Rogatorias

Buscar...

Categorías

Archivo de noticias

3/3/13

«Señor, déjala todavía este año»

III DOMINGO DE CUARESMA

Lecturas: Libro del Exodo 3,1-8a.13-15 // Salmo 103(102) // Carta I de San Pablo a los Corintios 10,1-6.10-12 // Evangelio según San Lucas 13,1-9

El Evangelio ofrece la parábola de la higuera estéril. La esterilidad de la higuera se refiere a la esterilidad de nuestra vida cuando no damos frutos espirituales.

Dios nos planta (nos crea), nos cuida (nos da todas las gracias que necesitamos). ¿Y nosotros? ¿Damos fruto? ¿O nos parecemos más bien a esas plantas muy frondosas llenas de hojas, pero sin ningún fruto en sus ramas, sólo hojas, hojas provenientes de nuestro egoísmo, hipocresía, falta de rectitud de intención, vanidad, auto-suficiencia, autonomía, racionalismo, orgullo, etc., etc.?
Dios espera frutos de santidad en nosotros mismos y frutos de santidad en los demás, por el servicio que espera de nosotros para la extensión de su Reino. Pero ¿qué hacemos? Nos creemos dueños de nosotros mismos.

No comprendemos que el árbol es del Señor. No comprendemos que estamos “ocupando la tierra inútilmente”.

No comprendemos que Dios quiere que su árbol, plantado y cuidado por El, dé frutos y los dé en abundancia. Pero ¡qué desperdicio! Ocupamos espacio inútilmente, sin dar el fruto esperado. Y el Dueño de la plantación después de tanto esperar, desea cortar la higuera estéril.

Pero siempre, como bien lo indica la parábola, Dios nos da otra oportunidad. Interviene de inmediato la Misericordia Divina, infinita como todas sus cualidades, para darnos más gracias aún. A pesar de nuestra esterilidad, nos dice el Evangelio que, antes de cortarla, espera un año más,“afloja la tierra alrededor y le echa abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré”.

El Señor no nos “quema” al contario, nos dice que a pesar de llevar tantos años sin dar los frutos que el espera de nosotros, nos da otra nueva oportunidad... otra vez prepara la tierra de nuestros corazones con su Gracía, quita las malas hierbas de nuestros pecados con la confesión, remueve la tierra de nuestra pereza y desidia con el ayuno y la abstinencia, y en definitiva nos da la oportunidad de dar frutos de una vez por todas. La cuaresma es tiempo propicio para poder preparar la tierra, de preparar de verdad nuestros corazones a la conversión y de comenzar a dar frutos de Santidad.

Que Dios os bendiga.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Desde la afinidad o la discrepancia, pero siempre con respeto, te animamos a participar.

Por unas mínimas bases de hermandad, afecto y consideración, los comentarios anónimos inapropiados serán borrados.