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30/8/10

Aviso: Vuelta al Horario Habitual de Misas

El martes, 31 de Agosto, termina el horario veraniego establecido en nuestra parroquia para las misas.

A partir del 1 de Septiembre el horario de misas será el siguiente:

Misa todos los días: 20’00 h
Domingos: 10’00 h, 12’00 h y 20’00 h

El templo se abre todos los días 1 hora antes de misa.

29/8/10

«Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado»

XXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Eclesiástico 3, 17-20.30-31 // Salmo 68 // Hebreos 12,18-19.22-24 // Lucas 14, 1.7-14

Queridos hermanos y hermanas:

Escena del lavatorio en la Última CenaSi pudiésemos resumir la liturgia de la Palabra de este domingo sería: HUMILDAD. Tanto el libro del Eclesiástico como Jesús en el evangelio de San Lucas hoy, nos llaman a vivir nuestra vida desde y con humildad.

El libro del Eclesiástico nos recomienda: “Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad...” Todos tenemos que reconocer que cuando conocemos a alguien y esa persona es humilde y sencilla nos cae bien, nos da buenas vibraciones y al contrario cuando actúa como si el fuese el mejor solemos decir “Este es un 'enterao'” o “¡Qué prepotente!” Humanamente preferimos la humildad a la prepotencia. Por eso Dios desde el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento nos llama siempre a vivir la humildad. Nos lo pide y Dios mismo vive la humildad plena aún siendo Todopoderoso e Infinito. Nació en Belén, en un pesebre, vivió en Nazaret, siendo carpintero, etc… Todo desde la humildad y la sencillez. Todos valoramos a una persona de mucha valía y sabiduría si además es sencillo y humilde.

Pero esto que lo valoramos tanto en los demás, por desgracia nosotros luego no lo vivimos la mayoría. Nos encanta el figurar, el salir, el que se nos valore, etc. Todo lo que entendemos como estupendo en los demás en nosotros lo justificamos sin problemas de conciencia y queremos que se reconozca nuestra valía, lo que hacemos, lo que regalamos, etc.

Muchas veces nos enfadamos en nuestro trabajo, en nuestras actividades pastorales o humanitarias porque no se nos reconocen nuestras obras o todo el trabajo que hacemos y es verdad que debería reconocerse pero nosotros no podemos actuar buscando o ansiando ese reconocimiento. Debemos hacer las cosas porque es nuestra obligación, hacerlas de corazón y como realización personal, se valore o no se valore. Debemos hacer las cosas por amor y con amor, con humildad.

Es también muy frecuente en los actos sociales buscar los sitios importantes, como nos recuerda Jesús en el evangelio de hoy, y estar en la mesa presidencial, en el lugar de los personajes de relumbrón. Pero creo que así no conseguimos más que frustrarnos porque nunca nos sentiremos suficientemente reconocidos. Tenemos que disfrutar de ser invitados, de ser partícipes de la fiesta, de la alegría de los amigos que nos invitan. Así viviremos sencillamente la alegría de la fiesta, del compartir, del vivir fraterno.

Que el Señor Jesús que nos dejo un ejemplo de vida sencilla, escondida, y humilde nos conceda vivir la humildad en nuestras vidas. Que Dios nos conceda un feliz domingo, un feliz día del Señor y una participación fructífera en el banquete de la Eucaristía. Que Dios os bendiga.

Tomás Pajuelo. Párroco

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26/8/10

100 años del Nacimiento de la Madre Teresa de Calcuta

Hoy se cumplen 100 años del nacimiento de la Beata Teresa de Calcuta (26-08-1910), con tal motivo traemos a nuestra web un video bibiográfico realizado por ACItv sobre ella.


24/8/10

Catequesis de la Eucaristia según Cirilo de Jerusalén

Queridos amigos, siguiendo con las catequesis de los Santos Padres y los Doctores de la Iglesia, os propongo hoy un texto precioso y muy revelador de San Cirilo de Jerusalén. He seleccionado algunos párrafos de su catequesis nº 23 sobre los misterios de la vida del cristiano y en particular los referidos a la Eucaristía, a alguna de sus partes y su significado. Confío en que ayude a vivir con más intensidad la Eucaristía. Al final añado una breve reseña biográfica para ayudar a contextualizar el texto.

CATEQUESIS XXIII
(MISTAGÓGICA V)

LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA


De la Primera carta de Pedro: Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias», etc. (I Pe 2,1 ss.).

1. En las asambleas anteriores oísteis hablar abundantemente, por don de Dios, tanto del bautismo como de la crismación y de la toma del cuerpo y de la sangre de Cristo. Pero debemos pasar ahora a lo que sigue, con lo cual pondremos fin al edificio de vuestra enseñanza espiritual.

El lavatorio de las manos, signo de la inmunidad del pecado.

2.
MISA/LAVA-MANOS: Habéis visto cómo el diácono alcanzaba el agua, para lavarse las manos, al sacerdote y a los presbíteros que estaban alrededor del altar. Pero en modo alguno lo hacía para limpiar la suciedad corporal. Digo que no era ése el motivo, pues al comienzo tampoco vinimos a la Iglesia porque llevásemos manchas en el cuerpo. Sin embargo, esta ablución de las manos es símbolo de que debéis estar limpios de todos los pecados y prevaricaciones. Y al ser las manos símbolo de la acción, al lavarlas, significamos la pureza de las obras y el hecho de que estén libres de toda reprensión. ¿No has oído al bienaventurado David aclarándonos este misterio y diciendo: «Mis manos lavo en la inocencia y ando en torno a tu altar, Señor» (Sal 26,6)? Por consiguiente, lavarse las manos es un signo de la inmunidad del pecado.

