XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - Ciclo A
Lecturas: Ezequiel 18,25-28 // Salmo 25(24) // Filipenses 2,1-1 // Mateo 21,28-32
La liturgia de este domingo nos presenta en el evangelio la parábola de los dos hermanos. Es muy significativa, porque creo que define perfectamente la actitud de muchos de nosotros. Cuando estamos en la oración, en la misa, en los sacramentos…cuando tenemos esponjado el corazón le decimos al Señor “si Señor cuenta conmigo” “Si Señor iré a trabajar a tu viña” pero luego no vamos, no puede contar con nosotros. Porque, según decimos, la realidad nos come, nos ahoga. Sin embargo, cuántos santos no quisieron desde un principio seguir la llamada del Señor, por ejemplo Jonás, que se fue… Sin embargo su vida luego es modelo de santidad. Prefiero alguien que en un primer momento dude, analice sus posibilidades pero que luego realmente se entregue al Señor, a quien dice si, si y luego no va. Creo que debemos meditar esta palabra, asumirla en cuanto nos defina y sobre todo cambiarla. Asumir que aunque sea poco a poco tenemos que meternos en faena, tenemos que ir a la viña del Señor y trabajar con alegría, con espíritu de santificación, dando testimonio de nuestro amor.
En este domingo, la Palabra de Dios nos hace hincapié en la UNIDAD. El mayor testimonio que podemos dar como Iglesia es vivir unidos. Que pena más grande ver como entre los mismos cristianos estamos peleados. Como entre los mismos movimientos de la Iglesia existen recelos. Es una pena que le demos la razon a los que no creen porque nos acusan de ser unos incoherentes y de no dar un testimonio acorde al evangelio. Pensemos en unos momentos cuantos grupos que se proclaman de la Iglesia han participado en las manifestaciones en contra del Papa, uniendose a los enemigos de la Iglesia. No quiero yo que se sofoque la voz de nadie, pero voz que debe expresarse dentro de la Iglesia que debe oirse dentro de la Iglesia y no uniéndose a los enemigos de la Iglesia.
Pero no hace falta irse muy lejos, cuantas veces nosotros mismos estamos criticando a la Iglesia cuando somos los primeros que no cumplimos ni vivimos el Evangelio. San Pablo en su carta a los Filipenses hoy nos recuerda el valor de la unidad y de la humildad, fijaros lo que nos dice: “considerad siempre superiores a los demás”. Cuando uno actua con esta humildad, sus palabras adquieren una fuerza que es capaz de revolucionar y transformar todo lo que le rodea.
Normalmente, actuamos pensando que “somos mejores que todos los demás” , que nuestro grupo, nuestra forma de pensar y vivir la fe es la mejor, la única que lleva a Dios. No solemos respetar los caminos de cada uno. ¿por qué no respetamos a cada uno? No seamos intransigentes, si una persona se encuentra con el Señor y se santifica en una parroquia, en un movimiento, en una espiritualidad… ¿quien somos nosotros para cuestionarlo? Son muchos los miembros pero un solo es el Cuerpo: la Iglesia.
Que Dios os bendiga a Todos. Feliz domingo.
Tomás Pajuelo Romero
Párroco
Párroco
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