Rogatorias

Buscar...

Categorías

Archivo de noticias

11/11/12

La viuda de Sarepta

XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: 1ºReyes 17, 10-16 // Salmo 145 // Hebreos 9, 24-28 // Marcos 12, 38-44.

Queridos hermanos y hermanas:

El profeta Elias y la viuda de Sarepta. Bernardo Strozzi (1581-1644)En este domingo XXXII del tiempo ordinario, la Palabra de Dios nos presenta el testimonio de dos mujeres. Dos viudas que viven plenamente su confianza en la Providencia Divina y un tremendo compromiso con los más necesitados.

Estamos viviendo momentos de grave crisis, cada día Cáritas y todas las parroquias están ayudando a muchas personas necesitadas. Estamos contemplando situaciones gravísimas de desamparo y necesidad. En esa situación se encontraba la viuda de Sarepta, primera lectura de hoy, sólo le quedaba harina suficiente para hacer un pan, comerlo junto a su hijo y esperar la muerte. Es la pobreza más radical, es el final humanamente. Se acerca el profeta Elías, el hombre de Dios, y le pide que comparta lo poco que tiene y le promete en nombre de Dios que la alcuza de aceite no se vaciará ni la harina se acabará. Fijaos, le pide que lo poco que tiene lo comparta y que confíe radicalmente en la Providencia Divina. Es despojarse de incluso aquello que le hacia falta y confiar en la promesa de Salvación.
La viuda de Sarepta, frente a toda lógica, es capaz de compartir lo poquísimo que tiene: hace un panecillo para el profeta de Dios, Elías, y otro para ella y su hijo. dios premió su generosidad. Le concedió que la vasija de harina no se acabara ni la alcuza de aceite se agotara.

Pensemos por un momento como vivimos nosotros nuestra pobreza, nuestra pérdida de poder adquisitivo fruto de esta crisis, nos agarramos a las seguridades humanas, a las posesiones y a nuestro dinero. No confiamos en la Providencia Divina. Queremos tener todo atado y bien atado. Es cierto que tenemos que procurar honestamente nuestro sustento y el de nuestras familias, pero tenemos que saber compartir con los que están mucho peor que nosotros. Quiero destacar aqui la gran generosidad de miles de personas que colaborar de muchas maneras en las obras de caridad de la Iglesia. Que son capaces de compartir su dinero, su tiempo, sus conocimientos, etc. para ayudar a los más pobres. Creo que es una obligación de todos los cristianos colaborar con las instituciones de la Iglesia dedicadas a socorrer a los necesitados. Es loable la colaboración con otras ONG que actúan en favor de los más pobres con un carácter aconfesional y laico aunque personalmente creo, y digo que es personalmente, que como miembros de la Iglesia debemos colaborar con las ONG de la Iglesia. Sin desmerecer de las demás ni de su labor solidaria.

En el evangelio, la viuda nos da una lección impresionante. Ella NO comparte de lo que le sobra, ella DA lo que poco que tenía. Muchas veces pensamos que como no somos ricos, o no tenemos muchos ingresos, no podemos solucionar las necesidades de los demás. Es un fallo enorme, si cada uno comparte un poquito, se junta una gran ayuda. Creo que nos falta compromiso económico con nuestras parroquias e instituciones eclesiales. Si hacemos números, nos damos cuenta que con un poquito de colaboración de todos podríamos lograr mucho. Por ejemplo, si en una misa de domingo estamos presentes 200 o 300 personas, y cada uno se comprometiera a echar en la canastilla un euro tendríamos una media de 200€ por misa, con cuatro misas que hay el fin de semana, tendríamos casi 1000€ para cubrir las necesidades de la Parroquia y compartir con los más necesitados. Sin embargo, la realidad es que no llegamos a más de 350€ en todas las colectas de todas las misas. Si dividimos entre el número de asistentes, el resultado es desolador, ni siquiera 25 céntimos por persona. Aquella mujer, la viuda del Evangelio de hoy, compartió lo poco que tenía y Jesús la puso como ejemplo y valoró muchísimo su generosidad.

Os invito a meditar esta semana, pensemos por un momento si nosotros compartimos con generosidad. La Iglesia está dando un testimonio impresionante en estos tiempos de crisis, atendiendo a muchísimas personas necesitadas. La generosidad de los católicos cordobeses está haciendo que se pueda socorrer muchas situaciones de pobreza extrema. Pero no podemos contentarnos con esto, debemos ser cada día más los que compartamos para poder lograr ayudar a muchas más personas. Confiemos en la Divina Providencia, porque frente a nuestra humilde generosidad el Señor no permitirá que nos falte lo necesario para vivir.

Que Dios os bendiga a todos. Feliz día del Señor. Feliz domingo. Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo, Don Tomás: Un pensamiento que me hago a menudo es que donar monedillas cuando antes o después de la misa vas a gastar 10 ó 20 euros en un bar o paseo, me parece (muy) hipócrita, y seguramente señal de poco amor a nuestra Iglesia y a nuestra parroquia en particular a las que tenemos la obligación de contribuir a sostener.

    ResponderEliminar

Desde la afinidad o la discrepancia, pero siempre con respeto, te animamos a participar.

Por unas mínimas bases de hermandad, afecto y consideración, los comentarios anónimos inapropiados serán borrados.