XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - Ciclo A
Lecturas: Eclesiástico 27, 30 - 28, 9 // Salmo 103 // Romanos 14, 7-9 // Mateo 18, 21-35.
Queridos hermanos y hermanas:
A lo largo de todo el Evangelio, Jesús nuestro Señor nos invita -y más que invitarnos, nos obliga- a perdonar. Y no sólo nos lo dice de palabra, sino que nos da su ejemplo: mientras agonizaba colgado de la cruz, nos enseña con su oración al Padre cómo nos perdona.
Sin embargo, siempre nos asalta la objeción: ¿Cómo hacer para perdonar? ¿Cómo perdonar, si nuestra tendencia natural nos lleva al resentimiento, al desquite, a la retaliación e inclusive a la venganza?
A lo largo de todo el Evangelio, Jesús nuestro Señor nos invita -y más que invitarnos, nos obliga- a perdonar. Y no sólo nos lo dice de palabra, sino que nos da su ejemplo: mientras agonizaba colgado de la cruz, nos enseña con su oración al Padre cómo nos perdona.
Sin embargo, siempre nos asalta la objeción: ¿Cómo hacer para perdonar? ¿Cómo perdonar, si nuestra tendencia natural nos lleva al resentimiento, al desquite, a la retaliación e inclusive a la venganza?
Para respondernos esto, debemos estar convencidos de que si Dios nos pide algo, es porque podemos hacerlo. Y podemos hacerlo, porque Él nos da las gracias para hacerlo... más aún, es El Quien perdona en nosotros. El nunca nos pide imposibles.
Estamos seguros de que el Señor nos perdona cuantas veces sea necesario... si nos arrepentimos. Y para demostrarnos lo mucho que El nos perdona, debido a nuestros innumerables pecados, y lo poco que en realidad nos toca a nosotros perdonar a los demás, Jesús nos plantea la parábola del siervo despiadado, a quien el amo le perdonó una deuda inmensa y éste, enseguida de haber recibido la condonación de su deuda, casi mata a un deudor suyo que le debía una cantidad muy pequeña.
Cuando nos sea difícil perdonar una ofensa, perdonar a una persona en particular, ayuda mucho pedir a Dios la gracia del perdón, pensando en esa ofensa o en esa persona cada vez que rezamos esa frase del Padre Nuestro.
También puede ayudarnos a perdonar el meditar algunas frases que nos vienen en la Primera Lectura (Si. 27, 33-28, 9), tomada del Libro del Eclesiástico o de Sirácide: “Cosas abominables son el rencor y la cólera... El Señor se vengará del vengativo... No guardes rencor a tu prójimo... Pasa por alto las ofensas”.
Cuando nos cueste perdonar a alguién comencemos por rezar sinceramente por esa persona, pidamos que el Señor la bendiga. Veréis como cuando hemos rezado por esa persona nuestro corazón se va abriendo al perdón y la misericordia.
Es la señal del cristiano: el perdón y el amor. Le pido de corazón a Dios que nos de entrañas de misericordia para que seamos prontos al perdón, que destierre de nuestras vidas el odio y el rencor.
Que Dios os bendiga a todos. Feliz día del Señor.
Estamos seguros de que el Señor nos perdona cuantas veces sea necesario... si nos arrepentimos. Y para demostrarnos lo mucho que El nos perdona, debido a nuestros innumerables pecados, y lo poco que en realidad nos toca a nosotros perdonar a los demás, Jesús nos plantea la parábola del siervo despiadado, a quien el amo le perdonó una deuda inmensa y éste, enseguida de haber recibido la condonación de su deuda, casi mata a un deudor suyo que le debía una cantidad muy pequeña.
Cuando nos sea difícil perdonar una ofensa, perdonar a una persona en particular, ayuda mucho pedir a Dios la gracia del perdón, pensando en esa ofensa o en esa persona cada vez que rezamos esa frase del Padre Nuestro.
También puede ayudarnos a perdonar el meditar algunas frases que nos vienen en la Primera Lectura (Si. 27, 33-28, 9), tomada del Libro del Eclesiástico o de Sirácide: “Cosas abominables son el rencor y la cólera... El Señor se vengará del vengativo... No guardes rencor a tu prójimo... Pasa por alto las ofensas”.
Cuando nos cueste perdonar a alguién comencemos por rezar sinceramente por esa persona, pidamos que el Señor la bendiga. Veréis como cuando hemos rezado por esa persona nuestro corazón se va abriendo al perdón y la misericordia.
Es la señal del cristiano: el perdón y el amor. Le pido de corazón a Dios que nos de entrañas de misericordia para que seamos prontos al perdón, que destierre de nuestras vidas el odio y el rencor.
Que Dios os bendiga a todos. Feliz día del Señor.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Desde la afinidad o la discrepancia, pero siempre con respeto, te animamos a participar.
Por unas mínimas bases de hermandad, afecto y consideración, los comentarios anónimos inapropiados serán borrados.