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30/3/11

Reflexiones para la Cuaresma (IV): Los cristianos “adoradores verdaderos”

La petición de Jesús a la samaritana: “Dame de beber” (Jn 4, 7), que se lee en la liturgia del tercer domingo, expresa la pasión de Dios por todo hombre y quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del “agua que brota para la vida eterna”.

Es el don del Espíritu Santo, que hace de los cristianos “adoradores verdaderos” capaces de orar al Padre en “espíritu y verdad” (v. 23). ¡Solo esta agua puede apagar nuestra sed de bien, de verdad y de belleza! Solo esta agua, que nos da el Hijo, irriga los desiertos del alma inquieta e insatisfecha, “hasta que descanse en Dios”, según las palabras célebres de San Agustín.

27/3/11

«El que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed»

III DOMINGO DE CUARESMA

Lecturas: Exodo 1, 3-7 // Salmo 95(94), 1-2.6-7.8-9 // Romanos 5, 1-2.5-8 // Juan 4 , 5-42

Queridos hermanos y hermanas:

Jesús y la samaritana. Una miniatura de un manuscrito georgiano del siglo XIIEl Evangelio de hoy nos presenta el relato precioso del encuentro de Cristo con la mujer samaritana. Jesús sale de Israel y entra en Samaría, los samaritanos están peleados con los judíos, adoran a otros dioses, han cambiado la ley y los profetas y no reconoce el templo de Jerusalén. Jesús va a ellos a predicarles, a anunciarles el Evangelio.

Después de un largo camino por el desierto, Jesús sintió sed. Vuelve el evangelista Juan a usar la imagen del desierto, imagen que podemos trasladar fácilmente a nuestra vida: después de caminar por el desierto de nuestras tareas, de nuestras pobrezas, de nuestras debilidades... también nosotros tenemos sed, tenemos necesidad. Jesús parte de esa necesidad orgánica, para empezar un diálogo de fe con la Samaritana. Jesús parte de su debilidad, tengo sed y necesito de ti. Podía haber hecho un milagro y saciar su sed, es Dios y todo lo puede. Prefiere pedir la colaboración del aquella mujer, aunque sabe que es pecadora, aunque sabe que no comparte su fe, pero quiere salvarla. La Samaritana no entiende como Jesús que es judío se atreve a pedirle agua, pero Jesús va entrando en el corazón de aquella mujer y le va descubriendo su vida de pecado.

Cristo es la luz del mundo y cuando el ilumina nuestras vidas rápidamente pone de manifiesto nuestras sombras, nuestros pecados. Fijaos como parte de una realidad y en cuanto el Señor entra en la vida de una persona va naciendo su vida interior. Quizás nosotros en Cuaresma, al hacer desierto, al ponernos a la luz de Jesús, lo primero que descubramos es que somos pecadores, que tenemos abandonado a Dios. Quizás si nos hemos puesto a rezar un poquito, a pedir, a mostrarle nuestra necesidad, como el hizo a la mujer samaritana, descubramos que antes de pedir debemos constatar la realidad profunda de nuestras vidas y nuestros pecados. La mujer samaritana cambia el rumbo de su vida al encontrarse con Jesús. Cuando buscamos otras fuentes de felicidad es porque no nos hemos encontrado con el Señor, como le pasaba a la samaritana. Jesús le ofrece un agua de valor eterno y ella, no solamente la acepta, sino que se hace apóstol de Cristo compartiendo con sus vecinos la paz y la luz que ella encontró en Jesús. Si nuestro corazón se halla inquieto o está intranquilo, acerquémonos a Jesús: nos dará su paz y la gracia que salta a la vida eterna. Solamente el que tiene sed se alegra de haber hallado la fuente. El que no está sediento, pasa de largo sin hacer caso del manantial.

La mujer samaritana se detiene ante "la fuente de vida" y el agua que busca se convierte en signo de la presencia gozosa y fecundante de Dios. Y encontrar a Dios es dar con el manantial de agua viva que hace reverdecer el desierto de la vida humana.

La Eucaristía celebrada en el tercer domingo de Cuaresma, hace posible el encuentro con Jesús el Señor, como le sucedió a la samaritana.

Jesús habla del don de Dios (Jn 4,10). El don de Dios se identifica con el agua viva. Y el agua viva significa la salud, la vida eterna. Es la gran revelación hecha por Dios en Cristo y que tiene muy poco que ver con la satisfacción de las necesidades naturales. El simbolismo del agua viva se utiliza también en este evangelio para referirse al Espíritu Santo. El agua viva es símbolo del Espíritu. La célebre afirmación de Jesús: de lo más profundo de todo aquel que crea en mí brotarán ríos de agua viva (Jn 7,38) es interpretada por el evangelista diciendo que decía esto refiriéndose al Espíritu (Jn 7,39). En todo caso, esto en nada contradice a lo que se afirma en este pasaje: el don de Dios es Dios mismo dado en Cristo; el don de Dios es la salud, la vida eterna; el don de Dios es el Espíritu Santo. Poder intercambiar estas expresiones no significa contradicción sino complementariedad y enriquecimiento.

Dios debe ser adorado en espíritu y en verdad. ¿Qué significa esto? Si las palabras de Jesús ofrecen alguna novedad no puede pensarse simplemente en un culto más interior y menos ritual. Esa había sido ya la predicación y exigencia proféticas. Adorar en espíritu y en verdad significa adorar al Padre a través de Jesucristo, que es la verdad, y bajo el impulso del Espíritu. Verse envueltos en el misterio trinitario. Según lo que acabamos de decir sobre “Dios es espíritu”, los verdaderos adoradores son aquellos que acogen la vida y la misericordia, la liberación y la salud que Dios les revela y les comunica, respondiendo a la iniciativa divina mediante el ejercicio de la fe. La adoración en espíritu y en verdad no significa la condenación de todo culto exterior. Lo que caracteriza a los verdaderos adoradores no es la ausencia de ritos, sino la firme voluntad de escuchar y servir a Dios en la persona de su Enviado. El adorador es verdadero en la medida en que acoge la “verdad” de Dios y responde a ella mediante la fe. Es aquel que vive los ritos, las ceremonias, los sacramentos desde lo más profundo de su corazón. Los vive con VERDAD, verdad de vida y amor.

La samaritana no sabe desenvolverse en ese terreno y se refugia en su esperanza mesiánica (Jn 4,25). Los samaritanos, lo mismo que los judíos, esperaban un mesías. Sobre la base de Dt 18,15ss esperaban la venida de un “Moisés resucitado”, que llamaban Taeb, que significa “el que viene”, “el restaurador”. Este profeta del Altísimo haría milagros, restablecería la ley y el culto verdadero y llevaría el conocimiento de Dios a otros pueblos. Ella se da cuenta de su vida pecadora y de su falta de fe y de verdad, se ha construido su gran mentira y se justifica. ¿Cuántos de nuestros cristianos que viven en pecado, apartados prácticamente de la Iglesia, sin vida de piedad, no hacen lo mismo que la Samaritana? La realidad es que justifican, se engañan asi mismos diciendo que ellos creen en Dios y que no les hace falta la Iglesia. Cristo le manifiesta a aquella mujer, que Él es el Mesías y que haciendo lo que predica y lo que manda, tendrá la Salvación. Jesús se revela abiertamente como el Mesías. La diferencia en relación con los sinópticos no puede ser mayor. En ellos Jesús impone silencio sobre su persona a todos aquellos que le conocían: es el llamado “secreto mesiánico”. En el cuarto evangelio, sin embargo, Jesús manifiesta abiertamente su identidad: el evangelio de Juan se propone desvelar claramente y desde el principio el misterio de Jesús a todo el mundo. Jesús, el Mesías nos ha dicho que la Iglesia es su "Cuerpo" y él la cabeza. No podemos vivir a Jesús sin la Iglesia. Cristo nos salva en la Iglesia y por la Iglesia. Ella es la fuente de agua viva que lleva a la vida eterna, el BAUTISMO.

