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6/2/11

«Jóvenes consagrados, un reto para el mundo»

Queridos hermanos y hermanas:

La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebra en el próximo agosto en Madrid, nos sitúa en ese horizonte juvenil que da alegría y esperanza a nuestra vida. La juventud es frescura y novedad, la juventud es presente renovado y futuro esperanzador. La juventud no es sólo cuestión de edad, sino que es una postura ante la vida, porque hay personas con edad juvenil, que están cansadas de vivir, y hay personas cargadas de años, que viven y contagian una esperanza que ni siquiera la muerte podrá destruir.

En ese horizonte juvenil celebramos el 2 de febrero la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, en la fiesta en que Jesús es presentado en el templo en brazos de María su madre. Jesús es presentado y ofrecido como una hostia viva. Ya en los comienzos de su vida, esta escena representa lo que va a ser toda ella: una ofrenda de amor a Dios para rescatar a los hombres atrapados por el pecado, dándoles la libertad de hijos, la dignidad de hijos de Dios. Eso es la vida cristiana.

La vida consagrada es un desarrollo pleno del bautismo, por el que una persona entrega toda su vida a Dios como una ofrenda de amor, para el bien de los demás. La vida consagrada consiste en el seguimiento corporal de Cristo en virginidad-pobreza- obediencia, según los distintos y abundantes carismas que el Espíritu distribuye en la Iglesia para bien de todo el Cuerpo.

La Jornada de la Vida Consagrada nos lleva en primer lugar a dar gracias a Dios por tantas y tantas personas –varones y mujeres– que han respondido a la llamada de Dios, entregando su vida entera. Constituyen un tesoro para la Iglesia y para el mundo: en la vida contemplativa, en la vida misionera, en la vida apostólica, en el campo de la beneficencia, de la educación, de la evangelización. En lugares y formas arriesgadas, expuestos muchas veces a la incomprensión y al rechazo, sin estipendio y sin honores, por amor a Jesucristo y a su Evangelio. Toda una vida ofrecida a Dios, como Jesús fue ofrecido en el templo en brazos de su Madre.

La presencia de la vida consagrada es un gran regalo de Dios a su Iglesia, del que todos somos beneficiarios. En nuestra diócesis de Córdoba constituye un rico patrimonio de santidad acumulada y de vivo testimonio ante el mundo actual. Hay monasterios de vida contemplativa, donde sus monjes y monjas ofrecen su vida en alabanza continua al Señor, haciendo un bien inmenso a nuestro mundo que tanto busca la eficiencia mercantil. Son oasis de humanidad, de frescura juvenil para nuestro mundo agobiado por las prisas. Es muy abundante entre nosotros la presencia de personas consagradas en el campo educativo y asistencial. Congregaciones masculinas y femeninas de larga historia o surgidas recientemente. Contamos con la presencia de personas consagradas en el mundo, como un fermento que rejuvenece nuestra sociedad y la renueva.

Y en los diversos campos, me encuentro con jóvenes que inician su noviciado, realizan sus primeros votos o recorren la etapa de juniorado. Hay menos que antes, pero sigue habiendo bastantes jóvenes de nuestra diócesis de Córdoba que responden a esta llamada del Señor, en la vida sacerdotal y en la vida consagrada. La Jornada Mundial de la Juventud será también una ocasión propicia para que muchos jóvenes sean tocados por esta forma de vida y decidan seguirla. Vale la pena. Esos brotes deben ser apoyados por todos. Son un bien y una esperanza para la Iglesia y para el mundo. La Jornada de la Vida Consagrada nos invita a orar por estas vocaciones, para que superando toda dificultad descubran y experimenten la alegría de entregarse al Señor para bien de la Iglesia y de la humanidad.

Con mi afecto y bendición,

Demetrio Fernández. Obispo de Córdoba.

Las cartas semanales de nuestro Obispo están también disponibles en vídeo en la página www.canaldiocesis.tv. Ofrecemos a continuación el vídeo correspondiente a la carta transcrita en este artículo.






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