3.
MISA/PAZ: Después, el diácono exclama: «Hablaos, y besémonos mutuamente». Y no pienses que este ósculo es de la misma clase que los que se dan los amigos mutuos en la plaza pública. Este beso no es de esa clase. Pues reconcilia y une unas almas con otras, y les garantiza el total olvido de las injurias. Es signo, por consiguiente, de que las almas se funden unas con otras y de que deponen cualquier recuerdo de las ofensas. Por eso decía Cristo: «Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda» (Mt 5,23-24). Por tanto, el ósculo es reconciliación y, por ello, es santo, como dice en alguna parte el bienaventurado Pablo: «Saludaos los unos a los otros con el beso santo» ( I Cor 16,20); y Pedro: «Saludaos unos a otros con el beso de amor» (I Pe 5,14).

Oramos por todos los que lo necesitan

8. Pero después que ha sido realizado el sacrificio espiritual, culto incruento sobre aquella hostia de propiciación, rogamos a Dios por la paz de todas las Iglesias, por el buen gobierno del mundo, por las autoridades, por los soldados, por los amigos, por aquellos que están sujetos a enfermedades, por los que son presa de la aflicción y, en general, oramos y ofrecemos esta víctima por todos los que tienen alguna necesidad.

También por los difuntos

9. Recordamos también a todos los que ya durmieron: en primer lugar, los patriarcas, los profetas, los apóstoles, los mártires, para que, por sus preces y su intercesión, Dios acoja nuestra oración. Después, también por los santos padres y obispos difuntos y, en general, por todos cuya vida transcurrió entre nosotros, creyendo que ello será de la mayor ayuda para aquellos por quienes se reza.

Utilidad de la oración por los difuntos

10. Quiero aclararos esto con un ejemplo, puesto que a muchos les he oído decir: ¿de qué le sirve a un alma salir de este mundo con o sin pecados si después se hace mención de ella en la oración? Supongamos, por ejemplo, que un rey envía al destierro a quienes le han ofendido, pero después sus parientes, afligidos por la pena, le ofrecen una corona: ¿Acaso no se lo agradecerá con una rebaja de los castigos? Del mismo modo, también nosotros presentamos súplicas a Dios por los difuntos, aunque sean pecadores. Y no ofrecemos una corona, sino que ofrecemos a Cristo muerto por nuestros pecados, pretendiendo que el Dios misericordioso se compadezca y sea propicio tanto con ellos como con nosotros.

El Padre nuestro, entre la plegaria eucarística y la comunión

11.
«Padre Nuestro»: Y, después de todo esto, recitamos aquella oración que el Salvador entregó a sus mismos discípulos, llamando con conciencia pura Padre a Dios y diciendo: «Padre nuestro que estás en los cielos» (Mt 6,9)8. ¡Oh gran misericordia de Dios para con los hombres!, juntamente con su amor. Hasta tal punto se compadeció de quienes se apartaron de él y se afirmaron en los mayores males que les concedió el olvido de las injurias y la participación en la gracia de modo que le llamasen Padre: «Padre nuestro que estás en los cielos». Pues del cielo habían de ser quienes llevaran la imagen del cielo, en quienes Dios habita y con quienes él camina.

12.
«Santificado sea tu nombre». Por su naturaleza el nombre de Dios es santo, digámoslo nosotros o no lo digamos. Pero ya que, por medio de quienes pecan, se le profana en ocasiones, según aquello de que «el nombre de Dios, por vuestra causa, es blasfemado entre las naciones» (Is 52,5, tal como aparece citado en Rom 2,24), oramos para que en nosotros sea santificado el nombre de Dios. Y no es que comience a ser santo porque anteriormente no lo fuese, sino que en nosotros se hace santo cuando nos santificamos nosotros mismos y hacemos cosas dignas de la santidad.

13.
«Venga tu Reino» (Mt 6,10). Es propio del alma pura decir con confianza: «Venga tu Reino». Pues quien haya oído a Pablo, que dice: «No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal» (Ro». 6,12), y sea consciente de su pureza en obras, pensamientos y palabras, clamará a Dios: «Venga tu Reino».

14.
«Hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo». Los bienaventurados ángeles de Dios hacen la voluntad de éste, como decía David en los Salmos: «Bendecid a Yahvé, ángeles suyos, héroes potentes, ejecutores de sus órdenes, en cuanto oís la voz de su palabra» (Sal 103,20)11. Tu oración, por consiguiente, tiene esta fuerza y esta significación, como si dijeras: «Como se hace tu voluntad en los ángeles, así se haga, Señor, en la tierra sobre mí».

15.
«Danos hoy nuestro pan necesario» (Mt 6,11 )12, El pan ordinario no es sustancial. Pero este pan, que es santo, es sustancial, como si dijeras que está dirigido a la sustancia del alma. Este pan no va a parar al vientre ni entra en la defecación, sino que se reparte entre todo tu ser para utilidad del cuerpo y del alma. El «hoy» se dice por «todos los días». Como también Pablo decía: «Cada día mientras dure este hoy» (Hebr 3,13)13.

16.
«Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores» (Mt 6,12). Tenemos realmente muchos pecados, puesto que causamos ofensas con la palabra y el pensamiento y realizamos muchas cosas, merecedoras de condenación. Y «si decimos: "No tenemos pecado", nos engañamos y la verdad no está en nosotros», como dice Juan (1 Jn 1,8). Hacemos, pues, un pacto con Dios, orando para que nos perdone los pecados, como también nosotros perdonamos sus deudas a nuestros prójimos. Sopesando, por tanto, lo que recibimos a cambio, no titubeemos ni dudemos en perdonar las mutuas ofensas. Las ofensas que se nos hacen son pequeñas, ligeras y fáciles de olvidar. Pero las que cometemos contra Dios son grandes y sólo pueden borrarse con la ayuda de su sola benignidad. Guárdate, pues, de que, por cosas pequeñas y por naderías dirigidas a ti, te excluyas a ti mismo del perdón de los pecados ante Dios.

