico. La Cuaresma es el tiempo:
de la destrucción del mal, como para los hombres del diluvio;
de la prueba y de la gracia, come para Israel;
de la oración que dispone para el encuentro con Dios, como para Moisés y Elías;
de la penitencia y de la expiación en espera del juicio divino, como imitación de los 40 días de ayuno y de penitencia con los que los habitantes de Nínive aplacaron la ira divina;
del ayuno finalizado a comer el verdadero alimento, que es hacer la voluntad del Padre: «no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (así le respondió Jesús a Satanás al final de los 40 días pasados en el desierto).

¿Cuáles son los grandes temas cuaresmales?Tres son en particular los temas que son propuestos por la liturgia cuaresmal:
El tema pascual. Porque la Cuaresma es preparación a las celebraciones pascuales, el tema muerte-vida asume una importancia fundamental. Comienza desde el segundo domingo (la Transfiguración) y se hace más explícito en las dos últimas semanas.
El tema bautsimal. La Cuaresma en su estructura fundamental se formó en torno al sacramento del Bautismo administrado a los adultos durante la Vigilia Pascual. Los cristianos toman mayor conciencia del propio bautismo.
El tema penitencial. Se desarrollo sobretodo al inicio de la Cuaresma (miércoles de ceniza y el evangelio de las tentaciones de Jesús en el primer domingo).

¿Cuáles son las prácticas cuaresmales?
La Cuaresma implica un empeño ascético, individual y colectivo, cuyas formas tradicionales son:
oración (Misa cotidiana sobre todo y el Via Crucis)
ayuno (es el conjunto de las prácticas de mortificación: comida-palabras-diversiones): la mortificación permite una mayor disponibilidad hacia el prójimo, mayor tiempo para el voluntariado y más dinero para la caridad.
En Cuaresma la Iglesia recuerda que están mandados:
ayuno y abstinencia de carne: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo;
la abstinencia de carne: todos los Viernes de Cuaresma.
Iglesia recomienda en particular la práctica, durante la Cuaresma, de las obras de misericordia corporales y espirituales:
Las siete obras de misericordia corporales
Dar de comer al hambriento.
Dar de beber al sediento.
Vestir al desnudo.
Dar posada al peregrino
Visitar los enfermos.
Visitar a los presos.
Sepultar a los muertos.
Le siete obras de misericordia espirituales
Dar consejo al que lo necesita.
Enseñar al que no sabe.
Corregir al que yerra.
Consolar al triste.
Perdonar las ofensas.
Soportar con paciencia los defectos de nuestros prójimos.
Rezar a Dios por los vivos y por los muertos.
Estas prácticas, «expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás » (Catecismo de la Iglesia Católica, 1434).

¿Cuál es la importancia del ayuno?(tomado del: Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2009)
«En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo.»
El ayuno, en cambio, para el creyente tiene una relevante importancia, y es rico de numerosos significados y finalidades:
Dimensión personal:
Con el ayuno, de hecho, «el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia».
práctica del ayuno «contribuye, además, a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y acrecer la intimidad con el Señor».
«Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación».
Con el ayuno y la oración, «Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios».
Tal práctica es «un arma espiritual para luchar contra cualquier posible apego desordenado a nosotros mismos».
Del mismo modo, «ayuda al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana».
Dimensión social:
El Santo Padre subraya también el significado social del ayuno, afirmando que «ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos».
Lo que ahorramos ayunando, podemos destinarlo a obras de beneficiencia u obras caritativas.
Por esto, exhorta a las parroquias «a intensificar durante la Cuaresma la práctica del ayuno personal y comunitario, cuidando asimismo la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la limosna.»
Definitivamente, gracias al ayuno, la Cuaresma es el tiempo ideal «alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo».
Acerca de la limosna:

