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26/12/10

«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto»

LA SAGRADA FAMILIA

Lecturas: Eclesiástico 3, 2-6.12-14 // Salmo 127 // Colosenses 3, 12-21 // Mateo 2, 13-15.19-23

Huida a Egipto. Fra Angelico, 1450

Ya desde el s. VI a. de C. existía en Egipto una comunidad judía en continuo crecimiento. Egipto no era para los judíos únicamente el país de la antigua esclavitud, sino también un lugar de refugio en tiempos de persecución ( cf. Dt 23. 8; Jr 26. 21). Por otra parte, la narración de San Mateo se ajusta muy bien al espíritu y al comportamiento cruel de Herodes, de quien se dice haber asesinado a tres hijos suyos. Además, conocemos una antigua acusación del siglo primero en la que se dice que Jesús aprendió la magia en Egipto. En fin, no parece históricamente imposible lo que aquí narra San Mateo.

Sin embargo, en la literatura bíblica y universal descubrimos narraciones muy semejantes sobre el peligro en que se vieron de niños los futuros monarcas y caudillos de un pueblo. En este caso resulta sorprendente el parecido con la historia de Moisés, salvado de las aguas y obligado más tarde a huir a Madián, de donde regresaría por expresa indicación divina: "Anda, vuelve a Egipto; pues han muerto todos los que buscaban tu muerte" (Ex 4.9). Oseas pone en boca de Yahvé estas palabras: "Cuando Israel era un niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo" (Os 11. 1). Se trata de la salida de Egipto, del éxodo de Israel en el comienzo de su historia. Pues bien, san Mateo lo interpreta refiriéndolo a Jesús, que es el verdadero Hijo de Dios. Y hace notar que así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta.
Muerto Herodes el Grande, le sucedió en el trono su hijo Arquelao como soberano de Judea, Samaria e Idumea. Su crueldad pronto fue mayor que la de su propio padre. Se explica que san José, para escapar de la autoridad de Arquelao, no regresara a Belén de Judá, sino a Nazaret de Galilea. Y de nuevo san Mateo ve en este hecho la confirmación de otra profecía. Probablemente se refiere ahora al pasaje de Isaías en donde se habla del "vástago del tronco de Jesé" (Is 11. 1).

En realidad lo que parece interesarle al autor no es tanto la anécdota histórica cuanto la afirmación fundamental de que en Cristo se han cumplido todas las promesas y a pesar de todas las asechanzas. Jesús es para san Mateo el libertador del pueblo igual que Moisés y mayor que él. Jesús es el Siervo de Yavé anunciado por Isaías, el Siervo marcado por la persecución y el sufrimiento desde el comienzo de su vida. Jesús es el "vástago del tronco de Jesús", nacido en Belén de Judá lo mismo que David. Jesús viene a restaurar de un modo inesperado el trono de David su padre. La descendencia de David vive oculta y perseguida por el tirano Herodes, que ha usurpado el trono y que se empeña en retenerlo luchando vanamente contra los designios de Dios. Pero Dios está con Jesús y lo protege, Dios mismo hará que se cumplan todas sus promesas no obstante la resistencia de cuantos se oponen a su plan providencial.

Así era, según Mateo, la Sagrada Familia. Así tendría que ser, esto tendría que ser una familia cristiana. En la literatura bíblica estas actitudes se expresaban y se verbalizaban con un esquema directo de orden-cumplimiento como el que aparece en el texto de hoy.

Navidad es fiesta de alegría. Es el principio de la Pascua, que es sufrimiento y alegría de resurrección. El evangelio de Mateo que hoy leemos nos señala con toda claridad estos altibajos de la vida. Recién nacido el niño, la familia de José, María y Jesús, ha de exiliarse por motivos políticos. El exilio a Egipto tiene, en Mateo, una finalidad simbólica: el Hijo de Dios, Hijo de Israel, ha de experimentar el Éxodo. Así el Padre podrá llamar a su Hijo de Egipto. Pero en el exilio la Sagrada Familia experimenta el rechazo, la soledad, el rompimiento de la estabilidad del hogar. Pero, a pesar de todo, mantiene su fe en Dios, la fidelidad entre los hombres. También las angustias de la familia se han de vivir "en el Señor".

Muchas familias pasan por momentos difíciles, las dificultades se están acumulando en este tiempo de crisis, de falta de fe, de pérdida de valores. Las familias no son ajenas a esta situación, podríamos decir que todo este ambiente negativo es la persecución de los herodes del siglo XXI en contra de la familia. Herodes no sólo externos, muchas veces desde dentro de las mismas familias. Las separaciones y los divorcios aumentan, a menudo, porque no se saben aguantar, soportar con fe y fidelidad, las estrecheces de la vida cotidiana.

La santa Familia exiliada es un gran ejemplo para las familias, para tantas familias, que sufren. Viviéndolo todo "en el Señor", el cristiano mantiene la esperanza en cualquier situación. Este domingo -también día de la resurrección- tendría que animar a nuestras familias a seguir adelante en su tarea humana, iluminada siempre por su fe en el Señor. A pesar de cierto pesimismo que oprime los horizontes de la familia actual, la celebración de esta fiesta tendría que ser un aliento para continuar una tarea difícil y rodeada de sufrimientos pero fecunda y entusiasma.

Que el Señor Jesús nos conceda a todas las familias cristianas vivir el amor, la entrega, la oración y los valores cristianos que nos ayuden a campear este temporal que nos azota. Que Dios bendiga a todas las familias del mundo.

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