Siguiendo la filosofía que inspira la sección Recomendaciones de esta página web (esa fraternidad que tiene su reflejo en el compartir con los demás los bienes tanto materiales como espirituales de que disfrutamos), me gustaría recomendar una canción que he escuchado últimamente con cierta frecuencia.
Se trata de la canción Corazón de Cristo, con letra y música de Paloma Franconi, e interpretada por el Coro del Seminario Mayor San Pelagio de Córdoba.
Muchas veces nos acostumbramos a las ventajas de todo tipo que la vida nos ofrece, y fácilmente dejamos de valorar en su justa medida estos dones. El milagro de la presencia real de Cristo en la Eucaristía lo contemplamos con 'normalidad' en cada celebración de la Santa Misa. Y con más 'normalidad' aún su presencia en el Sagrario de cualquier templo de nuestra ciudad. Esta canción a la que antes me he referido nos hace reflexionar/orar sobre la realidad de la presencia de Cristo en su morada terrena que es el Sagrario. Y como Él desde ahí, en la soledad, nos espera con paciencia para amarnos, perdonarnos, ayudarnos,... La letra de esta canción nos invita a "...decidle a todos que vengan a la fuente de la vida...", lo que me ha motivado a escribir esta recomendación. Corazón de Cristo puede encontrarse en el álbum "Me has seducido Señor", publicado en el año 2005 por el Coro del Seminario Mayor San Pelagio; e incluye un total de doce magníficas canciones sobre temas eucarísticos, marianos y vocacionales. A continuación transcribo la letra de esta canción: Corazón de Cristo Hay un corazón que late, que palpita en el sagrario, un corazón solitario que se alimenta de amor. Es un corazón paciente, es un corazón amigo: el que habita en el olvido, el corazón de tu Dios... Es un corazón que espera, un corazón que perdona, que te conoce y que toma de tu vida lo peor. Que comenzó esta tarea una tarde en el Calvario, y que ahora, desde el Sagrario, tan sólo te pide amor. Decid a todos que vengan a la fuente de la vida que hay una historia escondida dentro de este corazón. Decidles que hay esperanza, que todo tiene un sentido, que Jesucristo está vivo, decidles que existe Dios... En el corazón que llora en la casa de Betania, el corazón que acompaña a los dos de Emaús. Es el corazón que al joven rico amó con la mirada, el que a Pedro perdonaba después de la negación. Es el corazón en lucha del Monte de los Olivos, que, amando a los enemigos, hizo creer al ladrón. Es el corazón que salva por su fe a quien se le acerca, que mostró su herida abierta al apóstol que dudó.
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