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31/1/11

Catequesis preparatorias - Visita Pastoral

Publicamos en nuestra web la catequesis preparatoria que se ha elaborado con motivo de la visita pastoral de nuestro Obispo al Arciprestazgo de Ciudad Jardín durante este primer trimestre de 2011.

Este documento se estructura en tres partes:

  1. La Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica.
  2. El Ministerio del Obispo.
  3. La Visita Pastoral.

A lo largo de estas catequesis se nos explica qué es la Iglesia, cuál es el papel del Obispo y la importancia de esta visita pastoral que en estas semanas estamos recibiendo de nuestro pastor.

Puede descargarse aquí el texto completo que también se está distribuyendo en estos días en formato papel en todas las parroquias que componen el Arciprestazgo de Ciudad Jardín.

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30/1/11

Dichosos los pobres en el espíritu...

IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Sofonías 2, 3; 3, 12-13 // Salmo 145 // 1Corintios 1 , 26-31 // Mateo 5 , 1-12a

Queridos hermanos y hermanas:

El Sermón de las Bienaventurzanzas (1886-96) por James TissotLas lecturas de este domingo cuarto del tiempo ordinario nos presentan el discurso programático de Jesús: las Bienaventuranzas. En este texto se recoge de una manera sintética la doctrina de Jesús, la doctrina del evangelio. El estilo propio de los discípulos de Cristo.

Podríamos decir que las bienaventuranzas son el "decálogo" de la Nueva Alianza. Si Dios nuestro Padre entregó a Moisés en el Sinaí las tablas con los diez mandamientos que resumían su alianza con el pueblo, Cristo en el monte de las Bienaventuranzas entrega a todos los cristianos los "mandamientos", "los principios" de su misión en el mundo y de nuestra misión en la vida.

Fijaos que Jesús va enunciando las bienaventuranzas en positivo, nunca dice prohibido, o pecado si hacéis esto… dice bienaventurados, dichosos…
Releer despacio este texto, meditarlo como nos invita el artículo de la lectio divina publicado en la página web, saboreando el texto, las palabras, la intención del Señor... puede ser la mejor manera de hacer nuestro los principios de las Bienaventuranzas.

Lo primero que notamos es que el mensaje de las bienaventuranzas choca frontalmente con el mensaje del mundo, de la sociedad, de los medios de comunicación... choca porque pone en valor principios y actitudes que para el mundo son absurdas y son fruto de una tradición judeocristiana. Cuando oigo esta frase me da risa, ¿qué tradición vamos a tener si es la historia real de Europa? ¿Qué vamos a tener si Europa, le pese a quien le pese, es y ha sido cristiana y sus países han nacido de los principios del Evangelio?

Dichosos los pobres en el espíritu... Esta primera bienaventuranza, entronca perfectamente con la lectura del profeta Sofonías y de la 1ª Carta de San Pablo a los Corintios, que leemos hoy. En ambos textos se nos habla de la pobreza y humildad de los que creen y viven en Dios y de la sencillez de la mayoría de los que creen y son miembros de la comunidad. Estas bienaventuranza es esencial, tenemos que descubrir el valor real de las riquezas. No podemos poner nuestro corazón en el dinero porque nos corrompe. Sólo un corazón pobre, que no es lo mismo que miserable, sencillo, necesitado... tendrá deseo de ser llenado por la Gracia. Un corazón rico, autosuficiente, soberbio, no necesita de nada ni de nadie, ni siquiera de Dios. Es lo que le pasa a la sociedad de hoy, somos y nos sentimos tan poderosos que nos creemos los amos y señores del mundo y olvidamos que somos criaturas, creados a imagen y semejanza de Dios. No somos nada si Dios.

Sólo desde esta actitud pobre de corazón y austera en nuestro vivir, podemos valorar y vivir los principios evangélicos. El Señor no quiere que seamos pobres en cuanto a faltos de lo necesario para vivir, por eso la Iglesia trabaja sin descanso por atender a los pobres, a los necesitados. Si el hecho de ser pobre ya nos hiciera bienaventurado, la Iglesia no haría nada por ayudar a los pobres, si ya serían dichosos... ¡No! se trata de pobreza de corazón, de no vivir obsesionado por el dinero, por el tener, por poner el corazón en lo que verdaderamente es importante, en Cristo y en los hermanos. Todo lo que acumulemos en el mundo se quedará aquí, no nos podemos llevar ninguna de nuestras posesiones a la otra vida, sólo nuestras posesiones del corazón, de las buenas obras, del Amor, de la Caridad. Esas si vienen con nosotros y nos harán dichosos aquí en la Tierra y de una manera plena en el Cielo.

Así podríamos ir desgranando todas y cada una de las bienaventuranzas, os invito a que las meditéis y las oréis durante esta semana, pidiendo a Dios que nos conceda hacerlas nuestras, grabarlas en lo más profundo del corazón. Feliz Domingo a todos. Que Dios os bendiga. Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

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25/1/11

«Lectio divina»

La Lectio divina es una práctica de espiritualidad católica procedente de la tradición monástica de la Iglesia, basada en la oración y la meditación de la Sagrada Escritura, recomendada recientemente por el Papa Benedicto XVI en su exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini, del 30 de septiembre de 2010 (86-87).

Es sencilla y efectiva, es recomendable y ayuda a tener un mayor contacto con la Biblia del que habitualmente tenemos, lo que lleva a un un mayor concimiento de la Palabra de Dios y por tanto un mayor acercamiento al Señor.

