Sábado XXX del tiempo ordinario. Todos los Santos. 1 de noviembre.
Lecturas: Apocalipsis 7,2-4. 9-14 // Salmo 23, 1-2. 3-4ab. 5-6 // 1ª Juan 3, 1-3 // Mateo 5, 1-12a
Celebramos hoy la Solemnidad de Todos los Santos, es la fiesta de la oportunidad, de la posibilidad de la Esperanza.
Durante todo el año, cada día hacemos memoria de alguno de los santos y santas que veneramos en la Iglesia católica. Todos somos conscientes que llevamos un nombre que hace referencia a un santo al que tenía devoción nuestra familia, que nos gusta su vida, etc. Nuestro nombre cristiano viene dado por la existencia de un santo que vivió el evangelio radicalmente y que fue coherente hasta las últimas consecuencias. Así todos sabemos cuándo es el día de San Pedro, San Juan, San Antonio, Santa Teresa, Santa Rafaela María...
Pero somos conscientes que a lo largo de estos 2000 años de historia han vivido numerosos cristianos, hombres y mujeres, que han hecho realidad el Evangelio. Estoy seguro que en esta rica historia de la Iglesia hay muchas personas anónimas que han vivido radicalmente la Santidad. No sabemos sus nombres, ni lo que hicieron. Posiblemente ni siquiera sus familias saben que son santos.
Estoy seguro que todos conocemos personas que nos han impresionado por su vida cristiana, por su oración, por su bondad. Todos hemos tenido la experiencia de encontrarnos en nuestras vidas con personas que han sido testigos para nosotros, han sido ejemplo de vida para cada uno de nosotros. Es lógico pues que la Iglesia celebre hoy a esa ingente multitud de santos y santas anónimos que son sus mejores hijos e hijas, sus vidas ejemplares son acicate para que nosotros intentemos vivir también a tope nuestra vida cristiana.
Es posible, como decía el eslogan de la selección este verano: ¡¡ PODEMOS!! Sí, podemos ser santos, podemos ser mejores, podemos ingresar en esa multitud de hombres y mujeres que han sido fieles cumplidores del evangelio. Podemos, porque además, contamos con la ayuda desde el cielo de todos los santos y santas. Ellos siguen intercediendo por la Iglesia. La Solemnidad de hoy nos permite contemplar el ejemplo de sus vidas y disfrutar de su gozosa intercesión.
El Señor nos conceda hoy, por intercesión de todos los santos, ser cristianos coherentes en nuestro mundo de hoy y podamos un día gozar del premio eterno de su gloria.
Durante todo el año, cada día hacemos memoria de alguno de los santos y santas que veneramos en la Iglesia católica. Todos somos conscientes que llevamos un nombre que hace referencia a un santo al que tenía devoción nuestra familia, que nos gusta su vida, etc. Nuestro nombre cristiano viene dado por la existencia de un santo que vivió el evangelio radicalmente y que fue coherente hasta las últimas consecuencias. Así todos sabemos cuándo es el día de San Pedro, San Juan, San Antonio, Santa Teresa, Santa Rafaela María...
Pero somos conscientes que a lo largo de estos 2000 años de historia han vivido numerosos cristianos, hombres y mujeres, que han hecho realidad el Evangelio. Estoy seguro que en esta rica historia de la Iglesia hay muchas personas anónimas que han vivido radicalmente la Santidad. No sabemos sus nombres, ni lo que hicieron. Posiblemente ni siquiera sus familias saben que son santos.
Estoy seguro que todos conocemos personas que nos han impresionado por su vida cristiana, por su oración, por su bondad. Todos hemos tenido la experiencia de encontrarnos en nuestras vidas con personas que han sido testigos para nosotros, han sido ejemplo de vida para cada uno de nosotros. Es lógico pues que la Iglesia celebre hoy a esa ingente multitud de santos y santas anónimos que son sus mejores hijos e hijas, sus vidas ejemplares son acicate para que nosotros intentemos vivir también a tope nuestra vida cristiana.
Es posible, como decía el eslogan de la selección este verano: ¡¡ PODEMOS!! Sí, podemos ser santos, podemos ser mejores, podemos ingresar en esa multitud de hombres y mujeres que han sido fieles cumplidores del evangelio. Podemos, porque además, contamos con la ayuda desde el cielo de todos los santos y santas. Ellos siguen intercediendo por la Iglesia. La Solemnidad de hoy nos permite contemplar el ejemplo de sus vidas y disfrutar de su gozosa intercesión.
El Señor nos conceda hoy, por intercesión de todos los santos, ser cristianos coherentes en nuestro mundo de hoy y podamos un día gozar del premio eterno de su gloria.
Tomás Pajuelo. Párroco
0 comentarios:
Publicar un comentario
Desde la afinidad o la discrepancia, pero siempre con respeto, te animamos a participar.
Por unas mínimas bases de hermandad, afecto y consideración, los comentarios anónimos inapropiados serán borrados.