17.
«Y no nos dejes caer en la tentación (Mt 6,13), Señor». ¿Acaso el Señor nos enseña a pedir que no seamos tentados en absoluto? ¿Y cómo es que en otro lugar se dice: «Quien no ha pasado pruebas poco sabe» (Eclo 34,10) y también: «Considerad como un gran gozo, hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas». Pero entrar en tentación, ¿acaso no significa hundirse en ella? Pues la tentación es algo semejante a un torrente difícil de atravesar. Pero, aquellos a quienes no se los traga la tentación, la atraviesan como hábiles nadadores sin ser arrastrados por nada. Pero los que no son así, se hunden nada más entrar. Así fue, por poner un ejemplo, Judas. Al entrar en la tentación de la avaricia, no nadó sino que se hundió, y se ahogó en cuerpo y en espíritu. Pedro entró en la tentación de la negación, pero, a pesar de haber entrado, no se hundió, sino que, llorando intensamente, fue liberado de la tentación.

La comunión del cuerpo de Cristo

21.
COMUNIÓN EN LA MANO: No te acerques, pues, con las palmas de las manos extendidas ni con los dedos separados, sino que, poniendo la mano DERECHA bajo la IZQUIERDA a modo de trono que ha de recibir al Rey, recibe en la concavidad de la mano el cuerpo de Cristo diciendo: «Amén». Súmelo a continuación con ojos de santidad cuidando de que nada se te pierda de él. Pues todo lo que se te caiga considéralo como quitado a tus propios miembros. Pues, dime, si alguien te hubiese dado limaduras de oro, ¿no las cogerías con sumo cuidado y diligencia, con cuidado de que nada se te perdiese y resultases perjudicado? ¿No procurarás con mucho más cuidado y vigilancia que no se te caiga ni siquiera una miga, que es mucho más valiosa que el oro y que las piedras preciosas?

Breve reseña biográfica de San Cirilo de Jerusalen (315-386)

San Cirilo nació cerca de Jerusalem y fue Arzobispo de esa ciudad durante 30 años, de los cuales estuvo 16 años en destierro. 5 veces fue desterrado, por partidarios de interpretaciones teológicas enfrentadas, principalmente por mantener una postura teológica coherente.

Era un hombre suave de carácter, enemigo de andar discutiendo, que deseaba más instruir que polemizar, y trataba de permanecer neutral en las discusiones. Pero por eso mismo una vez lo desterraban los de una facción y otra vez los de la otra.

Aunque los de cada facción extremista lo llamaban hereje, sin embargo San Hilario (el defensor del dogma de la Santísima Trinidad) lo tuvo siempre como amigo, y San Atanasio (el defensor de la divinidad de Jesucristo) le profesaba una sincera amistad, y el Concilio general de Constantinopla, en el año 381, lo llama "valiente luchador para defender a la Iglesia de los herejes que niegan las verdades de nuestra religión".

Una de las acusaciones que le hicieron los enemigos fue el haber vendido varias posesiones de la Iglesia de Jerusalem para ayudar a los pobres en épocas de grandes hambres y miserias. Pero esto mismo hicieron muchos obispos en diversas épocas, con tal de remediar las graves necesidades de los pobres.

El emperador Juliano, el apóstata, se propuso reconstruir el templo de Jerusalem para demostrar que lo que Jesús había anunciado en el evangelio ya no se cumplía. San Cirilo anunció mientras preparaban las grandes cantidades de materiales para esa reconstrucción, que aquella obra fracasaría estrepitosamente. Y así sucedió y el templo no se reconstruyó.

San Cirilo de Jerusalem se ha hecho célebre y ha merecido el título de Doctor de la Iglesia, por unos escritos suyos muy importantes que se llaman "Catequesis". Son 18 sermones pronunciados en Jerusalem, y en ellos habla de la penitencia, del pecado, del bautismo, y del Credo, explicándolo frase por frase. Allí instruye a los recién bautizados acerca de las verdades de la fe y habla bellísimamente de la Eucaristía.
En sus escritos insiste fuertemente en que Jesucristo sí esta presente en la Santa Hostia de la Eucaristía.

Al volver de su último destierro que duró 11 años, encontró a Jerusalem llena de vicios y desórdenes y divisiones y se dedicó con todas sus fuerzas a volver a las gentes al fervor y a la paz, y a obtener que los que se habían pasado a las herejías volvieran otra vez a la Santa Iglesia Católica.

A los 72 años murió en Jerusalem en el año 386.

En 1882 el Sumo Pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.

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22/8/10

«Esforzaos por entrar por la puerta estrecha,...»

XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Isaías 66, 18-21 // Salmo 117 // Hebreos 12, 5-7.11-13// Lucas 13, 22-30

Queridos hermanos y hermanas:

Esforzaos por entrar por la puerta estrecha,...Pasado ya el meridiano de este tiempo especial de descanso y vacaciones, la liturgia sigue ofreciéndonos las claves para vivir plenamente nuestra vida cristiana, para gozar de una felicidad humanamente plena y gozosamente eterna en la casa de Dios.

Las lecturas de este domingo, especialmente la del profeta Isaías, nos hablan de esa llamada, de esa convocatoria que Dios hace a todos los hombres y mujeres del mundo, de cualquier raza, país, cultura... a experimentar y vivir la Salvación que Dios nos ofrece. El profeta nos habla de una gran reunión universal a la que acudirán de todas las naciones del mundo a contemplar la Gloria del Señor.

Esta imagen descrita por Isaías hace más de dos mil años, se hace realidad hoy. En nuestros días la Iglesia, el Cuerpo Místico de Cristo, está presente en la inmensa mayoría del mundo. En todas las naciones hay presencia cristiana y es posible acercarse a contemplar la Gloria de Dios manifestada en Cristo Jesús. Aunque es cierto que no en todos los países, la presencia de la Iglesia es respetada y acogida de igual manera.