¿Cómo dar la limosna?
He aquí algunas indicaciones:
debe ser escondida. «Que no sepa tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda», dice Jesús, «para que tu limosna quede secreta» (Mt 6, 3-4);
realizarla:
sin ofender a quien la recibe;
sin mostrarnos nostros mismos (vanagloria)
alegría: hay más alegría en el dar que en el recibir (cfr Hch 20, 35)
en el silencio, lejos de los reflectores de la sociedad mediática;
no limitarse solamente a dar cosas materiales (dinero, comida…), sino darnos nostros mismos: nuestra estima, nuestro respeto, nuestro tiempo, nuestros talentos (voluntariado);
ofrecer el don material, como signo del don más grande que podemos hacer a los demás: el anuncio y el testimonio de Jesucristo;
lo que da valor a la limosna es el amor: un ejemplo lo tenemos en la viuda del Evangelio (cfr. Mc 12, 42-44).

¿Cómo dar la limosna?Ayudar a quien tiene mayor necesidad
compartir con lo otros lo que tenemos gracias a la bondad divina
practicar la virtud de la justicia: antes y más que un acto de caridad
reconocer en los pobres al mismo Cristo
imitar a Cristo, quien se hizo pobre para hacernos ricos
poner por obra un ejercico ascético para nosotros:
para liberarnos del apegamiento a las cosas terrenas
para purificarnos interiormente
afirmar el principio de que no somos los propietarios sino los administradores de los bienes que poseemos, donados por Dios
actuar movidos por la gloria de Dios
praticarla no por filantropía sino por caridad, amor: como gesto de comunión eclesial
acercarnos a Dios, acercádonos a los demás: instrumento de auténtica conversión y reconciliación con Dios y con los hermanos;
obtener el perdón de los pecados. San Pedro cita entre los frutos espirituales de la limosna el perdón de los pecados: «La caridad- escribe- cubre la multitud de los pecados» (1 Pe 4, 8).

El Primicerio de la Basílica de San Ambrosio y San Carlos en Roma Monsignor Raffaello Martinelli

5/3/14

Miércoles de Cenizas 2014

Miércoles de Ceniza

Lecturas: Joel 2,12-18 // Salmo 51(50) // Carta II de San Pablo a los Corintios 5,20-21.6,1-2 // Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18

Con el Miércoles de Ceniza comienza la Cuaresma. Y las lecturas de este importante día nos llaman a la conversión, al arrepentimiento y a la humildad... todas cosas que hay que tener en cuenta en este tiempo especial que llamamos Cuaresma.

La Cuaresma es tiempo de preparación para la conmemoración de la Pasión y Muerte del Señor y la celebración de su Resurrección triunfante el Domingo de Pascua.

Conversión, arrepentimiento y humildad van entrelazadas entre sí para darnos un verdadero espíritu cuaresmal.

Por eso comenzamos hoy la Cuaresma en penitencia: hoy es día obligatorio de ayuno y abstinencia para todos los Católicos. Además, hoy es día de Imposición de la Ceniza, ritual por el que -en humildad- reconocemos lo que somos (nada ante Dios) y lo que debemos hacer (arrepentirnos y regresar a Dios o acercarnos más a El).

Y ¿qué es la ceniza? ¿Qué significado tiene el ritual de imposición de la ceniza?

La Ceniza no es un rito mágico, ni de protección especial -como muchos podrían considerarlo. La ceniza simboliza a la vez el pecado y la fragilidad del hombre.

Veamos lo que es la ceniza y el polvo en la Sagrada Escritura. Isaías habla del idólatra como “un hombre que se alimenta de cenizas” (Is. 44, 20).

La idolatría, el gran pecado de los tiempos antiguos, pero también de ahora, porque cada civilización se crea su propios ídolos, a los que el Libro de la Sabiduría denomina“invenciones engañosas de los hombres” (Sab. 15, 4).

Hoy en día tenemos también nuestros propios inventos, nuestros propios ídolos. Así que el término de idólatra también se refiere a nosotros hombres y mujeres del Tercer Milenio.

Y he aquí lo que nos dice el Señor sobre los idólatras:“Su corazón es cenizas, su esperanza es más vil que el polvo, su vida más miserable que la greda, porque desconoce al que lo formó y le infundió un alma capaz de actuar y un espíritu de vida” (Sab. 15, 10).