En esta entrada se muestran los pasos esenciales para practicar la lectio divina.

Así, esta práctica de oración consiste en seleccionar un fragmento de la Escritura y proceder con los 5 pasos siguientes:

1. Lectura (lectio)
¿Qué dice el texto bíblico en sí mismo? Sin este momento, se corre el riesgo de que el texto se convierta sólo en un pretexto para no salir nunca de nuestros pensamientos.

  • Leer el texto de manera atenta y respetuosa.
  • Detenerse (reposar) sobre el texto.
  • Descubrir el mensaje de fe.
2. Meditación (meditatio)
¿Qué nos dice el texto bíblico a nosotros? Aquí, cada uno personalmente, pero también comunitariamente, debe dejarse interpelar y examinar, pues no se trata ya de considerar palabras pronunciadas en el pasado, sino en el presente.
  • Ponerse ante el espejo de la Palabra.
  • Interiorizar.
  • Ahondar en la propia vida.
3. Oración (oratio)
¿Qué decimos nosotros al Señor como respuesta a su Palabra? La oración como petición, intercesión, agradecimiento y alabanza, es el primer modo con el que la Palabra nos cambia.
  • Orar la Palabra: pido, alabo, agradezco, suplico…
4. Contemplación (contemplatio)
¿Qué conversión de la mente, del corazón y de la vida nos pide el Señor? En la contemplación aceptamos como don de Dios su propia mirada al juzgar la realidad, lo que tiende a crear en nosotros una visión sapiencial, según Dios, de la realidad.
  • Dios se me da a conocer con la experiencia del corazón.
  • Serenidad ante el misterio de Cristo.
5. Acción ó Compromiso (actio)
¿Qué camino de vida me invita a tomar? La acción mueve la vida del creyente a convertirse en don para los demás por la caridad.
  • Ver la realidad con la mirada de Dios.
  • Configuración con Cristo y vida en el Espíritu.
  • Anuncio, compromiso y caridad.

Sugerencias de textos y webs para la lectio divina:
Para terminar, consideramos importante puntualizar dos cuestiones:
  • La interpretación de la Biblia está encomendada en último término a la Iglesia, que está asistida para ello por el Espíritu Santo, por lo que ante la duda o el desconocimiento del sentido de un fragmento concreto de la Palabra, la interpretación de la Iglesia es la que debe iluminar nuestra meditación.
  • Es recomendable practicar la lectio divina con el Nuevo Testamento, por su mayor accesibilidad, ya que interpretar muchos fragmentos e incluso libros completos del Antiguo Testamento exige una formación bíblica al alcance de pocas personas.


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23/1/11

"Poneos de acuerdo y no andéis divididos"

III Domingo del tiempo ordinario

Lecturas: Isaías 8,23b-9,3 // Salmo 26 // 1Corintios 1,10-13.17 // Mateo 4,12-23

Os ruego en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos. Hoy comenzamos nuestra reflexión con esta primera frase de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. Estamos dentro del octavario de oración por la unión de las Iglesias cristianas. Llevamos ya muchos años todos los cristianos diciendo que queremos la unión de las iglesias cristianas. Todos lo queremos y todos rezamos a Dios para que nos ayude a conseguirlo. Si todos lo queremos, ¿por qué no lo conseguimos?
Es cierto que no todos los cristianos profesamos los mismos dogmas, ni ejecutamos los mismos ritos. Pero todos –católicos, protestantes, anglicanos, ortodoxos- creemos en Dios Padre, todos creemos en Dios Hijo, todos creemos en Dios Espíritu Santo. ¿No será esto suficiente para que todos los cristianos nos consideremos como auténticos hermanos y nos amemos como tales? También dentro de la Iglesia Católica hay teólogos católicos que interpretan un mismo dogma cristiano de manera muy distinta y sin embargo siguen llamándose y seguimos llamándolos “católicos”. Dentro de la misma Iglesia católica, de nuestras comunidades, hay muchas personas que piensan, creen y viven el cristianismo como le da la gana y a su modo y se siguen denominando católicos. Que en la práctica están totalmente separados de la Iglesia con su comportamiento y con su modo personal de adaptar la fe a sus pensamientos y a su vida. Yo creo que el que nos consideremos hermanos en Cristo, de pensamiento, palabra y obra, ya es razón suficiente para decir que todos pertenecemos a la misma Iglesia cristiana. Pero hay un paso más, si queremos vivir la unidad tenemos que empezar a creer en unidad, a asentir la fe y no dar la imagen de que cada uno cree una cosa distinta. Cada persona somos un mundo distinto, en pensamientos, palabras y obras. Ni los católicos, ni los anglicanos, ni los protestantes, ni los ortodoxos, nos libramos de nuestra singularidad. Pero, si no oficialmente, al menos sí, cordialmente, llamémonos hermanos y amémonos como hermanos. Porque para que la Iglesia sea una no tiene por qué dejar de ser plural. Unidad no es uniformidad pero si es sentir con amor y espiritu filial, con nuestros pastores. Esto es lo mismo que nuestras propias familias, en ellas hay defectos, cosas que no nos gustan, comportamientos que nos avergüenzan... Pero a la hora de la verdad, mi familia es mi familia, y que nadie me la toque. Algo así debería ser nuestra pertenencia a la Iglesia, la familia de los hijos de Dios. Podemos confundirnos, podemos discrepar en cosas concretas, podemos expresar nutras opiniones pero cuando se toca lo más sagrado vamos todos a una. Esa es la unidad que nos falta, ese es el amor fraterno que no vivimos. Unidad sí, uniformidad no. Libertad sí, subjetivismo y libertinaje, no.