Que el Señor Jesús nos permita hoy encontrarnos con él, salir de la trinchera que nos hemos hecho para vivir fuera del evangelio, vivir nuestra fe "particular" creada a nuestra imagen y semejanza y volvamos a la VERDAD que es Cristo en su Iglesia. Que Dios os bendiga.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

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25/3/11

Jornada por la Vida 2011

La Conferencia Episcopal Española ha establecido para hoy la Campaña por la Vida con el lema “Siempre hay una razón para vivir”.

Como viene siendo habitual en los últimos años, la Jornada por la Vida se celebra el 25 de marzo, festividad de la Encarnación del Señor.

23/3/11

Reflexiones para la Cuaresma (III): La gloria de Cristo anticipa la resurrección y anuncia la divinización del hombre

El evangelio de la Transfiguración delSeñor pone delante de nuestros ojos la gloria de Cristo, que anticipa la resurrección y que anuncia la divinización del hombre.

Es la invitación a alejarse del ruido de la vida diaria para sumergirse en la presencia de Dios: Él quiere transmitirnos, cada día, una palabra que penetra en las profundidades de nuestro espíritu, donde discierne el bien y el mal” (cf Hb 4, 12) y fortalece la voluntad de seguir al Señor.

20/3/11

Cada Eucaristía es una transfiguración

II DOMINGO DE CUARESMA

Lecturas: Génesis 12,1-4 / Salmo 33 / Segunda Carta de San Pablo a Timoteo 1,8-10 / Mateo 17,1-9

En este domingo la Palabra de Dios que se nos proclama es muy rica y muy especial para nuestras vidas. Nos hace una invitación a "Salir" y Seguir al Señor. La primera lectura del libro del Génesis nos presenta la llamada de Abraham. él está en su tierra, en sus cosas, con su familia, sus tareas... Dios se fija en él y le dice "Sal de tu tierra, vé a dónde yo te indicaré". Es una llamada a la acción, implica un ponerme en camino, renunciar a las comodidades, a las seguridades, a lo que ya somos para lanzarse a lo que Dios nos pide. Abraham no lo duda, deja todo, se pone en camino y obedece a Dios, confía en Dios, está seguro en Dios.

La cuaresma es tiempo de llamada a salir de nuestras comodidades, de nuestras seguridades humanas, de nuestros yo pecadores, para confiar en la promesa de Dios y seguirlo. Es dejadnos llevar por la confianza plena en la palabra. Dios cumple siempre sus promesas y si nos ha dicho que la única manera de vivir la FELICIDAD, es el Evangelio, estad seguros que esa es la única manera. Podemos seguir perdiendo el tiempo buscando la felicidad en las cosas de este mundo... Nos dejan vacios, sin sentido, hastiados... Podemos empeñarnos en seguir haciendo lo que nos dé la gana, seremos infelices... Hasta que no nos convenzamos que la Voluntad de Dios es la única que cumple nuestros anhelos de felicidad no encontraremos la paz. La cuaresma no es sólo hacer unas penitencias, unos ayunos... la cuaresma es darle la vuelta a nuestra vida como aun calcetín y dejar fuera de ella todo lo que no es de Dios para vivir desde y para Dios. Es una tiempo de acción, quizás de acción interior, pero acción.

"Sal de tu tierra"

Jesús sabe bien de nuestra debilidad y que nos cuesta mucho hacerle caso. Por eso lleva a tres de sus apóstoles al monte Tabor y les muestra su Gloria. Les dice "esto es lo que os espera". Pedro, cuando goza unos segundos de esa Gloria del cielo dice: "¡Qué bien se está aquí!¡Vamos a hacer tres tiendas! En pocos instantes experimento lo que es la felicidad plena de estar en el Señor, su corazón lleno de amor le pedía perpetuar ese momento, vamos a quedadnos aqui, vamos a gozar para siempre de la Gloria... Jesús le dice vamos a predicar, vamos a anunciar a todos que la Gloria es posible, que este gozo es posible, que esta felicidad que has experimentado quieres que la gocen los demás. Jesús les muestra a sus apóstoles su DIVINIDAD, su GLORIA, para que cuando lo vean en la cruz no olviden quién era, no olviden que es Dios y que así lo han visto en el Tabor. La cuaresma nos quiere hacer caer en la cuenta de todo esto, que cuando experimentamos la alegría de la presencia de Dios, de la cercanía de Dios, somos muy felices pero en cuanto nos viene un problema nos olvidamos de Dios, le culpamos a Él. Por eso tenemos que vivir profundamente en la oración y en los sacramentos, el encuentro con Cristo resucitado para que cuando nos lleguen los momentos de cruz recordemos su divinidad, su cercanía y su presencia.

A pesar de todo, los apóstoles, ante la cruz huyeron. Nosotros, la mayoria de las veces, aún habiendo experimentado muchas veces el Amor de Dios, ante la cruz huimos, olvidamos e incluso renegamos de Dios.

Cada Eucaristía es una transfiguración, cada altar es un monte Tabor. En el podemos contemplar el milagro de la conversión del pan y el vino en el verdadero CUERPO y SANGRE de Cristo. El Señor nos dice aqui estoy con vosotros. Nos concede poder experimentar su divinidad, su presencia santificadora para que podamos vivir la felicidad. Cuantas veces por desgracia estamos pensando en otras cosas y no acabamos de vivir el encuentro con Cristo en el Tabor. Ojalá saliera de nuestros corazones la expresión de S.Pedro: "¡Qué bien se está aqui!" Que cada Eucaristía fuese el remanso de paz, de verdad, de estar en el Señor, de vida...

¡Cuanto nos falta para vivir así la Eucaristía! ¡Nos distraemos muy facilmente!
Por favor, vamos a valorar el regalo que Dios nos hace cada día, a los apóstoles sólo se lo dió un día en el Tabor a nosotros todos los días tenemos la oportunidad de vivir un trocito de cielo en el Altar.

Que Dios os bendiga a todos.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.


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16/3/11

Reflexiones para la Cuaresma (II): El diablo actúa en el mundo y no se cansa

El primer domingo del itinerario cuaresmal subraya nuestra condición de hombre en esta tierra. La batalla victoriosa contra las tentaciones, que da inicio a la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la propia fragilidad para acoger la gracia que libera del pecado e infunde nueva fuerza en Cristo, camino, verdad y vida.

Es una llamada decidida a la recordar que la fe cristiana implica, siguiendo el ejemplo de Jesús y en unión con Él, una lucha “contra los dominadores de este mundo tenebroso” (Ef 6, 12), en el cual el diablo actúa y no se cansa, tampoco hoy, de tentar al hombre que quiere acercarse al Señor: Cristo sale victorioso, para abrir también nuestro corazón a la esperanza y guiarnos a vencer las seducciones del mal.

15/3/11

El grupo de niños de Postcomunión visita la iglesia del Juramento

El grupo de niños de postcomunión de nuestra parroquia hizo una vistia el pasado sábado a la Iglesia del Juramento de San Rafael.

Allí recibieron una pequeña catequesis en la que se les relató la intervención de San Rafael en el libro de Tobías y las distintas apariciones al Padre Roelas y su declaración como custodio de la ciudad de Córdoba.

Tras seguir atentamente las explicaciones dadas por su catequista elevaron sus oraciones al Arcángel custodio de Córdoba y, posteriormente, recorrieron detenidamente toda la iglesia apreciando los distintos elementos artísticos de la misma.

