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16/8/09

«Yo soy el pan vivo bajado del cielo»

XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lecturas: Proverbios 9, 1-6 // Salmo 34 // Efesios 5, 15-20 // Juan 6, 51-58

Primer plano de las manos del sacerdote sosteniendo la hostia en el momento de la consagracionSeguimos escuchando en este domingo la voz de Jesús que se define así mismo como el Pan de la Vida. Él es el Pan vivo que ha bajado del Cielo para darnos la Vida. Como venimos escuchando en estos domingos de agosto, Cristo es el alimento de Vida Eterna. Él es el alimento que nos fortalece, nos llena de Gracia, nos da la paz y el gozo. Puede parecer que es algo repetitivo el que cada domingo se nos recuerde lo mismo, pero, ¿Valoramos convenientemente la Comunión? Es necesario profundizar más en nuestra vida eucarística. Es imprescindible que aumente nuestra fe en la Presencia Real de Cristo en el pan y el vino. Por mucho que nos lo repitan nunca será suficiente para llegar a amar como se merece a Cristo Eucaristía.

Nuestro amor a la Eucaristía no se demuestra solamente con asistir a misa, nuestro amor a la Eucaristía se demuestra en nuestra preparación interior a la hora de recibir a Cristo. El confesar nuestros pecados, el acercarnos con un corazón limpio, sin pecados, en Gracia de Dios. Acercarnos a recibir a Cristo con cierta coherencia de vida, con cierta vida de oración, de devoción, de amor al Dios y a los hermanos. No podemos acercarnos a comulgar como si tal cosa, como el que se acerca a comer churros, a comer una "tapita", como si eso fuera un gesto más de los que hacemos a lo largo del día, ahora toca comulgar y lo hacemos como si tal cosa.

Es muy grande, es el regalo más grande que tenemos los cristianos católicos, es CRISTO, en persona, que viene a vivir, a estar en nuestros corazones. Comulgamos verdaderamente a Dios hecho carne para salvarnos. Yo pido a Dios todos los días que me conceda comprender un poquito la grandeza de este regalo, que cuando comulgo me olvide de todo y viva la entrada de Dios en mi ser. Que cada día AME PROFUNDAMENTE la Eucaristía. Lo que pido para mí lo pido para todos los que formamos la gran familia de la parroquia del Beato Álvaro. Que como decía S. Juan de Ávila: "las manos del sacerdote nos traen por la gracia del Espíritu Santo, a Dios a nuestro altar". Dios mismo en nuestro altar para que le podamos rezar, pedir, adorar, amar...

Pido a Dios que crezca nuestra fe en la Eucaristía, nuestro amor a Cristo en el Santísimo Sacramento del Altar. Que toda nuestra vida sea un adorar a Cristo en la Eucaristía: nuestra presencia, nuestra postura de adoración, de silencio, de recogimiento... Que cuando estemos en la Casa de Dios todo nuestro ser, nuestro silencio, nuestra oración, nuestro respeto, nuestra compostura en el vestir, en el saber estar, todo muestre que amamos, que sabemos, que queremos estar cerca de Dios en el Sacramento del Altar. Que lo que más deseamos es vivir la Santa Misa, no de escuchar la misa, de VIVIR la misa. Vivir la cercanía de Dios, la presencia de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, niños y niñas, jóvenes, familias demostremos a nuestra sociedad que amamos a Cristo comportándonos delante de su Presencia como hijos e hijas llenos de agradecimiento, de amor, de alegría, de respeto al gran misterio de nuestra fe.

Hagamos de nuestras Eucaristías verdadera celebraciones de fe y alegría por estar cerca, muy cerca, de Cristo Nuestro Señor.

Tomás Pajuelo. Párroco

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