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24/3/13

“Me amó a mí y se entregó a sí mismo por mí”

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR

Lecturas: Libro de Isaías 50,4-7 // Salmo 22(21) // Carta de San Pablo a los Filipenses 2,6-11 // Evangelio según San Lucas 22,14-71.23,1-56

Estamos ya entrando a la Semana Santa. En efecto, este Domingo de Ramos se da inicio formal a la Semana de la Pasión de Jesús. Su persecución y condenación a muerte ya se había estado planeando desde antes, pero la revivificación de Lázaro en Betania, a poca distancia de Jerusalén que era el centro del poder civil y religioso, fue la gota que colmó el vaso, hasta tal punto que inclusive consideraron dar muerte también a Lázaro.

La entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, que precisamente hoy recordamos, fue un impresionante recibimiento, pues la población lo aclamó como el Mesías, el esperado por tanto tiempo por el pueblo de Israel. Esta aclamación de Jesús por la mayoría del pueblo fue ciertamente provocada por el apoteósico milagro realizado pocos días antes: el haber vuelto a la vida a un muerto ya sepultado y en franco proceso de deterioro.

Hoy, Domingo de Ramos, además de recibir las palmas benditas, la Liturgia nos introduce en los detalles de la Pasión de Cristo. En efecto este año leemos la Pasión según la narra San Lucas (Lc. 22, 14 - 23, 56).
Meditar la Pasión del Señor es siempre un ejercicio muy provechoso para nuestra vida espiritual. Y resulta más provechoso cuando podemos personalizar los efectos de la Pasión, es decir, cuando podemos percatarnos de que cada sufrimiento de Jesús fue por mí y para mí. Caer en la cuenta de que yo personalmente estuve en el corazón y en la mente de Cristo en esos momentos es muy conveniente para aprovechar las gracias de redención que emanan de la Pasión salvadora de Jesús.

Parece que así lo reconoce San Pablo cuando escribe en primera persona: “me amó a mí y se entregó a sí mismo por mí” (Gal. 5, 2). Y se entregó al extremo, de manera que su cuerpo mortal quedó vacío de toda sangre y agua, al punto de que sus huesos podían verse y contarse a través de su piel (Sal. 22, 18).

El domingo de Ramos expresa perfectamente la dualidad de nuestra vida, somos capaces de lo mejor...y a la vez de lo peor. La multitud aclama a Jesús como Mesías y pocos días después, el Viernes Santo, grita ¡¡CRUCIFÍCALO!!

El domingo de Ramos es el pórtico de la Semana Santa, la lectura de la Pasión nos sumerge en los Misterios que vamos a vivir en estos días santos, Meditemos la Pasión, recemos con Cristo, vivamos los Misterios Esenciales de nuestra fe.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

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