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28/2/10

Nosotros somos ciudadanos del cielo

2º DOMINGO DE CUARESMA

Lecturas: Génesis 15, 5-12. 17-18 // Salmo 26 // Filipenses 3, 17 - 4,1 // Lucas 9, 28b-36

Estamos ya en el segundo domingo de Cuaresma, ha pasado ya una semana desde que comenzamos a vivir este tiempo especial de oración, de ayuno y de penitencia. Tiempo de Conversión.

Deberíamos meditar y evaluar cómo van nuestros propósitos y nuestro plan de vida para este tiempo santo. No perdamos la oportunidad de convertirnos de mejorar nuestra vida cristiana, nuestro amor a Dios y al prójimo.

La Palabra de Dios que se proclama en este domingo nos llena de esperanza. Es verdad que las cruces de cada día nos nublan y oscurecen el horizonte de nuestras vidas. Muchas veces nuestros problemas nos hunden tanto en la oscuridad, en la desesperanza, que no vemos luz al final del camino.

Jesús es muy consciente de esta realidad de la condición humana y sabedor de sus sufrimientos en la Pasión, muestra su divinidad. Sus milagros, sus palabras, su amor a toda la gente hacen que sus discípulos vayan creciendo en fe y en presencia de Dios. Jesús, quiere llevarse a Pedro, Santiago y Juan para mostrarles su Gloria. Él sabe que van a llegar días muy duros, muy sufrientes, donde su imagen va a ser destrozada, su presencia va a ser todo lo más humano que le han conocido. Contemplarán la imagen más destrozada de Jesús, su terrible sufrimiento en la Pasión. Pero para ayudar a la fe de sus discípulos les muestra en el monte Tabor su divinidad. Les hace vivir un anticipo de su Gloria. Como muestra de lo que será nuestra vida en su presencia. Es tal el impacto que se llevan que Pedro se queda desorientado, sin saber lo que decia: "¡Qué bien se está aquí, hagamos tres tiendas!

Jesús se muestra acompañado de Moisés y Elías, vivos y en su presencia. Es la manifestación de la vida de la Gloria para los Santos, es la prueba en el evangelio que los justos viven en la Gloria en el cielo. Aparecen junto a Cristo y este une así el Antiguo Testamento y la Nueva Alianza en su persona. Es la unión perfecta del Antiguo Testamento con el Verbo Encarnado, Cristo.

Para nosotros Cristo también hace el Milagro de la Transubstanciación, nos muestra su Gloria ante la dureza de nuestras vidas y la oscuridad de nuestros pecados. Contemplamos el milagro de la Eucaristía cada domingo, cada día. Así podemos acercarnos a la luz, al banquete del Reino en nuestra vida cotidiana. Es un regalo de Dios vivir cada Eucaristía, es un regalo poder contemplar a Cristo glorioso en el altar para que cuando nos lleguen los momentos tremendamente humanos del sufrimiento y de la cruz tengamos el recuerdo y el regusto de haber vivido la cercanía de la Gloria. Si vivimos así la Eucaristía cada domingo, estaremos anticipando la gloria en nuestras vidas. Es una experiencia única, si pudiesemos compartir lo que significa esa presencia de Cristo en la Eucaristía, podriamos dar Esperanza, Luz, Ilusión, Alegría,etc... a nuestro mundo. Sería la mejor manera de testimoniar nuestra vivencia de fe, nuestra vivencia de la Eucaristía.

Jesús en el monte Tabor ayudó a sus discípulos a saber mirar su divinidad cuando más sufriente era nuestra humanidad. Les ayudó a saber mirar a Cristo Resucitado, al Cristo Pascual, al Cristo Vivo cuando el sufrimiento, la Cruz y el pecado nos hace la vida más pesada. No podemos quedarnos caidos bajo el peso de nuestras oscuridades, levantemos los ojos al cielo y contemplemos en la Gloria el futuro de nuestras existencias.

Cuando nos venga el bajón por nuestros pecados, por nuestras culpas, miremos a Cristo Eucaristía, a la Sagrada Forma y levantemos nuestras almas y nuestras vidas para seguir con alegría y fortaleza nuestras existencias.

Que Dios nos conceda a todos vivir realmente este tiempo de Cuaresma como tiempo de encuentro con Cristo, de oración, para ser mejores cristianos. Que Dios os bendiga.

Tomás Pajuelo. Párroco


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