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4/9/11

De la corrección fraterna y del juicio a los demás

XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - Ciclo A

Lecturas: Ezequiel 33,7-9 // Salmo 95 // Romanos 13,8-10 // Mateo 18,15-20

Las lecturas de este Domingo nos presentan una faceta importante, aunque muy delicada, del amor al prójimo. Se trata de la corrección fraterna; es decir, de cómo corregir a los demás de acuerdo a las instrucciones que nos da Jesús en el Evangelio de San Mateo (Mt. 18, 15-20). Se trata de la obligación que tenemos todos aquéllos que tienen personas a su cargo: padres de familia, educadores, superiores, pastores del pueblo de Dios, etc. de corregir, de no dejar pasar las faltas que deben ser corregidas, pero de hacerlo como nos lo indica tan claramente el Señor en este Evangelio. Es un tema espinoso, muchas veces nos encontramos con personas que dicen ser muy sinceras, que siempre dicen la verdad a la cara, pero que en realidad son unos mal educados intransigentes que sólo ven por sus criterios y manias. Hay que saber hacer las cosas con cariño, con respeto y con delicadeza.

Jesús nos da con mucha precisión la forma como debemos corregirnos unos a otros. Primer Paso: “Si alguien comete un pecado, amonéstalo a solas”. Segundo Paso: “Si no te hace caso, hazlo delante de dos o tres testigos”. Tercer Paso: “Si ni así te hace caso, díselo a la comunidad”. Cuarto Paso: “Si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él”.

El Señor nos ha da estos criterios, sólo después de haber intentado varias veces hablar con el hermano en privado podemos amonestarlo en público.

La experiencia muestra que cuando corregimos a otro u otros de una manera distinta a este orden que nos indica el Señor, se crean problemas, pues el corregido se siente atacado injustamente. Por ejemplo, si alteras el orden y haces el segundo o tercer paso de primero, se interpreta que has hecho un chisme. Si haces el cuarto paso, sin pasar por los otros tres, estás faltando a la caridad, pues aunque la persona a corregir sea culpable de algo, no puedes alejarte sin darle alguna explicación o sin que al menos entienda por qué te estás alejando.

Ahora bien... ¿qué significa “apartarse de él”? No significa despreciar a la persona, no tratarla o no saludarla. Apartarse significa diferenciar el pecado del pecador. Significa, ante todo, no seguir sus proposiciones, ni sus caminos. Pero podría significar, además, “sacudirse el polvo de las sandalias” (Mt. 10, 14), como también aconsejó Jesús a sus discípulos para cuando no fueran escuchados. es muy importante este matiz, una cosas es corregir el fallo y otra muy distinta denigrar al que ha fallado. Jesús se muestra tajante contra el pecado, jamás leeremos en el evangelio una palabra de disculpa por parte de Jesús sobre el pecado. En textos tan paradigmáticos como el de la adultera, el Señor no le dice a aquella mujer vete no has hecho nada, le dice vete y no peques más. Jesús es incorruptible a la hora de condenar el pecado pero... es infinitamente misericordioso con el pecador, comprensivo,acogedor, disculpa si límites, ama sin límites. Jesús perdona a los pecadores que se le acercan pidiendo su perdón pero les recuerda que lo que han hecho es grave y que no deben volver a hacerlo. De la misma manera nosotros deberiamos acercarnos a las personas que hemos visto que han fallado, con misericordia, con amor, con deseos de crecer.

Otra cosa que hay que tener en cuenta es que corregir -cuando hay que corregir- es una obligación ineludible. Para aquéllos a quienes el Señor les ha dado responsabilidad sobre otros, la corrección no se puede evadir. Esto es especialmente importante para los padres que muchas veces temen corregir a sus hijos por miedo a no ser queridos por ellos.

Ahora bien, no siempre depende de nosotros el buen resultado de la corrección, pues a veces, aún siguiendo el orden que el Señor nos da, el otro puede rechazarla. Por el contrario, depende siempre de nosotros el buen resultado, cuando somos nosotros los corregidos. El dejarse corregir es un deber tan importante, como corregir. Aceptar con humildad la corrección es un deber cristiano una actitud básica de un corazón que quiere crecer en santidad.

Pero, por otro lado hay que tener en cuenta otra instrucción del Señor, que es muy clara, muy exigente y de mucho cuidado. Es lo opuesto a la corrección. Se trata del juicio a los demás. La crítica despiadada y con mala intención. El chisme mal intencionado. Eso no es ser sincero, ni es corregir..eso es un PECADO muy grave contra la dignidad, la intimidad y la fraternidad. La admonición de Jesús sobre el juicio a los demás es de tanta severidad, como la de Dios Padre al Profeta Ezequiel por no corregir a alguien.

Así nos dice Jesús: “No juzguen y no serán juzgados, y con la medida con que midan los medirán a ustedes. ¿Por qué ves la pelusa en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decir a tu hermano: Déjame sacarte esa pelusa del ojo, teniendo tú una viga en el tuyo? Hipócrita, sácate primero la viga que tienes en el ojo y así verás mejor para sacar la pelusa del ojo de tu hermano” (Mt. 7, 1-5). Es más el Señor nos dice: la medida que uséis juzgando y criticando a los demás la usaran con vosotros.

Una cosa es juzgar el pecado y otra cosa es juzgar al pecador.

No debemos estar juzgando a todo el mundo, pero los que tienen responsabilidad no pueden evadir la corrección cuando sea necesario hacerla.

Pero para que todo salga bien al corregir, para corregir de acuerdo a Dios, debemos corregir siguiendo los pasos de la corrección fraterna que el mismo Señor nos dejó.

Estar pendiente de nuestros defectos, faltas y pecados, más que de los de los demás.

No debemos olvidar orar para que el pecador enmiende su vida. Pero no debemos olvidar tampoco rezar para que nosotros nos dejemos corregir y que la caridad sea la que ilumine nuestro juicio.

Que Dios os bendiga a todos. Feliz día del Señor.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.


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