¿Qué significado tiene la ceniza? ¿De dónde nos viene ese rito de Imposición de la Ceniza?

El Profeta Ezequiel, anunciando la destrucción de la ciudad de Tiro, dice que sus habitantes no tenían en cuenta a Dios. Eran expertos en navegación y comercio, pero pecadores porque estaban imbuidos en su riqueza material. Por eso, “se cubrirán la cabeza de polvo y se revolcarán en ceniza” (Ez. 27, 30).

Y el Señor, a través del mismo Profeta Ezequiel,nos hace ver que el resultado del pecado no puede ser sino la ceniza, cuando se refiere al Rey de Tiro: “Te he reducido a cenizas” (Ez. 28, 18).

Así que para reconocer ante los demás y para convencerse a sí mismos que realmente eran “polvo y ceniza”, algunos personajes de la Biblia se sentaron sobre ceniza o se cubrieron la cabeza de ceniza: Job (Job, 42, 6); el Rey de Nínive, ante la predicación de Jonás (Jonás 3, 6).

Jesús mismo menciona la costumbre de revestirse de ceniza al referirse a dos ciudades que no habían acogido su mensaje de salvación (Mt. 11, 20-24).

Al saber de los desmanes que Holofernes, jefe del ejército de Nabucodonosor, había hecho en los pueblos vecinos, los israelitas se asustan, por lo que “todos los habitantes de Jerusalén... se cubrieron la cabeza con cenizas” (Judit, 4, 11).

En Abraham, nuestro padre en la fe, modelo de humildad, docilidad y entrega a Dios, la ceniza tiene su verdadero sentido, cuando orando se reconoce nada ante el Creador: “Sé que a lo mejor es un atrevimiento hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza” (Gn. 19, 27).

Cubrirse de cenizas significa, entonces, el realizar en forma tangible un reconocimiento público, por el cual nos declaramos frágiles, incapaces, pecadores, en busca de la misericordia de Dios.

Dios nos promete por boca del Profeta Isaías “una corona en vez de ceniza” (Is. 61, 3). ¿Cómo la obtenemos?

Esa corona la obtiene quien se reconoce y realmente cree que es nada, quien se sabe necesitado de la misericordia divina y de la salvación que nos trajo Jesucristo. El cambia la tristeza en alegría y la ceniza en corona.

El Ritual de la Imposición de la Ceniza nos lleva, entonces, a recordar nuestra nada. Las palabras de una de las fórmulas de imposición de la ceniza nos recuerdan lo que somos: “Polvo eres y al polvo volverás”. Es decir, nada somos ante Dios. Somos tan poca cosa como ese poquito de ceniza, ese polvillo, que se vuela con un soplido de brisa, o que desaparece con tan sólo tocarlo. Eso somos ante Dios: muy poca cosa... como es la ceniza. Y la ceniza es el resto que queda de ramos o palmas benditas quemados con anterioridad.

Y los hombres y mujeres de hoy necesitamos ¡tanto! darnos cuenta de nuestra realidad:

Nos creemos tan grandes... y somos ¡tan pequeños!

Nos creemos capaces de cualquier cosa... y somos ¡tan insuficientes!

Nos creemos capaces de valernos sin Dios o a espaldas de El ... y somos ¡tan dependientes de El!

El fruto más importante de un Miércoles de Ceniza bien comprendido es la conversión. Precisamente las palabras que posiblemente serán pronunciadas en el momento de la Imposición de la Ceniza son las siguientes: “Conviértete y cree en el Evangelio”. Es importante tomar en cuenta estas palabras.

El Ritual de la Imposición de la Ceniza tiene por fin, entonces, llevarnos a la conversión. Y ¿qué es convertirse? Nos lo explica la Primera Lectura del Profeta Joel: “Volveos a Mi de todo corazón ...... Volveos al Señor Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en clemencia”.

Convertirse es volverse a Dios: regresar a Dios o acercarse más a El. ¿Cuánto tiempo lleva convertirse? La conversión es un programa de toda la vida. Todos -sin excepción- necesitamos convertirnos: hasta el más santo puede ser todavía más santo.

