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16/10/11

"Dad a Dios lo que es de Dios"

XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - Ciclo A

Lecturas: Isaías 45, 1.4-6 // Salmo 96 // 1ª Tesalonicenses 1, 1-5 // Mateo 22, 15-21.

Queridos hermanos y hermanas:

Anverso de un denario con la imagen de CésarEl Evangelio de hoy toca un asunto político-religioso: la autoridad civil y la autoridad divina; la función del Estado y la función de la Iglesia. Se trata del episodio en el cual los Fariseos, pretendiendo nuevamente poner a Jesús contra la pared, le preguntaron si era lícito pagarle impuestos a Roma. Es un nuevo intento de intentar pillar a Jesús.

Si decía que no -pensaron ellos- podría ser interpretado como desobediencia a la autoridad civil, en manos de los Romanos que tenían ocupado el territorio de Israel. Si contestaba que sí, podría interpretarse como una limitación de la autoridad de Dios sobre el pueblo escogido. La respuesta de Jesús fue clara y sin caer en la trampa: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt. 22, 15-21).

Con esta hábil respuesta -como muchas otras del Señor ante la insidia de los Fariseos- Jesús deja claramente establecido que el respeto y el tributo no sólo se le debe a la autoridad civil, sino que principalmente debemos darle a Dios lo que es de Él y a Él corresponde. El Señor deja bien claro, que como consecuencia de esto, la Iglesia tiene su campo propio de acción independiente y por encima de toda autoridad política. Por otro lado, la autoridad política tiene su campo propio de acción, relacionado con el orden público y el bien de todos los gobernados. Sabemos, además, que el buen gobernante será aquel que cumple con los designios de Dios buscando el bien de todos los gobernados. Pero por desgracia no siempre es así. Hay muchos gobernantes que actúan en contra de la Iglesia, que no respetan el juego democrático y no tratan a la Iglesia con una verdadera igualdad frente a otras asociaciones religiosas y con fines sociales. Se propaga una velada y contumaz persecución y animadversión a la Iglesia. Se dictan leyes totalmente contrarias a la ley natural y a la ley divina. Se legisla, a veces, con un fino propósito de herir los principios cristianos, en aras de una laicidad falsa y mal entendida. ¿Qué debemos hacer los cristianos? Cuando entra en conflicto la obediencia a Dios con la obediencia al poder civil, hay que tener en cuenta que toda autoridad temporal tiene su origen en Dios y que la autoridad divina está por encima de la autoridad humana. Fijaos en el ejemplo de los primeros cristianos, y del propio Evangelio. Hasta las leyes de la Roma pagana y sus gobernantes sirvieron para que se llevaran a cabo los designios de Dios, tanto para el nacimiento como para la pasión y muerte de Jesús, el Salvador del mundo: el edicto de empadronamiento de los judíos, ordenado por el Emperador romano, obligó a San José y la Virgen a ir a Belén, donde nacería el Salvador del mundo (cfr. Lc. 2, 1-5) anunciado desde antes por el Profeta Miqueas (cfr. Mt. 2, 4-5 y Miq 5, 2). Con el juicio de Pilato a Jesús (cfr. Jn. 19, 14-16) se cumplió la redención del género humano.

En el comienzo de la historia de la Iglesia vemos cómo las persecuciones a los cristianos por parte de los romanos, sirvieron para la difusión del Evangelio de Jesucristo. Siempre se ha dicho que la sangre de los mártires es multiplicadora de semillas de nuevos cristianos. Y así fue y sigue siendo. Dios, de un aparente mal, como es la muerte de cristianos inocentes, saca un bien. Así sigue Dios escribiendo la historia de la salvación. Lo que pretendia el exterminio de la religión cristiana, por la Gracia de Dios se convirtió en el mayor vehiculo de expansión de la fe cristiana

Más recientemente en nuestro siglo, vemos cómo los regímenes marxistas que habían intentado apagar la fe en Dios, no lo lograron del todo. La fe del pueblo se mantuvo viva y, cuando parecía que estaba apagada, fue como un fuego que vuelve a encenderse a partir de las cenizas.

Todo lo ordena Dios para sus fines. La historia de cada ser humano en particular y de los pueblos está en manos de Dios. Por encima de todo gobierno humano está el gobierno de Dios. Y todo lo ordena Dios, origen de toda autoridad humana y Señor de la historia, para realizar la historia de la salvación de cada ser humano en particular y de toda la humanidad.

No podemos olvidar nunca que todos los ámbitos de la vida están sujetos a nuestra fe. Ser cristiano supone impregnar de vida cristiana todo momento de nuestra existencia. No podemos ser cristianos y pertenecer a grupos que vayan en contra de la fe y de la moral cristiana, o incluso nieguen la existencia de Dios y luchen contra la Iglesia. No vale decir, eso es cosa del partido y luego mi vida cristiana es algo personal e intimo. ¡¡NO!! Eso es una grave incoherencia que daña mucho el testimonio de la fe.

Seamos consecuentes, vivamos lo que profesamos.

Que Dios os bendiga a todos. Feliz Domingo. Tomás Pajuelo Romero.

1 comentario:

  1. Muchísimas gracias por su valentía, D. Tomás, en sus dos últimos párrafos de esta homilía. Modestamente opino que es muy necesaria en nuestros pastores en estos momentos. Enhorabuena.

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