Jesús comenzó a predicar diciendo: convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos. Las palabras de Jesús son muy claras; si no nos convertimos, no tendremos acceso al Reino de los cielos. La conversión es una condición necesaria para entrar en el Reino de Dios. Necesitamos convertirnos cada uno de nosotros en particular y necesita conversión la Iglesia entera, en general. Una Iglesia convertida del todo a Cristo sería una Iglesia santa y católica, una Iglesia una y plural. Igualmente, un mundo de personas convertidas a Cristo sería un mundo – Reino de Dios. La conversión es la principal tarea de nuestra vida. Toda nuestra vida debe ser conversión, purificación continua y constante de nuestra mente y de nuestro corazón. Nacemos inclinados al pecado; toda nuestra vida debe ser una lucha contra nuestro “hombre viejo”, para construir en nosotros el “hombre nuevo”, a imagen de Cristo. Eso es conversión. No podrá convertirse la Iglesia universal sin la conversión personal de cada uno de nosotros. Si nosotros nos convertimos personalmente la Iglesia se convertirá y será luz del mundo.

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande. La “Galilea de los gentiles”, el país de Zabulón y de Neptalí, era una región en sombras, desde el punto de vista religioso. Era una tierra de sincretismo religioso, de relajación de costumbres. Por ahí comenzó Jesús a predicar su evangelio, un evangelio de conversión y de purificación de la religión judía. Una vez más, Jesús comienza desde lo último, desde una tierra y unas personas despreciadas por la élite religiosa de Jerusalén. Para esta gente religiosamente despreciada y sospechosa Cristo quiso brillar como una gran luz. Yo creo que nuestra sociedad, y nuestra tierra, hoy es también “Galilea de los gentiles”, una sociedad religiosamente relajada y sin vigor. A nosotros, los cristianos, nos toca hoy brillar como una gran luz y predicar el amor y la conversión. Así iremos ayudando a nuestra sociedad a acercarse cada día un poco más al Reino de Dios. Debemos predicar en una sociedad oscura, llena de ambigüedades, de sincretismos pero abiertos a la esperanza.

Que vivamos unidos todos, que seamos una familia de verdad, empezando por nuestras relaciones más cercanas y así hasta la Iglesia universal. Vivamos así, consigamos ser una luz que brille en la oscuridad. Que Dios os bendiga a todos.

Tomás Pajuelo. Párroco


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16/1/11

«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo»

II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Isaías 49, 3.5-6 // Salmo 39 // 1Corintios 1 , 1-3 // Juan 1, 29-34

Agnus Dei

En este domingo comienza en la práctica el tiempo ordinario. Vamos a ir escuchando domingo tras domingo el relato de las acciones y palabras de Jesús. Le vamos a ver curando a los enfermos, le vamos a escuchar las parábolas, le oiremos anunciar el reino de Dios, le veremos hablando con sus discípulos, enseñándoles a rezar, caminando hacia Jerusalén, discutiendo con los escribas y los fariseos... Poco a poco se nos dará la oportunidad de descubrir y conocer a fondo la figura de Jesús. Entraremos en contacto con él no por lo que nos diga Juan el Bautista o el profeta Isaías o el mismo Pablo sino porque nos encontraremos directamente con Jesús, escucharemos su palabra y le veremos actuar.
El año litúrgico no da la oportunidad de conocer directamente a Jesús, de dejar que su palabra llegue al fondo de nuestro corazón. Y de confrontar con el Evangelio nuestra vida. ¿Dónde se situó Jesús? ¿Qué hizo? ¿Cómo trato a los que se cruzaban en su camino? ¿Dónde nos situamos nosotros? ¿Qué hacemos? ¿Cómo tratamos a los que se cruzan en nuestro camino? Estas preguntas y muchas otras irán surgiendo al paso de las semanas. Ahora no es tiempo todavía de buscar las respuestas. Basta con abrir los ojos y estar muy atentos a Jesús. Ya no es el niño que contemplamos en Navidad. Ha crecido y vale la pena escucharle y seguirle.

Tenemos todo el año para ir desgranando estas preguntas. Es necesario que nos tomemos en serio nuestra vida cristiana, porque al final siempre nos pasa lo mismo, que hacemos muchos buenos propósitos pero no nos exigimos realmente nada. Pasa el tiempo y con nos convertimos. Jesús en evangelio nos enseña un estilo de vida, una forma de relacionarnos, una forma de ser y estar en nuestra sociedad. Es bastante significativo que las personas no creyentes, los ateos, los laicistas, etc. hagan tanto ruido y se note su presencia. Nosotros, aún siendo muchos más, estamos aletargados, pasamos desapercibidos, no sed nota nuestra presencia cristiana en la sociedad. Es el momento de ser testigos, de vivir realmente como Dios quiere, hacerle presente. Demostrarle al mundo que ser cristiano es ser feliz, estar alegres, asumir nuestros problemas desde Dios y con su ayuda. Que ser cristiano no es un defecto, que no somos reliquias del pasado. Cristo vive hoy, sigue salvando hoy, sigue en medio de nosotros hoy. Que este año que hemos comenzado nos sirva para santificarnos. Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

