El próximo domingo, día 10 de mayo, nuestro Administrador Apostólico, D. Juan José Asenjo, procederá a la Coronación Canónica Pontificia de la Imagen de María Auxiliadora que se venera en el Santuario Salesiano de nuestra ciudad.
Con tal motivo creemos oportuno, para una mayor comprensión de este tipo de actos, profundizar en su fundamento teológico así como en sus orígenes, evolución histórica y celebración.
Fundamento Teológico
Jesús, en su concepción, es llamado por el ángel Gabriel "Hijo del Altísimo", el Rey que recibirá el Trono de David y que reinará por siempre. María es pues la Virgen descrita por Isaías como la elegida desde la eternidad para ser la Madre del Rey, de aquí se desprende para ella el título de Reina.
Ya desde los primeros años, la comunidad cristiana ha reconocido esta dignidad real de María, Litúrgicamente este título es repetido constantemente en oraciones marianas y cantos como la Salva Regina, Regina Coeli, Ave Regina Coelorum.
Así, también en las letanías lauretanas se le llama "Reina de los Angeles", de todos los Santos, del Mundo, de la Paz, etc.. De la misma manera los artistas se han complacido en representarla en actitud mayestática, sentada sobre un trono y ostentando regia corona. En los misterios Gloriosos del Santo Rosario, también se invoca en el último misterio la Coronación de María como Reina y Señora de la Creación.
Orígenes y evolución histórica
Fray Jerónimo Paolucci , fraile franciscano capuchino que vivió en el siglo XVI, fue el precursor de las coronaciones de las imágenes de María. Durante el transcurso de su vida se dedicó a realizar notables predicaciones, dando término a ellas con la imposición de una corona a las sagradas imágenes de la Virgen más veneradas en el lugar en que realizaba su labor pastoral. Gracias a este hecho, el capuchino recibió el apodo de "Apóstol de la Madonna".
Al encontrarse en la ciudad de Parma -Italia - los protestantes realizaban manifestaciones en las que agraviaban el nombre de María Santísima. Es entonces que este Fraile juró dedicarse íntegramente al culto de Nuestra Señora. Pocos días después se organizó en desagravio a la Madre de Dios, una solemne ceremonia que tuvo gran cantidad de concurrencia. En esta ceremonia, luego de su acostumbrada y brillante actuación como orador sagrado, aclamaron bajo juramento a María como su perpetua Reina.
Transcurrido un breve lapso de tiempo, quisieron poner énfasis en su amor filial a la Virgen Santísima, realizando en dicha ciudad una Asamblea popular en la que el Obispo Diocesano y el Duque de Parma, colocaron una hermosa corona de oro sobre la cabeza de la imagen de María, proclamándola Soberana de Parma. Con ello, se dio inicio a esta piadosa costumbre de coronar las imágenes de María Santísima en Occidente.
Por otra parte, el Conde D. Alejandro Sforza Pallavicino de Piacenza, muy vínculado al Vaticano, al comenzar el siglo XVII, se propuso fundar una obra para darle orden y realce en todo el mundo a las coronaciones de la Virgen Santísima, y guardar memoria en un registro que se abrió en la Basílica de San Pedro de Roma.
Para ello dispuso en su testamento una donación considerable de sus bienes a la Reverenda Fábrica de San Pedro en la Ciudad de Roma, con la condición que fueran costeados con sus rentas estos actos y se promoviera la coronación de las imágenes de María Santísima más veneradas en todo el mundo.
Al legar su fortuna el Conde Sforza, se estableció el Capítulo de San Pedro, como el organismo competente para conceder el rango de canónica a la coronación de una imagen de la Santísima Virgen, y con ello se comprometían a adquirir la áurea presea, con el peculio obtenido de la donación hecha por el piadoso noble.
El primer caso de coronación sufragada por el Conde Sforza lo encontramos el 27 de Agosto de 1631, cuando el venerable Capítulo decidió colocar la diadema de oro a la imagen pictórica de "Santa María della febbre", venerada en una de las Sacristías de San Pedro en la Ciudad Eterna. A los pocos años de realizada el ceremonial tan lucido, este principal propulsor de la Coronación Canónica de María en la Tierra, falleció el 3 de Julio de 1636.
La coronación de Santa María la Mayor de Roma, el 15 de Agosto de 1837, marca el inicio del mismo ritual para las coronaciones que se llevarán a cabo en lo sucesivo.
A España no llega la coronación Canónica sino hasta el último cuarto del siglo XIX, como veremos en los primeros casos de dicha concesión, para la imagen de Ntra. Sra. de la Veruela en Aragón y Ntra. Sra. de Montserrat en Cataluña, ambas en 1881; luego de estas coronaciones, se sucederán otras muchas en España y con mucha rapidez se realizarán los primeros trámites de dicho proceso en América Española.
En Córdoba la primera imagen coronada canónicamente fue Nuestra Señora de los Dolores el 9 de mayo de 1965. También están coronadas Nuestra Señora de las Angustias (11 de octubre de 1987), Nuestra Señora del Rosario (31 de octubre de 1993), Nuestra Señora de la Fuensanta (2 de octubre de 1994), y la Virgen del Socorro que se coronó el 7 de septiembre del año 2003.
