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8/3/08

La Historia de una Conversión

“El Señor es mi Pastor”

Cristina nació en Barcelona el año 1.978. A causa de la profesión de sus padres (maestros), a lo largo de su vida, ha ido residiendo en distintas localidades, todas ellas de Cataluña, hasta que desde hace 2 años, por amor, o por capricho del destino, o mas bien, por voluntad de Dios (de lo que ella está convencida,) se trasladó a Córdoba y ahora vive entre nosotros.

El pasado 18 de mayo vivió el día mas importante de su vida; de manos del señor obispo recibió el Bautismo, la Confirmación y su Primera Comunión. Una experiencia y un día inolvidables para ella.

Pensamos que su testimonio podría ser interesante, tanto para los que se encuentran alejados de la Fe como para los que ya la profesamos, por ello, decidimos ponernos en contacto con ella para concertar una pequeña entrevista, lo que hicimos el mismo domingo tras la ceremonia. Cristina, toda amabilidad a pesar de lo ajetreado del momento y de no conocernos de nada, mostró su total disponibilidad para charlar con nosotros. Así, quedamos en vernos un par de días después para mantener una conversación de la que, por motivos de espacio, extraemos a continuación un poco de lo mucho e interesante que nos contó.

Puntual a la cita (incluso con antelación a la hora fijada), encontramos a Cristina en la puerta de nuestra parroquia despachando telefónicamente asuntos de trabajo. Ambos pensamos que el lugar más apropiado para llevar a cabo la entrevista era en la tranquilidad de alguno de los salones de la parroquia, nuestra casa común, a lo que D. Tomás accedió gustoso.

Creo, sinceramente, que el entrevistador (que debutaba en estos quehaceres) estaba más nervioso que la entrevistada, pero, poco a poco, y gracias, sobre todo, a la naturalidad con la que Cristina afrontó la situación, la pretendida entrevista derivó en una amena conversación en la que prácticamente sin darnos cuenta se fueron tratando todos los puntos previstos en el “guión”.

Así, Cristina comenzó a hacer un recorrido por sus orígenes. Nos cuenta que sus padres sí que estaban bautizados y habían hecho la Primera Comunión, e incluso se habían educado en colegios religiosos, pero que decidieron ser totalmente neutrales con ella y sus tres hermanos en ese aspecto para darles la oportunidad de elegir cuando fuesen adultos.

¿Qué conocía pues Cristina de Jesús y de la Iglesia durante su estancia en Barcelona? Cristina nos confiesa que entró por primera vez en una iglesia con diecisiete años con motivo de un bautizo al que fue invitada y que su conocimiento con respecto a la religión era de “culturilla general”; lo que veía por la tele, lo que le enseñaron en los dos años que dio religión en el colegio, lo que le contaba su abuela, que sí que era católica practicante, y poco más. Sí que creía que había algo, un ser superior al hombre, pero ni le ponía nombre ni lo identificaba con nada.

Uno de los puntos de inflexión en la vida de Cristina fue la muerte repentina de su padre. Para toda su familia fue un golpe muy duro. Sin embargo, mientras que para su madre supuso un distanciamiento de la Fe para ella fue el inicio del cambio:

- A mí, en cinco años para acá, me ha cambiado la vida. No soy la misma persona. Con la muerte de mi padre estaba como en un pozo..., estaba superperdida...., no encontraba el norte...., no sabía lo qué quería. A raíz de ahí maduré, comencé a plantearme cosas y empecé a encontrar…bueno, no empecé a encontrar… es que me lo pusieron delante- nos dice.

Cristina, aún sin poder encontrar las palabras adecuadas y la forma para explicar el cómo, se muestra plenamente convencida de que Dios la ha ido conduciendo, la ha ido llevando, poco a poco y sin ser ella plenamente consciente de ello, hasta llegar a su situación actual.

En este momento se me vienen a la cabeza los versos del Salmo 23:

"El Señor es mi pastor,

...
me conduce hacia fuentes tranquilas
...
Me guía por la senda del bien,
...
Aunque pase por quebradas peligrosas,
ningún mal temeré,
porque tú estás conmigo,
tu bastón y tu vara me protegen
....
Tu amor y bondad me acompañan
todos los días de mi vida;
..."

“Ven y Sígueme”

Continuemos con el camino de conversión iniciado por Cristina tras la muerte de su padre. Ella nos comenta que su proceso –“Ha sido como cocinar una paella: Se le van añadiendo, poco a poco, un ingrediente por aquí, otro por allá y al final resulta un plato estupendo”.

