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1/8/10

El verano, un gran momento para repensarnos nuestra forma de vida

XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Eclesiástico 1, 2; 2,21-23 // Salmo 90 // Colosenses 3,1-5.9-11 // Lc 12,13-21.

Queridos hermanos y hermanas: Este domingo primero de agosto contemplamos como la gran mayoría de los miembros de nuestra comunidad parroquial y de nuestra Córdoba están de vacaciones. En estos días se produce ese gran éxodo vacacional que deja vacías nuestras parroquias y que abarrotan las comunidades costeras. Sea donde sea, hoy celebramos el día del Señor, es agosto, es verano, pero sobretodo ES DOMINGO el gran día de los cristianos. Es maravilloso comprobar como estemos donde estemos podemos celebrar la Eucaristía, podemos escuchar la Palabra de Dios y podemos comulgar. Esa es la grandeza de formar parte de un sólo cuerpo: La Iglesia.

Las lecturas de este domingo dieciocho del tiempo ordinario nos presentan un estilo de vida que, precisamente en estos días de verano, choca frontalmente con el estilo de vida que nos ofrece nuestra sociedad.

Cuando vemos lo que nos ofrece la sociedad en estos días podemos comprobar que reina un culto al cuerpo, un exhibir el cuerpo, un gozar del cuerpo. Es curioso como en estos días de verano en los mismos telediarios, aparecen siempre noticias de encuestas, estudios pseudociéntificos, que tienen como única referencia la actividad sexual, el mantenimiento del cuerpo perfecto, las dietas, etc... Es verdad que no tenemos que ser "bichos raros" pero eso no significa que comulguemos con ruedas de molino. Es necesario que nuestra vida cristiana sea más profunda y más sincera que toda esa superficialidad que se nos ofrece.

El libro del Eclesiástico, la primera lectura de hoy, nos dice: "vanidad de vanidades, todo es vanidad" es cierto, todo eso que nos ofrece la sociedad se acaba, no podemos ser perfectos siempre, el transcurso del tiempo es radical y si ponemos nuestras esperanzas sólo en eso tendremos un grave problema de aceptación cuando pasen unos años. Si nuestra mente, nuestro corazón, nuestra vida, giran en torno a estas cosas superficiales llega un momento en el que nos encontramos vacios, nos encontramos sin profundidad en nuestras relaciones, en nuestras vidas, y lo que es más grave, sin profundidad en nuestra fe.

¡Vanidad de vanidades! todos hemos visto alguna vez en las Ermitas de nuestra sierra cordobesa esa cruz y a sus pies una calavera con la siguiente inscripción: "Como te ves me ví, como me ves te verás, piénsalo bien y no peques más." ¡Que verdad tan grande! el autor de dicho monumento sabía bien lo transitoria que es nuestra vida, lo fugaz de nuestra existencia. No podemos perder el tiempo, la vida en cosas tan superficiales, tenemos que ahondar en la oración, en la vida sacramental, en las relaciones fraternas, en las familias, en las relaciones vecinales, en la amistad. Tenemos que vivir cada día intensamente como un regalo maravilloso de Dios. Es muy triste que dediquemos esfuerzo, dinero, ganas, tiempo a muchas cosas insustanciales y luego nos cueste tanto dedicar tiempo, esfuerzo, ganas a crecer en nuestras relaciones familiares, a crecer en nuestra vida de fe, en lo que verdaderamente engrandece nuestra vida, plenifica nuestra existencia y llena de sentido el transcurrir del tiempo.

El evangelio nos pone en imágenes, lo que estamos viviendo en nuestros días. Hace unos años todos eramos ricos, se compraban coches, casas, se construian un montón de viviendas, se vivía a todo tren. De repente, la palabra fatídica: "CRISIS" y ahora todos somos pobres, no tenemos nada, no se construye, no se contrata, no hay empleo... Quizás nos había pasado como al rico de la parabola, que estabamos viviendo nuestro sueño como realidad y la verdadera realidad se ha impuesto.

Pero este tiempo tan duro que estamos viviendo está sirviendo para sacar de nuestras comunidades cristianas ejemplos de solidaridad con los más necesitados, aunque parezca mentira, han crecido las donaciones a Cáritas, se están haciendo muchos proyectos solidarios en parroquias e instituciones de la Iglesia. Lo poco que tenemos está sirviendo para sobrellevar estos días duros muchas personas que lo están pasando realmente mal. Lo más grande de todo esto es que son muchos los que me dicen, que siendo generosos, que habiendo sacrificado algo de lo suyo para entregarlo al que lo necesita, el sacar tiempo para ayudar... todo eso les está haciendo mucho más feliz que todas las cosas que "poseían antes", están descubriendo la verdad del Evangelio, la verdad del amor fraterno, de la entrega al hermano.

Estos días de verano pueden ser un buen momento para profundizar en nuestra vida de fe, en nuestra formación cristiana, en nuestra oración personal. Puede ser un gran momento para repensarnos nuestra forma de vida, ver dónde tengo puesto mi corazón, que es lo que me roe las entrañas de verdad. Quizás podamos reorientar nuestras vidas teniendo como modelo a Cristo en el Evangelio. El vivió austeramente y nunca le faltó lo necesario para vivir. Quizás nosotros estemos tan agobiados por las cosas materiales porque nos hemos creados necesidades artificiales, que realmente no llenan nuestras vidas, pero que nos hacen vivir en un continuo "sinvivir". Quizás relativizando esa necesidades descubramos que es más importante dedicarle tiempo a nuestros hijos, a nuestro matrimonio, a nuestros padres, a nuestros amigos. Es verdad que a lo mejor no tenemos el coche último modelo, pero tendremos unas relaciones familiares y de amistad mucho mas ricas.

Que el Señor nos conceda a todos la Sabiduria de su Gracia para saber descubrir en nuestras vidas lo verdaderamente importante y por lo que merece, en verdad, entregar nuestra existencia. Si es posible, que esté el Señor en el centro de esa nueva vida.
Que Dios os bendiga a todos, que os conceda unas vacaciones felices y llenas de fe. Feliz domingo a todos.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.


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