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22/7/12

«Venid conmigo a un lugar retirado y tranquilo y descansad un poco»

XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Jeremías 23, 1-6 // Salmo 23 // Efesios 2, 13-18 // Marcos 6, 30-34.

Queridos hermanos y hermanas:

 Orando en un descanso en el caminoHoy, el Evangelio nos invita a descubrir la importancia de descansar en el Señor. Los Apóstoles regresaban de la misión que Jesús les había dado. Habían expulsado demonios, curado enfermos y predicado el Evangelio. Estaban cansados y Jesús les dice «venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» (Mc 6,31).

Una de las tentaciones a las que puede sucumbir cualquier cristiano es la de querer hacer muchas cosas descuidando el trato con el Señor. El Catecismo recuerda que, a la hora de hacer oración, uno de los peligros más grandes es pensar que hay otras cosas más urgentes y, de esa forma, se acaba descuidando el trato con Dios.

Por eso, Jesús, a sus Apóstoles, que han trabajado mucho, que están agotados y eufóricos porque todo les ha ido bien, les dice que tienen que descansar. Y, señala el Evangelio «se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario» (Mc 6,32). Para poder rezar bien se necesitan, al menos dos cosas: la primera es estar con Jesús, porque es la persona con la que vamos a hablar. Asegurarnos de que estamos con Él. Por eso todo rato de oración empieza, generalmente, y es lo más difícil, con un acto de presencia de Dios. Tomar conciencia de que estamos con Él. Y la segunda es la necesaria soledad. Si queremos hablar con alguien, tener una conversación íntima y profunda, escogemos la soledad.

Estamos en vacaciones, quizás ahora tengamos ese tiempo libre que no teníamos durante el curso y que poníamos como pretexto para no hacer oración. El ajetreo diario nos impide estar a solas con Cristo en el Sagrario. Aprovechemos estas vacaciones para estar con el Señor, para rezar, para gustar del trato íntimo con Dios. Es un mal de nuestros días para muchos cristianos el haber olvidado completamente la necesidad de orar, de rezar. Parece increible pero es cierto, hay muchos cristianos comprometidos en innumerables quehaceres apóstolicos y que no oran, no tienen largos momentos de encuentro intimo con Dios en la Oración. Sólo hacer y hacer no vale para nada. Decia S. Pablo..."podría dejarme quemar vivo... si no tengo Amor no sirve para nada". Ese Amor se tiene degustando el Amor de Dios en la Oración. Nosotros mismos, desde la comunidad eclesial, hemos infravalorado la oración y supervalorado la acción. Cualquier acción pastoral y caritativa que no nazca del Amor de Dios en la oración se convierte en mero activismo.

San Pedro Julián Eymard recomendaba descansar en Jesús después de comulgar. Y advertía del peligro de llenar la acción de gracias con muchas palabras dichas de memoria. Decía, que después de recibir el Cuerpo de Cristo, lo mejor era estar un rato en silencio, para reponer fuerzas y dejando que Jesús nos hable en el silencio de nuestro corazón. A veces, mejor que explicarle a Él nuestros proyectos es conveniente que Jesús nos instruya y anime. Aprovechemos nuestra misa dominical para quedarnos en la presencia de Dios y oremos, vivamos su cercanía y pidamos su Gracia. Feliz Día del Señor.
Que Dios os Bendiga siempre. Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

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