Isaías se refiere al final de los tiempos cuando todo principado, potestad y nación serán convocados a la presencia de Dios para dar cuentas de sus actos.

En el Salmo de hoy, repetimos: "Id al mundo entero y proclamad el evangelio". Gracias a que muchos cristianos y cristianas antecesores nuestros se tomaron en serio esta llamada del Señor, hoy podemos contemplar la Gloria de Dios extendida por toda la Tierra. Ellos gozaron viviendo su fe, esa alegría la compartieron con todos los que no conocían a Jesús. Se sintieron profundamente llamados a compartir el gozo que suponía para ellos vivir la fe en Cristo.

Hoy, creo, que no tenemos ese ardor evangelizador. Más bien nos pasa lo contrario, casi nos avergonzamos de decir que somos cristianos, que vamos a misa, que confesamos, que rezamos, que tenemos amor a la Iglesia... (me imagino que todo esto lo vivimos personalmente) pero nos da reparos anunciar nuestra fe. El mundo en el que vivimos ha conseguido arrinconados en nuestras Iglesias, nos han reducido a una vivencia personal, casi a un hobby. Nos quieren anular, quieren silenciar la voz de la Iglesia, de los pastores, de los cristianos... De nosotros depende que lo consigan o que seamos valientes y anunciemos gozosamente lo que supone para nosotros la felicidad de creer y vivir en Cristo, ser cristianos llenos de fe y de amor a Jesús, a su Iglesia y a los hermanos.

Es verdad que esto cuesta, que no es fácil, que los reparos humanos, los problemas, la persecución... nos echan para atrás. Esto no lo avisó el propio Jesús: "Esforzaos por entrar por la puerta estrecha..." Él fue el primero que sufrió la persecución, la mentira, la muerte... pero su Reino quedó para siempre con nosotros.

Es tarea difícil pero no imposible, dolorosa a veces pero muy gratificante. Para poder vivir nuestra fe con alegría, con ilusión, con esperanza que contagie a los que nos rodea es necesario tener una fe recia, una vida de oración profunda, una vida de encuentro íntimo con Dios, una vivencia existencial de los sacramentos. Es imprescindible que nos sintamos llenos de la Gracia de Dios para poder llevarle a los demás. Vivir cada Eucaristía como el momento personal del cara a cara con Jesucristo. El momento en el que le pongo mi vida en sus manos, en el que comparto mis confidencias con Él, el momento en el que siento como su Palabra ilumina mi vida concreta, el momento en el que su Cuerpo y su Sangre se hacen uno en mi, conmigo, para poder experimentar su promesa: "yo estaré con vosotros hasta el último día". Cuando vivamos así nuestra Eucaristía, o cualquier sacramento, entonces empezaremos a experimentar la Alegría Valiente que brota del Amor de Dios. Muchas veces vivimos nuestras misas a un nivel puramente intelectual, nos cuesta muchísimo implicar nuestra vida, reconocer que allí está el Señor tan cerca de mí que entra en mi cuerpo, se hace uno conmigo y me llena de Gracia. ¡¡¡QUE GRANDEZA!!!

Sólo una vida llena de Dios puede transparentar a Dios. Sólo una vida llena de AMOR puede ser amor para los demás. Sólo una vida llena de FE puede ser esperanza para los que le rodean. Pido a Dios, de todo corazón, con toda mi fe, que nos conceda a todos vivir la Eucaristía, sentir la Eucaristía, experimentar su Presencia. Le pido a Dios que a partir de este domingo, seamos otros radicalmente distintos, que lo que hacemos por rutina o costumbre lo transforme en vida y alegría, en encuentro deseado toda la semana. Que el Domingo sea para todos nosotros el momento anhelado durante toda la semana porque voy a encontrarme con Cristo, porque voy a reunirme con mis hermanos y hermanas, porque voy a escuchar la PALABRA DE DIOS, porque voy a recibir el perdón de mis pecados si he caído y donde voy a recibir, nada más y nada menos, el CUERPO DE CRISTO.

Que Dios os bendiga a todos y os otorgue su Gracia. Feliz Domingo.

Tomás Pajuelo. Párroco

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18/8/10

Recomendación: Web www.Magnificat.TV, televisión católica por Internet

En España ha surgido un nuevo canal televisivo que se emite sólo a través de internet y que, por lo tanto, se puede captar en cualquier lugar del mundo:

Se trata de Magnificat TV y forma parte del programa de evangelización que desarrollan los Franciscanos de María, cuyo fundador, Santiago Martín, ha trabajado durante muchos años en distintos medios de comunicación, tanto en España como en América.

Magnificat TV es una «televisión a la carta». Ofrecen desde la santa misa diaria hasta programas de apologética, espiritualidad, documentales, infantiles, juveniles, testimonios y, por supuesto, noticias de la Iglesia, en colaboración con el Centro Televisivo Vaticano.

Funciona desde el mes de abril y ha sido ya visitada por más de 70.000 internautas. Sus bajos costes económicos la convierten, además, en un modelo de televisión católica sostenible. En los próximos meses irá ampliando sus ofertas de programas para dar cabida a noticias de distintos países de habla hispana, así como a temas relacionados con los diferentes Dicasterios Vaticanos. Aunque de momento está sólo en español, ofrece ya algunos programas en inglés y tiene la vocación de incorporar programación en otros idiomas.

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15/8/10

Solemnidad de la Asunción de la Virgen 2010

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Lecturas: Apocalipsis 11,19;12,1-6.10 // Salmo 45 // 1ª Corintios 15,20-27 // Lucas 1,39-56.

Celebramos este domingo la Solemnidad de la Asunción Gloriosa a los cielos de la Virgen María. Quiero hoy que sean las palabras del Papa Pio XII, en la Constitución Apóstolica en la que proclamó el Dogma:

De la Constitución apostólica Munificentissimus Deus del papa Pío XII (AAS 42 [1950], 760-762. 767-769)

El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.

Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1 de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus:

"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".

TU CUERPO ES SANTO Y SOBREMANERA GLORIOSO

Los santos Padres y grandes doctores, en las homilías y disertaciones dirigidas al pueblo en la fiesta de la Asunción de la Madre de Dios, hablan de este hecho como de algo ya conocido y aceptado por los fieles y lo explican con toda precisión, procurando sobre todo hacerles comprender que lo que se conmemora en esta festividad es no sólo el hecho de que el cuerpo sin vida de la Virgen María no estuvo sujeto a la corrupción, sino también su triunfo sobre la muerte y su glorificación en el cielo, a imitación de su Hijo único Jesucristo.

Y, así, san Juan Damasceno, el más ilustre transmisor de esta tradición, comparando la asunción de la santa Madre de Dios con sus demás dotes y privilegios, afirma, con elocuencia vehemente:

«Convenía que aquella que en el parto había conservado intacta su virginidad conservara su cuerpo también después de la muerte libre de la corruptibilidad. Convenía que aquella que había llevado al Creador como un niño en su seno tuviera después su mansión en el cielo. Convenía que la esposa que el Padre había desposado habitara en el tálamo celestial. Convenía que aquella que había visto a su Hijo en la cruz y cuya alma había sido atravesada por la espada del dolor, del que se había visto libre en el momento del parto, lo contemplara sentado a la derecha del Padre. Convenía que la Madre de Dios poseyera lo mismo que su Hijo y que fuera venerada por toda creatura como Madre y esclava de Dios.»

Según el punto de vista de san Germán de Constantinopla, el cuerpo de la Virgen María, la Madre de Dios, se mantuvo incorrupto y fue llevado al cielo, porque así lo pedía no sólo el hecho de su maternidad divina, sino también la peculiar santidad de su cuerpo virginal:

«Tú, según está escrito, te muestras con belleza; y tu cuerpo virginal es todo él santo, todo él casto, todo él morada de Dios, todo lo cual hace que esté exento de disolverse y convertirse en polvo, y que, sin perder su condición humana, sea transformado en cuerpo celestial e incorruptible, lleno de vida y sobremanera glorioso, incólume y partícipe de la vida perfecta.»

Otro antiquísimo escritor afirma:

«La gloriosa Madre de Cristo, nuestro Dios y salvador, dador de la vida y de la inmortalidad, por él es vivificada, con un cuerpo semejante al suyo en la incorruptibilidad, ya que él la hizo salir del sepulcro y la elevó hacia sí mismo, del modo que él solo conoce.»

Todos estos argumentos y consideraciones de los santos Padres se apoyan, como en su último fundamento, en la sagrada Escritura; ella, en efecto, nos hace ver a la santa Madre de Dios unida estrechamente a su Hijo divino y solidaria siempre de su destino.

Y sobre todo hay que tener en cuenta que, ya desde el siglo segundo, los santos Padres presentan a la Virgen María como la nueva Eva asociada al nuevo Adán, íntimamente unida a él, aunque de modo subordinado, en la lucha contra el enemigo infernal, lucha que, como se anuncia en el protoevangelio, había de desembocar en una victoria absoluta sobre el pecado y la muerte, dos realidades inseparables en los escritos del Apóstol de los gentiles. Por lo cual, así como la gloriosa resurrección de Cristo fue la parte esencial y el último trofeo de esta victoria, así también la participación que tuvo la santísima Virgen en esta lucha de su Hijo había de concluir con la glorificación de su cuerpo virginal, ya que, como dice el mismo Apóstol: Cuando esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: «La muerte ha sido absorbida en la victoria.»

Por todo ello, la augusta Madre de Dios, unida a Jesucristo de modo arcano, desde toda la eternidad, por un mismo y único decreto de predestinación, inmaculada en su concepción, virgen integérrima en su divina maternidad, asociada generosamente a la obra del divino Redentor, que obtuvo un pleno triunfo sobre el pecado y sus consecuencias, alcanzó finalmente, como suprema coronación de todos sus privilegios, el ser preservada inmune de la corrupción del sepulcro y, a imitación de su Hijo, vencida la muerte, ser llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial, para resplandecer allí como reina a la derecha de su Hijo, el rey inmortal de los siglos.


Queridos hermanos y hermanas, después de la lectura de este texto del Papa Pio XII, de las palabras de los Santos Padres, de la Tradición de la Iglesia... sólo hacer una pequeña reflexión:

¿Hemos pensado por un momento que todos nosotros, si cumplimos y vivimos el Evangelio, un día estaremos gozando en Cuerpo y Alma, como la Virgen María, de esa misma Gloria del Cielo? La Virgen Santísima, vivió siempre cumpliendo la voluntad de Dios, "Aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según su Palabra". Con esta respuesta al Angel en la Anunciación queda de manifiesto que María tuvo siempre como plan de vida el cumplir la Voluntad de Dios. Por eso Dios la premió siendo la primera que goza de la resurrección plena, en cuerpo y alma, que un día nosotros gozaremos.

La conclusión es fácil aunque muy duro de cumplir: Sigamos el ejemplo de María, vivamos nuestras vidas cumpliendo la voluntad de Dios, entreguemos nuestra existencia a Cristo y su Iglesia y también nosotros viviremos en la Gloria de Dios por la eternidad.

Pido hoy a la Virgen Santísima que infunda en nuestros corazones el deseo de santidad, de entrega y de sacrificio con el que ella vivió siempre. Pido a la Virgen María que interceda por nosotros para que el Señor perdone nuestras culpas, tenga en cuenta nuestras buenas obras y nos premie un día con la Resurrección y la Vida.

Vivamos muy alegres y gozosos la fiesta de María, la fiesta de nuestra Madre. Que el gozo y el amor a La Virgen María brillen en nuestros corazones en este día en el que el 70% de los pueblos y ciudades de España celebran a María, como patrona, como madre, como Reina de todo lo creado. Amemos a María, para que amándola de corazón lleguemos a Cristo su Hijo, Nuestro Señor.

