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13/2/11

«Si quieres puedes obedecer al Señor...»

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Eclesiástico 15, 15-20 // Salmo 119(118), 1-2.4-5.17-18.33-34 // 1Corintios 2, 6-10 // Mateo 5, 17-37a

Queridos hermanos y hermanas:

El Sermón de las Bienaventurzanzas (1886-96) por James TissotEl hombre ha sido creado como un ser libre. La libertad es el mayor don, el mayor regalo que Dios nos ha dado. Cuando defendemos la libertad, no estamos teniendo un acto político, estamos defendiendo el ser más profundo del hombre. Fijaos si es importante que ni siquiera Dios Nuestro Señor, hace nada en contra de nuestra propia libertad. ¿Cuántas veces hemos pensado por qué Dios no hace un gran gesto, un gran milagro que pruebe su existencia? Es cierto que probaría su existencia pero ya no habría libertad para creer en Él por pura decisión propia y libre. Es lo que hoy nos recuerda la lectura del libro del Eclesiástico: "si quieres puedes obedecer al Señor..." Dios no nos obliga a ser, actuar o hacer, de una manera determinada. Él nos ofrece un camino de salvación, los diez mandamientos, con el que nos garantiza la Salvación y la felicidad. Nosotros podemos llevarlos a la práctica o no. Confundimos ser libres con hacer lo que me da la gana. Eso no es libertad, esa es la mayor de las esclavitudes, actuar esclavos de mis ganas, de mi gusto... ¿Podemos imaginar una sociedad en la que los servicios públicos no tuviesen obligación de atendernos y que cada uno lo hiera según sus ganas? Es impensable.

La vida cristiana es libre pero es tremendamente responsable. Cuando yo decido seguir a Cristo, lo hago libremente, nadie me obliga, nadie me ha puesto una pistola para obligarme a ser cristiano. Creo que todos nosotros lo somos por decisión personal de seguir la llamada de Cristo. Pero una vez que hemos decidido hacerlo, tenemos unas obligaciones, unas normas, un estilo de vida, una forma de ser y entender la vida que nos compromete. Pongo un ejemplo mundano que ilumina esto: Si yo me hago socio de una peña, lo hago voluntariamente, pago mi cuota, cumplo las normas que se han establecido en esa peña y que antes de hacerme socio me han entregado para que las conozca, las respete y las asuma. Una vez que soy socio debo regirme por las normas que yo voluntariamente he aceptado. No se me ocurre decir o hacer algo que prohíben las normas porque me arriesgo a ser expulsado de la peña.

Cuando nosotros deseamos seguir el camino de Cristo el nos enseña unas "normas de vida": el EVANGELIO. Nos dice lo que a él le gustaría fuese su Iglesia, lo que le gustaría que fuese nuestra vida y pone las normas necesarias para que esto sea así, los mandamientos. Nosotros las aceptamos o no, nos hacemos cristianos o pasamos de Dios, pero si decidimos seguirle, ser cristianos es con todas las consecuencias, no podemos luego intentar conformar el evangelio a nuestro gusto: "pues yo no creo esto..." "pues yo creo en Jesús pero no en la Iglesia..." "pues yo creo que esto es muy antiguo..." son frases muy comunes de los que se denominan cristianos pero que la verdad es que su vida no se parece en nada a lo que Dios quiere para los que así se llaman. Es muy fácil y muy injusto, decir soy cristiano y luego escaquearse de toda responsabilidad que lleva consigo seguir a Cristo. Nadie nos obliga a ser cristiano, pero si decidimos serlo, si que hay unas normas que cumplir, unos mandamientos que vivir, una doctrina que creer, una forma de ser... y si no estamos dispuestos a seguirle pues no pasa nada...pero si lo hacemos vamos a hacerlo con todas las consecuencias. Pido a Dios que cada día, todos nosotros, optemos por seguir a Cristo en nuestras vidas.

Que Dios os bendiga.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco

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