Rogatorias

Buscar...

Categorías

Archivo de noticias

14/7/13

«¿Quién es mi prójimo?»

XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Deuteronomio 30, 10-14 // Salmo 69 // Colosences 1, 15-20 // Lucas 10, 25-37.

Queridos hermanos y hermanas:

Vidriera con escena de la parábola del Buen Samaritano
En este domingo decimoquinto del tiempo ordinario, la Palabra de Dios nos interpela en el AMOR. Escuchamos en las lecturas que el cristiano debe amar a dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. La palabra amor ha perdido todo su significado en nuestra sociedad de hoy. A cualquier cosa se le denomina amar. Amar se ha convertido en poseer, en hacer, en tener... cuando el significado profundo y verdadero del verbo amar es entrega, sacrificio, desposeer toda la vida entregándola al otro. Amar es desaparecer yo para entregarme al otro. Puede parecer imposible, o palabras bonitas, trasnochadas... pero ese es el verdadero amor.
Pensad por un momento en una madre, ella se entrega, se desvive, se quita lo suyo para dárselo a sus hijos... en definitiva, AMA. Todos comprendemos este ejemplo, pues si lo comprendemos hagamos igual, actuemos. El amor que Dios nos pide es idéntico a este amor de madre. Cuando la primera lectura de hoy nos dice que tenemos que amar a Dios con todo nuestro corazón, nuestro ser, nuestra alma, nos está diciendo que cada uno de nosotros debe entregarse a Dios de una manera total, sin restricciones, como una madre se entrega por sus hijos. A Dios nos entregamos en cuerpo y alma, todo nuestro ser. No puede haber partes de mí, de mi pensar, de mi actuar, de mi ser...que se escondan a Dios, que no se entreguen a Él. El cristiano de verdad es aquel que pone su vida de manera total y confiada en manos de Dios. Es aquel que lo ama de una manera absoluta. No puedo entender que una persona ensucie el nombre de cristiano cuando en su vida no hay entrega, oración, sacramentos, caridad, totalidad de amor a Dios. Cuando esa persona, en su vida diaria, no reza, no practica, no comparte, no ejerce la caridad, no obedece a su Padre Dios, etc... está faltando gravemente a su ser cristiano.

El Señor nos lo dice hoy muy claro en la parábola del buen samaritano. El corazón de un verdadero cristiano se entrega a los demás, no hace acepción de personas, socorre al necesitado y practica la caridad. Caridad, que palabra más santa y más profunda, es amar al hermano y compartir mi tiempo, mi dinero, mi ayuda, mis conocimientos con el que lo necesita. Todos estamos siendo testigos de la gran obra de amor que está realizando CÁRITAS en todas las parroquias y Diócesis, en estos momentos de crisis. Podemos echar un vistazo a la información que aparece en la página web de la diócesis de Córdoba sobre las cuantías reales en euros de la ayuda prestada en el año. Pero Cáritas no es una entelequia, Cáritas la forman miles de voluntarios que dedican su tiempo, su esfuerzo, su dinero, su saber, su amor a los más necesitados. Ellos son los "buenos Samaritanos" de nuestros días. Ellos que ayudan a todos los que, verdaderamente, lo necesitan. Los que han sido abandonados por sus familias, por las instituciones gubernamentales, por la sociedad civil. Acuden con esperanza a su madre Iglesia y allí encuentra el rostro cariñoso y materno de los componentes de Cáritas.
Cuando rezamos y meditamos el evangelio de hoy, todos pensamos cómo podemos ser en nuestra sociedad los samaritanos. Cómo podemos acercarnos al pobre y ayudarle...yo os pido que os integréis en Cáritas, que canalicéis vuestro amor al necesitado a través de vuestras Cáritas parroquiales. Cáritas es el rostro del buen Samaritano hoy, de la Iglesia que es madre y que ama a sus hijos más débiles. Porque Cáritas es la Iglesia y la Iglesia es Cáritas.

Para poder ser buenos samaritanos, debemos AMAR profundamente a Dios y sentirnos vivamente y realmente AMADOS por Dios, Nuestro Padre. Así, llenos del amor divino llevaremos el amor a los que nos rodean. He aquí la diferencia entre altruismo y caridad, entre filantropía y amor. El Cristiano debe amar; no le basta hacer el bien con un escondido interés o con una motivación impura. La Caridad es también independiente del sentimiento. Es más bien una disposición de la voluntad. Es un deseo de hacer el bien porque Dios nos ama así y desea que nosotros amemos como Él nos ama. Por eso la Caridad no es egoísta; es decir, no busca la propia satisfacción, sino el servir al otro y complacer a Dios. Además la Caridad incluye a todos: buenos y malos, amigos y enemigos, familiares y extraños, ricos y pobres.

En el caso del Evangelio de hoy, es importante hacer notar esto de que la Caridad incluye a todos. Es así como el extraño, el Samaritano, el que no era del país, el que era considerado enemigo de la nación judía, fue el que ayudó al malherido por los ladrones. La Caridad no se ejerce por capricho, por impulsos de un sentimentalismo infantil y caprichoso, la Caridad no se ejerce cuando me apetece o tengo ganas... la Caridad es la seña de identidad del cristiano. Lo que le diferencia de una simple ONG es el AMOR, la Fe, la Confianza en Dios, la entrega a Dios...

Hermanos vamos a pedirle a Dios que nos conceda ser cristianos que le AMAN profundamente y que AMAN profundamente al prójimo. Os invito a que dediquéis vuestro empeño a la Caridad, a compartir con el necesitado. Involucraros con la Caridad.

Que Dios os bendiga a todos. Feliz día del Señor. Tomás.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Desde la afinidad o la discrepancia, pero siempre con respeto, te animamos a participar.

Por unas mínimas bases de hermandad, afecto y consideración, los comentarios anónimos inapropiados serán borrados.