Y la conversión debe ser verdadera, no aparente. Por eso nos dice Joel: “rasgad vuestros su corazones, no sus vestiduras”. Es decir: el cambio debe ser interior, en el corazón. El cambio no puede ser la ceniza en la frente sin un verdadero regreso (si es que estamos de espaldas a Dios) o un verdadero acercamiento (si es que estamos de frente a Dios pero alejados).

En esto consiste el verdadero arrepentimiento de las faltas, pecados, vicios, etc. Cada uno, en el interior de su corazón sabe cuál es aquella falta que el Señor desea que deje. Y la Cuaresma es el tiempo propicio para ese arrepentimiento. Y el arrepentimiento es una gracia que el Señor nos concede si realmente lo deseamos, si verdaderamente lo buscamos.

“Pues bien”, nos dice San Pablo en la Segunda Lectura, “ahora es el tiempo favorable; ahora es el día de la salvación”. El Señor, que siempre está abierto a perdonar a quien desee arrepentirse, el Señor que siempre está dispuesto a ayudar a quien desee ser mejor, está especialmente pendiente en este día de penitencia en que nos humillamos reconociéndonos “polvo”, y también en este tiempo de gracia llamado Cuaresma, que hoy comenzamos.

Por eso decíamos al comienzo que el verdadero espíritu de la Cuaresma está en estas palabras: conversión, arrepentimiento y humildad.

¿Cómo llegar a este espíritu cuaresmal? Jesucristo nos indica en el Evangelio los medios especiales para ser humildes, para arrepentirnos y para convertirnos. Son la oración, la penitencia o el ayuno, y la limosna.

Durante estos cuarenta días que nos preparan para la Semana Santa, intensifiquemos nuestra oración.

¿No rezas nada? Comienza por rezar un Padre Nuestro, una Ave María y un Gloria. ¿Ya haces esto? Trata de rezar el Rosario, ven a hacer una visita a Jesús, que está presente en el Sagrario.

¿No vas a Misa los Domingos? Ven, a partir de hoy, todos los Domingos a Misa. ¿Ya haces esto? ¿Por qué no venir algún día o varios días durante la Semana, a Misa y a comulgar?

¿Necesitas confesarte para aliviar esa culpabilidad que pesa y que molesta y que, además, ofende al Señor? ¿Qué mejor tiempo que éste, que es tiempo de arrepentimiento y conversión?

El ayuno, que puede ser más estricto o menos estricto, según se pueda, es un ingrediente importante dentro del espíritu cuaresmal y es un sacrificio agradable a Dios. Negarse algo que a uno le gusta es un buen ejercicio espiritual.

Puede ayunarse no sólo de alimentos y de bebidas. Puede ayunarse de cigarrillo. Puede ayunarse de televisión y de internet, por ejemplo. ¡Qué bien nos haría personalmente y qué bien haríamos dedicando parte del tiempo que pasamos ante el televisor o en internet, orando en familia, en leer o estudiar la Biblia o en hacer alguna obra buena en favor de alguien necesitado de una enseñanza, de un consejo o de una ayuda cualquiera!

La limosna a los necesitados se refiere a todas las obras de misericordia, tanto materiales como espirituales: dar de comer al hambriento de pan ... o al hambriento de conocimiento de Dios. La práctica de las obras de misericordia, cuando se realiza con recta intención, es decir, con el sincero deseo de agradar a Dios y de ayudar, es fuente de muchas gracias.

Pero recordemos: oración, penitencia y obras de caridad, realizadas siempre en humildad, como muy expresamente nos pide el Señor en el Evangelio. Quien haga estas cosas para ser reconocido o alabado, no sólo se pierde de sus frutos y de practicar un verdadero espíritu cuaresmal, sino que comete ese pecado escondido de falta de rectitud de intención, de impureza de corazón.

La oración y la penitencia son medios para regresar a Dios y para acercarnos más a El. Las obras de caridad son el fruto de esa conversión. De eso se trata la Imposición de la Ceniza, de eso se trata la Cuaresma que hoy iniciamos.

