XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Lecturas: Amós 8, 4-7 // Salmo 113 // 1ª Timoteo 2, 1-8 // Lucas 16, 1-13
Queridos hermanos y hermanas:
Si el domingo pasado podíamos resumir el mensaje de las lecturas con las palabras “La Alegría del Perdón”, este domingo podríamos resumirlas con las palabras “honradez y fidelidad”.
En un mundo donde parece normal engañar, donde tenemos asumido sin problemas que podemos hacer cosas que están prohibidas, alegando que “mientras no me pillen”, en una sociedad que todo se tiene que dirimir en los tribunales de justicia porque la palabra dada por las personas no tiene ninguna validez, etc. En este contexto, en el que los pequeños actos en contra del bien se asumen como mal menor, en este ambiente los cristianos, más que nunca, debemos dar un testimonio de honradez y de moralidad.
Si el domingo pasado podíamos resumir el mensaje de las lecturas con las palabras “La Alegría del Perdón”, este domingo podríamos resumirlas con las palabras “honradez y fidelidad”.
En un mundo donde parece normal engañar, donde tenemos asumido sin problemas que podemos hacer cosas que están prohibidas, alegando que “mientras no me pillen”, en una sociedad que todo se tiene que dirimir en los tribunales de justicia porque la palabra dada por las personas no tiene ninguna validez, etc. En este contexto, en el que los pequeños actos en contra del bien se asumen como mal menor, en este ambiente los cristianos, más que nunca, debemos dar un testimonio de honradez y de moralidad.
Es muy normal hoy asumir sin problemas que en una compra si podemos quedarnos con algo, pues mejor. Que si no se dan cuenta y podemos coger algo sin pagar, pues no pasa nada, que veamos atónitos como el ser honrado, cumplir nuestras obligaciones en el trabajo, en la sociedad, pagar nuestros impuestos, ser un buen ciudadano es considerado por la inmensa mayoría como una soberana tontería y lo que se potencia como señal de astucia y brillantez es el engaño, la elusión de impuestos, el aprovecharse con engaños de las ayudas del sistema, etc. En una sociedad así, tenemos que brillar los cristianos por ser hombres y mujeres de la VERDAD, de la justicia, de la honradez.
Jesús nos pide que seamos fieles en lo pequeño, en los detalles que nos puedan parecer insignificantes. Mirad, es muy revelador comprobar como hay personas que hacen las cosas bien sean grandes o pequeñas, que no hace falta estar encima de ellas para que cumplan con su obligación.
Muchas personas que cada día cumplen con sus obligaciones personales y espirituales de una manera anónima pero verdadera. Muchas personas que cada día oran sencillamente a Dios, acuden a la Parroquia a hacer la “visita” al Señor en el Sagrario, comparten con el pobre, están pendientes de los suyos con cariño y entrega… Es lo que en el evangelio de hoy el Señor nos dice: “el que es fiel en lo pequeños lo será en lo grande.
Otra de las enseñanzas del evangelio de hoy es la “entrega total a Dios”. Mirad, aunque nos parezca imposible, no podemos servir a Dios y al mundo. Se nos tiene que quitar de la cabeza esa idea estúpida y absurda de poder ser cristianos y ser ciudadanos normales. Entendiendo por normalidad las actitudes y comportamientos que hemos explicado antes, es obvio que no podemos ser cristianos y vivir los criterios de este mundo. No podemos vivir una dualidad en la vida: “momentos en los que soy cristiano, momentos en los que no lo soy”. No podemos defender los valores del evangelio en la Parroquia, en nuestra casa… y luego en la vida social tratar que no se den cuenta que somos cristianos, que vamos a misa, que rezamos… Eso es traicionar el Amor que Dios nos tiene. Hoy más que nunca, tenemos que dar un testimonio coherente de fe. Hoy el mundo nos pide testigos creíbles de la fe. Nadie se cuestiona la fe de Teresa de Calcuta, de Juan Pablo II, de Fray Leopoldo, de tantos y tantos cristianos que en el mundo no se avergüenzan de servir a Dios. Hoy Jesús nos pide una vez más radicalidad en el seguimiento del Evangelio, no podemos estar a dos bandas…
Pido a Dios en este día que al recibirlo en la Eucaristía, que al llenarnos de su Gracia, nos haga comprender esta llamada a la Verdad de vida que nos hace. Que Dios os bendiga a todos. Feliz Domingo.
Jesús nos pide que seamos fieles en lo pequeño, en los detalles que nos puedan parecer insignificantes. Mirad, es muy revelador comprobar como hay personas que hacen las cosas bien sean grandes o pequeñas, que no hace falta estar encima de ellas para que cumplan con su obligación.
Muchas personas que cada día cumplen con sus obligaciones personales y espirituales de una manera anónima pero verdadera. Muchas personas que cada día oran sencillamente a Dios, acuden a la Parroquia a hacer la “visita” al Señor en el Sagrario, comparten con el pobre, están pendientes de los suyos con cariño y entrega… Es lo que en el evangelio de hoy el Señor nos dice: “el que es fiel en lo pequeños lo será en lo grande.
Otra de las enseñanzas del evangelio de hoy es la “entrega total a Dios”. Mirad, aunque nos parezca imposible, no podemos servir a Dios y al mundo. Se nos tiene que quitar de la cabeza esa idea estúpida y absurda de poder ser cristianos y ser ciudadanos normales. Entendiendo por normalidad las actitudes y comportamientos que hemos explicado antes, es obvio que no podemos ser cristianos y vivir los criterios de este mundo. No podemos vivir una dualidad en la vida: “momentos en los que soy cristiano, momentos en los que no lo soy”. No podemos defender los valores del evangelio en la Parroquia, en nuestra casa… y luego en la vida social tratar que no se den cuenta que somos cristianos, que vamos a misa, que rezamos… Eso es traicionar el Amor que Dios nos tiene. Hoy más que nunca, tenemos que dar un testimonio coherente de fe. Hoy el mundo nos pide testigos creíbles de la fe. Nadie se cuestiona la fe de Teresa de Calcuta, de Juan Pablo II, de Fray Leopoldo, de tantos y tantos cristianos que en el mundo no se avergüenzan de servir a Dios. Hoy Jesús nos pide una vez más radicalidad en el seguimiento del Evangelio, no podemos estar a dos bandas…
Pido a Dios en este día que al recibirlo en la Eucaristía, que al llenarnos de su Gracia, nos haga comprender esta llamada a la Verdad de vida que nos hace. Que Dios os bendiga a todos. Feliz Domingo.
Tomás Pajuelo. Párroco
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