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19/5/13

«Recibid el Espíritu Santo»

DOMINGO DE PENTECOSTES

Lecturas: Hechos de los Apóstoles 2, 1-11 // Salmo 104 // 1ª Corintios 12, 3-7.12-13 // Juan 20, 19-23

Queridos hermanos y hermanas:

Un fresco de Pentecostés de Giotto di Bondone, de entre 1303 y 1305Estamos celebrando “Pentecostés”, cincuenta días después de la Resurrección. De esa cifra, “50”, viene la palabra “Pentecostés”, día de la venida del Espíritu Santo a los Apóstoles, reunidos en oración con la Santísima Virgen María.

Jesús había hablado de esto en varias oportunidades y había asegurado a los Apóstoles que después de irse, vendría el Espíritu Santo. Una de las personas a quien habló Jesús sobre el Espíritu Santo fue a Nicodemo.

Nicodemo era un judío, perteneciente al grupo religioso de los Fariseos, que tenía una preocupación sincera por conocer la Verdad acerca de Dios y acerca de Jesús. Era maestro de la Ley, pero quería aprender del verdadero Maestro. De allí que un día fue de noche, a escondidas, a ver a Jesús, para aprender de él (Jn. 3, 1-9). Tanto aprendió y tanto creyó en Jesús que fue uno de los pocos “valientes” que estuvo para el momento de la sepultura de Cristo (Jn. 19, 39). En esa noche de enseñanza, Nicodemo le pregunta sorprendido a Jesús: “¿Cómo puede volver a nacer un hombre ya viejo?” (Jn. 3, 4). ¡Claro! Tenía que sorprenderse: el Maestro le acababa de decir esto: “En verdad te digo, nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo, de arriba”.

Ante el asombro de Nicodemo, Cristo le explica: “El que no renace del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en el Reino de Dios... Por eso no te extrañes que te haya dicho que necesitas nacer de nuevo, de arriba” (Jn. 3, 3-7).
Y ¿qué es nacer de nuevo, de arriba? Para entender esto, no hay más que ver a los Apóstoles antes y después de Pentecostés (Hech. 2, 1-11 y 5, 17-41). Antes eran torpes para entender las Sagradas Escrituras y aún para entender las enseñanzas que recibieron directamente del Señor. También eran débiles en su fe, deseosos de los primeros puestos y envidiosos entre ellos. Eran, además, temerosos para presentarse como seguidores de Jesús, por miedo a ser perseguidos.

Pero luego de recibir el Espíritu Santo en Pentecostés, cambiaron totalmente: se lanzaron a predicar sin ningún temor, llenos de sabiduría divina, con un poder de comunicación especial dado por el Espíritu Santo. En el idioma que fuera necesario, llamaban a todos -judíos y extranjeros- a la conversión.

A los que creían en el mensaje de Jesucristo Salvador, los iban bautizando. Así comienzan a formar nuevos discípulos y comunidades de cristianos, sin dejar de asistir a los necesitados.

Los torpes de antes comienzan a actuar con la Sabiduría de Dios. Los envidiosos de antes asume cada uno el lugar que le corresponde en la Iglesia de Cristo. Los temerosos de antes sufren persecuciones y llegan incluso a sufrir el martirio.

Así comenzó la primera evangelización. Ahora en nuestros días, al comienzo de este Tercer Milenio, los Papas (Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco) y los Obispos nos están llamando a realizar una “nueva evangelización”. Pero para eso necesitamos ser transformados por el Espíritu Santo, como los Apóstoles en Pentecostés.

Nos dijo el Papa Juan Pablo II que el objetivo prioritario de la “Nueva Evangelización” es el fortalecimiento de la fe y del testimonio de los cristianos (TMA 42). Y Benedicto XVI ha creado el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, para impulsar la re-evangelización del mundo, comenzando por Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Y el Papa Francisco continúa con los planes para la nueva evangelización en este Año de la Fe y también después.

Y... ¿en qué consiste dar testimonio de Cristo? Es ser y vivir, pensar y actuar como Cristo lo haría si estuviera en nuestro lugar. Precisamente en esto consiste evangelizar. Básicamente en eso consiste la “nueva evangelización” a la cual el Papa Juan Pablo II nos llamó, y la re-evangelización que quiso impulsar Benedicto XVI y que continúa el Papa Francisco.

Pero, para poder ser y actuar como Cristo, tenemos que “volver a nacer”; es decir, tenemos que nacer del Espíritu Santo. ¿Cómo sabemos que hemos nacido del Espíritu Santo? Veamos algunos síntomas:
  • Quien ha nacido del Espíritu Santo se da cuenta de que Dios es lo más importante en su vida.
  • Quien ha nacido del Espíritu Santo se da cuenta de que quiere vivir para Dios y para lo que Él le indique.
  • Quien ha nacido del Espíritu Santo se da cuenta de que, aunque se ocupe de todo lo que tiene que ocuparse, (trabajo, estudios, familia, amigos, etc.) toda su vida está centrada en Dios.
  • Quien ha nacido del Espíritu Santo sabe que va caminando hacia Dios su encuentro definitivo con El, que tendrá lugar al fin de los tiempos o nos llega en el momento de nuestra muerte.
  • Quien ha nacido del Espíritu Santo, además, siente necesidad de comunicarlo a los demás.
¿Cómo volver a nacer? ¿Cómo nacer del Espíritu Santo? ¿Cómo puede suceder esa trasformación? Veamos qué hicieron los Apóstoles.

En primer lugar creyeron y obedecieron el anuncio del Señor. En segundo lugar perseveraban en la oración junto con María, la Madre de Jesús. “Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu... en compañía de María, la Madre de Jesús... Acudían diariamente al Templo con mucho entusiasmo” (Hech. 1, 12-14 y 2, 46).

El secreto es la oración, la oración con la Santísima Virgen María, la oración diaria y perseverante, como los Apóstoles antes de Pentecostés.

Para “volver a nacer” hay que creer en Dios, obedecerlo y orar. Así “seremos bautizados en el Espíritu Santo”.

Este domingo, después de 15 años como capellán de camino, no estaré en el Rocío porque tengo exámenes el 20, 21 y 22 de mayo. Por este motivo, por primera vez en 15 años "presidiré" como párroco las misas de Pentecostés en la Parroquia. Celebraré la del Sábado y las de las 10h y las 12h del domingo. Que Dios os bendiga a todos. Feliz día del Señor.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

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