Rogatorias

Buscar...

Categorías

Archivo de noticias

17/11/12

Parusía

XXXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Daniel 12, 1-3 // Salmo 15 // Hebreos 10, 11-14. 18 // Marcos 13, 24-33.

Queridos hermanos y hermanas:

Icono de la segunda venida de CristoYa acercándonos al final del Año Litúrgico, que termina el 25 de Noviembre, este último Domingo del Ciclo “B”, ciclo que concluye con la Fiesta de Cristo Rey, las lecturas nos invitan a reflexionar sobre la Parusía.

“Parusía” es una palabra que intriga, -cuando no se conoce su significado- y que tal vez asusta cuando sí se conoce.

En efecto, en su sentido estricto, “Parusía” significa la segunda venida de Cristo. Y eso asusta.

En su sentido más amplio se refiere a la plenitud de la salvación de la humanidad, salvación efectuada ya por Cristo, pero que será completada precisamente con su segunda venida en gloria, cuando venga a establecer su reinado definitivo: ¡Cristo viniendo en la plenitud de su gloria, de su poder, de su divinidad!
Si hace dos mil años Cristo vino como un ser humano cualquiera, en su segunda venida lo veremos tal cual es, “cara a cara” (1 Cor. 13, 12). Será el momento de nuestra definitiva liberación: nuestros cuerpos reunidos con nuestras almas en la resurrección prometida para ese momento final.

En ese momento seremos resucitados y reunidos todos: unos resucitarán para una vida de felicidad eterna en el Cielo y otros para una vida de condenación eterna en el Infierno. En ese momento grandioso, inimaginable, esplendoroso, tal vez el momento más espectacular y más importante de toda la historia humana, habrá “cielos nuevos y tierra nueva” para los salvados. Será el Reinado definitivo de Cristo (cfr. Ap. 21 y 1 Pe. 3, 10-13).

Con esta esperanza se comprende cómo -desde el comienzo de la Iglesia hasta nuestros días- los cristianos, deseosos de volver a ver el rostro glorioso de Cristo, han esperado siempre la Parusía y hasta han creído sentirla muy próxima en algunos momentos de la historia de la humanidad. De ahí que con el deseo de ese momento toda la Iglesia ore con las palabras finales de la Biblia: “Ven, Señor Jesús” (Ap. 22, 20). De hecho en cada Eucaristía aclamamos en el momento de la consagración: "Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección ¡Ven Señor Jesús!

Es el deseo de todo cristiano que se viva en el mundo el Reino de Dios. Que seamos conscientes de la importancia de nuestra fe vivida en obras de amor, para poder entrar en el Reino Eterno.

Hay una corriente de pensamiento que afirma que como Dios es Padre Infinitamente misericordioso, al final de nuestros días, TODOS, iremos al Cielo. Que sea cual sea nuestra fe, nuestro obrar, nuestra práctica religiosa... al final iremos todos al Cielo. Es una corriente que ya en los primeros siglos sacudió a la Iglesia naciente, es la herejía del Irenismo.

Es muy cierto que Dios es infinitamente Misericordioso, pero es también cierto que es infinitamente Justo y practica la justicia. Y no tendrá el mismo fin aquel que ha vivido las bienaventuranzas que aquel que no sólo no ha creído en Cristo, si no que incluso ha luchado contra Él y su Iglesia.

Las lecturas de este domingo y muchos textos del Evangelio, nos presentan a Jesús hablando muy claramente de la existencia del infierno y de la posibilidad de condenarse por nuestros pecados. Pensad por un momento en el texto del rico Epulón, en el de las doncellas necias, en el de las ovejas y las cabras, etc.

No seamos ingenuos ni tampoco irresponsables, el Evangelio de Cristo hay que asumirlo, creerlo y vivirlo en su integridad. no podemos asumir lo que nos gusta y lo que no nos agrada olvidarlo o incluso negarlo.

Reflexionar sobre el final de nuestra vida es muy positivo, nos sirve para hacer balance de nuestra vida, examen serio de nuestras obras y sentirnos profundamente llamados a la conversión. Que Dios nos conceda a todos vivir siempre preparados y llenos de Gracia para estar bien dispuestos al encuentro con Él.

Que Dios os bendiga a todos. Feliz día del Señor. Feliz domingo. Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Desde la afinidad o la discrepancia, pero siempre con respeto, te animamos a participar.

Por unas mínimas bases de hermandad, afecto y consideración, los comentarios anónimos inapropiados serán borrados.