14/3/11

Reflexiones para la Cuaresma (I): Nadie merece la vida eterna con sus fuerzas

El hecho de que en la mayoría de los casos el Bautismo se reciba en la infancia pone de relieve que se trata de un don de Dios: nadie merece la vida eterna con sus fuerzas. La misericordia de Dios, que borra el pecado y permite vivir en la propia existencia “los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Flp 2, 5) se comunica al hombre gratuitamente.

13/3/11

“No tentarás al Señor, tu Dios”

I DOMINGO DE CUARESMA

Lecturas: Génesis 2, 7-9; 3, 1-7 // Salmo 50 // Romanos 5, 12-19 // Mateo 4 , 1-11

Queridos hermanos y hermanas:

La Tentación de Cristo. Ary Scheffer, 1854El pasado miércoles comenzabamos en la Iglesia Universal el tiempo de Cuaresma. La cuaresma son cuarenta días de preparación de la Semana Santa. Es un tiempo largo, en el que estamos llamados a la conversión, la penitencia y la caridad. Muchas veces en nuestros días se cuestionan estos medios catalogándoles de arcáicos y fuera de lugar en nuestros días. Incluso se piensa que fueron inventados por la Iglesia para fastidiar... La Palabra de Dios que se proclama en este primer domingo nos explica claramente quién es el fundador de los cuarenta días de ayuno y oración, nos deja bien claro por qué es necesario convertir nuestro corazón, y descubrimos el gran regalo de Dios que fue la Redención de nuestras culpas por medio de Jesucristo.

La Primera lectura del libro del Génesis, nos narra mediante el precioso relato de la caida de Adán y Eva, la realidad más profunda del corazón humano: el pecado. Muchos contemporáneos nuestros, ateos y agnósticos, no creyentes y lo que es peor, muchos creyentes, niega y se burlan del relato del Génesis. Lo consideran un "cuentecito" para personas poco formadas. La primera reflexión que se me ocurre es la afirmación del libro del Génesis como Palabra de Dios, tan Palabra de Dios como el Evangelio de San Mateo. La Biblia no contiene libros que NO sean Revelados, inspirados por Dios.

Partiendo de esta realidad de fe, innegable y que no podemos dudar, el relato del Génesis nos pone ante la dura realidad del pecado. Evidentemente el pecado no fue "comer una manzana" porque entonces todos los que comemos manzanas seríamos pecadores irredentos. El Pecado que narra el Génesis es el pecado de Soberbia, porque lo que tento a Adán y Eva fue creer que al comer de aquel árbol tendrían el mismo conocimiento y poder de Dios. Es el gran pecado del hombre, creernos dioses que podemos decidir sobre el futuro de la humanidad y de la creación. Es el gran pecado de la mayoria de nuestra sociedad moderna, haber apartado a Dios de nuestras vidas porque nos creemos autosuficientes, poderosos dioses que pueden gobernar el mundo, y ¡así nos va! El pecado de la soberbia está metido en lo hondo de nuestros corazones, de tal manera que es la raíz de muchos de nuestros pecados, diferencias, discusiones, enfrentamientos... somos heridos en nuestro orgullo y entonces...

Porque el pecado sigue siendo una REALIDAD en nuestras vidas, la Iglesia nos ofrece la oportunidad de reflexionar y valorar la posibilidad de la Conversión durante cuarenta días, CUARESMA. El evangelio de hoy, nos presenta al propio Jesús apartándose cuarenta días al desierto, al silencio, practicando el ayuno y la oración. Todos los que niegan la necesidad del ayuno y la oración, el sacrificio, el silencio, el desierto... en este tiempo de Cuaresma, están negando una práctica del propio Jesucristo. ¡Claro! ¡Es que somos más listos que Él! ¡Mira que hacer ayuno, hacer oración... si eso ya no se lleva! Esta frase la he oido miles de veces, lo peor de todo, incluso de boca de personas creyentes y practicantes. Bueno pues al Evangelio me remito. Cada cual que saque sus consecuencias.

El libro del Génesis nos explica hoy la realidad del pecado en el hombre, el Evangelio nos enseña el porqué de la Cuaresma para reflexionar y convertir nuestras vidas y la Carta del Apóstol S.Pablo a los Romanos, nos muestra el camino de nuestra Salvación: CRISTO. San Pablo nos recuerda que por un hombre entró el pecado, Adán, pero por Dios hecho Hombre, Jesús, entró la Redención, el Perdón, la Salvación.

La Cuaresma no es un tiempo sórdido en el que nos regodeamos en nuestros pecados y en lo malos que somos. La Cuaresma es tiempo de Salvación, es tiempo de hacer verdadero examen de Conciencia para experimentar la necesidad del Perdón. Nos preparamos para vivir la SALVACIÓN. No vivimos para el pecado, vivimos para la Gracia que nos trae Jesucristo. Él quiere que convirtamos nuestras vidas, pidamos perdón y experimentemos la Gracia en nuestros corazones.

Espero que todos aprovechemos este tiempo de cuaresma para reflexionar, para hacer oración, para leer el Evangelio, para hacer una buena confesión. En esta misma página web, está colgado un modelo de examen de conciencia que nos puede ser muy útil para prepararnos una buena confesión.

Dios nos conceda a todos crecer en Santidad, vivir el Triduo Pascual llenos de Gozo y Agradecimiento por la Salvación que Jesús nos da.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

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12/3/11

Una web para rezar


Coincidiendo con el inicio de la cuaresma la oficina pastoralsj, vinculada a los jesuitas de España ha puesto en marcha la web http://www.rezandovoy.org/.

En esta web se podrá escuchar o descargar cada día una "meditación-oración" de poco más de 10 minutos con la que se pretende ayudar a las personas a rezar cada día, dando espacios, propuestas y luces para llegar al encuentro con Dios en medio de nuestras vidas ocupadas.

11/3/11

Esquema para el examen de conciencia

A continuación presentamos un esquema para el examen de conciencia, que pueda sernos útil para facilitar la confesión de nuestros pecados, nuestra reconciliación con Dios, esta Cuaresma:

ESQUEMA PARA EL EXAMEN DE CONCIENCIA

Se propone un esquema para el examen de conciencia que se debe completar y adaptar según las costumbres locales y la diversidad de personas.

Cuando se hace el examen de conciencia antes del Sacramento de la Penitencia, conviene que cada uno, ante todo, se pregunte sobre lo siguiente:

  1. ¿Voy al Sacramento de la Penitencia con sincero deseo de purificación, conversión, renovación de vida y amistad más profunda con Dios, o, por el contrario, lo considero como una carga que se ha de recibir las menos veces posibles?
  2. ¿Me olvidé o callé voluntariamente algún pecado grave en las confesiones anteriores?
  3. ¿Cumplí la penitencia que me fue impuesta? ¿Reparé las injusticias que acaso cometí? ¿Me esforcé en llevar a la práctica los propósitos de enmendar la vida según el Evangelio?
Cada uno debe someter su vida a examen, a la luz de la palabra de Dios.

