Nunca debemos olvidar que lo que sale de nuestra boca, demuestra lo que somos. Si hacemos daño a alguien, deberemos purificar con sufrimiento esa obra. Recordadlo: Nunca hableís mal de nadie. Dios lo escucha todo, y aquél de quien habláis mal es su hijo, y os pedirá cuentas.
José Antonio Fortea Cucurull (Barbastro, España, 1968),
sacerdote y teólogo,
opinando en su blog.
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