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2/7/08

La Misa en latín

El Papa Benedicto XVI dictó el pasado 7 de julio de 2007 una Carta Apostólica en forma de Motu Proprio, la "Summorum Pontificum" sobre el uso de la liturgia romana anterior a la reforma de 1970 como consecuencia del Concilio Vaticano II.

Si puede resumirse en pocas palabras, con esta carta nuestro Papa autoriza la posibilidad de celebrar la Eucaristía mediante el misal tradicional, también denominada forma extraordinaria de uso del Rito Romano o también tridentina, el cual se celebra en su mayor parte en latín como seña distintiva externa más llamativa; permaneciendo a la vez plenamente vigente el rito y la liturgia eucarística actual en lengua vernácula (la propia de cada lugar donde se celebra), llamada también orden o forma ordinaria de celebración. Ambas formas de liturgia, afirma el Papa, responden a un doble uso de un mismo y único rito.

Esta carta ha generado cierta controversia y nos proponemos con esta entrada aportar algo de luz a la misma. Por ello, trataremos de (in)formarnos sobre qué es el rito tradicional, sus posibles diferencias de fondo y forma con el ordinario, las voces críticas y aprobatorias que a la vez han acogido esta decisión del Papa, y como marco escogeremos algunos vídeos del rito tradicional y algunos fragmentos de la Eucaristía según ese orden, para que nos acompañen en la lectura.

Para ponernos en situación, conviene conocer algo más de los dos misales que el Papa reconoce como usos distintos del mismo rito litúrgico romano para la celebración de la Eucaristía:

  • La forma ordinaria o actual sigue el misal promulgado por Pablo VI en 1970, como consecuencia del Concilio Vaticano II. Es la más habitual, la que la mayoría de cristianos menores de 50 años conocen casi en exclusiva y se reconoce con facilidad por el uso de la lengua vernácula en toda la liturgia y porque el sacerdote la celebra de frente a los fieles.
  • La forma extraordinaria o tradicional usará el misal de 1962 con el que Juan XXIII actualizó el antiguo misal tridentino (codificado por San Pío V tras el Concilio de Trento), cuyo uso fue suprimido por el Concilio Vaticano II, hasta ser recuperado de forma quizá un tanto vaga por Juan Pablo II en 1984 y en 1988 mediante su motu proprio “Ecclesia Dei Adflicta”, y liberalizado de forma completa por Benedicto XVI mediante la Summorum Pontificum. Esta forma, en su momento unificó toda la Liturgia existente. En ella, el sacerdote se encuentra de espaldas a los fieles y celebra en latín, a excepción de algunos pasajes pronunciados en griego y hebreo.
Hasta esta manifestación del Papa en la Summorum Pontificum, ha existido una cierta querella litúrgica entre los miembros de la Iglesia sobre la celebración con una forma u otra, a la vez que una duda sobre si la autorización de la forma extraordinaria era una concesión al movimiento cismático guiado por el Arzobispo Lefebvre:
  • En cuanto a los cristianos que reclamaban la vuelta al misal tradicional, sus argumentaciones a favor de la misa tridentina inciden en varios aspectos, como que el uso del latín, como lengua muerta que es y además oficial de la Iglesia, permite mantener la liturgia inalterada ya que las lenguas vivas experimentan por tal característica una transformación semántica constante. Otro de los aspectos es que se discute que el misal moderno de 1970 realmente sea capaz de transmitir la Eucaristía como adoración suprema del sacrificio divino y redentor que en realidad es, y pudiera presentarlo o los fieles percibirlo, sólo como la conmemoración de la Santa Cena. Finalmente, otro motivo que se aduce en favor de la misa tridentina es la mayor solemnidad y sacralidad de la misma en comparación, como factor que puede conducir a una mejor actitud de recepción del sacramento eucarístico.
  • Mientras que por parte del movimiento lefebvriano, la vuelta al misal tradicional es una de sus principales reivindicaciones.
En su momento, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger como presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe tuvo que ver en las consideraciones respecto a Lefebvre, por lo que la cuestión había sido seguida de cerca por nuestro Papa y la Summorum Pontificum era algo que se esperaba. Por ello, Benedicto XVI afronta (o más bien, concilia) el debate litúrgico y el movimiento cismático por varias vías:
Al observar la historia bimilenaria de la Iglesia de Dios, guiada por la sabia acción del Espíritu Santo, admiramos llenos de gratitud cómo se han desarrollado ordenadamente en el tiempo las formas rituales con que conmemoramos el acontecimiento de nuestra salvación. Desde las diversas modalidades de los primeros siglos, que resplandecen aún en los ritos de las antiguas Iglesias de Oriente, hasta la difusión del rito romano; desde las indicaciones claras del Concilio de Trento y del Misal de san Pío V hasta la renovación litúrgica establecida por el Concilio Vaticano II: en cada etapa de la historia de la Iglesia, la celebración eucarística, como fuente y culmen de su vida y misión, resplandece en el rito litúrgico con toda su riqueza multiforme.
En ambos textos la cosa queda clara:
  1. Distingue expresamente entre la forma ordinaria de la liturgia latina de la Iglesia (misal de Pablo VI) y la forma extraordinaria (misal de Juan XXIII)
  2. Por tanto, se admite expresamente la forma tradicional o extraordinaria
  3. Ello da continuidad a la decisión de Juan Pablo II
  4. Se considera un doble uso del mismo rito real
  5. No supone negación de la reforma litúrgica querida por el Vaticano II sino una mayor riqueza litúrgica ya que ambas liturgias incorporarán poco a poco nuevos elementos en la forma y en el lenguaje
  6. Todo sacerdote puede usar la liturgia antigua en cualquier día del año, si se trata de misa sin público (no en la liturgia del triduo pascual, que debe celebrarse siempre con presencia de pueblo) y a esas celebraciones pueden asistir los fieles que lo soliciten libremente.En cualquier caso, no hace falta -como hasta ahora- la autorización del obispo sino simplemente la solicitud de los fieles interesados y la decisión del párroco según su criterio y posibilidades
  7. Además, la decisión llega, como no podía ser de otra forma y según la presentación de la carta, "tras haber reflexionado profundamente sobre cada uno de los aspectos de la cuestión, invocado al Espíritu Santo y contando con la ayuda de Dios"
Por lo tanto y como conclusión, ¿de qué estamos hablando? Sencillamente, de un uso más del rito de la Eucaristía, recuperado formal, completa y oficialmente por el Papa Benedicto XVI, que admite posiblemente una mayor riqueza en la celebración de la Misa y con seguridad una mayor conciliación de las diferentes aspiraciones existentes respecto de este rito sagrado. A la vez, se ratifica la unidad del rito y la continuidad de la tradición eclesial en esta liturgia.

Referencias

Otras referencias en la Internet:

Como complemento, gracias a la Asociación Una Voce Sevilla favorable a la recuperación de la misa tradicional, podemos adquirir una visión sucinta sobre la misa tridentina o tradicional en el siguiente vídeo:

Seguido de este extracto en 2 partes de una misa tradicional:
Primera parte


Segunda parte


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