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11/1/11

Visita pastoral de Mons. Demetrio Fernández a nuestra parroquia

Dentro de la visita pastoral que nuestro Obispo realizará al arciprestazgo de Ciudad Jardín, se enmarcan los siguientes eventos de los que nuestro párroco D. Tomás -a la sazón arcipreste de Ciudad Jardín- nos avisa y a los que nos propone acudir, acompañar y participar:

  • Inicio de la visita al arciprestazgo con Misa en la parroquia de La Inmaculada y San Alberto Magno el domingo 16 de enero a las 20:30

  • Días 16, 17, 18, 19 y 20 de febrero: Visita pastoral a nuestra parroquia del Beato Álvaro

  • 20 de febrero a las 12:00PM: Solemne Eucaristía en nuestra parroquia, en la fiesta del Beato Álvaro, presidida por Mons. Demetrio Fernández


Otras visitas del Obispo de Córdoba a nuestra parroquia:

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9/1/11

El Bautismo del Señor proclamado por San Gregorio y Juan Pablo II

BAUTISMO DEL SEÑOR

Lecturas: Isaías 42,1-4.6-7 // Salmo 28 // Hechos de los apóstoles 10,34-38 // Mateo 3,13-17

Queridos hermanos y hermanas, celebramos hoy la fiesta del Bautismo del Señor Jesús en el Jordán. En este día concluye el tiempo de Navidad y el lunes comenzaremos de nuevo el tiempo ordinario. En la reflexión de hoy no serán mis palabras las que os intenten ayudar, he preferido que sean las palabras de un Padre de la Iglesia, San Gregorio Nacianceno, las que nos iluminen y las palabras del siervo de Dios Juan Pablo II en el día del Bautismo del Señor el 7-1-2001.

San Gregorio Nacianceno, obispo y doctor de la Iglesia (330-390)
Sermón 39, en las sagradas Luminarias, 14-16. 20: PG 36, 350-351. 358-359

El Bautismo del Señor
Lectura
Cristo es iluminado: dejémonos iluminar junto con él; Cristo se hace bautizar: descendamos al mismo tiempo que él, para ascender con él.

Juan está bautizando, y Cristo se acerca; tal vez para santificar al mismo por quien va a ser bautizado; y, sin duda, para sepultar en las aguas a todo el viejo Adán, santificando el Jordán antes de nosotros y por nuestra causa; y así, el Señor, que era espíritu y carne, nos consagra mediante el Espíritu y el agua.

Juan se niega, Jesús insiste. Entonces: Soy yo el que necesito que tú me bautices, le dice la lámpara al Sol, la voz a la Palabra, el amigo al Esposo, el mayor entre los nacidos de mujer al Primogénito de toda la creación, el que había saltado de júbilo en el seno materno al que había sido ya adorado cuando estaba en él, el que era y habría de ser precursor al que se había manifestado y se manifestará. Soy yo el que necesito que tú me bautices; y podría haber añadido: «Por tu causa.» Pues sabía muy bien que habría de ser bautizado con el martirio; o que, como a Pedro, no sólo le lavarían los pies.

Pero Jesús, por su parte, asciende también de las aguas; pues se lleva consigo hacia lo alto al mundo, y mira cómo se abren de par en par los cielos que Adán había hecho que se cerraran para sí y para su posteridad, del mismo modo que se había cerrado el paraíso con la espada de fuego.

También el Espíritu da testimonio de la divinidad, acudiendo en favor de quien es su semejante. Y la voz desciende del cielo, pues del cielo procede precisamente Aquel de quien se daba testimonio; del mismo modo que la paloma, aparecida en forma visible, honra el cuerpo de Cristo, que por deificación era también Dios. Así también, muchos siglos antes, la paloma había anunciado el fin del diluvio.

Honremos hoy nosotros, por nuestra parte, el bautismo de Cristo, y celebremos con toda honestidad su fiesta.

Ojalá que estéis ya purificados, y os purifiquéis de nuevo. Nada hay que agrade tanto a Dios como el arrepentimiento y la salvación del hombre, en cuyo beneficio se han pronunciado todas las palabras y revelado todos los misterios; para que, como astros en el firmamento, os convirtáis en una fuerza vivificadora para el resto de los hombres; y los esplendores de aquella luz que brilla en el cielo os hagan resplandecer, como perfectas lumbreras, junto a su inmensa luz, iluminados con más pureza y claridad por la Trinidad, cuyo único rayo, brotado de la única Deidad, habéis recibido inicialmente en Cristo Jesús, Señor nuestro, a quien le sean dados la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

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Amadísimos hermanos y hermanas:

1. La fiesta de hoy, con la que concluye el tiempo navideño, nos brinda la oportunidad de ir, como peregrinos en espíritu, a las orillas del Jordán, para participar en un acontecimiento misterioso: el bautismo de Jesús por parte de Juan Bautista. Hemos escuchado en la narración evangélica: "mientras Jesús, también bautizado, oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y se escuchó una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo predilecto, en ti me complazco" (Lc 3, 21-22).

Por tanto, Jesús se manifiesta como el "Cristo", el Hijo unigénito, objeto de la predilección del Padre. Y así comienza su vida pública. Esta "manifestación" del Señor sigue a la de Nochebuena en la humildad del pesebre y al encuentro de ayer con los Magos, que en el Niño adoran al Rey anunciado por las antiguas Escrituras.

