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9/7/12

Se extrañó de su falta de Fe

XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Libro de Ezequiel 2,2-5 // Salmo 123(122),1-2a.2bcd.3-4 // Carta II de San Pablo a los Corintios 12,7-10 // Evangelio según San Marcos 6,1-6


Queridos hermanos y hermanas:

En este domingo XIV del tiempo ordinario, cuando estamos inmersos en este periodo estival, la Palabra de Dios hoy nos pone cara a cara con la realidad más profunda de nuestros corazones: "Nuestras debilidades" y "Nuestra falta de Fe".

En la primera lectura el profeta Ezequiel recibe de parte de Dios estas palabras que le recuerdan el pecado de aquella generación. Son palabras duras pero muy realistas. Frente a unos pocos que se mantienen fieles la gran mayoria de la sociedad de aquella época se había apartado de Dios, vivía olvidando la fe, los compromisos con Dios. Habían construido una sociedad de la que habían quitado a Dios. Cuando meditaba este texto de Ezequiel, comprobaba una vez más, como la Palabra de Dios es viva y eficaz, porque parece que el profeta Ezequiel nos está describiendo nuestros días. Parece que en muy poco ha cambiado nuestro mundo. Hoy también nuestros contemporáneos han retirado a Dios de la vida. Cada día es más dificil vivir la fe. Lo que es peor, cada día más cristianos abandonan su vida de fe y se unen a todos esos falsos creyentes que se autodenominan "cristianos no practicantes". Que grandeza la Palabra de Dios, un texto que se reveló hace miles de años hoy sigue siendo vida para nosotros, porque es Palabra de Dios, no es palabra humana. Y podemos hoy escuchar estas palabras: Te hagan o no te hagan caso, yo he estado en medio de vosotros...con mis profetas y con mi propio Hijo....

Pensemos por un momento, meditemos nuestra situación vital y preguntemos a nuestros corazones si nosotros también nos hemos dejado llevar por este ambiente ateo y antirreligioso y hemos abandonado nuestra fe. Seguro que decimos que no. Evidentemente si estamos leyendo esta homilia, no hemos dejado del todo nuestro caminar cristiano. Pero creo que sí estamos muy tocados por la increencia que nos rodea. Nos pasa como a S. Pablo, sabemos de nuestra debilidad, la facilidad con la que nos dejamos llevar de los comentarios de esta sociedad sin Dios. No hemos abandonado pero estamos bajo mínimos, justificamos todo, no nos esforzamos nada en crecer en Santidad. No rezamos apenas, hacemos un mundo cuando se nos pide cumplir los mandamientos, renegamos de todo sacrificio hecho por amor a Dios y a los hermanos, confesamos de fiesta en fiesta y si a caso....

¿Qué tenemos que escuchar para ponernos a trabajar en nuestra santidad? ¿Qué más nos tiene que decir el Señor para que abandonemos nuestra tibieza y nos pongamos en serio a vivir como cristianos de verdad? Nos pasa muchas veces como a los paisanos de Jesús. Ellos vieron los milagros del Señor y no creyeron en Él. Sólo lo veian como el hijo del carpintero. Cuantas veces en nuestras comunidades parroquiales, usamos el pecado de los demás, para justificar nuestra desidia. Qué facil es denunciar los fallos del cura, de los catequistas, de los que cantan, de los que están implicados en la vida parroquial...y así justificamos que nosotros NO hacemos nada. Sólo del que hace algo, se implica, se compromete, se enfanga en el trabajo parroquial y eclesial, sólo de esos se podrá hablar, se podrán ver sus fallos, se podrán criticar...¡Es cierto! ¡¡¡Porque ellos, por lo menos, hacen algo!!! De los que nunca se dirá nada, ni bueno ni malo, será de los que viven los toros desde la barrera...de los que no hacen NADA, los que se limitan a estar...

Pues por esa desidia, los paisanos de Jesús, se quedaron si milagros del Señor. Porque no fueron capaces de descubrir al Señor se quedaron sin las obras que había hecho en otros lugares. Por nuestra desidia, por nuestra falta de compromiso, por nuestra dejadez en la vida cristiana...nos quedamos sin experimentar los milagros diarios que Dios con su Gracia realiza en los que se entregan a Él de verdad. De los milagros diarios de Amor de Dios, que experimentan los que han decidido responder a tanto AMOR de Dios con su amor entregado sin límites, todo el que se embarca con ilusión y con sinceridad de corazón, reconociendo sus debilidades pero con la confianza en Dios, que repara esas faltas y las convierte en obras de Amor. Nosotros, humanamente NO PODEMOS, pero en Dios, de quien me he fiado, TODO LO PUEDO.

Que Dios en su infinita Misericordia nos perdone y nos grabe a fuego en nuestros corazones el deseo de ser verdadero cristianos, verdaderos creyentes...que nos ayude a vivir cada minuto de nuestras vidas entregados gozosamente al Evangelio, a la Santidad.

Feliz Domingo a todos. Que Dios os bendiga y os colme de su Gracia.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

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