I. Dice el Señor: «Amarás a tu Dios con todo el corazón»
  1. ¿Tiende mi corazón a Dios de manera que en verdad lo ame sobre todas las cosas en el cumplimiento fiel de sus mandamientos, como ama un hijo a su padre, o, por el contrario, vivo obsesionado por las cosas temporales? ¿Obro en mis cosas con recta intención?
  2. ¿Es firme mi fe en Dios, que nos habló por medio de su Hijo? ¿Me adhiero firmemente a la doctrina de la Iglesia? ¿Tengo interés en mi instrucción cristiana escuchando la Palabra de Dios, participando en la catequesis, evitando cuanto pudiera dañar mi fe? ¿He profesado siempre, con vigor y sin temores mi fe en Dios. ¿He manifestado mi condición de cristiano en la vida pública y privada?
  3. ¿He rezado mañana y noche? ¿Mi oración es una auténtica conversación —de mente y corazón— con Dios o un puro rito exterior? ¿He ofrecido a Dios mis trabajos, dolores y gozos? ¿Recurro a él en mis tentaciones?
  4. ¿Tengo reverencia y amor hacia el nombre de Dios o le ofendo con blasfemia, falsos juramentos o usando su nombre en vano? ¿Me he conducido irreverentemente con la Virgen María y los santos?
  5. ¿Guardo los domingos y días de fiesta de la Iglesia participando activa, atenta y piadosamente en la celebración litúrgica, y especialmente en la misa? ¿He cumplido el precepto anual de la confesión y de la comunión pascual?
  6. ¿Tengo, quizá, otros «dioses», es decir: cosas por las que me preocupo y en las que confío más que en Dios, como son las riquezas, las supersticiones, el espiritismo o cualquier forma de inútil magia?
II. Dice el Señor: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado»
  1. ¿Tengo auténtico amor a mi prójimo o abuso de mis hermanos utilizándolos para mis fines o comportándome con ellos como no quisiera que se comportasen conmigo? ¿Los he escandalizado gravemente con palabras o con acciones?
  2. ¿He contribuido, en el seno de mi familia, al bien y a la alegría de los demás con mi paciencia y verdadero amor? ¿Han sido los hijos obedientes a sus padres, prestándoles respeto y ayuda en sus necesidades espirituales y temporales? ¿Se preocupan los padres de educar cristianamente a sus hijos, ayudándoles con el ejemplo y con la paterna autoridad? ¿Son los cónyuges fieles entre sí en el corazón y en la vida?
  3. ¿Comparto mis bienes con quienes son más pobres que yo? ¿Defiendo en lo que puedo a los oprimidos, ayudo a los que viven en la miseria, estoy junto a los débiles o, por el contrario, he despreciado a mis prójimos, sobre todo a los pobres, débiles, ancianos, extranjeros y hombres de otras razas?
  4. ¿Realizo en mi vida la misión que acepté en mi Confirmación? ¿Participo en las obras de apostolado y caridad de la Iglesia y en la vida de mi parroquia ? ¿He tratado de remediar las necesidades de la Iglesia y del mundo? ¿He orado por ellas, especialmente por la unidad de la Iglesia, la evangelización de los pueblos, la realización de la paz y la justicia?
  5. ¿Me preocupo por el bien y la prosperidad de la comunidad humana en la que vivo o me paso la vida preocupado tan sólo de mí mismo? ¿Participo, según mis posibilidades, en la promoción de la justicia, la honestidad de las costumbres, la concordia y la caridad en este mundo? ¿He cumplido con mis deberes cívicos? ¿He pagado mis tributos?
  6. ¿En mi trabajo o empleo soy justo, laborioso, honesto, prestando con amor mi servicio a la sociedad? ¿He dado a mis obreros o sirvientes el salario justo? ¿He cumplido mis promesas y contrato?
  7. ¿He prestado a las legítimas autoridades la obediencia y respeto debidos?
  8. Si tengo algún cargo o ejerzo alguna autoridad ¿los uso para mi utilidad personal o para el bien de los demás, en espíritu de servicio?
  9. ¿He mantenido la verdad y la fidelidad o he perjudicado a alguien con palabras falsas, con calumnias, mentiras o violación de algún secreto?
  10. ¿He producido algún daño a la vida, la integridad física, la fama, el honor o los bienes de otros? ¿He procurado o inducido al aborto? ¿He odiado a alguien? ¿Me siento separado de alguien por riñas, injurias, ofensas o enemistades? ¿He rehusado por egoísmo, presentarme como testigo de la inocencia de alguien?
  11. ¿He robado o deseado injusta o desordenadamente cosas de otros o les he causado algún daño? ¿He restituido lo robado y he reparado el daño?
  12. Si alguien me ha injuriado ¿me he mostrado dispuesto a la paz y a conceder, por el amor de Cristo, el perdón, o mantengo deseos de odio y venganza?
III. Cristo, el Señor, dice: «Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto»
  1. ¿Cuál es la dirección fundamental de mi vida? ¿Me anima la esperanza de la vida eterna? ¿Me esfuerzo en avanzar en la vida espiritual por medio de la oración, la lectura y la meditación de la Palabra de Dios, la participación en los sacramentos y la mortificación? ¿Estoy esforzándome en superar mis vicios, mis inclinaciones y pasiones malas, como la envidia o la gula en comidas y bebidas? ¿Me he levantado contra Dios, por soberbia o jactancia, o he despreciado a los demás sobreestimándome a mí mismo? ¿He impuesto mi voluntad a los demás en contra de su libertad y sus derechos?
  2. ¿Qué uso he hecho de mi tiempo, de mis fuerzas, de los dones que Dios me dió? ¿Los he usado en superarme y perfeccionarme a mí mismo? ¿He vivido ocioso y he sido perezoso?
  3. ¿He soportado con serenidad y paciencia los dolores y contrariedades de la vida? ¿He mortificado mi cuerpo para ayudar a completar «lo que falta a la Pasión de Cristo»? ¿He observado la ley del ayuno y la abstinencia?
  4. ¿He mantenido mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza y la castidad como templo que es del Espíritu Santo, llamado a resucitar en la gloria y como signo del amor que el Dios fiel profesa a los hombres, signo que adquiere toda su luz en el matrimonio? ¿He manchado mi carne con la fornicación, con la impureza, con palabras o pensamientos indignos, con torpes acciones o deseos?
  5. ¿He condescendido a mis placeres? ¿He mantenido conversaciones, realizado lecturas o asistido a espectáculos y diversiones contrarias a la honestidad humana y cristiana? ¿He incitado al pecado a otros con mi falta de decencia? ¿He observado la ley moral en el uso del matrimonio?
  6. ¿He actuado alguna vez contra mi conciencia, por temor o por hipocresía?
  7. ¿He tratado siempre de actuar dentro de la verdadera libertad de los hijos de Dios, según la ley del Espíritu, o soy siervo de mis pasiones?


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10/3/11

Triduo a Nuestro Padre Jesús de la Fe

Los días 10, 11 y 12 de Marzo, a las 20:00 horas, se celebrará en nuestra parroquia (D.M.) el Triduo en honor a Nuestro Padre Jesús de la Fe, titular de la Hermandad de la Sagrada Cena.

Dichos cultos finalizarán el día 13 de Marzo a las 20:00 h. con la Fiesta de Regla de la Hermandad.

9/3/11

Miércoles de Ceniza 2011

Miércoles de Ceniza

Lecturas: Joel 2,12-18 // Salmo 51 // Corintios 5,20-21.6,1-2 // Mateo 6,1-6.16-18

Comenzamos hoy la Cuaresma, cuarenta días en los que estamos llamados a prepararnos interiormente para vivir la Pascua y Resurrección del Señor. Con el rito de la imposición de la ceniza, se nos llama a hacer el camino de conversión que iremos escuchando a lo largo de la Cuaresma, se nos invita a ser conscientes de nuestros pecados y a saber valorar y agradecer la misericordia de Dios para con nosotros.

Hoy las lecturas acentúan la necesidad del reencuentro personal con Dios, la segunda carta del apóstol S. Pablo a los Corintios incide en esta necesidad de volvernos desde lo hondo del corazón a Dios. Como consecuencia de este reencuentro personal, fijaos que dice reencuentro lo que supone que ya antes hemos tenido experiencia del encuentro con el Señor, que en algún momento de nuestras vidas hemos estado cerca de Dios y queremos volver a estar en esa profunda sintonía con Él, uno tiene que reconocer su propia debilidad y darse cuenta que debe despojarse de todo lo que le impide ser honesto y sincero ante Dios. Es necesario poner en práctica la ascética que indica el evangelio: la limosna, el ayuno y la oración.