Tomás Pajuelo. Párroco


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12/3/12

Retiro Cuaresmal 2012 en el Desierto de "El Bañuelo"

El próximo sábado, día 17 de marzo, de 11:00 a 17:00, vamos a tener un día de retiro y oración en el desierto de "El Bañuelo" con el fin de prepararnos interiormente para vivir esta cuaresma. Al igual que en anteriores retiros para éste sería conveniente llevar lo siguiente:

- Imprescindible llevar MUCHAS GANAS DE AMAR Y SER AMADO POR DIOS.
- SILENCIO interior y exterior.
- Biblia o Nuevo Testamento, Cuaderno, bolígrafo, rosario, etc...
- Comida: bocadillos, bebidas y si quereis, merienda.
- Algún libro piadoso o de oración para el que quiera.

La salida será desde la Parroquia Beato Álvaro de Córdoba.

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20/2/12

Misas del próximo Miércoles de Cenizas - 2012

Manos de un sacerdote cogiendo la cenizaEl próximo 22 de febrero es Miércoles de Ceniza. Con tal motivo se celebrarán en nuestra parroquia dos misas, a las 18’00 h y las 20’00 h, en las que se impondrá la ceniza que nos recuerda que “del polvo venimos y en polvo nos convertiremos”y nos invita a “convertirnos y creer en el evangelio”.

Comienza así la Cuaresma, un tiempo litúrgico “fuerte” en el que nos preparamos para vivir profundamente y con intensidad los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo en la Semana Santa.

Durante estos cuarenta días la Iglesia nos recomienda la austeridad, el recogimiento, y la práctica habitual de la oración, el ayuno y la caridad como medios que nos ayuden a llevar a cabo nuestra conversión.

El derecho canónico afirma que todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley divina a hacer penitencia, sin embargo, para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia se han fijado unos días penitenciales.

En particular las normas del Código de Derecho Canónico y de la Conferencia Episcopal Española obligan a guardar Ayuno y Abstinencia el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo y Abstinencia sólo los otros vienes de Cuaresma. Unas prácticas que, tenemos la impresión, con el paso de los años están cayendo cada vez más en desuso o no se llevan a cabo correctamente ni en la práctica ni en el espíritu. Por ello hemos creído conveniente recordar exactamente lo que la Iglesia Católica establece para el ayuno y la abstinencia.

Así, el AYUNO consiste en hacer sólo una comida fuerte al día; aunque no se prohíbe tomar algo ligero por la mañana o por la noche. Es obligatorio para todos los mayores de edad, hasta que se hayan cumplido cincuenta y nueve años.

En lo relativo a la ABSTINENCIA, ésta consiste en no comer carne y obliga a todas las personas mayores de 14 años.

El ayuno y la abstinencia no consisten en la renuncia por la renuncia sino en una renuncia con la que, por una parte reconocemos la necesidad de hacer obras con las que reparemos el daño ocasionado con nuestros pecados, y por otro nos permite el dominio de sí mismo con el fin de vivir mejor los valores superiores.

Además hay que recordar que, en la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año, en los que se debe llevar a cabo la realización de otras formas de penitencia recomendada por la Iglesia: lectura de la Sagrada Escritura, limosna, obras de caridad y mortificaciones corporales.

Catequesis del Papa Juan Pablo II sobre el Ayuno

Mensajes de Benedicto XVI para la Cuaresma

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14/4/11

Reflexiones para la Cuaresma (VII): Redescubriendo nuestro Bautismo mediante la Cuaresma

Mediante el encuentro personal con nuestro Redentor y mediante el ayuno, la limosna y la oración, el camino de conversión hacia la Pascua nos lleva a redescubrir nuestro Bautismo. Renovemos en esta Cuaresma la acogida de la gracia que Dios nos dio en ese momento, para que ilumine y guíe todas nuestras acciones. Lo que el sacramento significa y realiza estamos llamados a vivirlo cada día siguiendo a Cristo de modo cada vez más generoso y auténtico. Encomendemos nuestro itinerario a la Virgen María, que engendró al Verbo de Dios en la fe y en la carne, para sumergirnos como Ella en la muerte y resurrección de su Hijo Jesús y obtener la vida eterna.