2. También este año tengo la alegría de administrar, en una circunstancia tan significativa, el sacramento del bautismo a algunos recién nacidos. Saludo a los padres, a los padrinos y madrinas, así como a todos los parientes que los han acompañado aquí.

Estos niños se convertirán dentro de poco en miembros vivos de la Iglesia. Serán ungidos con el óleo de los catecúmenos, signo de la suave fuerza de Cristo, que se les infundirá para que luchen contra el mal. Sobre ellos se derramará el agua bendita, signo eficaz de la purificación interior mediante el don del Espíritu Santo. Luego recibirán la unción con el crisma, para indicar que así son consagrados a imagen de Jesús, el Ungido del Padre. La vela encendida en el cirio pascual es símbolo de la luz de la fe que los padres, los padrinos y las madrinas deberán custodiar y alimentar continuamente, con la gracia vivificadora del Espíritu.
Por consiguiente, me dirijo a vosotros, queridos padres, padrinos y madrinas. Hoy tenéis la alegría de dar a estos niños el don más hermoso y valioso: la vida nueva en Jesús, Salvador de toda la humanidad.

A vosotros, padres y madres, que ya habéis colaborado con el Señor al engendrar a estos pequeños, os pide una colaboración ulterior: que secundéis la acción de su palabra salvífica mediante el compromiso de la educación de estos nuevos cristianos. Estad siempre dispuestos a cumplir fielmente esta tarea.

También de vosotros, padrinos y madrinas, Dios espera una cooperación singular, que se expresa en el apoyo que debéis dar a los padres en la educación de estos recién nacidos según las enseñanzas del Evangelio.

3. El bautismo cristiano, corroborado por el sacramento de la confirmación, hace a todos los creyentes, cada uno según su vocación específica, corresponsables de la gran misión de la Iglesia.

Cada uno en su propio campo, con su identidad propia, en comunión con los demás y con la Iglesia, debe sentirse solidario con el único Redentor del género humano.
Esto nos remite a cuanto acabamos de vivir durante el Año jubilar. En él la vitalidad de la Iglesia se ha manifestado a los ojos de todos. Este acontecimiento extraordinario ha legado como herencia al cristiano la tarea de confirmar su fe en el ámbito ordinario de la vida diaria.

Encomendemos a la Virgen santísima a estas criaturas que dan sus primeros pasos en la vida. Pidámosle que nos ayude ante todo a nosotros a caminar de modo coherente con el bautismo que recibimos un día.

Pidámosle, además, que estos pequeños, vestidos de blanco, signo de la nueva dignidad de hijos de Dios, sean durante toda su vida cristianos auténticos y testigos valientes del Evangelio. ¡Alabado sea Jesucristo!

Siervo de Dios Juan Pablo II

Que estas doctas y santas palabras nos ayuden a vivir este día tan especial.

Tomás Pajuelo. Párroco


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8/1/11

Los niños de Postcomunión en el Monaterio de Santo Domingo de Scala Coeli

El pasado 13 de noviembre el grupo de niños de postcomunión realizó una peregrinación andando por nuestra sierra hasta el Monasterio de Santo Domingo de Scala Coeli, monasterio de la Orden Dominica fundado por nuestro patrón, el Beato Álvaro de Córdoba.

Podéis ver algunas fotografías realizadas en dicha peregrinación en el álbum de fotos de la parroquia, o directamente pinchando aquí.

6/1/11

Epifanía del Señor (los Reyes Magos) 2011

Solemnidad de la Epifanía del Señor (Los Reyes Magos)

Lecturas: Isaías 60,1-6 // Salmo 71 // Efesios 3,2-3a. 5-6 // Mateo 2,1-12

Celebramos hoy la Solemnidad de la Epifanía del Señor (Los Reyes Magos). Si en Navidad celbrábamos a Jesús, Dios con nosotros, hoy celebramos a Jesús, Dios con nosotros y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad. La Epifanía es la fiesta de la manifestación, eso significa el término griego epifanía, de Jesucristo a todo el Mundo. Cristo es la luz del mundo, Él viene a salvar a todos los pueblos. El pueblo de Israel esperaba al Mesías que viniera a salvar a su pueblo, solamente a su pueblo. Ellos entendían que la salvación era exclusivamente para los descendientes directos de Abraham. Cristo es el Salvador, el que viene a todos los corazones. Él quiere ser el salvador de todos los pueblos.

Los Reyes Magos, venidos de los confines del mundo, representan a esa humanidad espectante, que anhela la Salvación. En ellos están representados todos los hombres y mujeres que reconocen a Cristo, que le adoran, que le aman. La Salvación no es exclusiva de un pueblo, es Universal. Los Reyes Magos, hombres de distintas razas, de Reinos remotos, de culturas distintas vienen a postrarse ante Jesús. Amar a Dios es posible para cualquier corazón dispuesto a abrirse al AMOR.

En la Epifanía celebramos la Revelación del misterio: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio. Estas palabras tomadas de la segunda lectura de hoy, nos explican perfectamente el sentido profundo de esta fiesta.