El gesto de imposición de las cenizas nos recuerda nuestra debilidad, y el profundo sentido penitencial de este día. Con este gesto nos reconocemos públicamente y comunitariamente, desde el celebrante hasta el último fiel, pecadores abiertos a la conversión. “Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás”, “Convertíos y creed en el Evangelio”. Las cenizas son el signo de la destrucción total de la muerte provocada por el pecado del hombre. Es signo de muerte pero a la vez es signo de conversión, porque siempre vive en nosotros la esperanza de ser recreados por Dios, de ser invitados a vivir la Gracia plena en el Paraíso por la Gracia de la Resurrección, de la Pascua de Jesucristo.

Es una invitación sincera a reconocer nuestra pobreza espiritual ante Dios, de ser sinceros con nosotros mismos y con la comunidad y reconocer que no somos tan buenos como normalmente nos creemos. Que con que escarbemos un poco en nuestra capa superficial, encontramos pecado y muchas infidelidades al plan de Salvación de Dios para nuestras vidas.

Cuando humanamente, el medico nos dice que tenemos que cuidar nuestro colesterol, nuestra condición física, nuestra ingesta de alimentos, normalmente lo tomamos como algo necesario paras nuestra salud y hacemos ejercicios, hacemos un régimen estricto de comidas, procuramos no sobrepasarnos con los alimentos y la bebida. Somos capaces de sacrificar cosas que nos gustan para poder vivir con salud o recuperarla porque nuestros malos hábitos alimenticios la habían perjudicado.

También nuestros malos hábitos en la vida Espiritual hacen que está esté enferma o casi no exista y para ello la Iglesia nos ofrece un tratamiento especial en este tiempo de Cuaresma. También para nuestras enfermedades espirituales tenemos que practicar una serie de recomendaciones que nos harán recobrar la vitalidad: el ayuno, la oración y la limosna.

El propio Evangelio y el propio Jesús nos lo dice y él mismo lo practica, nos propone el ascetismo como camino único de conversión. Por otra parte, el camino ascético es un práctica común en todas las religiones, en todos los creyentes que quieren vivir sinceramente el encuentro espiritual con la divinidad.

Ascetismo que consiste en:

1º.- La Oración:
Puede ser el momento ideal para sugerir la importancia de la oración en nuestras vidas. De estar atentos a la escucha de la Palabra de Dios, de releer orando los textos que la liturgia cuaresmal nos propone para cada día en la misa. Sería un buen momento para que cada día nos acercásemos al evangelio de la jornada y practicásemos la “Lectio Divina”. Es decir el leer en silencio, metiéndonos en el texto, orando el texto las lecturas de cada día. Sería aún más rico para nuestra vivencia cuaresmal vivir la Eucaristía todos los días de Cuaresma, vivir lo que hemos rezado en casa, compartirlo con la comunidad parroquial que está también orando y celebrando la conversión en el camino cuaresmal.

Saber sacar ratos largos de oración, de lectura del Evangelio, del Rosario, el Vía Crucis, la lectura de algún libro de vida de Santos, de materia espiritual, etc..
En definitiva de hacer oración sincera y prolongada.

2º.- El Ayuno: que no quiere significar un desprecio al propio cuerpo, sino el ejercicio de una virtud que hoy día cuesta practicarla con un sentido espiritual y profundamente cristiano y que sin embargo la hacemos por motivos estéticos, de régimen para adelgazar e incluso para recobrar nuestra “línea perdida”. Lo que vemos totalmente lógico para recuperar la figura lo denostamos y lo tachamos de “carca” cuando se nos ofrece como medio para “recuperar nuestra figura espiritual”. Es recuperar la práctica de virtudes como la frugalidad y la templanza. Es una manera de atemperar y controlar nuestro instinto de búsqueda obstinada de la satisfacción personal y del cuerpo.

Es algo contradictorio que alabemos a personajes de otras religiones que viven un ayuno continuo, una vida de verdadera ascesis personal, que intentemos implantarlo en nuestras costumbres occidentales como el gran descubrimiento espiritual cuando el ayuno, la renuncia y la oración es la vida de ascesis vivida y enseñada desde siempre por el propio Jesús y por la Iglesia.

3º.- La Limosna: el ayuno cristiano está en relación con la oración y con la limosna. Debemos renunciar a nuestros caprichos para compartir con los demás no sólo lo que nos sobra sino también incluso lo que nos es necesario. La limosna es la capacidad de saber compartir con el necesitado. Dar de lo que tenemos y de lo que renunciamos en este tiempo de ayuno para a los que siempre está ayunando obligatoriamente por su necesidad.

La oración, el ayuno, la cuaresma, no tienen sentido si no compartimos con los demás. No se trata de vivir muy íntimamente y personalmente la conversión o el trato con Dios. Se trata de vivirlo con los demás y para los demás. De ser más santos por nuestro amor a Dios y a los hermanos.

Este es el camino de cuaresma, esta es la tarea que comenzamos hoy Miércoles de Cenizas, que finalizaremos el Domingo de Ramos y que quiere prepararnos para vivir realmente la Pascua de Nuestro señor Jesucristo. Pido a Dios de todo corazón que suscite en nosotros el deseo sincero de conversión, de vivir plenamente este tiempo santo de Cuaresma y que fijándonos en el propio Jesús nos adentremos en el desierto de nuestras vidas para regarlo con la Gracia de Dios y convertirlo en el paraíso de la Pascua.

Que Dios os bendiga y os conceda por intercesión de la Virgen María, ser mejores cristianos y mejores hermanos.

Tomás Pajuelo. Párroco


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8/3/11

Avisos para la Cuaresma 2011

Todos los domingos de cuaresma en la parroquia se expondrá el Santísimo a las 19h y habrá 45 minutos de silencio y oración para poder vivir el desierto cuaresmal. A las 19:45h se hará la reserva del Santísimo para comenzar la Eucaristía a las 20h. Habrá un sacerdote para confesar durante ese tiempo y durante la misa si es posible.

El día 20 desde las 17h será el RETIRO PARROQUIAL DE CUARESMA. Hasta las 20h que empieza la misa.

6/3/11

Misas del Miércoles de Ceniza 2011

El día 9 de marzo, Miércoles de Ceniza, día de ayuno y abstinencia, se celebrarán misas en nuestra parroquia a las 18'00 h. y a las 20'00 h. En ellas iniciaremos la cuaresma 2011 con el rito de la imposición de la ceniza.

A continuación se reproduce el Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Cuaresma 2011:

MENSAJE DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
PARA LA CUARESMA 2011

«Con Cristo sois sepultados en el Bautismo,
con él también habéis resucitado»
(cf. Col 2, 12)

Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma, que nos lleva a la celebración de la Santa Pascua, es para la Iglesia un tiempo litúrgico muy valioso e importante, con vistas al cual me alegra dirigiros unas palabras específicas para que lo vivamos con el debido compromiso. La Comunidad eclesial, asidua en la oración y en la caridad operosa, mientras mira hacia el encuentro definitivo con su Esposo en la Pascua eterna, intensifica su camino de purificación en el espíritu, para obtener con más abundancia del Misterio de la redención la vida nueva en Cristo Señor (cf. Prefacio I de Cuaresma).

