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16/6/09

Necesidad de orar: Amar como Jesús amó

Sagrado Corazón de JesúsEn ti, Jesús, se ha hecho palpable la bondad de Dios y su amor para con todos nosotros. Nos has hecho ver la tierna bondad de nuestro Dios (Lucas 1, 78).

Él es constante en amarnos. Aunque una madre pudiera olvidar a su hijo, Él nunca se olvidaría de nosotros (Isaías 49, 15). Nos guarda como a la niña de sus ojos (Deuteronomio 32,10) y nos tiene grabados en la palma de sus manos (Isaías 49, 16). ¡Su fidelidad pasa de generación en generación! (Salmo 100, 5).

Tú nunca retirarás tu amor de nosotros. Tu corazón se conmueve y se remueven tus entrañas cada vez que te somos infieles (Oseas 11, 8). Y cuando tienes que reprendernos se te conmueve el corazón y te enterneces (Jeremías 31, 20).

¡Tanto nos quiere nuestro Padre Dios, que nos entrega a su Hijo Único! (Juan 3, 16). No se lo reserva como propio, sino que lo entrega por amor a nosotros. Lo abandona en la cruz (Marcos 15, 34) para no tener que abandonarnos a nosotros. Y le hace cargar con nuestros pecados para reconciliarnos con Él (2ª Corintios 5, 19)

En la cruz nos muestras, Jesús, la forma más sublime del amor. Jesús, nos ha dado el ejemplo, ahora quiere que nosotros amemos de la misma manera que Él amó a los amigos y enemigos. ¿Pero qué hacemos con aquel que nos cae mal o nos hizo una ofensa que no hemos olvidado?

Uno sólo es nuestro Padre, y todos nosotros somos hermanos (Mateo 23, 8). Por eso, el que ama de veras al Padre, ama también a todos los hijos de ese mismo Padre (1ª Juan 5, 1).

Si tanto nos ama Dios, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. El nos amó primero. Sólo si nos amamos unos a otros, permanecemos en Dios y Dios en nosotros (1ª Juan 4, 15).

De tal suerte eres Padre de todos, que nos pides siempre cuentas de la suerte de nuestros hermanos (Genesis 4, 9). Tanto es así, que si estamos para presentar nuestra ofrenda ante tu altar, y nos acordamos de que un hermano tiene algo contra nosotros, quieres que dejemos allí mismo nuestra ofrenda, y vayamos primero a hacer las paces con nuestro hermano (Mateo 5, 23). Condicionas tu perdón a cómo nosotros nos perdonemos unos a otros (Mateo 6,12).

Danos, pues, Jesús, tus mismos sentimiento, de forma que nos comportemos con el mismo amor con que tú te comportas con nosotros.

Para orar, podemos coger algunos de los textos de los citados anteriormente.

(Textos seleccionados de la obra: ORAR LA BIBLIA, Inspiraciones bíblicas, de José L. Caravias, S.J.)

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