Que Dios os bendiga a todos. Feliz día de la Virgen!!!!

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.


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11/8/10

Gigantes de la santidad, desafíos históricos para el ateismo

Hay, y en mil versiones, gigantes de la santidad – Francisco de Asís y Vicente de Paul, un Padre de Foucauld o un Maximiliano Kolbe, Teresa de Jesús o Teresa del Niño Jesús–, cuya talla moral es un desafío histórico ante el que ha de inclinarse el ateo.

Ives Moreau, en su libro: Razones para creer,
una interesantísima serie de preguntas y respuestas de índole católica

8/8/10

La confianza en Cristo, prueba de nuestro amor por Él

XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Sap 18, 6-9 // Salmo 33 // Hebreos 11, 1-2.8-19 // Lucas 12, 32-40.

Queridos hermanos y hermanas:

En este domingo decimonoveno del tiempo ordinario las lecturas de la Palabra de Dios que se proclaman en la Eucaristía nos llaman a replantearnos nuestra opción personal de fe.

Parece algo muy transcendental pero creo que es mucho más personal, íntimo y vivencial. Personal, porque no se trata de creer, de celebrar, de hacer lo que se ha hecho siempre. Se trata que yo, personalmente, con mis circunstancias, opto por Jesucristo, opto por creer, vivir, y proclamar el Credo, la fe de la Iglesia. Es algo íntimo, la fe es una opción de confianza plena en Aquel en quien confio, en Dios. Es una experiencia desde lo más hondo del corazón. Conocí a un jóven que estaba estudiando teologia y no tenía fe. El estudiaba esa carrera porque en ese momento era lo que le veía futuro y le interesaba pero no creia, no amaba, no sentía nada de lo que estaba estudiando. Aquel joven, cuando terminó su carrera tenía la misma preparación intelectual que cualquier sacerdote, tenía sus estudios. Pero le faltaba algo esencial para que esos estudios tuviesen vida: la fe.

A nosotros nos puede pasar lo mismo, podemos tener un conocimiento intelectual perfecto de Jesús, de la Iglesia, de la Doctrina y del Catecismo. Podemos haber leido multitud de vidas de santos, de documentos papales... Pero eso no garantiza de ningún modo, que tengamos fe, que tengamos esa experiencia personal e íntima de encuentro, de amor, de presencia de Jesús en nuestras vidas. El cristiano no es un erudito, es un enamorado de Cristo. La fe, es una entrega confiada en brazos de Aquel a quien amamos y sentimos y sabemos experiencialmente que nos ama.

La carta a los Hebreos que escuchamos hoy, nos recuerda esa confianza plena que supone la fe. La fe es seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve.
Aunque pueda parecer que esta experiencia de fe es algo reducido sólo a los santos, me gustaria que pensemos por un momento en nuestros amigos, en los verdaderos amigos que tenemos. Conocidos tendremos muchos, amigos de verdad unos cuantos. Pensemos por un momento como confiamos en esos amigos, como sin estar con ellos estamos seguros que hay cosas que no harían ni nos harían. Tenemos fe, confianza en ellos y no tenemos que estar demostrándolo minuto a minuto.

La amistad con Cristo es exactamente igual, no amamos más a Cristo porque nos sepamos de memoria muchas cosas. Amamos más a Cristo cuando confiamos en él, cuando sentimos que está a nuestro lado, cuando compartimos con él nuestra vida. Confiamos plenamente en él porque le amamos y le amamos cada día más porque no defrauda nuestra confianza.

La Carta a los Hebreos, nos hace realidad esta definición de fe poniéndonos ejemplos de hombres y mujeres que a lo largo de la historia han confiado plenamente en Dios y han vivido entregados a Él. Hombres y mujeres que han amados con toda su alma a Dios y han sentido la verdad del Amor que Dios les tiene.

Yo quiero pedirle hoy a Dios que todos y cada uno de los que formamos la gran familia del Beato Álvaro de Córdoba pasemos a engrosar esa lista de hombres y mujeres entregados a vivir la fe, la confianza y el Amor en Cristo. Que el Señor nos conceda crecer en nuestro amor a Jesús, en nuestro trato con Él, crecer en nuestro compromiso cristiano.

El evangelio de hoy nos hace hincapié en cómo debemos vivir el día a día, no para quedar bien en momentos puntuales, más bien en vivir continuamente ocupandonos de las cosas del Señor, del amigo que nos ama y a quien amamos. El amigo que nos quiere y que confia plenamente en nosotros y nos ha puesto al frente de nuestras vidas para que las vivamos como a Él le gusta y desde Él para siempre.

Que el Señor nos conceda a todos vivir este domingo con un verdadero deseo de crecer en nuestra amistad con Dios, nuestra fe en él y nuestra entrega a los hermanos.
Feliz día del Señor a todos, que Dios os bendiga.
Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

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4/8/10

Catequesis de San Juan María Vianney sobre la Oración

Queridos amigos, hoy, 4 de agosto, celebramos a San Juan María Vianney, el santo cura de Ars.

Como sabéis el año 2010 ha sido año sacerdotal con motivo del 150 aniversario de su nacimiento y el papa lo ha nombrado patrón de todos los sacerdotes del mundo.

Por todo ello quiero compartir con vosotros uno de sus escritos, una de sus catequesis sobre la oración que resulta muy iluminadora.


SAN JUAN MARÍA VIANNEY, presbítero. (MEMORIA)

Nació cerca de Lyon el año 1786. Tuvo que superar muchas dificultades para llegar por fin a ordenarse sacerdote. Se le confió la parroquia de Ars, en la diócesis de Belley, y el santo, con una activa predicación, con la mortificación, la oración y la caridad, la gobernó, y promovió de un modo admirable su adelanto espiritual. Estaba dotado de unas cualidades extraordinarias como confesor, lo cual hacía que los fieles acudiesen a él de todas partes, para escuchar sus santos consejos. Murió el año 1859.