El primer ingrediente de ese plato es Enrique, su novio. Lo conoció al poco tiempo de morir su padre. Con él da un paso en su vida afectiva, sin embargo, en el plano religioso, en un principio, no le supone ningún cambio. “Quique” piensa igual que ella en aquel tiempo: -“Cree que hay algo superior al hombre, pero no le pone nombre. Ni va a misa, ni cree en la Iglesia”. A pesar de ello, Enrique va a ser una pieza fundamental en su conversión ya que al poco tiempo de conocerle deciden trasladarse a vivir a Córdoba.

Aquí, en Córdoba, conoce a los padres de Quique, Enrique y Araceli, miembros de nuestra comunidad parroquial. Ellos son el siguiente “ingrediente”. De ellos recibe mucho más cariño y apoyo del que cabía esperar. La acogen como a una verdadera hija y ella los considera como unos nuevos padres. Con su modo de vida, su forma de actuar, el calor familiar que se respira en su hogar, inconscientemente, van despertando en Cristina su admiración, cierta envidia sana y una incipiente curiosidad sobre la religión. Al respecto nos dice:

- “He tenido una suerte tremenda. A través de ellos he conocido a un montón de gente majísima y empecé a tener conocimiento de lo que era la parroquia. Ellos han sido la llave que me ha puesto en contacto con la Iglesia”.

En casa de sus suegros se trata todo lo relacionado con la religión con mucha naturalidad. Ella comienza a hablar con ellos sobre el tema y comienza a leer y a informarse de temas que hasta ahora desconocía. Poco a poco, va meditando, va atando cabos y comienza a vislumbrar que de alguna manera “alguien” le está marcando el camino. Un día su suegra le plantea: “¿A ti no te gustaría bautizarte?”. Cristina comienza a pensárselo.

Como consecuencia de la situación vivida por una persona del entorno familiar comienza a colaborar en “Proyecto Hombre”. Tenemos aquí un nuevo “ingrediente” de la “paella” y uno de los detonantes fundamentales en su proceso de conversión. En este tiempo toma conciencia de la gran labor social que lleva a cabo la Iglesia de manera desinteresada y altruista. Descubre la Caridad cristiana. Entusiasmada y llena de admiración por el padre Lázaro y todos sus colaboradores nos relata la magnífica labor que realizan.

Cristina continua meditando la propuesta de bautismo y al final toma la decisión: “Sí, quiero bautizarme”. Se lo comunica a Araceli y ésta la pone en contacto con D. Tomás, nuestro párroco. De éste nos dice: -“Si mi suegra me dio un empujoncito, Tomás fue el que me cogió en brazos y me lanzó definitivamente”- y se deshace en elogios hacia D. Tomás por la acogida que le dio y el trato que le ha dispensado tanto como formador como persona. He aquí que D. Tomás pasó de ser sacerdote a ser “ingrediente” (perdón por la broma).

Pero aún queda un “ingrediente” principal. Tras el proceso de formación y catequesis llevado personalmente por D. Tomás, éste le recomienda a Cristina hacer un Cursillo de Cristiandad a lo que ella accede sin mayor problema. Sin duda, Cristina no se podía imaginar lo que allí le esperaba.

Al hablar del Cursillo de Cristiandad la emoción se le nota a flor de piel, los ojos se le enrojecen y con voz entrecortada nos cuenta: –“Si en la catequesis conocí a Jesucristo de forma teórica allí lo conocí realmente. Allí me di cuenta de todo. Fue brutal....Fue increíble.”-. Y nos recomienda: -“ Hay que hacerlo. Sin duda, hay que ir y hacerlo”-.

No hay lugar a dudas, Cristina ha conocido a Jesús. Un Jesús que ha salido a su encuentro y la ha llamado. Y ella ha sabido escuchar su voz. Esa voz que dice: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga.” (Mateo 16,24).

Cristina ha dicho SÍ a Jesús. Ha decidido seguirle. Y para ello ha renunciado a sí misma, a seguir pensando como antes, a seguir pensando como su familia. Y no le ha importado cargar con la cruz de la incomprensión (aunque siempre desde el respeto) de su madre, hermanos, novio, amigos y compañeros de trabajo, la cruz de que la llamen “chaquetera”, la cruz de ir contra corriente.



“Permaneced en mi Amor”

Ha llegado el momento de hablar con Cristina del 18 de mayo de 2008. El día de su Bautizo. El día de su Primera Comunión. El día de su Confirmación. Al nombrarle este día el rostro de Cristina se ilumina y sus ojos desprenden un brillo especial. Rebosa tanta felicidad que es fácilmente perceptible por su interlocutor.

