SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Lecturas: Apocalipsis 11,19;12,1-6.10 // Salmo 45 // 1ª Corintios 15,20-27 // Lucas 1,39-56.
Celebramos este domingo la Solemnidad de la Asunción Gloriosa a los cielos de la Virgen María. Quiero hoy que sean las palabras del Papa Pio XII, en la Constitución Apóstolica en la que proclamó el Dogma:
De la Constitución apostólica Munificentissimus Deus del papa Pío XII (AAS 42 [1950], 760-762. 767-769)
El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1 de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus:
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
TU CUERPO ES SANTO Y SOBREMANERA GLORIOSO
Los santos Padres y grandes doctores, en las homilías y disertaciones dirigidas al pueblo en la fiesta de la Asunción de la Madre de Dios, hablan de este hecho como de algo ya conocido y aceptado por los fieles y lo explican con toda precisión, procurando sobre todo hacerles comprender que lo que se conmemora en esta festividad es no sólo el hecho de que el cuerpo sin vida de la Virgen María no estuvo sujeto a la corrupción, sino también su triunfo sobre la muerte y su glorificación en el cielo, a imitación de su Hijo único Jesucristo.
Y, así, san Juan Damasceno, el más ilustre transmisor de esta tradición, comparando la asunción de la santa Madre de Dios con sus demás dotes y privilegios, afirma, con elocuencia vehemente:
«Convenía que aquella que en el parto había conservado intacta su virginidad conservara su cuerpo también después de la muerte libre de la corruptibilidad. Convenía que aquella que había llevado al Creador como un niño en su seno tuviera después su mansión en el cielo. Convenía que la esposa que el Padre había desposado habitara en el tálamo celestial. Convenía que aquella que había visto a su Hijo en la cruz y cuya alma había sido atravesada por la espada del dolor, del que se había visto libre en el momento del parto, lo contemplara sentado a la derecha del Padre. Convenía que la Madre de Dios poseyera lo mismo que su Hijo y que fuera venerada por toda creatura como Madre y esclava de Dios.»
Según el punto de vista de san Germán de Constantinopla, el cuerpo de la Virgen María, la Madre de Dios, se mantuvo incorrupto y fue llevado al cielo, porque así lo pedía no sólo el hecho de su maternidad divina, sino también la peculiar santidad de su cuerpo virginal:
«Tú, según está escrito, te muestras con belleza; y tu cuerpo virginal es todo él santo, todo él casto, todo él morada de Dios, todo lo cual hace que esté exento de disolverse y convertirse en polvo, y que, sin perder su condición humana, sea transformado en cuerpo celestial e incorruptible, lleno de vida y sobremanera glorioso, incólume y partícipe de la vida perfecta.»
Otro antiquísimo escritor afirma:
«La gloriosa Madre de Cristo, nuestro Dios y salvador, dador de la vida y de la inmortalidad, por él es vivificada, con un cuerpo semejante al suyo en la incorruptibilidad, ya que él la hizo salir del sepulcro y la elevó hacia sí mismo, del modo que él solo conoce.»
Todos estos argumentos y consideraciones de los santos Padres se apoyan, como en su último fundamento, en la sagrada Escritura; ella, en efecto, nos hace ver a la santa Madre de Dios unida estrechamente a su Hijo divino y solidaria siempre de su destino.
Y sobre todo hay que tener en cuenta que, ya desde el siglo segundo, los santos Padres presentan a la Virgen María como la nueva Eva asociada al nuevo Adán, íntimamente unida a él, aunque de modo subordinado, en la lucha contra el enemigo infernal, lucha que, como se anuncia en el protoevangelio, había de desembocar en una victoria absoluta sobre el pecado y la muerte, dos realidades inseparables en los escritos del Apóstol de los gentiles. Por lo cual, así como la gloriosa resurrección de Cristo fue la parte esencial y el último trofeo de esta victoria, así también la participación que tuvo la santísima Virgen en esta lucha de su Hijo había de concluir con la glorificación de su cuerpo virginal, ya que, como dice el mismo Apóstol: Cuando esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: «La muerte ha sido absorbida en la victoria.»
Por todo ello, la augusta Madre de Dios, unida a Jesucristo de modo arcano, desde toda la eternidad, por un mismo y único decreto de predestinación, inmaculada en su concepción, virgen integérrima en su divina maternidad, asociada generosamente a la obra del divino Redentor, que obtuvo un pleno triunfo sobre el pecado y sus consecuencias, alcanzó finalmente, como suprema coronación de todos sus privilegios, el ser preservada inmune de la corrupción del sepulcro y, a imitación de su Hijo, vencida la muerte, ser llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial, para resplandecer allí como reina a la derecha de su Hijo, el rey inmortal de los siglos.
Queridos hermanos y hermanas, después de la lectura de este texto del Papa Pio XII, de las palabras de los Santos Padres, de la Tradición de la Iglesia... sólo hacer una pequeña reflexión:
¿Hemos pensado por un momento que todos nosotros, si cumplimos y vivimos el Evangelio, un día estaremos gozando en Cuerpo y Alma, como la Virgen María, de esa misma Gloria del Cielo? La Virgen Santísima, vivió siempre cumpliendo la voluntad de Dios, "Aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según su Palabra". Con esta respuesta al Angel en la Anunciación queda de manifiesto que María tuvo siempre como plan de vida el cumplir la Voluntad de Dios. Por eso Dios la premió siendo la primera que goza de la resurrección plena, en cuerpo y alma, que un día nosotros gozaremos.
La conclusión es fácil aunque muy duro de cumplir: Sigamos el ejemplo de María, vivamos nuestras vidas cumpliendo la voluntad de Dios, entreguemos nuestra existencia a Cristo y su Iglesia y también nosotros viviremos en la Gloria de Dios por la eternidad.
Pido hoy a la Virgen Santísima que infunda en nuestros corazones el deseo de santidad, de entrega y de sacrificio con el que ella vivió siempre. Pido a la Virgen María que interceda por nosotros para que el Señor perdone nuestras culpas, tenga en cuenta nuestras buenas obras y nos premie un día con la Resurrección y la Vida.
Vivamos muy alegres y gozosos la fiesta de María, la fiesta de nuestra Madre. Que el gozo y el amor a La Virgen María brillen en nuestros corazones en este día en el que el 70% de los pueblos y ciudades de España celebran a María, como patrona, como madre, como Reina de todo lo creado. Amemos a María, para que amándola de corazón lleguemos a Cristo su Hijo, Nuestro Señor.
Que Dios os bendiga a todos. Feliz día de la Virgen!!!!
15/8/10
Solemnidad de la Asunción de la Virgen 2010
Tomás Pajuelo Romero. Párroco.
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