HERMOSA OBLIGACIÓN DEL HOMBRE: ORAR Y AMAR

De la catequesis de san Juan María Vianney, presbítero
(«Catéchisme sur la priére»: A. Monnin, «Esprit du Curé d'Ars», París 1899, pp. 87-89)


Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en La tierra, sino en el cielo. Por esto nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro.

El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo.

La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que lo embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable. En esta íntima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión de Dios con su pobre creatura; es una felicidad que supera nuestra comprensión.

Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con él. Nuestra oración es el incienso que más le agrada.

Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo. En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol.

Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y, creedme, que el tiempo se me hacía corto.

Hay personas que se sumergen totalmente en la oración, como los peces en el agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su corazón no está dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de Asís y santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con él, del mismo modo que hablamos entre nosotros.

Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos a la iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir! Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy bien para qué vamos. Hay algunos que incluso parece como si le dijeran al buen Dios: «Sólo dos palabras, para deshacerme de ti ... » Muchas veces pienso que, cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro.

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3/8/10

Celebración de la eucaristía por los primeros cristianos

Queridos hermanos y hermanas, leyendo este texto de San Justino, Padre de la Iglesia, del año 165 D.C. vemos como la celebración actual de la Santa Misa está profundamente enraizada en la celebración de los primeros cristianos en los albores del cristianismo. Cuando escuchamos frases tan absurdas como falsas: “la Eucaristía es un invento de los curas y del Papa”. Y luego nos vamos a los textos históricos, a la realidad de la vida de los primeros cristianos, podemos constatar que para ellos vivir cada domingo la Eucaristía les llenaba de Gracia y de fortaleza en la fe.

Partiendo de este texto de San Justino me gustaría ir desgranando en paralelo cada uno de los momentos de la celebración de la Santa Misa hoy y su similitud con la celebración de los primeros cristianos. Iré poniendo el texto original de San Justino en un tipo de letra y mis reflexiones en este tipo:

La Eucaristía:
El día Llamado del sol se reúnen todos en un lugar, lo mismo los que habitan en la ciudad que los que viven en el campo, y, según conviene, se leen los tratados de los apóstoles o los escritos de los profetas, según el tiempo lo permita.

Hoy día, somos convocados los cristianos cada domingo para celebrar la Eucaristía. En ella Escuchamos las lecturas del Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento y el Evangelio.
Luego, cuando el lector termina, el que preside se encarga de amonestar, con palabras de exhortación, a la imitación de cosas tan admirables.

En la misa hoy, el sacerdote, después del evangelio explica, exhorta y hace que la Palabra llegue a nuestros corazones con la homilía.
Después nos levantamos todos a la vez y recitamos; preces;

En la misa hoy, se presenta igualmente las peticiones o preces. y a continuación, como ya dijimos, una vez que concluyen las plegarias, se trae pan, vino y agua.
Se hace el ofertorio, la presentación del pan y el vino, y el que preside pronuncia fervorosamente preces y acciones de gracias, y el pueblo responde Amén.

El Sacerdote en la Santa misa reza la plegaría Eucarística, consagra el pan y el vino y todos nosotros contestamos al final de la plegaria con el amén.
Tras de lo cual se distribuyen los dones sobre los que se ha pronunciado la acción de gracias, comulgan todos, y los diáconos se encargan de llevárselo a los ausentes.

Después de rezar el Padrenuestro, se distribuye la sagrada comunión. Se lleva a los enfermos.
Los que poseen bienes de fortuna y quieren, cada uno da, a su arbitrio, lo que bien le parece, y lo que se recoge se deposita ante el que preside, que es quien se ocupa de repartirlo entre los Huérfanos, y las viudas, los que por enfermedad u otra causa cualquiera pasan necesidad, así como a los presos y a los que se hallan de paso como huéspedes; en una palabra, él es quien se encarga de todos los necesitados.

Se hacía la colecta para los pobres, para cubrir las necesidades según el criterio del que preside. Hoy día nosotros también hacemos la colecta con estos mismos fines.
Y nos reunimos todos el día del sol, primero porque este día es el primero de la creación, cuando Dios empezó a obrar sobre las tinieblas y la materia; y también porque es el día en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos. Le crucificaron, en efecto, la víspera del día de Saturno, y al día siguiente del de Saturno, o sea el día del sol, se dejó ver de sus apóstoles y discípulos y les enseñó todo lo que hemos expuesto a vuestra consideración.

San Justino 1ª Apología. Cap 67, 3-7.

Termina San Justino explicando porque se celebra el Día del Señor el domingo, como no es un capricho de la Iglesia, es el día de la Resurrección. No vale celebrar la Eucaristía cualquier día de la semana si hemos faltado el domingo. El día del Señor es el domingo y los días de la semana son la prolongación de ese gran día y tienen su significado propio. Es una realidad palpable que el precepto atañe sólo al domingo, si fuese lo mismo celebrar la misa dominical cualquier día de la semana, también sería precepto la misa diaria.

Espero que esta pequeña reflexión nos ayude para vivir mejor la Eucaristía de cada domingo. Nos ayude a tomar conciencia que lo hacemos exactamente igual que lo hacían los primeros cristianos hace más de mil años, y que ellos la vivan con tanta fe, con tanto gozo, con tanta ilusión… se llenaban tanto de Cristo que no les importó a muchos de ellos morir por amor a Dios, siendo perseguidos hasta la muerte.

Tomás Pajuelo. Párroco

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1/8/10

El verano, un gran momento para repensarnos nuestra forma de vida

XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Eclesiástico 1, 2; 2,21-23 // Salmo 90 // Colosenses 3,1-5.9-11 // Lc 12,13-21.