1. Esta misma vida ya se nos transmitió el día del Bautismo, cuando «al participar de la muerte y resurrección de Cristo» comenzó para nosotros «la aventura gozosa y entusiasmante del discípulo» (Homilía en la fiesta del Bautismo del Señor, 10 de enero de 2010). San Pablo, en sus Cartas, insiste repetidamente en la comunión singular con el Hijo de Dios que se realiza en este lavacro. El hecho de que en la mayoría de los casos el Bautismo se reciba en la infancia pone de relieve que se trata de un don de Dios: nadie merece la vida eterna con sus fuerzas. La misericordia de Dios, que borra el pecado y permite vivir en la propia existencia «los mismos sentimientos que Cristo Jesús» (Flp 2, 5) se comunica al hombre gratuitamente.

El Apóstol de los gentiles, en la Carta a los Filipenses, expresa el sentido de la transformación que tiene lugar al participar en la muerte y resurrección de Cristo, indicando su meta: que yo pueda «conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos» (Flp 3, 10-11). El Bautismo, por tanto, no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleve a alcanzar la talla adulta de Cristo.

Un nexo particular vincula al Bautismo con la Cuaresma como momento favorable para experimentar la Gracia que salva. Los Padres del Concilio Vaticano II exhortaron a todos los Pastores de la Iglesia a utilizar «con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la liturgia cuaresmal» (Sacrosanctum Concilium, 109). En efecto, desde siempre, la Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo: en este Sacramento se realiza el gran misterio por el cual el hombre muere al pecado, participa de la vida nueva en Jesucristo Resucitado y recibe el mismo espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (cf. Rm 8, 11). Este don gratuito debe ser reavivado en cada uno de nosotros y la Cuaresma nos ofrece un recorrido análogo al catecumenado, que para los cristianos de la Iglesia antigua, así como para los catecúmenos de hoy, es una escuela insustituible de fe y de vida cristiana: viven realmente el Bautismo como un acto decisivo para toda su existencia.

2. Para emprender seriamente el camino hacia la Pascua y prepararnos a celebrar la Resurrección del Señor —la fiesta más gozosa y solemne de todo el Año litúrgico—, ¿qué puede haber de más adecuado que dejarnos guiar por la Palabra de Dios? Por esto la Iglesia, en los textos evangélicos de los domingos de Cuaresma, nos guía a un encuentro especialmente intenso con el Señor, haciéndonos recorrer las etapas del camino de la iniciación cristiana: para los catecúmenos, en la perspectiva de recibir el Sacramento del renacimiento, y para quien está bautizado, con vistas a nuevos y decisivos pasos en el seguimiento de Cristo y en la entrega más plena a él.

El primer domingo del itinerario cuaresmal subraya nuestra condición de hombre en esta tierra. La batalla victoriosa contra las tentaciones, que da inicio a la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la propia fragilidad para acoger la Gracia que libera del pecado e infunde nueva fuerza en Cristo, camino, verdad y vida (cf. Ordo Initiationis Christianae Adultorum, n. 25). Es una llamada decidida a recordar que la fe cristiana implica, siguiendo el ejemplo de Jesús y en unión con él, una lucha «contra los Dominadores de este mundo tenebroso» (Ef 6, 12), en el cual el diablo actúa y no se cansa, tampoco hoy, de tentar al hombre que quiere acercarse al Señor: Cristo sale victorioso, para abrir también nuestro corazón a la esperanza y guiarnos a vencer las seducciones del mal.

El Evangelio de la Transfiguración del Señor pone delante de nuestros ojos la gloria de Cristo, que anticipa la resurrección y que anuncia la divinización del hombre. La comunidad cristiana toma conciencia de que es llevada, como los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan «aparte, a un monte alto» (Mt 17, 1), para acoger nuevamente en Cristo, como hijos en el Hijo, el don de la gracia de Dios: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle» (v. 5). Es la invitación a alejarse del ruido de la vida diaria para sumergirse en la presencia de Dios: él quiere transmitirnos, cada día, una palabra que penetra en las profundidades de nuestro espíritu, donde discierne el bien y el mal (cf. Hb 4, 12) y fortalece la voluntad de seguir al Señor.

La petición de Jesús a la samaritana: «Dame de beber» (Jn 4, 7), que se lee en la liturgia del tercer domingo, expresa la pasión de Dios por todo hombre y quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del «agua que brota para vida eterna» (v. 14): es el don del Espíritu Santo, que hace de los cristianos «adoradores verdaderos» capaces de orar al Padre «en espíritu y en verdad» (v. 23). ¡Sólo esta agua puede apagar nuestra sed de bien, de verdad y de belleza! Sólo esta agua, que nos da el Hijo, irriga los desiertos del alma inquieta e insatisfecha, «hasta que descanse en Dios», según las célebres palabras de san Agustín.

El domingo del ciego de nacimiento presenta a Cristo como luz del mundo. El Evangelio nos interpela a cada uno de nosotros: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». «Creo, Señor» (Jn 9, 35.38), afirma con alegría el ciego de nacimiento, dando voz a todo creyente. El milagro de la curación es el signo de que Cristo, junto con la vista, quiere abrir nuestra mirada interior, para que nuestra fe sea cada vez más profunda y podamos reconocer en él a nuestro único Salvador. Él ilumina todas las oscuridades de la vida y lleva al hombre a vivir como «hijo de la luz».

Cuando, en el quinto domingo, se proclama la resurrección de Lázaro, nos encontramos frente al misterio último de nuestra existencia: «Yo soy la resurrección y la vida... ¿Crees esto?» (Jn 11, 25-26). Para la comunidad cristiana es el momento de volver a poner con sinceridad, junto con Marta, toda la esperanza en Jesús de Nazaret: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo» (v. 27). La comunión con Cristo en esta vida nos prepara a cruzar la frontera de la muerte, para vivir sin fin en él. La fe en la resurrección de los muertos y la esperanza en la vida eterna abren nuestra mirada al sentido último de nuestra existencia: Dios ha creado al hombre para la resurrección y para la vida, y esta verdad da la dimensión auténtica y definitiva a la historia de los hombres, a su existencia personal y a su vida social, a la cultura, a la política, a la economía. Privado de la luz de la fe todo el universo acaba encerrado dentro de un sepulcro sin futuro, sin esperanza.

El recorrido cuaresmal encuentra su cumplimiento en el Triduo Pascual, en particular en la Gran Vigilia de la Noche Santa: al renovar las promesas bautismales, reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos comunicó cuando renacimos «del agua y del Espíritu Santo», y confirmamos de nuevo nuestro firme compromiso de corresponder a la acción de la Gracia para ser sus discípulos.

3. Nuestro sumergirnos en la muerte y resurrección de Cristo mediante el sacramento del Bautismo, nos impulsa cada día a liberar nuestro corazón del peso de las cosas materiales, de un vínculo egoísta con la «tierra», que nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos a Dios y al prójimo. En Cristo, Dios se ha revelado como Amor (cf. 1 Jn 4, 7-10). La Cruz de Cristo, la «palabra de la Cruz» manifiesta el poder salvífico de Dios (cf. 1 Co 1, 18), que se da para levantar al hombre y traerle la salvación: amor en su forma más radical (cf. Enc. Deus caritas est, 12). Mediante las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la oración, expresiones del compromiso de conversión, la Cuaresma educa a vivir de modo cada vez más radical el amor de Cristo. El ayuno, que puede tener distintas motivaciones, adquiere para el cristiano un significado profundamente religioso: haciendo más pobre nuestra mesa aprendemos a superar el egoísmo para vivir en la lógica del don y del amor; soportando la privación de alguna cosa —y no sólo de lo superfluo— aprendemos a apartar la mirada de nuestro «yo», para descubrir a Alguien a nuestro lado y reconocer a Dios en los rostros de tantos de nuestros hermanos. Para el cristiano el ayuno no tiene nada de intimista, sino que abre mayormente a Dios y a las necesidades de los hombres, y hace que el amor a Dios sea también amor al prójimo (cf. Mc 12, 31).