La acogida del mensaje evangélico es la fe. El proceso de la fe se ve de una manera preciosa en el relato de los Reyes Magos:

  1. La búsqueda: ¿Dónde está el Rey de los judios que ha nacido? "Buscad y encontraréis". El Señor nos pide muchas veces en el evangelio que busquemos el Reino de Dios, Los que viven tranquilos y satisfechos se engañan. Nuestra vida es una contínua busqueda, está abocada a continuos retos: nuestras familias, nuestros trabajos, nuestros hijos, la pobreza, la falta de fe... Se trata de buscar siempre hacer la voluntad de Dios en cada detalle de nuestra vida, de buscar siempre al Espíritu Santo como garantia de nuestra entrega. En un mundo lleno de desencanto, de tristeza, de desesperación...el mensaje cristiano tiene que superar esta negatividad y llenar los corazones de ilusión. Los Magos así lo entendieron y se pusieron en camino, dejando sus casas y sus quehaceres diarios para buscar al Señor, a aquel que una estrella del cielo les señalaba como la salvación. Hoy desde el cielo también nos señalan a Cristo como el Salvador,pero por desgracia, nosotros no nos ponemos a buscarle seguimos comadamente instalados en nuestra tibieza. El amor y la confianza en Dios valen siempre. Dios está en el horizonte de toda búsqueda noble de la Verdad.

  2. La Alegría del hallazgo. "Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría." Esa es la experiencia gozosa del que se encuentra verdaderamente con Jesús en su vida. Toda persona que vive en Cristo y por Cristo, vive la profunda Alegría, la Alegrí verdadera. El que se encuntra en su vida cara a car con el rostro amoroso de Cristo no puede vivir la tristeza. La tristeza es fruto del pecado la alegría es fruto de la Gracia. Hasta las mayores penalidades vividas desde el Señor se convierten en fuente de alegría y de santidad. Cuando uno contempla a los grandes santos, que se entregarosn sin reservas a Cristo, puede ver la alegría vital por la que se caracterizaban. Santa Teresa de Jesús decía: "Un Santo triste es un triste Santo." Alguién que está lleno de la Gracia de Dios no puede vivir la tristeza. Es dificil en nuestros días, manejar los problemas de nuestra sociedad, de nuestros jóvenes, de nuestros parados... pero no podemos apagar nunca la luz de Cristo que brota en nuestros corazones y que pude iluminar nuestra realidad.

  3. El ofrecimiento de la vida entera. "Y cayendo de rodillas le adoraron y le entregaron sus presentes..." El camino de la búsqueda termina en la donación de la persona a la luz, al amor por la fe. Acoger el misterio de Cristo, presencia viva de Dios, es entrar en comunión con su Espíritu y vivir desprendido de todo, perdonando, amando, llevando justicia y paz a los que nos rodean. Toda nuestra vida tiene que ser una ofrenda al Padre en Cristo Jesús por la acción del Espíritu Santo. Hoy rezaremos en la oración de las ofrendas diciendo: "Mira, Señor, los dones de tu Iglesia que no son oro, ni incienso ni mirra, sino Jesucristo, tu Hijo, al que aquellos dones representaban y que ahora se inmola y se nos da en comida."

Que el Señor nos conceda vivir nuestra vida siguiendo el ejemplo de los Reyes Magos, buscando sinceramente a Dios, Viviendo la Alegría del Encuentro con Cristo y entregando nuestras vidas a la extensión de su Reino. Que lo Reyes Magos intercedan por nosotros y espero que hayan sido muy generosos con todos, en especial con los niños y niñas.

Que Dios os bendiga a todos.

Tomás Pajuelo. Párroco


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3/1/11

El nacimiento del Señor es el nacimiento de la Paz

Queridos hermanos y hermanas: Comparto con vosotros este texto, que creo es muy iluminador en estas fechas navideñas, de los sermones del papa San León Magno hablando de la Navidad. Acudir a los santos padres nos refresca y nos recuerda cuales son nuestras raíces, cuales son los cimientos de la fe que celebramos en estas fiestas.

De los Sermones de san León Magno, Papa
(Sermón 6 En la Natividad del Señor, 2-3. 5: PL 54, 213-216)

EL NACIMIENTO DEL SEÑOR ES EL NACIMIENTO DE LA PAZ

Aunque el estado de infancia, que el Hijo de Dios asumió sin considerarlo impropio de su grandeza, se haya transformado ya en estado de varón perfecto y aunque, una vez consumado el triunfo de la pasión y resurrección, haya llegado a su fin todo lo que era propio del estado de anonadamiento, que el Señor aceptó por nosotros, sin embargo, la fiesta de la Natividad renueva para nosotros los comienzos sagrados de la vida de Jesús, nacido de la Virgen María; y, al adorar el nacimiento de nuestro Salvador, se nos invita a celebrar también nuestro propio nacimiento como cristianos.

La generación de Cristo, en efecto, es el origen del pueblo cristiano, ya que el nacimiento de la cabeza incluye en sí el nacimiento de todo el cuerpo.

Aunque cada uno de los que llama el Señor a formar parte de su pueblo sea llamado en un tiempo determinado y aunque todos los hijos de la Iglesia hayan sido llamados cada uno en días distintos, con todo, la totalidad de los fieles, nacida en la fuente bautismal, ha nacido con Cristo en su nacimiento, del mismo modo que ha sido crucificada con Cristo en su pasión, ha sido resucitada en su resurrección y ha sido colocada a la derecha del Padre en su ascensión.

El creyente que en cualquier parte del mundo es regenerado en Cristo se libra de la culpa original y, al renacer, se transforma en un hombre nuevo; en adelante ya no cuenta la generación carnal de sus padres, sino la generación por la que ha renacido del Salvador, que quiso hacerse Hijo del hombre para que nosotros pudiéramos llegar a ser hijos de Dios.

