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18/7/10

Rezar y trabajar, el compendio de la vida cristiana

XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Génesis, 18, 1-10 // Salmo 15 // Colosenses 1, 24-28 // Lucas 10, 38-42

Queridos hermanos y hermanas, en este tiempo de verano, tiempo de descanso, de familia, de oración, etc... Celebramos de nuevo el día del Señor, el Domingo, día en el que nos unimos a todos los católicos del mundo para vivir la Eucaristía.

Unidos en la misma fe aunque en lugares ditintos y circunstancias diferentes, vivimos a Cristo muerto y resucitado, vivimos nuestra salvación.

En este domingo XVI del Tiempo Ordinario, la Palabra de Dios que escuchamos, nos narra el encuentro de Abrahán con los tres ángeles. Este relato ha sido considerado siempre por los exégetas, los teólogos y los Santos Padres, como el relato del Antiguo Testamento en el que se describe a la Santísima Trinidad. Los tres seres espirituales que recibe Abrahán y acoge con generosidad son representación del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Fijaos como Abrahán, cumpliendo con la ley de los nómadas y del pueblo, acoge generosamente al forastero, a los tres personajes que vienen a visitarle. Es de todos conocidos como entre los pueblos nómadas del desierto, incluso en la actualidad, el huesped es un regalo divino y se le acoge y se le regala como mejor se puede siempre. Es un detalle que nosotros, apegados a nuestras cosas materiales, a nuestras posesiones, estamos olvidando. Nuestra sociedad materialista y consumista, llena de egoismo, le cuesta acoger, somos reacios a compartir con el que viene. Abrahán una vez más es para nosotros ejemplo de virtud, es nuestra padre en la fe, en la aogida, en la generosidad, etc...

Dios que comprueba esta entrega de Abrahán, le hace una promesa, cuando pase un tiempo y vuelva a tí habrás tenido el hijo que tanto deseas, tendrás descendencia. Dios nos ha prometido el ciento por uno por cada obra que hagamos por amor a Él y a los hermanos, ninguna buena obra se quedará sin premio en la vida eterna. Este relato del libro del Génesis nos lo demuestra una vez más, nos hace caer en la cuenta de la Generosidad de Dios y su Providencia con nosotros. Amor que con amor se paga, entrega que se vuelve reconpensa. Dios nunca nos pide más de lo que podamos dar y nos concede infinitamente más de lo que nosotros podamos hacer por Él. Confiemos en la Divina Providencia y hagamos de nuestras vidas ejemplo de entrega al Evangelio, no perderemos nada al contrario ganaremos mucho.

Es lo que nos explica hoy en la lectura de la carta a los Colosenses, el apóstol Pablo. El nos recuerda que ha sufrido por el Señor, que se ha entregado totalmente a la predicación del Evangelio. Que todo su empeño lo ha puesto en hacer llegar a todos el misterio de la fe y eso le ha hecho vivir plenamente feliz, alegre y dichoso por entregarse a la Iglesia. Nosotros por nuestro bautismo tenemos la obligación de predicar con palabras y obras, el misterio de la fe en el que creemos, vivimos y existimos. Claro que, como dice el apóstol, es necesario vivir una fe sincera, comprometida. La fe del Cuerpo de Cristo, La Iglesia y no la fe que nosotros nos amoldamos a nuestro estilo de vida o a nuestra comodidad. Un peligro de nuestros días es creer lo que me gusta, desechar lo que me incomoda. Soy cristiano para los momentos de Gloria y no lo soy para los momentos de cruz y de entrega. Vemos en nuestros días muchas personas que se dicen cristianos y que su vida no se parece en nada a lo que Jesús nos pide en el Evangelio, defendiendo valores anticristianos, luchando incluso cotra la Iglesia, contra la fe. Pero así no formamos familia, así fomentamos odio y división.

El evangelio de hoy es un claro ejemplo de esto que digo. Marta se desvive por Cristo, por servirle, por hacer cosas... María se mpoce a sus pies a escucharle, a orar. Estemos ante la eterna dicotomia rezar o actuar. ¿Qué es mejor la vida contemplativa o la vida entregada al servicio? Muchas veces oimos: "no hace falta ir a misa, con hacer buenas obras vale". "no hace falta rezar, hace falta actuar". Con estos argumentos, muchos de nuestros católicos han abandonado la oración, la vida de piedad, los sacramentos, en aras de estar más en la acción. La realidad nos dice que han abandonado la oración y que tampoco hacen obras buenas ni están entregados a los demás, ha sido el pretexto perfecto para no cumplir con las obligaciones de nuestra vida de fe.

Cristo nos deja claro en el evangelio que son necesarias las dos cosas, hace falta gente como Marta que esté entregada en cuerpo y alma al servicio de los demás, pero hace falta muchos momentos de vivir como María, el silencio y la escucha de la Palabra de Cristo. En la Iglesia son tan necesarios e inprescindibles los monjes y monjas de clausura que como María están entregados a la oración y la escucha de la Palabra, como los misioneros y misioneras que están entregados a la evangelización y el bien de los pueblos. San Benito decía "Ora et labora". Reza y trabaja, ese es el compendio de la vida cristiana: muy cerca de Dios en la vida de oración y muy cerca de los hermanos en la vida de caridad.

Que la vivencia de la Eucaristía en este domingo nos haga experimentar la profundidad de la cercania de Cristo y eso nos impulse a la vida fraterna con los demás.

Que Dios os bendiga a todos y os conceda un Feliz día del Señor.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco


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