11/4/11

Reflexiones para la Cuaresma (VI): La limosna, contra la idolatría de los bienes

"En nuestro camino también nos encontramos ante la tentación del tener, de la avidez del dinero, que insidia el primado de Dios en nuestra vida. El afán de poseer provoca violencia, prevaricación y muerte; por esto, la Iglesia, especialmente en el tiempo cuaresmal, recuerda la práctica de la limosna, es decir, la capacidad de compartir. La idolatría de los bienes, en cambio, no solo aleja del otro, sino que despoja al hombre, lo hace infeliz, lo engaña, lo defrauda sin realizar lo que promete, porque sitúa las cosas materiales en el lugar de Dios, la fuente única de la vida. La práctica de la limosna nos recuerda el primado de Dios y la atención hacia los demás, para redescubrir a nuestro Padre bueno y recibir su misericordia."

6/4/11

Reflexiones para la Cuaresma (V): El triduo pascual

El recorrido cuaresmal encuentra su cumplimiento en el Triduo Pascual, en particular en la gran vigilia de la noche santa: al renovar las promesas bautismales, reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos comunicó cuando renacimos “del agua y del Espíritu Santo” y reafirmamos de nuevo compromiso de corresponder a la acción de la gracia para ser discípulos.

30/3/11

Reflexiones para la Cuaresma (IV): Los cristianos “adoradores verdaderos”

La petición de Jesús a la samaritana: “Dame de beber” (Jn 4, 7), que se lee en la liturgia del tercer domingo, expresa la pasión de Dios por todo hombre y quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del “agua que brota para la vida eterna”.

Es el don del Espíritu Santo, que hace de los cristianos “adoradores verdaderos” capaces de orar al Padre en “espíritu y verdad” (v. 23). ¡Solo esta agua puede apagar nuestra sed de bien, de verdad y de belleza! Solo esta agua, que nos da el Hijo, irriga los desiertos del alma inquieta e insatisfecha, “hasta que descanse en Dios”, según las palabras célebres de San Agustín.

23/3/11

Reflexiones para la Cuaresma (III): La gloria de Cristo anticipa la resurrección y anuncia la divinización del hombre

El evangelio de la Transfiguración delSeñor pone delante de nuestros ojos la gloria de Cristo, que anticipa la resurrección y que anuncia la divinización del hombre.

Es la invitación a alejarse del ruido de la vida diaria para sumergirse en la presencia de Dios: Él quiere transmitirnos, cada día, una palabra que penetra en las profundidades de nuestro espíritu, donde discierne el bien y el mal” (cf Hb 4, 12) y fortalece la voluntad de seguir al Señor.

16/3/11

Reflexiones para la Cuaresma (II): El diablo actúa en el mundo y no se cansa

El primer domingo del itinerario cuaresmal subraya nuestra condición de hombre en esta tierra. La batalla victoriosa contra las tentaciones, que da inicio a la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la propia fragilidad para acoger la gracia que libera del pecado e infunde nueva fuerza en Cristo, camino, verdad y vida.

Es una llamada decidida a la recordar que la fe cristiana implica, siguiendo el ejemplo de Jesús y en unión con Él, una lucha “contra los dominadores de este mundo tenebroso” (Ef 6, 12), en el cual el diablo actúa y no se cansa, tampoco hoy, de tentar al hombre que quiere acercarse al Señor: Cristo sale victorioso, para abrir también nuestro corazón a la esperanza y guiarnos a vencer las seducciones del mal.

14/3/11

Reflexiones para la Cuaresma (I): Nadie merece la vida eterna con sus fuerzas

El hecho de que en la mayoría de los casos el Bautismo se reciba en la infancia pone de relieve que se trata de un don de Dios: nadie merece la vida eterna con sus fuerzas. La misericordia de Dios, que borra el pecado y permite vivir en la propia existencia “los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Flp 2, 5) se comunica al hombre gratuitamente.

