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21/6/09

«¿Por qué sois tan miedosos? ¿Por qué no tenéis fe?»

XII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

Lecturas: Job 38,1.8-11 // Salmo 107 // 2ª Corintios 5,14-17 // Marcos 4,35-41

Las lecturas de hoy nos presentan a Cristo como el cimiento, el pilar en el que debemos asentar nuestra vida para que esta sea una vida recia y centrada.
Escuchamos en el evangelio de hoy un relato que es prototipo de la piedra angular que es Cristo.

Los apóstoles convivian diariamente con el Señor, le conocian, le habían visto hacer milagros, atender a la gente, les había enseñado tantas cosas. Pero en cuanto llegó el primer momento de dificultad seria se acobardan. Ante la tempestad se mueren de miedo y acuden desesperadamente a despertar a Cristo.

Este pasaje es prototipo de nuestra vida: cuando las cosas nos van bien todos creemos en Cristo, participamos en la Eucaristía, en los sacramentos, somos cristianos. Pero en cuanto llega la primera tempestad, el primer problema, la angustia... entonces rapidamente dudamos, olvidamos las gracias que Dios nos había ido regalando anteriormente. Se nos olvida nuestros momentos de oración, de estar en el Señor, de vida de fe.

¡Qué verdad tan grande! Con que facilidad dudamos de las promesas del Evangelio. Cristo se levantó, les echó en cara su falta de fe, pero les ayudó acallando el temporal.

Hemos de recordar que siempre el Señor escucha nuestras oraciones, acude en nuestra ayuda. Es verdad que no siempre lo que pedimos es lo que mejor ve el Señor para nosotros.

Jesús les dice ¡Qué falta de fe! Ojalá a nosotros nunca el Señor nos tenga que recriminar la falta de fe. Que nos demos cuenta que el Señor es el verdader pilar de nuestras vidas, que con él todo lo podemos. Que en él podemos vivir plenamente la felicidad.

Este evangelio de hoy ha sido interpretado muchas veces por los Santos Padres como un signo de la Iglesia en los abatares del mundo. La barca es la Iglesia, los apóstoles la jerarquia y todos los cristianos. La tempestad es ejemplo de los males que maltratan a la Iglesia y la fe. Y el miedo de los apóstoles nuestra falta de fe. Pero como siempre en Cristo, esa barca puede seguir navegando en paz y sosiego. El es el único que puede vencer al mundo y vencer nuestros miedos.

Confiemos en el Señor, apoyemos nuestra fe en Cristo. Busquemos el encuentro con el Señor en todos los momentos de la vida, en los difíciles y en los gloriosos acudamos a Cristo. Si nos acostumbramos a vivir en Cristo y por Cristo estoy seguro que nuestros miedos y nuestras faltas de fe desaparecerian.

Que el Señor nos conceda experimentar y sentir que es Él quien sostiene y alientas nuestrea vida de fe, de familia, de parroquia, de trabajo...en defenitiva, sostiene nuestra vida.

Tomás Pajuelo. Párroco

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