En nuestro camino también nos encontramos ante la tentación del tener, de la avidez de dinero, que insidia el primado de Dios en nuestra vida. El afán de poseer provoca violencia, prevaricación y muerte; por esto la Iglesia, especialmente en el tiempo cuaresmal, recuerda la práctica de la limosna, es decir, la capacidad de compartir. La idolatría de los bienes, en cambio, no sólo aleja del otro, sino que despoja al hombre, lo hace infeliz, lo engaña, lo defrauda sin realizar lo que promete, porque sitúa las cosas materiales en el lugar de Dios, única fuente de la vida. ¿Cómo comprender la bondad paterna de Dios si el corazón está lleno de uno mismo y de los propios proyectos, con los cuales nos hacemos ilusiones de que podemos asegurar el futuro? La tentación es pensar, como el rico de la parábola: «Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años... Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma”» (Lc 12, 19-20). La práctica de la limosna nos recuerda el primado de Dios y la atención hacia los demás, para redescubrir a nuestro Padre bueno y recibir su misericordia.

En todo el período cuaresmal, la Iglesia nos ofrece con particular abundancia la Palabra de Dios. Meditándola e interiorizándola para vivirla diariamente, aprendemos una forma preciosa e insustituible de oración, porque la escucha atenta de Dios, que sigue hablando a nuestro corazón, alimenta el camino de fe que iniciamos en el día del Bautismo. La oración nos permite también adquirir una nueva concepción del tiempo: de hecho, sin la perspectiva de la eternidad y de la trascendencia, simplemente marca nuestros pasos hacia un horizonte que no tiene futuro. En la oración encontramos, en cambio, tiempo para Dios, para conocer que «sus palabras no pasarán» (cf. Mc 13, 31), para entrar en la íntima comunión con él que «nadie podrá quitarnos» (cf. Jn 16, 22) y que nos abre a la esperanza que no falla, a la vida eterna.

En síntesis, el itinerario cuaresmal, en el cual se nos invita a contemplar el Misterio de la cruz, es «hacerme semejante a él en su muerte» (Flp 3, 10), para llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida: dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo, como san Pablo en el camino de Damasco; orientar con decisión nuestra existencia según la voluntad de Dios; liberarnos de nuestro egoísmo, superando el instinto de dominio sobre los demás y abriéndonos a la caridad de Cristo. El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo.

Queridos hermanos y hermanas, mediante el encuentro personal con nuestro Redentor y mediante el ayuno, la limosna y la oración, el camino de conversión hacia la Pascua nos lleva a redescubrir nuestro Bautismo. Renovemos en esta Cuaresma la acogida de la Gracia que Dios nos dio en ese momento, para que ilumine y guíe todas nuestras acciones. Lo que el Sacramento significa y realiza estamos llamados a vivirlo cada día siguiendo a Cristo de modo cada vez más generoso y auténtico. Encomendamos nuestro itinerario a la Virgen María, que engendró al Verbo de Dios en la fe y en la carne, para sumergirnos como ella en la muerte y resurrección de su Hijo Jesús y obtener la vida eterna.

Vaticano, 4 de noviembre de 2010

BENEDICTUS PP. XVI



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«Meteos en el corazón estas palabras»

IX Domingo del Tiempo Ordinario

Lecturas: Deuteronomio 11,18.26-28.32. // Salmo 31 // Romanos 3,21-25.28 // Mateo 7,21-27

Queridos hermanos, en este Domingo noveno del tiempo Ordinario,a las puertas de empezar la Cuaresma, os recuerdo que el próximo día 9 de Marzo es Miércoles de Cenias, la Palabra de Dios nos habla hoy de la necesidad de vivir en la VERDAD. De ser hombres y mujeres que asientan su vida sobre la Roca que es Cristo.

En la primera lectura, del libro del Deuteronomio, Moisés habla en nombre de Dios, íntimamente persuadido de la misión que se le ha encomendado. Por eso suplica al pueblo con acentos encendidos: Meteos en el corazón estas palabras. Grabadlas en vuestra alma, metedlas en vuestros corazones. Son tan importantes y tan decisivas que de ellas depende la salvación presente y la eterna.

Es cierto que aquellos hombres se percataron de la importancia de la Ley de Dios y que, por ser fieles a sus mandamientos, muchos sufrieron el martirio. Pero otros se contentaron con una fidelidad meramente externa, con una interpretación superficial. Muchos israelitas, como muchos cristianos hoy, vivian la fe de cara a la galeria. Es lo que me habéis oido muchas veces, el CUMPLIMIENTO de la ley, CUMPLO: es verdad que externamente cumplo o intento cumplir las normas pero por dentro no las hago mías. MIENTO: así vivo, por fuera muy cumplidor pero por dentro en mi corazón y en mis obras, lleno de pecado y sin ánimo ninguno de conversión. También hoy existen los que oyen la palabra de Dios y en lugar de meterlas en el corazón y en el alma, las usan como un simple adorno. Hacen de la religión un mero formulismo social que no llega hasta su intimidad, algo que no les hace cambiar sus vidas de pecado, algo que no transforma sus vidas egoístas en vidas de amor y de entrega.

"La bendición, sigue diciendo el autor sagrado, si escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios que yo os mando hoy; la maldición, si no escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios y os desviáis del camino que os marco...". Dios no nos engaña, ni quiere cogernos de sorpresa. Él nos avisa con tiempo, nos pone en guardia. Su bendición en nuestra vida y en nuestra muerte si somos consecuentes con sus palabras, si guardamos sus mandamientos. Bendición que lleva consigo paz, amor, alegría, serenidad en el alma... Maldición de Dios. La más terrible de las maldiciones. Dolor y angustia, desesperación y agobio, sufrimiento hondo y pena sin fin.

"Aquel día", alusión clara al día definitivo, al día último de la Historia. Día que no sabemos cuándo será, pero que indefectiblemente llegará. Día de la ira lo llama la antigua e impresionante secuencia del Oficio de Difuntos. Día del juicio de Dios. Cuántas sorpresas habrá entonces, cuántos quedaremos al descubierto, sin que puedan usarse ya esas máscaras que, de ordinario, todos llevamos puestas. Día de vergüenza y de pesar. Vergüenza porque se pondrán de manifiesto muchos delitos y pecados, que permanecieron ocultos e impunes, o sólo confesados a medias, o declarados ante un desconocido al que no quisiéramos nunca más volver a ver.

También habrá pesar y llanto desconsolado en aquel día. Porque ya no será posible rectificar. Ni tener otra oportunidad para corregir el mal hecho. Del lado en que el árbol caiga, de ese lado permanecerá caído. Todo eso es una terrible verdad que debe empujarnos a rectificar, ahora que todavía estamos a tiempo de hacerlo. Pensemos que no sabemos cuánto dura el tiempo que se nos concede aún. Para unos quizá quedan pocos días, para otros es posible que más. Pero de todas formas, el tiempo es siempre muy breve y se nos va volando.

