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6/3/11

«Meteos en el corazón estas palabras»

IX Domingo del Tiempo Ordinario

Lecturas: Deuteronomio 11,18.26-28.32. // Salmo 31 // Romanos 3,21-25.28 // Mateo 7,21-27

Queridos hermanos, en este Domingo noveno del tiempo Ordinario,a las puertas de empezar la Cuaresma, os recuerdo que el próximo día 9 de Marzo es Miércoles de Cenias, la Palabra de Dios nos habla hoy de la necesidad de vivir en la VERDAD. De ser hombres y mujeres que asientan su vida sobre la Roca que es Cristo.

En la primera lectura, del libro del Deuteronomio, Moisés habla en nombre de Dios, íntimamente persuadido de la misión que se le ha encomendado. Por eso suplica al pueblo con acentos encendidos: Meteos en el corazón estas palabras. Grabadlas en vuestra alma, metedlas en vuestros corazones. Son tan importantes y tan decisivas que de ellas depende la salvación presente y la eterna.

Es cierto que aquellos hombres se percataron de la importancia de la Ley de Dios y que, por ser fieles a sus mandamientos, muchos sufrieron el martirio. Pero otros se contentaron con una fidelidad meramente externa, con una interpretación superficial. Muchos israelitas, como muchos cristianos hoy, vivian la fe de cara a la galeria. Es lo que me habéis oido muchas veces, el CUMPLIMIENTO de la ley, CUMPLO: es verdad que externamente cumplo o intento cumplir las normas pero por dentro no las hago mías. MIENTO: así vivo, por fuera muy cumplidor pero por dentro en mi corazón y en mis obras, lleno de pecado y sin ánimo ninguno de conversión. También hoy existen los que oyen la palabra de Dios y en lugar de meterlas en el corazón y en el alma, las usan como un simple adorno. Hacen de la religión un mero formulismo social que no llega hasta su intimidad, algo que no les hace cambiar sus vidas de pecado, algo que no transforma sus vidas egoístas en vidas de amor y de entrega.

"La bendición, sigue diciendo el autor sagrado, si escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios que yo os mando hoy; la maldición, si no escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios y os desviáis del camino que os marco...". Dios no nos engaña, ni quiere cogernos de sorpresa. Él nos avisa con tiempo, nos pone en guardia. Su bendición en nuestra vida y en nuestra muerte si somos consecuentes con sus palabras, si guardamos sus mandamientos. Bendición que lleva consigo paz, amor, alegría, serenidad en el alma... Maldición de Dios. La más terrible de las maldiciones. Dolor y angustia, desesperación y agobio, sufrimiento hondo y pena sin fin.

"Aquel día", alusión clara al día definitivo, al día último de la Historia. Día que no sabemos cuándo será, pero que indefectiblemente llegará. Día de la ira lo llama la antigua e impresionante secuencia del Oficio de Difuntos. Día del juicio de Dios. Cuántas sorpresas habrá entonces, cuántos quedaremos al descubierto, sin que puedan usarse ya esas máscaras que, de ordinario, todos llevamos puestas. Día de vergüenza y de pesar. Vergüenza porque se pondrán de manifiesto muchos delitos y pecados, que permanecieron ocultos e impunes, o sólo confesados a medias, o declarados ante un desconocido al que no quisiéramos nunca más volver a ver.

También habrá pesar y llanto desconsolado en aquel día. Porque ya no será posible rectificar. Ni tener otra oportunidad para corregir el mal hecho. Del lado en que el árbol caiga, de ese lado permanecerá caído. Todo eso es una terrible verdad que debe empujarnos a rectificar, ahora que todavía estamos a tiempo de hacerlo. Pensemos que no sabemos cuánto dura el tiempo que se nos concede aún. Para unos quizá quedan pocos días, para otros es posible que más. Pero de todas formas, el tiempo es siempre muy breve y se nos va volando.

Pero, para que ese día no sea para nosotros día terrible y día de miedo, el Evangelio que escuchamos hoy nos da la solución: CONSTRUIR nuestras vidas cimentados en la ROCA firme que es Jesucristo. Jesús nos muestra su enseñanza con una comparación sobre la tontería que es hacer una edificación en la arena y hacerla sobre roca. Por supuesto la que está en la arena se cae a la primera acción de las lluvias, de las corrientes y de los vientos. Pues bien, así de tontos como el constructor en arenas es el que, conociendo la voluntad del Señor, sigue a profetas falsos, astrólogos, brujos, adivinos, el tarot, conseguidores de todo lo que uno desea, otorgadores de falsa paz, anunciadores de números premiados, etc. “El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica”

No sucede lo mismo con la casa construida en la roca. Pueden venir vientos y tempestades, pero la casa está firmemente cimentada en la roca. ¿Y quién es esa “roca”? Es Cristo. Es Dios. Es su Palabra. Son sus instrucciones. Es su Voluntad. Perdonad que lo repita varias veces, pero es muy necesario que nos demos cuenta donde tenemos que anclar nuestras vidas. Significa que vendrán vientos. Vendrán tempestades y lluvias. Pero unidos a su Voluntad, unidos a El, verdadera y sinceramente, podremos sentir los embates de las tempestades del Enemigo de Dios, pero no podrán derribarnos. “Vino la lluvia, bajaron los torrentes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca”.

No quiere decir que estaremos libres de ataques, pues estaremos sometidos a las mismas tentaciones y riesgos que el constructor tonto, pero estaremos firmes y fuertes cimentados en la roca. El mundo nos hará sufrir, tendremos los mismos problemas o más que nuestros vecinos, amigos y familiares, pero nuestra fe sincera nos ayudará a vivirlos de una manera distinta.

Señor, te pedimos que cures nuestra ceguera, que ilumines nuestro torpe entendimiento. Que comprendamos que tus palabras van en serio, que no son una simple amenaza para meternos miedo. Haz que tu doctrina se nos meta muy dentro, muy en lo hondo. De tal forma que sea tu Ley la que siempre determine nuestro actuar. Y que al final, y en el presente tu bendición, venga sobre nosotros. Os deseo a todos un feliz día del Señor, en compañia de vuestros seres queridos y de la comunidad parroquial. Que Dios os bendiga a todos.

Tomás Pajuelo. Párroco


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