Queridos hermanos y hermanas: Este domingo primero de agosto contemplamos como la gran mayoría de los miembros de nuestra comunidad parroquial y de nuestra Córdoba están de vacaciones. En estos días se produce ese gran éxodo vacacional que deja vacías nuestras parroquias y que abarrotan las comunidades costeras. Sea donde sea, hoy celebramos el día del Señor, es agosto, es verano, pero sobretodo ES DOMINGO el gran día de los cristianos. Es maravilloso comprobar como estemos donde estemos podemos celebrar la Eucaristía, podemos escuchar la Palabra de Dios y podemos comulgar. Esa es la grandeza de formar parte de un sólo cuerpo: La Iglesia.

Las lecturas de este domingo dieciocho del tiempo ordinario nos presentan un estilo de vida que, precisamente en estos días de verano, choca frontalmente con el estilo de vida que nos ofrece nuestra sociedad.

Cuando vemos lo que nos ofrece la sociedad en estos días podemos comprobar que reina un culto al cuerpo, un exhibir el cuerpo, un gozar del cuerpo. Es curioso como en estos días de verano en los mismos telediarios, aparecen siempre noticias de encuestas, estudios pseudociéntificos, que tienen como única referencia la actividad sexual, el mantenimiento del cuerpo perfecto, las dietas, etc... Es verdad que no tenemos que ser "bichos raros" pero eso no significa que comulguemos con ruedas de molino. Es necesario que nuestra vida cristiana sea más profunda y más sincera que toda esa superficialidad que se nos ofrece.

El libro del Eclesiástico, la primera lectura de hoy, nos dice: "vanidad de vanidades, todo es vanidad" es cierto, todo eso que nos ofrece la sociedad se acaba, no podemos ser perfectos siempre, el transcurso del tiempo es radical y si ponemos nuestras esperanzas sólo en eso tendremos un grave problema de aceptación cuando pasen unos años. Si nuestra mente, nuestro corazón, nuestra vida, giran en torno a estas cosas superficiales llega un momento en el que nos encontramos vacios, nos encontramos sin profundidad en nuestras relaciones, en nuestras vidas, y lo que es más grave, sin profundidad en nuestra fe.

¡Vanidad de vanidades! todos hemos visto alguna vez en las Ermitas de nuestra sierra cordobesa esa cruz y a sus pies una calavera con la siguiente inscripción: "Como te ves me ví, como me ves te verás, piénsalo bien y no peques más." ¡Que verdad tan grande! el autor de dicho monumento sabía bien lo transitoria que es nuestra vida, lo fugaz de nuestra existencia. No podemos perder el tiempo, la vida en cosas tan superficiales, tenemos que ahondar en la oración, en la vida sacramental, en las relaciones fraternas, en las familias, en las relaciones vecinales, en la amistad. Tenemos que vivir cada día intensamente como un regalo maravilloso de Dios. Es muy triste que dediquemos esfuerzo, dinero, ganas, tiempo a muchas cosas insustanciales y luego nos cueste tanto dedicar tiempo, esfuerzo, ganas a crecer en nuestras relaciones familiares, a crecer en nuestra vida de fe, en lo que verdaderamente engrandece nuestra vida, plenifica nuestra existencia y llena de sentido el transcurrir del tiempo.

El evangelio nos pone en imágenes, lo que estamos viviendo en nuestros días. Hace unos años todos eramos ricos, se compraban coches, casas, se construian un montón de viviendas, se vivía a todo tren. De repente, la palabra fatídica: "CRISIS" y ahora todos somos pobres, no tenemos nada, no se construye, no se contrata, no hay empleo... Quizás nos había pasado como al rico de la parabola, que estabamos viviendo nuestro sueño como realidad y la verdadera realidad se ha impuesto.

Pero este tiempo tan duro que estamos viviendo está sirviendo para sacar de nuestras comunidades cristianas ejemplos de solidaridad con los más necesitados, aunque parezca mentira, han crecido las donaciones a Cáritas, se están haciendo muchos proyectos solidarios en parroquias e instituciones de la Iglesia. Lo poco que tenemos está sirviendo para sobrellevar estos días duros muchas personas que lo están pasando realmente mal. Lo más grande de todo esto es que son muchos los que me dicen, que siendo generosos, que habiendo sacrificado algo de lo suyo para entregarlo al que lo necesita, el sacar tiempo para ayudar... todo eso les está haciendo mucho más feliz que todas las cosas que "poseían antes", están descubriendo la verdad del Evangelio, la verdad del amor fraterno, de la entrega al hermano.

Estos días de verano pueden ser un buen momento para profundizar en nuestra vida de fe, en nuestra formación cristiana, en nuestra oración personal. Puede ser un gran momento para repensarnos nuestra forma de vida, ver dónde tengo puesto mi corazón, que es lo que me roe las entrañas de verdad. Quizás podamos reorientar nuestras vidas teniendo como modelo a Cristo en el Evangelio. El vivió austeramente y nunca le faltó lo necesario para vivir. Quizás nosotros estemos tan agobiados por las cosas materiales porque nos hemos creados necesidades artificiales, que realmente no llenan nuestras vidas, pero que nos hacen vivir en un continuo "sinvivir". Quizás relativizando esa necesidades descubramos que es más importante dedicarle tiempo a nuestros hijos, a nuestro matrimonio, a nuestros padres, a nuestros amigos. Es verdad que a lo mejor no tenemos el coche último modelo, pero tendremos unas relaciones familiares y de amistad mucho mas ricas.

Que el Señor nos conceda a todos la Sabiduria de su Gracia para saber descubrir en nuestras vidas lo verdaderamente importante y por lo que merece, en verdad, entregar nuestra existencia. Si es posible, que esté el Señor en el centro de esa nueva vida.
Que Dios os bendiga a todos, que os conceda unas vacaciones felices y llenas de fe. Feliz domingo a todos.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.


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