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21/2/10

«Está escrito: No sólo de pan vive el hombre»

1º DOMINGO DE CUARESMA

Lecturas: Deuteronomio 26,4-10 // Salmo 91 // Romanos 10, 8-13 // Lucas 4, 1-13

Hemos comenzado el tiempo santo de cuaresma. En este domingo el evangelista S. Lucas nos narra la estancia de Jesús en el desierto durante cuarenta días, este hecho fundamental en la vida de Cristo nos muestra el origen y el motivo de nuestra cuaresma. Jesús, antes de comenzar su vida pública, su proclamación del Evangelio, antes de enfrentarse a la ardua tarea de predicar, curar, salvar del pecado a los hombres se retira al desierto para estar a solas con su Padre Dios. Está en ayuno y oración preparándose para la misión que Dios le había encomendado.

Nosotros necesitamos más aún prepararnos para crecer en nuestra vida cristiana. Vivir la Pascua supone haber recorrido el camino de Pasión, Muerte y Resurrección. Es unirnos a Cristo en el acontecimiento central de nuestra Salvación: su muerte y resurrección para perdón de nuestras culpas.

Vivimos demasiado metidos en el mundo, el maligno nos hace adorarle en las riquezas, la soberbia, el pecado, el poder, el tener, etc… Nosotros experimentamos la tentación muchas veces y en numerosas ocasiones sucumbimos a ella. Es necesario hacer un stop en nuestra vida, hacer desierto y comprobar cómo andamos de entrega a Dios, cómo va nuestro compromiso cristiano y cómo nuestras caídas en el pecado. Sólo desde un análisis real de nuestra situación personal ante Cristo en la cruz podremos tomar medidas concretas y reales para convertir nuestra existencia. Es imprescindible aprovechar este tiempo de cuaresma para hacer un buen examen de conciencia, iluminados por la Palabra de Dios para ver realmente cómo va nuestra vida cristiana. El apóstol S. Pablo en su carta a los Romanos nos recuerda la importancia de la lectura de la Palabra de Dios en nuestras vidas y en especial en la Cuaresma. Debemos meditar los misterios de nuestra redención, creo que sería un buen momento para que buscásemos un rato de tranquilidad y de soledad, nos pusiésemos en presencia de Dios y leyéramos el Evangelio, especialmente el relato de la institución de la Eucaristía, la oración en Getsemaní, la traición de Judas, el juicio, la Pasión del Señor y su muerte por salvarnos. Sería muy provechoso para nuestras vidas el meditar la Redención de nuestras culpas pero sobre todo el reconocer que el Señor sigue entregándose por nosotros en la Eucaristía para seguir santificándonos. Que sigue perdonándonos los pecados en el sacramento de la Confesión, que sigue bendiciéndonos con su Gracia. Aprovechemos la cuaresma para recibir el perdón de los pecados, hagamos una confesión sosegada, preparada en la oración y sincera. Así sabremos valorar el sacrificio de Cristo por nosotros.

Para facilitar la confesión, durante todos los viernes de cuaresma, estará un sacerdote en el confesionario desde las 19h hasta el final de la misa. Además el día 20 de marzo, a las 19h tendremos una celebración comunitaria de la penitencia a la que asistirán varios sacerdotes para poder confesar.

Estamos ante un tiempo excepcional para la vida de un cristiano, si lo vivimos profundamente podemos crecer mucho en santidad, en felicidad. Mirad, ante esta llamada a la conversión que nos hace Jesús podemos hacer dos cosas: una “pasar”, creernos que somos tan estupendos que no necesitamos convertir nuestras vidas. Sería algo penoso, porque estaríamos engañándonos en lo más profundo de nuestros corazones. La otra opción sería tomarnos en serio la cuaresma e intentar mejorar como personas, como cristianos y como miembros de la gran familia de los hijos de Dios.

Pido de corazón al Señor que inspire nuestras vidas con la luz de su Gracia para que vivamos santamente esta cuaresma.

En este domingo, nuestra parroquia celebra al Beato Álvaro de Córdoba, su titular. El domingo en la misa de 12h tendrá lugar la fiesta litúrgica de nuestro titular. Os invito a todos a asistir y a imitar las virtudes del Beato Álvaro. Os recomiendo la práctica del ejercicio del Santo Vía Crucis, en la cuaresma, practica instaurada por el Beato Álvaro y vivida y rezada en toda la Iglesia Católica.

Qué Dios os bendiga.


Tomás Pajuelo. Párroco


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