Pero, para que ese día no sea para nosotros día terrible y día de miedo, el Evangelio que escuchamos hoy nos da la solución: CONSTRUIR nuestras vidas cimentados en la ROCA firme que es Jesucristo. Jesús nos muestra su enseñanza con una comparación sobre la tontería que es hacer una edificación en la arena y hacerla sobre roca. Por supuesto la que está en la arena se cae a la primera acción de las lluvias, de las corrientes y de los vientos. Pues bien, así de tontos como el constructor en arenas es el que, conociendo la voluntad del Señor, sigue a profetas falsos, astrólogos, brujos, adivinos, el tarot, conseguidores de todo lo que uno desea, otorgadores de falsa paz, anunciadores de números premiados, etc. “El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica”

No sucede lo mismo con la casa construida en la roca. Pueden venir vientos y tempestades, pero la casa está firmemente cimentada en la roca. ¿Y quién es esa “roca”? Es Cristo. Es Dios. Es su Palabra. Son sus instrucciones. Es su Voluntad. Perdonad que lo repita varias veces, pero es muy necesario que nos demos cuenta donde tenemos que anclar nuestras vidas. Significa que vendrán vientos. Vendrán tempestades y lluvias. Pero unidos a su Voluntad, unidos a El, verdadera y sinceramente, podremos sentir los embates de las tempestades del Enemigo de Dios, pero no podrán derribarnos. “Vino la lluvia, bajaron los torrentes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca”.

No quiere decir que estaremos libres de ataques, pues estaremos sometidos a las mismas tentaciones y riesgos que el constructor tonto, pero estaremos firmes y fuertes cimentados en la roca. El mundo nos hará sufrir, tendremos los mismos problemas o más que nuestros vecinos, amigos y familiares, pero nuestra fe sincera nos ayudará a vivirlos de una manera distinta.

Señor, te pedimos que cures nuestra ceguera, que ilumines nuestro torpe entendimiento. Que comprendamos que tus palabras van en serio, que no son una simple amenaza para meternos miedo. Haz que tu doctrina se nos meta muy dentro, muy en lo hondo. De tal forma que sea tu Ley la que siempre determine nuestro actuar. Y que al final, y en el presente tu bendición, venga sobre nosotros. Os deseo a todos un feliz día del Señor, en compañia de vuestros seres queridos y de la comunidad parroquial. Que Dios os bendiga a todos.

Tomás Pajuelo. Párroco


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5/3/11

Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Español

Los pasados 7, 8 y 9 de febrero de 2011 se celebró en Madrid un Congreso sobre "La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia".

Entre otros frutos del congreso, uno de ellos ha sido la presentación de la Sagrada Biblia en versión oficial de la Conferencia Episcopal Española, que ya está a la venta.

A continuación se ofrecen dos conjuntos de información muy interesantes:

  • El sitio web del congreso y la nueva Biblia
  • Las ponencias del congreso, que son las siguientes:
    • 01- Sesión de Apertura
    • 02- La Sagrada Escritura en la Iglesia
    • 03- La Biblia de la CEE. Historia de un proyecto editorial y eclesial
    • 04- La Biblia de la CEE. Criterios técnicos y desarrollo de la obra
    • 05- La Biblia de la CEE. Criterio exegéticos y teológicos
    • 06- Criterios para el reconocimiento de las versiones de la Sagrada Escritura en la Instrucción Liturgiam Authenticam
    • 07- La lectura eclesial del Antiguo Testamento
    • 08- La Biblia en los Padres de la Iglesia
    • 09- Exegesis bíblica y vida eclesial
    • 10- La Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia
    • 11- Testimonio apostolico sobre Jesús y la historia
    • 12- Lectura orante de la Sagrada Escritura (lectio divina)
    • 13- La Sagrada Escritura, alma teológica
    • 14- La Pastoral bíblica. Historia y perspectivas
    • 15- Sagrada Escritura y pedagogía de Dios en la cultura del tiempo
    • 16- Catequesis e historia de la salvación
    • 17- La liturgia, marco privilegiado de la Sagrada Escritura
    • 18- Y el verbo se hizo carne. Naturaleza sacramental de la revelacion cristiana
    • 19- Lectura cientifica de la Sagrada Escritura
    • 20- Palabra de Dios y compromiso en el mundo
    • 22- La Sagrada Escritura en la Catequesis de iniciación cristiana

Recuerdos de la visita pastoral de nuestro Obispo


La Visita Pastoral de nuestro Obispo a la Parroquia del Beato Álvaro ha dejado muchos bienes del espíritu en la parroquia.

Además de eso, y fruto de la alegría por el paso del pastor, han quedado estos buenos recuerdos:



De Visita Pastoral de nuestro Obispo - 2011

Visita Pastoral de nuestro Obispo - 2011

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Testimonios de la visita pastoral de nuestro Obispo (III)

La Visita Pastoral de nuestro Obispo a la Parroquia del Beato Álvaro ha suscitado una serie de testimonios que publicaremos conforme vayan llegando en forma de comentarios en la web o de mensajes a la dirección de correo de la parroquia, indicando sólo el nombre de pila del/la autor/a.

Anímate a compartir tu testimonio. No se puede nunca saber qué sentimientos moverá el Espíritu en las demás personas, pero seguro que ese compartir no será estéril.

A continuación, otro de los testimonios:



La visita de nuestro obispo me deja dos sensaciones: de sentir comunitario y de profundo agradecimiento.

Por un lado, gracias a la fe y a confirmaciones como las de esta visita tengo la certeza de que esta es la Iglesia que Cristo quería para ayudar en Su tarea de salvación de los hombres. Esta y no otra, la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana, que hereda del sucesor de Pedro la encomienda apostólica que en estos momentos nos bendice con Don Demetrio y con nuestros benditos pastores Don Tomás y Don Emiliano. Y no sólo porque vea en ellos signos de una sincera y humilde aspiración a la santidad, como debiera ser en todos los cristianos, ni porque haya vivido de cerca la tremenda ilusión y alegría de todos los feligreses alrededor de sus pastores en comunión con Cristo a través de los sacramentos, sino porque tengo la convicción de que esta forma de peregrinar en este mundo que nuestra Iglesia tiene establecida y perfecciona con el tiempo y la lu del Espíritu Santo es la que Jesucristo quiere. Esta visita me refuerza esa percepción.

Y por otro lado, agradecimiento porque podíamos tener otra parroquia, una en la que no tuviéramos la suerte de contar con estos pastores ni con estos feligreses, una en la que el Señor nos hubiese enconmendado la prueba de contar con muchas dificultades a causa de las debilidades de las personas, de los recursos y hasta de la fe. Felizmente no es así, y estoy agradecidísimo al Señor de que nos bendiga con este tesoro, que debemos valorar, cuidar y, como talento que es, incrementar.

Alabado sea Dios.


Anónimo


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3/3/11

Testimonios de la visita pastoral de nuestro Obispo (II)

La Visita Pastoral de nuestro Obispo a la Parroquia del Beato Álvaro ha suscitado una serie de testimonios que publicaremos conforme vayan llegando en forma de comentarios en la web o de mensajes a la dirección de correo de la parroquia, indicando sólo el nombre de pila del/la autor/a.
Anímate a compartir tu testimonio. No se puede nunca saber qué sentimientos moverá el Espíritu en las demás personas, pero seguro que ese compartir no será estéril.

A continuación, otro de los testimonios:

Me han gustado muchísimo las fotos de la visita de D. Demetrio a nuestra Parroquia. Me ha tocado el corazón verlo con los enfermos, con los estudiantes, con los niños y los jóvenes, con los monaguillos y con los colaboradores, con la grey que le ha sido encomendada. Tiene para todos un cariñoso y delicado gesto. Me imagino si subiera a mi casa, o entrara en mi clase o en mi trabajo. Que gran gozo. !Que fortuna¡

Para todos nosotros ha sido un regalo único del Señor que guardaremos entrañablemente. Este sucesor de los Apostoles, no solo es erudito y sabio, sino también pastor bueno que junto con sus presbíteros me han transmitido santidad, porque son constituidos como principios de fe y unidad, son como sacramentos visibles. Son la presencia de Cristo en medio de su pueblo y todo ello para el bién nuestro. Que suerte tenemos de estar en tan buenas manos.

Recemos por ellos y demos Gracias siempre.


Rafael


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