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16/5/10

Dios asciende para quedarse con nosotros

ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Lecturas: Hechos 1,1-11 // Salmo 46 // Efesios 1,17-23 // Lc 24,46-53

Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos este domingo la solemnidad de la Ascensión del Señor. En esta fiesta conmemoramos la vuelta de Jesús a los cielos, pero a la vez se queda con nosotros de una forma nueva y única: los sacramentos, en especial la Eucaristía.

Es un hecho que recoge el libro de los Hechos de los Apóstoles, mientras estaban todos los apóstoles y muchos más discipulos escuchándole, le vieron levantarse hacia el cielo. Si os dáis cuenta, inmediatamente viene el envío: ¿Qué hacéis plantados mirando al cielo?

El Señor se queda con nosotros en los sacramentos, ya no está con nostros como verdadero hombre y verdadero Dios, ahora está presente en los Dones Eucarísticos, realmente presente en el pan y el vino que son de verdad el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. En este dia de fiesta estamos celebrando que Jesús no nos abandona, que se queda con nosotros, que se hace cercano, presente en la realidad de nuestra vida, se hace uno con nosotros. En su realidad humana, en su encarnación Cristo se hizo presente en Palestina, sólo sus contemporaneos fueron testigos privilegiados de su realidad. A partir de su Ascensión, el Señor se queda para siempre en toda la Iglesia Universal, con su presencia sacramental Jesús está y podemos verle, sentirle, en cada rincón del mundo. Nosotros podremos encontrarnos con él en nuestros sagrario, en el de las parroquias de la selva o de Pekín, allí está el Señor.

Creo que no somos conscientes de esta realidad, de esta cercanía de Dios. Gracias a la Eucaristía podemos gozar de la presencia de Cristo en cada Sagrario del mundo. Vivir esta realidad es la asignatura pendiente de muchos cristianos, no todos agradecemos lo suficiente a Cristo que se quede entre nosotros. ¿Vivimos de verdad la presencia de Cristo en el Sagrario? Muchas veces tenemos que constatar que entramos en las iglesias y no valoramos la presencia de Cristo en la Eucaristia, en el Sagrario.

Su presencia no es para quedarnos embobados allí, es para fortalecer nuestras vidas para ir inmediatamente a predicar, a amar, a llevar el amor de Dios a los demás. Tanto el relato del Libro de los Hechos como el Evangelio de este domingo insiste en esa llamada a la acción a los apóstoles y a los testigos de su ascensión.

La súplica que hago todos los días al Señor es que vivamos de tal manera la Eucaristía, que llenos de Dios salgamos gozosos, fuertes, valientes a evangelizar, a dar testimonio de la fe que vivimos. Esto es lo esencial, hay que dar testimonio de lo que vivimos, si nuestra eucaristía no la vivmos, no la gozamos, dificilmente la proclamaremos. Pido a Dios de todo corazón que nos conceda sentirlo tan cerca de nosotros, tan dentro de nosotros, en cada Eucaristía que transformemos el mundo con nuestro testimonio de amor y fraternidad. Dios asciende para quedarse con nosotros.

Tomás Pajuelo. Párroco


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