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8/1/12

Fiesta del Bautismo del Señor - 2012

Fiesta del Bautismo del Señor - 2012

Lecturas: Isaías 42,1-4.6-7 // Salmo 29(28) // Hechos de los Apóstoles 10,34-38 // San Marcos 1,7-11

Queridos hermanos y hermanas: terminamos el tiempo de Navidad con la fiesta del Bautismo del Señor. Este Domingo día 8, culminan estas fiestas con la contemplación del momento del bautismo de Jesucristo.

Hace apenas unas horas celebrábamos la solemnidad de la Epifanía, los Reyes Magos, y hoy contemplamos ya a Jesús con 30 años comenzando su vida pública, predicando la Buena Noticia del Evangelio.

Esta es la realidad, tenemos muy pocos datos sobre la infancia de Jesús. Durante estos días de navidad hemos meditado el Misterio de la Encarnación de Dios. Ese niño desvalido en Belén es Dios hecho Hombre. Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre.
En el día de hoy contemplamos en el bautismo del Señor la gran manifestación del Misterio más profundo y cimiento de la fe Católica: el Misterio de la Santísima Trinidad. Un solo Dios y tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un único Dios pero tres personas distintas. Si releemos detenidamente el texto del Evangelio de hoy, podemos ver que cuando Jesús está siendo bautizado por Juan se produce la manifestación en nuestro mundo, en la plenitud de los tiempos, de la Santísima Trinidad. Fijaos: Jesús (El Hijo, segunda persona de la Santísima Trinidad) es bautizado, se oye la Voz del Padre (Primera persona de la Santísima Trinidad) que dice: “Este es mi Hijo amado, mi predilecto.” Y se ve descender sobre Jesús al Espíritu Santo (Tercera Persona de la Santísima Trinidad). Podéis comprobar como en el bautismo de Jesús el mundo pudo ver a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, sentir la profunda realidad del misterio esencial y fundamental de nuestra fe.

El bautismo de Cristo inauguró el bautismo sacramento, que hemos recibido todos los católicos y que nos hace hijos de Dios, hermanos de Cristo y templos del Espíritu Santo. El bautismo nos ha hecho realmente hijos de Dios y herederos de la Vida Eterna de Cristo. Además nos hace morada del Espíritu Santo que nos fortalece, nos ayuda, nos santifica…

Ser hijos de Dios significa que nuestra existencia toda debe dar testimonio de esta realidad espiritual que gozamos desde nuestro bautismo.

Pensemos por un momento en una familia cualquiera. Si los hijos cuidan de sus padres, le obedecen, respetan, ayudan, cuidan… decimos que son buenos hijos. Nos admiramos cuando conocemos a hijos que hasta el final de sus días cuidan, miman, a sus padres.
Todos afirmamos que son unos hijos ejemplares. Sus obras de amor dan testimonio de su categoría de hijos.

Pensemos en otra familia que los hijos maltratan a sus padres, los abandonan, los tienen solos, sin cuidados, incluso no se interesan por ellos hasta que mueren para venir a reclamar su herencia. Legalmente y obviamente son sus hijos pero su comportamiento y su vida no son precisamente ejemplares. Todos decimos que son unos malos hijos.

Pasemos el ejemplo de estas dos familias a la gran familia de los hijos de Dios. Si cualquier bautizado, que es hijo de Dios, se comporta olvidando a su Padre Celestial, haciendo todo lo contrario a lo que le agrada, si jamás va a visitarlo a la Iglesia, si jamás participa en los sacramentos, si no comulga, ni confiesa, ni reza, ni hace obras de caridad, ni vive su fe… ¿Podríamos decir que es un buen hijo de Dios? ¿Podemos decir que son unos buenos cristianos? Legalmente han recibido el bautismo, son miembros de Cristo. Pero la realidad es que son malos hijos de Dios y de la Iglesia. Eso si, vendrán a reclamar su herencia, a pedir una boda, un entierro, un bautismo…y además con exigencias y diciendo que ellos son tan cristianos como los que lo son de verdad. ¿Son creíbles? ¿Podemos decir que son buenos cristianos? Rotundamente NO, no son buenos hijos de Dios, no lo son, se pongan como se pongan…digan lo que digan.

No podemos ser tan ilusos de pretender que sea lo mismo un buen hijo que un mal hijo. No puede ser lo mismo un buen cristiano que un mal cristiano. No puede ser lo mismo una persona que se entrega a Dios, a los hermanos, que ora, participa en los sacramentos, ama a su prójimo, comparte sus bienes con los necesitados, participa ayudando en todo lo que puede… No puede ser lo mismo de aquel que se jacta de ser “NO Practicante” “De pasar de Dios” “De vivir alejado”.

Creo que es hora que todos nosotros, los que intentamos ser buenos hijos, humana y cristianamente. Que todos los que intentamos crecer día a día en nuestra fe, en nuestra entrega, en nuestra vida cristiana, en nuestra santidad Reivindiquemos nuestra dignidad de cristianos y que no dejemos ni permitamos que cualquier mal hijo se autodefina como cristiano, cuando en la praxis no lo es.

Es tarea nuestra, con la Gracia de Dios, dignificar nuestro ser cristianos, nuestra filiación divina desde nuestro bautismo. Que nuestro ejemplo de Buenos hijos de Dios demuestre a nuestro mundo que la verdadera felicidad está en vivir la Vida de Dios.
Que el Señor Jesús nos haga crecer en Santidad, en fe, en oración, en caridad, en ejemplo, en testimonio…

Hermanos y hermanas, seamos unos maravillosos hijos de Dios. Amemos de corazón a Dios y a nuestros hermanos. Dejemos ya de estar pendientes de los otros, de los que no son buenos hijos de Dios y dediquemos todos nuestros esfuerzos en crecer nosotros en nuestra vida cristiana.

Si todo el esfuerzo que dedicamos a quejarnos de lo malo que es el mundo y de lo mal que van las cosas…lo dedicásemos a crecer como cristianos, estoy seguro que el mundo, la sociedad y nuestras vidas cambiarían radicalmente.

Al contemplar hoy a Jesús en su bautismo, pidamos a Dios que reavive en todos nosotros la Gracia de nuestro Bautismo y vivamos realmente como miembros de Cristo.
Feliz domingo a todos.

Que Dios os bendiga.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco

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