Celebración
En las primeras Coronaciones el Cabildo Vaticano mandaba fabricar la corona y enviaba a la Ciudad en que se efectuará dicho acto un Canónigo desde la Ciudad Eterna que sería el delegado Pontificio para realizar en su nombre este acto. Así también se conseguían de su Santidad, favores especiales - indulgencias por lo general - para el día de la celebración.
El ritual de imposición de la Corona en las devotas imágenes marianas, permaneció desde el siglo XVII hasta el XIX sin variaciones, salvo, la elaboración de las coronas en sus respectivos lugares de veneración, y el requisito de que para coronarse a una imagen mariana por lo mínimo debía tener 50 años de antigüedad.
En 1981 se faculta a los Obispos diocesanos para conferir la Coronación a las imágenes que se veneren en sus respectivas jurisdicciones, con ello queda establecidas tres clases de coronación.
Coronación Canónica Pontificia.- que otorga la Santa Sede en Roma, por la importancia que esta tiene, simplemente se le considera como Canónica, y tiene mayor peso sobre sus similares.
Coronación Canónica Diocesana.- que otorga la Diócesis en una Ciudad o País.
Coronación Litúrgica.- aquella que no necesita de permiso alguno, que la realiza cualquier eclesiástico y puede llegar a ser elevada al rango de Canónica Diocesana.
La sagrada imagen que ha sido postulada para recibir el privilegio de la Coronación Canónica, debe de reunir los siguientes requisitos, indispensables y debidamente comprobados por el Obispo u autoridad eclesiástica:
- Antigüedad no menor de 50 años (Se entiende que posea valor artístico y cuya Historia se encuentre debidamente documentada).
- Gozar de probada devoción (desde sus inicios hasta su estado actual)
- Comprobación de los favores concedidos por dicha imagen y la irradiación de su culto.
Reunidos estos requisitos por dicha imagen, esta documentación deberá ser presentada por el Obispo, Dignidad eclesiástica o Superior de alguna orden religiosa y pedida expresamente por él. A ellos se unen los clamores de las autoridades civiles y el pueblo católico de la localidad en general, llegándose a formar un comité de laicos que dedicará sus esfuerzos con este fin.
Respecto al día en que la ceremonia debe realizarse, se recomienda esta se efectué dentro de alguna solemnidad o fiesta de la Santísima Virgen. En algunos casos se hacen el mismo día de la fiesta de la advocación que la imagen posee y va a ser coronada. A ello habría que añadir que no se debe realizar en las grandes solemnidades de Nuestro Señor, ni en días de carácter penitencial, ello comprende la cuaresma y Semana Santa.
Cabe señalar que el Ritual de la Coronación establece celebrar la Misa de Santa María Reina, o la que corresponda a dicha imagen que cuente con oficio propio; así mismo las vestimentas que ha de usar los celebrantes deberán ser de color blanco, festivos, a no ser que se prefiera otro por diversos motivos.
Para llevar a cabo la Coronación, Su Santidad el Papa, envía un Delegado Pontificio para la Coronación de la imagen desde Roma, aunque también suele delegar a los Nuncios Apostólicos y los Arzobispos u Obispos.
En cuanto a la corona, en su hechura, el material en que debe realizarse es en oro puro. Para su ejecución, la presea debe responder a factores culturales y gustos artísticos de la Ciudad o localidad, de modo que sea un símbolo adecuado con que la Ciudad homenajea a su Reina y Señora. Debe contener piedras preciosas, cuando se pueda, y debe ser lo más regia posible.
Respecto a la Coronación propiamente dicha, debe estar revestida de gran solemnidad, para ello en la Procesión de entrada, deberá figurar la Áurea corona, portada con la reverencia del caso, esta debe ubicarse en un lugar privilegiado dentro del altar, a la vez que apreciado por todo el público concurrente a dicha ceremonia.
La Misa Pontifical deberá seguir con normalidad hasta la Homilia, en la cual deberán exaltar las glorias y reinado de María. Al concluir la homilía se realizará el rito de Coronación. Las coronas deberán ser presentadas por los padrinos, quienes llevarán la corona hasta la presencia del Obispo, que despojado de la Mitra, recitará la invocación correspondiente. Acto seguido se rociará el agua bendita sobre la presea y acompañado de un clérigo u otra persona, se dirigirá hasta la santa imagen e impondrá sobre las sienes de la imagen la Corona (si la imagen mariana porta a la imagen de Cristo, deberá imponérsele primero la corona a dicha imagen). Una vez impuesta la corona sobre la Reina y Señora, se canta un canto mariano o el Himno de la Coronación que ensalce la Realeza de María, culminando con la incensación que realiza el Obispo a la imagen coronada. Luego de ello sigue la Misa como de costumbre.
Al finalizar la Santa Misa, se tributa un homenaje público para la sagrada imagen, sacando en procesión triunfal a la Reina Coronada, en reconocimiento general del privilegio que se ha concedido a esta efigie mariana
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