Lo primero que le preguntamos es cómo se sentía ese día antes de la celebración. Casi como volviendo a revivir aquellos momentos se muestra inquieta y nos cuenta que se sentía supernerviosa y con mucho miedo por si surgía algún inconveniente de última hora que le impidiera recibir los Sacramentos. Sobre el día anterior nos revela: –“Tenía miedo, pensaba: mira que si me caigo por las escaleras o me tuerzo un tobillo…. Quique quería salir y yo le decía: Yo no me muevo de casa vaya que me pase algo. Estaba toda paranoica.., muy nerviosa. No quería que pasase algo que lo echara todo al traste.”

Cristina nos dice que en la celebración continuaba nerviosa, incluso le temblaban las piernas, pero que ese estado de nervios desapareció con el Bautismo: -“ Los nervios se me quitaron cuando me bautizaron. Ahí fue cuando me relajé. Me relajé y los nervios se convirtieron en responsabilidad. Mientras continuó la celebración hice mi último examen de conciencia pero acabé totalmente convencida de que aquello era lo que yo verdaderamente quería.”

También nos cuenta que durante el Bautizo no paró de llorar, que fue una experiencia “superfuerte”. –“Vi pasar toda mi vida por delante en un momento y me acordé de mi padre y de toda mi gente”. Y nos comenta que su familia, a la que tanto echó de menos en este día, no estuvo presente en la celebración, aunque no por el hecho de que no compartieran su decisión, sino por diversos motivos que les impidieron desplazarse desde Barcelona.

Tras contarnos esto, Cristina también parece relajarse y con una amplia sonrisa, nos dice que, tras la celebración del Bautismo, durante el resto de la celebración, -“ya fue todo un disfrute total”.

Ya ha pasado Cristina sus primeros días como miembro de la Iglesia. Ya ha pasado todo el estrés propio de la preparación y la celebración de ese día tan importante para ella. Le preguntamos cómo se siente ahora que ya ha tenido algo de tiempo para ir asimilándolo todo. Su respuesta es rápida y con seguridad afirma: -“Me siento una privilegiada y muy, muy orgullosa de haberme bautizado. Me siento muy contenta.... como si me hubiese tocado la lotería. Me regaló mi abuela Carmen, del Cursillo, (que yo la llamo abuela) un Crismón, me lo colgué el domingo y todavía no me lo he quitado, ni me lo pienso quitar.” Y nos muestra, toda orgullosa, el Crismón de plata que lleva colgado al cuello.

Y ahora ¿Qué? – Le preguntamos-. Toda ilusionada nos dice que ahora hay que seguir. Que sigue siendo una inculta religiosa y que tiene mucho que aprender. Lo primero que quiere es aprender oraciones y para ello se ha hecho con un librito que la acompaña a todos sitios y que, en cualquier momento en que dispone de tiempo, ya sea en el autobús o en cualquier otro sitio, lo saca y se pone a aprendérselas. Además piensa seguir asistiendo a las reuniones de su Cursillo de Cristiandad y, como no, los domingos a misa con su suegra.

Sin solución de continuidad le preguntamos si tenía pensado integrarse en alguno de los grupos o actividades de la parroquia, a lo que nos contestó: -“De momento no. Ahora mismo estoy trabajando en Proyecto Hombre y el poco tiempo libre de que dispongo lo entrego allí. Allí me necesitan más. Bueno... no...yo los necesito más a ellos que ellos a mí. Si más adelante el trabajo me lo permite y tengo más tiempo pues ya se vería pero de momento seguiré con Proyecto Hombre.”

Para finalizar le pedimos unas palabras dirigidas a todos aquellos que se puedan encontrar en la misma situación en que ella se encontraba hace un tiempo. Esta fue su contestación:

-“Que no se dejen influenciar por nadie. Eso es lo más importante. Que escuchen todas las opiniones, las buenas, las malas y las regulares. Que piense sobre toda su vida, desde que nacieron, y que busquen, porque seguro que Dios les ha ayudado muchas veces. Nada pasa por casualidad. Que nunca es tarde.”

Hasta aquí llegó nuestra conversación con Cristina. Una mujer valiente, comprometida y con las ideas muy claras, que ha conocido a Jesucristo y está dispuesta a seguirlo, tratarlo y dar testimonio de Él como respuesta a su llamada y a su Amor por ella.

Desde aquí queremos hacer pública nuestra inmensa gratitud a Cristina por habernos dedicado su tiempo y por compartir con toda nuestra comunidad parroquial su testimonio. Al mismo tiempo le deseamos toda la felicidad del mundo en su nueva vida como cristiana y os pedimos a todos una oración por ella, para que así sea.

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