Pues, si él no hubiera descendido por su humildad hasta nosotros, jamás ninguno de nosotros, por sus propios méritos, hubiera podido llegar hasta él.

Por eso la misma grandeza del don que nos ha sido otorgado exige de nosotros una veneración proporcionada a la excelsitud de esta dádiva; así nos lo enseña el Apóstol, cuando dice: No hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado; el mejor modo de ofrecer a Dios nuestro homenaje religioso es, sin duda, ofrecerle lo que él mismo nos ha dado.

Y ¿qué cosa mejor podríamos encontrar entre los dones divinos, para honrar la fiesta de hoy, que aquella paz que anunciaron los ángeles en el nacimiento del Señor?

En efecto, esta paz es la que engendra hijos de Dios, la que alimenta el amor, la que es madre de la unidad. Ella es descanso para los santos y tabernáculo donde moran los invitados al reino eterno. El fruto propio de esta paz es que se unan a Dios aquellos que el Señor ha segregado del mundo.

Por tanto, que quienes traen su origen no de la sangre ni del deseo carnal ni de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios, ofrezcan al Padre la concordia propia de los hijos que están animados por el deseo de la paz, y que todos los miembros de la familia de adopción vivan unidos en aquel que es el primogénito de la nueva creación, que no vino a hacer su propia voluntad, sino la voluntad de aquel que lo envió. Pues los que han sido adoptados por la gracia del Padre, para ser sus herederos, no son los que viven en medio de discordias y contiendas, sino los que tienen un único pensar y un mismo querer. Los que han sido llamados a reproducir la única imagen del Padre deben tener una sola alma.

Por ello el nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz; como lo dice el Apóstol: Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, porque, tanto los judíos como los gentiles, por medio de él tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu.

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2/1/11

Lo mejor que todos podemos hacer por la familia en estos días es SER FAMILIA

II DOMINGO DE NAVIDAD

Lecturas: Eclesiástico 24,1-2.8-12 // Salmo 147 // Efesios 1,3-6.15-18 // Juan 1,1-18

En el sosiego entre la fiesta de la Navidad y la Epifanía, este domingo nos invita a entrar en el “silencio sereno” que proclama la antífona de entrada de la Eucaristía para dejarnos invadir por el insondable misterio, expresado por el evangelista Juan: “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos contemplado su gloria”. Palabra “hecha carne” que se manifiesta como el amor cercano, entrañable y solidario de Dios con todos los seres humanos para manifestarnos su rostro, para recorrer con nosotros el camino de la historia que avanza hacia la realización plena del plan amoroso de Dios. Palabra que establece y crea una relación viva y personal con los hombres y mujeres, si estamos dispuestos a acogerla: “a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios”. De la mano de la sabiduría, que aparece en la lectura del Eclesiástico, personificada y cercana a Dios, pero que echó raíces en medio del pueblo, se va preparando en el Antiguo Testamento la revelación que conducirá a la auténtica Sabiduría, a la Palabra definitiva del Padre.

El apóstol Pablo nos invita a releer, con corazón agradecido, la historia de la salvación que Dios Padre nos ha otorgado en Jesucristo: en el Hijo hemos sido bendecidos, agraciados, elegidos para ser santos, hechos hijos adoptivos... En su bella oración por la comunidad de los cristianos de Éfeso, Pablo pide al Padre que les ilumine con el espíritu de sabiduría para comprender el destino final al que han sido llamados, el mismo al que nos llama nuestra vocación y orienta nuestra existencia concreta de creyentes. La sabiduría que el apóstol pide no se basa en conocimientos abstractos o intelectuales, sino en la adquisición de una sensibilidad especial para vivir haciendo experiencia de Dios en la historia humana en la que el Verbo se ha encarnado; sabiduría que cuestionará siempre el intento de la búsqueda de un Dios al margen de la vida. Si Dios nos ha elegido y nos ha hecho hijos ¿podremos rechazar y negar el don de la filiación de Dios a nuestros hermanos y hermanas?, ¿podremos considerar a alguien como extraño?. Si hemos sido llamados a “heredar una bendición” ¿podremos vivir entre nosotros mal-diciendo o apropiándonos de una bendición destinada para todos?

En este domingo la Iglesia española quiere hacernos reflexionar, junto al Papa Benedicto, sobre la importancia de la Familia. La Familia es un Don de Dios para todo cristiano, es la Iglesia doméstica donde todos nosotros hemos sido educados en los rudimentos de nuestra fe. Fueron nuestros padres y padrinos los que, poco a poco, nos fueron explicando con sus sencillas palabras, quién era Cristo, quién es Dios, las primeras oraciones...

La Familia es HOGAR, es acogida, es amor o así debería ser la familia cristiana. Cuando nuestra sociedad está atentando con todos los medios a su alcance contra la Familia y la institución familiar vemos horrorizados como nuestra sociedad pierde valores, pierde fe, pierde criterios que se nos daban antes en nuestas casas y que ahora nadie da. El año 2010 ha sido un año muy duro por culpa de la crisis, de las inundaciones, de los problemas... pero también ha sido un año en el que las familias tradicionales, con valores, las familias que dan todo por los suyos, han demostrado que "la familia" es la tabla de salvación para nuestro mundo. Muchos matrimonios jóvenes que se han quedado en paro, que han perdido sus casas, que se han quedado sin nada, han encontrado refugio en sus padres, en sus hermanos, en su familia. Para unos padres sus hijos son lo más importante y en nuestros días vemos como padres ancianos, pensionistas, se quitan lo poco que tienen para socorrer a sus hijos y nietos en esta situación tan dolorosa de crisis. Si no existiesen los valores familiares y cristianos profundamente arraigados en nuestras familias mayores, esta crisis hubiese tenido muchas más victimas en la calle.

