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4/10/09

Hombres y mujeres, iguales ante Dios

DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Gén 2,18-24 // Salmo 128 // Heb 2,9-11 // Mc 10,2-16

Queridos hermanos y hermanas en el Señor, la liturgia de la Palabra en este domigo nos recuerda la grandeza de ser criaturas creadas por el amor infinito de Dios. Que todos y todas somos iguales en dignidad, pues todos y todas hemos sido creados por Dios, a su imagen y semejanza.

En un mundo en el que hay que hacer todo un ministerio para fomentar la igualdad, donde las diferencias son cada día mayores, escuchar esta lectura del libro del génesis nos pone en el centro de la cuestión. El hombre y la mujer no somos iguales porque lo diga una ley, el hombre y la mujer son iguales porque así nos ha creado Dios, somos fruto del mismo Amor divino y somos creados a su imágen y con una misma dignidad como personas.

Si todos los cristianos tomásemos conciencia de esta dignidad y esta igualdad que brota de las raices mismas de la creación, si así actuaramos estaríamos dando a nuestro mundo un ejemplo de reconocimiento y de sensatez que sería proverbial.

Esta misma idea es la que recalca el autor de la carta a los Hebreos, cuando nos recuerda que Cristo no se avergüenza de llamarnos hermanos, que para Él somos hermanos y no excluye a nadie, por todos, hombres y mujeres, se entregó y nos salvó.
De ahí nace la esencia de nuestro ser persona, de como el mismo Dios nos ama tal y como somos, sin tener en cuenta ninguna condición sexual, religiosa, de raza, de procedencia... todos somos criaturas suyas y a todos nos ha salvado.

Si el mismo Cristo no hace ditinción, por qué nos empeñamos nosotros en hacerlas, por qué seguimos haciendo diferencia entre las personas. Nos empeñamos en hacer ditinción entre hombres y mujeres, entre razas, entre personas... para Dios todos y todas somos sus hijos e hijas y nos ama infinitamente.

Pidamos al Señor que esa igualdad que nace de la dignidad de hijos e hijas de Dios sea respetada por todos los cristianos y por todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

En este domingo, también se nos recuerda con palabras muy claras del propio Cristo, la indisolubilidad del sacramento del matrimonio. Cuando un hombre y una mujer sellan su amor ante Jesucristo, él los bendice y consagra pra que sean testigos del amor que Jesús tiene a su Iglesia. Todo sacramento es obra del propio Jesús y nosotros los hombres no podemos borrarlo, no podemos desdecir lo que Dios en persona ha hecho. Por eso, cuando un hombre y una mujer reciben el Sacramento del matrimonio están recibiendo la Gracia de el mismo Cristo que los une para siempre. De la misma manera que un bautizado entra a formar parte del Cuerpo Glorioso de Cristo al recibir el Bautismo y eso es ya para siempre, porque Cristo nunca se arrepiente del amor que te entrega de igual manera todos los sacramentos son presencia actuante de la Gracia divina que nos bendice, consagra y santifica.

Que el Señor nos ayude a descubrir la grandeza de los sacramentos en la vida del cristiano y la grandeza de su presencia actual en nuestras vidas por medio de los sacramentos. Son gracia de Dios pero exigen responsabilidad por nuestra parte.
Hoy la Iglesia universal venera la memoria de San Francisco de Asís, uno de los mayores santos de su historia, ejemplo de oración, sencillez, amor a Dios, etc...
Quiero expresar mi más sincera y paternal felicitación a todos los Franciscos y Franciscas, que hoy celebran su Santo. Mi bendición para todos.

Tomás Pajuelo. Párroco

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