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17/2/13

Pertrechándonos para la lucha espiritual

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

Lecturas: Deuteronomio 26,4-10 // Salmo 91(90) // Carta de San Pablo a los Romanos 10,8-13 // Evangelio según San Lucas 4,1-13

La Cuaresma, que comenzamos con el Miércoles de Ceniza, nos invita a pertrecharnos para la lucha espiritual. ¿Cuáles son nuestras armas? Los medios que nos ofrece la Iglesia en este tiempo cuaresmal son: la oración, la penitencia, los ayunos, las limosnas; medios todos que nos ayudan a la conversión o cambio interior que requerimos para ir ganando este combate.

Los ejercicios del ayuno como respuesta a la sensualidad, de la limosna para atajar la avaricia, y de la oración contra la autosuficiencia, quieren ayudarnos a desprendernos de lo que impide la acción de Dios en nosotros.

La Liturgia de Cuaresma se nos abre precisamente con la batalla espiritual que Cristo libró contra el Demonio después de haber pasado cuarenta días de ayuno y oración en el desierto, en preparación para su vida pública de predicación al pueblo de Israel, entregándose a la Voluntad del Padre, en una misión que en poco tiempo lo llevaría a la muerte.

Y ¿qué es el desierto? Según la Sagrada Escritura, el desierto es el sitio privilegiado para encontrarse con Dios, para dejarse transformar por El. Hacer desierto es hacer silencio, retiro, etc... es buscar elencuentro con Dios.

Tal fue el caso del pueblo de Israel que vivió cuarenta años en el desierto. Y el desierto no sólo fue la travesía para llegar a la tierra prometida, sino también fue el sitio donde Yahvé fue moldeando al pueblo escogido para hacerlo depender sólo de El.

Sin embargo, el desierto, que para nosotros puede significar lugar de retiro, de silencio, de oración, no sólo es lugar de encuentro con Dios, sino también de lucha con el Demonio. Porque, a veces un encuentro privilegiado con Dios puede ir precedido de una lucha fuerte contra el Maligno, que se opone por todos los medios a ese encuentro nuestro con el Señor. Porque cuando estamos en la paz del silencio y de la rertirada del mundo, el demonio sabiendo que nos vamos a acercar más a Dios, nos tentará con fuerza. Nos dirá que la oración es tiempo perdido,que tenemos muchas cosas que hacer, nos vendrán a la mente un montón de cosas que no hemos hecho y que podríamos hacer...etc. Porque el quiere alejarnos del silencio y la oración. Pero no hay que temer. Recordemos: nunca seremos tentados por encima de nuestras fuerzas (cfr. 1 Cor. 10, 13). Jesús, al terminar su retiro, nos dice el Evangelio de hoy, “fue tentado por el Demonio” (Lc. 4, 1-13). Pero no vencido por el demonio.

Allí en el desierto, Jesús hizo que Satanás probara su derrota, derrota que completó con su Cruz y su Resurrección. Y esa derrota será plena y terminante el día de su venida gloriosa, cuando venga a establecer su reinado definitivo y ponga a todos sus enemigos bajo sus pies.

Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica (394) que el Demonio pretendió desviar a Cristo de su misión. ¡Qué osadía! Y pretendió esto con tres tentaciones: una de poder, otra de gloria y triunfo, y otra de bienestar material.

El Demonio intentará que nosotros también dejemos el plan de Dios pero con la oración, el ayuno, la limosna, la confesión, los sacramentos venceremos y conseguiremos no caer en la tentación.

Que Dios nos conceda a todos vivir la Cuaresma como un tiempo profundo de desierto interior en el que nos encontremos con Dios.

Que Dios os bendiga a todos. Feliz día del Señor.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

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