Este es el valor real de la familia, es el seno donde todos nos sentimos acogidos, queridos, seguros, amados.

Echemos un vistazo a las "familias" que está contruyendo nuestra sociedad, a las familias de los derechos, de las "modernidades"... ¿Créeis que si esta crisis se repite dentro de 25 años habrá hogares para volver y ser recogidos? ¿Pensáis que en las familias del tener, del poseer, de lo "mio", de mis libertades... si pasa algo se volcarán en solucionarlo como lo están haciendo nuestras familias con raices cristianas y formación cristiana? Creo que no, es una opinión muy personal, pero donde los valores del sacrificio, de la renuncia por el otro, del arrimar el hombro para que la familia crezca, de la fidelidad, del respeto a los mayores, de la honra a los padres, del amor de hogar, etc. han desaparecido es muy difícil que cuando lleguen los tiempos malos haya acogida y ayuda.

Son muy importantes las instituciones, organismos, movimientos, etc. que dentro de la Iglesia luchan, trabajan y se entregan por el bien de las familias cristianas. Creo que lo mejor que todos podemos hacer por la familia en estos días es SER FAMILIA, es vivir como FAMILIA. Dejarnos un poco de teorias y reivindicaciones y vivir de verdad en nuestras casas siguiendo el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret. Que Dios bendiga a todas las familias que formamos esta gran Familia de la Parroquia del Beato Álvaro de Córdoba.

Tomás Pajuelo. Párroco


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1/1/11

María le dio la Vida al mundo

SOLEMNIDAD DE SANTA MARIA, MADRE DE DIOS

Lecturas: Números 6,22-27 // Salmo 66 // Gálatas 4,4-7 // Lucas 2,16-21

Comenzamos el año nuevo y lo hacemos poniéndonos en manos de la Virgen María, nuestra madre. Desde el Concilio de Efeso celebrado el año 431, se celebra a María como Madre de Dios, en la Iglesia Oriental y Occidental. La Virgen María es verdaderamente Madre de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. Ella es la Madre de Dios y madre nuestra. Hoy celebramos a María en la esencia de su misión. Si veneramos a la Virgen María es por ser la Madre de Dios, su colaboración con la obra redentora fue su SÍ generoso a ser la Madre de Jesús. El pueblo cristiano ha celebrado siempre a María, por ser la Madre de Dios. Esa es su grandeza y su santidad. La Virgen al anunciarle el ángel que la Palabra de Dios se encarnaría en su seno, María la acogió en su corazón y en su cuerpo dándole la Vida al mundo. La Iglesia siempre ha visto una unidad, llena de delicadeza, entre la maternidad divina de María y su Santidad única. Esta fiesta es la más antigua de las celebradas en la Iglesia en honor a la Virgen María.


Si nos fijamos en las lecturas de hoy podemos sacar las siguientes reflexiones:

La primera es el ejemplo de la Virgen cuando el evangelio nos dice que ella conservaba, guardaba todas las cosas, meditándolas en su corazón. María humanamente se ve sobrepasada por tantos acontecimientos milagrosos y sorprendentes. No llegaba a comprenderlos pero María AMABA y CONTEMPLABA. Amaba profundamente a Dios, era la llena de Gracía. Ama profundamente a Jesús y lo adora con todo el amor de su corazón. Debemos aprender a AMAR a Jesús, no sólo creer en Jesús. Es necesario que pasemos de la afirmación intelectual de nuestra fe a la vivencia, desde el Amor, del Dios con nosotros: Jesús.

Contemplaba, María no se revela contra los planes de Dios, no duda, no se pone a ver lo que tiene que hacer... María Contempla a Jesús, medita el Misterio de sucede en su interior, se une totalmente a Cristo. Nosotros perdemos un montón de tiempo, de fuerzas, de "neuronas" en intentar buscar los ¿por qués?, nos enfrascamos en discusiones intelectuales que no nos conducen a nada. María nos enseña a Contemplar, a mirar fijamente a Cristo y a amarlo de todo corazón. A leer la Palabra de Dios y contemplarla, meditarla para hacerla vida en nuestras vidas. En medio del ruido, del ajetreo y de la disoersión de estos días, esta invitación de la Virgen a Contemplar nos puede hacer mucho bien, puede que sea lo verdaderamente importante para vivir la Paz de la Navidad, la Alegría de la fe. Hagamos caso a nuestra Madre y busquemos un tiempecito para orar y contemplar el misterio de Jesús hecho hombre, nacido en Belén para salvarnos.

En la primera lectura escuchamos hoy la Bendición que Dios entrega a Su pueblo. Las Palabras de esta bendición son hoy mi súplica por todos los que formamos la parroquia del Beato Álvaro, por nuestras familias y seres queridos.

"Que el Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre tí y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la Paz"

Que estas palabras de mismo Dios a su pueblo sean la realidad de su Presencia en nuestras vidas en este año que comenzamos. Que Dios os bendiga a todos. Os deseo un feliz y próspero año nuevo.

Tomás Pajuelo. Párroco


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