11/3/11

Esquema para el examen de conciencia

A continuación presentamos un esquema para el examen de conciencia, que pueda sernos útil para facilitar la confesión de nuestros pecados, nuestra reconciliación con Dios, esta Cuaresma:

ESQUEMA PARA EL EXAMEN DE CONCIENCIA

Se propone un esquema para el examen de conciencia que se debe completar y adaptar según las costumbres locales y la diversidad de personas.

Cuando se hace el examen de conciencia antes del Sacramento de la Penitencia, conviene que cada uno, ante todo, se pregunte sobre lo siguiente:

  1. ¿Voy al Sacramento de la Penitencia con sincero deseo de purificación, conversión, renovación de vida y amistad más profunda con Dios, o, por el contrario, lo considero como una carga que se ha de recibir las menos veces posibles?
  2. ¿Me olvidé o callé voluntariamente algún pecado grave en las confesiones anteriores?
  3. ¿Cumplí la penitencia que me fue impuesta? ¿Reparé las injusticias que acaso cometí? ¿Me esforcé en llevar a la práctica los propósitos de enmendar la vida según el Evangelio?
Cada uno debe someter su vida a examen, a la luz de la palabra de Dios.

I. Dice el Señor: «Amarás a tu Dios con todo el corazón»
  1. ¿Tiende mi corazón a Dios de manera que en verdad lo ame sobre todas las cosas en el cumplimiento fiel de sus mandamientos, como ama un hijo a su padre, o, por el contrario, vivo obsesionado por las cosas temporales? ¿Obro en mis cosas con recta intención?
  2. ¿Es firme mi fe en Dios, que nos habló por medio de su Hijo? ¿Me adhiero firmemente a la doctrina de la Iglesia? ¿Tengo interés en mi instrucción cristiana escuchando la Palabra de Dios, participando en la catequesis, evitando cuanto pudiera dañar mi fe? ¿He profesado siempre, con vigor y sin temores mi fe en Dios. ¿He manifestado mi condición de cristiano en la vida pública y privada?
  3. ¿He rezado mañana y noche? ¿Mi oración es una auténtica conversación —de mente y corazón— con Dios o un puro rito exterior? ¿He ofrecido a Dios mis trabajos, dolores y gozos? ¿Recurro a él en mis tentaciones?
  4. ¿Tengo reverencia y amor hacia el nombre de Dios o le ofendo con blasfemia, falsos juramentos o usando su nombre en vano? ¿Me he conducido irreverentemente con la Virgen María y los santos?
  5. ¿Guardo los domingos y días de fiesta de la Iglesia participando activa, atenta y piadosamente en la celebración litúrgica, y especialmente en la misa? ¿He cumplido el precepto anual de la confesión y de la comunión pascual?
  6. ¿Tengo, quizá, otros «dioses», es decir: cosas por las que me preocupo y en las que confío más que en Dios, como son las riquezas, las supersticiones, el espiritismo o cualquier forma de inútil magia?
II. Dice el Señor: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado»
  1. ¿Tengo auténtico amor a mi prójimo o abuso de mis hermanos utilizándolos para mis fines o comportándome con ellos como no quisiera que se comportasen conmigo? ¿Los he escandalizado gravemente con palabras o con acciones?
  2. ¿He contribuido, en el seno de mi familia, al bien y a la alegría de los demás con mi paciencia y verdadero amor? ¿Han sido los hijos obedientes a sus padres, prestándoles respeto y ayuda en sus necesidades espirituales y temporales? ¿Se preocupan los padres de educar cristianamente a sus hijos, ayudándoles con el ejemplo y con la paterna autoridad? ¿Son los cónyuges fieles entre sí en el corazón y en la vida?
  3. ¿Comparto mis bienes con quienes son más pobres que yo? ¿Defiendo en lo que puedo a los oprimidos, ayudo a los que viven en la miseria, estoy junto a los débiles o, por el contrario, he despreciado a mis prójimos, sobre todo a los pobres, débiles, ancianos, extranjeros y hombres de otras razas?
