Hoy, festividad del Corpus Cristhi, queremos traer a nuestra web el relato de un milagro eucarístico sucedido en el Monasterio de Guadalupe (Cáceres), un lugar al que en numerosas ocasiones han peregrinado fieles de nuestra parroquia.
El protagonista de este suceso fue el venerable padre Cabañuelas, fraile de la Orden de San Jerónimo, quién abrazó, siendo muy joven, la vida religiosa y siempre se distinguió por su profunda devoción a la Sagrada Eucaristía, en cuya contemplación y meditación pasaba muchas horas del día y de la noche.
Permitió el Señor que el Maligno viniera a perturbar su espíritu con terribles dudas sobre la presencia real de Cristo en el Sacramento del Altar, dudas que se acrecentaban hasta producirse tremenda angustia, mientras celebraba el Santo Sacrificio.
El suceso milagroso que disipó todas sus dudas se sitúa cronológicamente hacia 1420, como a los 50 años de su edad. Es él mismo quien lo refiere, aunque de tercera persona en un escrito que de su puño y letra se halló entre sus papeles después de su muerte, y que dice así:
El suceso milagroso que disipó todas sus dudas se sitúa cronológicamente hacia 1420, como a los 50 años de su edad. Es él mismo quien lo refiere, aunque de tercera persona en un escrito que de su puño y letra se halló entre sus papeles después de su muerte, y que dice así:
"A un fraile de esta casa, dice que le sucedió que un sábado, celebrando la Santa Misa, después que consagro el Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, vio una cosa como nube que cubrió el ara y el cáliz, de manera que no veía otra cosa sino un poco de la cruz que estaba detrás del ara, lo cual le inculcó gran temor y rogó al Señor con muchas lagrimas, que le tuviera piedad y le manifestara qué cosa era eso y que lo librase de tan gran peligro.
Estando muy atribulado y espantado, poco a poco se fue quitando aquella nube, y cuando se quitó no halló la Hostia consagrada y vio la hijuela que estaba sobre el cáliz, quitada, y al ver el cáliz lo vio vacío. Al ver esto, comenzó a llorar fuertemente, demandando misericordia a Dios y encomendándose devotamente a la Virgen María.
Estando así afligido, vio venir la Hostia consagrada puesta en una patena muy resplandeciente, y se coloco derecho en la boca del cáliz, entonces comenzó a salir de ella gotas de sangre que caían en tanta cantidad en el cáliz que se lleno como antes estaba. Una vez que el cáliz se lleno puso la hijuela encima del cáliz y la Hostia sobre el ara como antes estaba.
El fraile que aun estaba espantado y llorando, oyó una voz que le dijo: Acaba tu oficio, y sea a ti en secreto lo que viste."
El hecho fue pronto conocido y divulgado por todos los ámbitos de la nación, y hasta los mismos reyes de Castilla, don Juan II y su esposa doña María de Aragón, con el príncipe don Enrique, el futuro Enrique IV, acudieron a Guadalupe para conocer y tratar al siervo de Dios, elegido ya como prior del monasterio, quedando tan prendados de su virtud y santidad, que la reina le eligió por su consejero espiritual, y mandó en su testamento que, cuando trajeran sus restos al Santuario, colocaran a su lado los del padre Cabañuelas, como en efecto se hizo.
Aún nos queda un precioso testimonio de la Misa Milagrosa: los corporales y la hijuela, con unas gotas de sangre, usados en la misma. Reconocidos ante el notario apostólico en el siglo XVII, fueron declarados auténticos y son hoy la mas preciada reliquia con que se honra el relicario guadalupense.
El padre Cabañuelas murió el 20 de marzo, de 1441, en olor de santidad, muy querido y venerado de todos.
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