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25/6/09

Necesidad de Orar: Sal de la Tierra

Unas manos vierten sal“Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida ¿con qué se salará?. Para nada sirve ya, sino para ser tirada y que la pisen los hombres”(Mat.5,13)) Los Cristianos estamos obligados a ser sal en el mundo, dando un nuevo sabor de Dios con nuestro testimonio y con nuestra palabra. Tenemos que ser fermento en medio de una sociedad donde prima el tener , la comodidad, el egoísmo, para que descubran que la verdadera felicidad no esta en tener, sino en dar, no en la comodidad, sino en el servicio a los demás, no en el egoísmo, sino en el amor a todos los hermanos sin esperar nada a cambio. Y Dios que no se deja ganar en generosidad, nos dará esa felicidad y esa paz que sólo El puede dar.

“Vosotros sois la luz de mundo. No se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa”(Mat.5,15). No podemos pasar por la vida apagados, sin tener nada que dar ni que decir. “Yo soy la luz del mundo” dice Jesús. Para no andar en tinieblas, tenemos que seguir sus pasos, pisar sus pisadas, hacer lo que Él hacía. Sólo así podremos alumbrar a los que caminan sin luz. Cuanto más vivamos en la presencia del Señor, cuanto más silenciosa y sincera sea nuestra oración, más podremos traslucir la luz de Cristo. Tenemos que pedir al Señor con fe y humildad que nos llene de su luz y el Señor nos dará las gracias necesarias para que con nuestras obras reflejemos el verdadero rostro de Dios y puedan conocerlo los que andan en tiniebla.

Textos para orar: Mat.5, 13-16 ; 1ª Corintios 9,16-23 ; Salmo 24 ; Salmo 39 ; Mat. 28,16-20 ; 2ª Corintios 1, 1-7 ; Mat. 5, 1-12.


Oración del Libro Encuentro: PALABRA Y FUEGO

Padre, fuente de luz y de calor, envíanos tu palabra viva, y haz que la aceptemos sin miedo y aceptemos ser abrasados por ella.

Venga tu palabra, Señor, y una vez encendido en nuestros corazones tu fuego inextinguible, nosotros mismos seremos portadores de ese fuego unos para otros.

Tórnanos, Señor, en palabras cálidas y luminosas, capaces de incendiar el mundo, a fin de que cada hombre pueda sentirse cercado por las llamas infinitas de tu amor. Amén.

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