  4. ¿Realizo en mi vida la misión que acepté en mi Confirmación? ¿Participo en las obras de apostolado y caridad de la Iglesia y en la vida de mi parroquia ? ¿He tratado de remediar las necesidades de la Iglesia y del mundo? ¿He orado por ellas, especialmente por la unidad de la Iglesia, la evangelización de los pueblos, la realización de la paz y la justicia?
  5. ¿Me preocupo por el bien y la prosperidad de la comunidad humana en la que vivo o me paso la vida preocupado tan sólo de mí mismo? ¿Participo, según mis posibilidades, en la promoción de la justicia, la honestidad de las costumbres, la concordia y la caridad en este mundo? ¿He cumplido con mis deberes cívicos? ¿He pagado mis tributos?
  6. ¿En mi trabajo o empleo soy justo, laborioso, honesto, prestando con amor mi servicio a la sociedad? ¿He dado a mis obreros o sirvientes el salario justo? ¿He cumplido mis promesas y contrato?
  7. ¿He prestado a las legítimas autoridades la obediencia y respeto debidos?
  8. Si tengo algún cargo o ejerzo alguna autoridad ¿los uso para mi utilidad personal o para el bien de los demás, en espíritu de servicio?
  9. ¿He mantenido la verdad y la fidelidad o he perjudicado a alguien con palabras falsas, con calumnias, mentiras o violación de algún secreto?
  10. ¿He producido algún daño a la vida, la integridad física, la fama, el honor o los bienes de otros? ¿He procurado o inducido al aborto? ¿He odiado a alguien? ¿Me siento separado de alguien por riñas, injurias, ofensas o enemistades? ¿He rehusado por egoísmo, presentarme como testigo de la inocencia de alguien?
  11. ¿He robado o deseado injusta o desordenadamente cosas de otros o les he causado algún daño? ¿He restituido lo robado y he reparado el daño?
  12. Si alguien me ha injuriado ¿me he mostrado dispuesto a la paz y a conceder, por el amor de Cristo, el perdón, o mantengo deseos de odio y venganza?
III. Cristo, el Señor, dice: «Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto»
  1. ¿Cuál es la dirección fundamental de mi vida? ¿Me anima la esperanza de la vida eterna? ¿Me esfuerzo en avanzar en la vida espiritual por medio de la oración, la lectura y la meditación de la Palabra de Dios, la participación en los sacramentos y la mortificación? ¿Estoy esforzándome en superar mis vicios, mis inclinaciones y pasiones malas, como la envidia o la gula en comidas y bebidas? ¿Me he levantado contra Dios, por soberbia o jactancia, o he despreciado a los demás sobreestimándome a mí mismo? ¿He impuesto mi voluntad a los demás en contra de su libertad y sus derechos?
  2. ¿Qué uso he hecho de mi tiempo, de mis fuerzas, de los dones que Dios me dió? ¿Los he usado en superarme y perfeccionarme a mí mismo? ¿He vivido ocioso y he sido perezoso?
  3. ¿He soportado con serenidad y paciencia los dolores y contrariedades de la vida? ¿He mortificado mi cuerpo para ayudar a completar «lo que falta a la Pasión de Cristo»? ¿He observado la ley del ayuno y la abstinencia?
  4. ¿He mantenido mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza y la castidad como templo que es del Espíritu Santo, llamado a resucitar en la gloria y como signo del amor que el Dios fiel profesa a los hombres, signo que adquiere toda su luz en el matrimonio? ¿He manchado mi carne con la fornicación, con la impureza, con palabras o pensamientos indignos, con torpes acciones o deseos?
  5. ¿He condescendido a mis placeres? ¿He mantenido conversaciones, realizado lecturas o asistido a espectáculos y diversiones contrarias a la honestidad humana y cristiana? ¿He incitado al pecado a otros con mi falta de decencia? ¿He observado la ley moral en el uso del matrimonio?
  6. ¿He actuado alguna vez contra mi conciencia, por temor o por hipocresía?
  7. ¿He tratado siempre de actuar dentro de la verdadera libertad de los hijos de Dios, según la ley del Espíritu, o soy siervo de mis pasiones?


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