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10/4/10

«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio»

SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA

Lecturas: Hechos 4, 13-21 // Salmo 117 // Marcos 16, 9-15

¡Aleluya! ¡Cristo Vive! ¡Ha resucitado!

Jesús resucitado hablando a sus discípulosLa lectura del Evangelio de hoy sábado nos hace una recopilación de todos los relatos de encuentros con el Resucitado que hemos ido escuchando toda la semana. Primero se apareció a María Magdalena, ella lo anunció y lo proclamó. Después se apareció a los de Emáus y ellos también lo anunciaron. Después se apareció a los once y les recriminó su falta de fe, su incredulidad ante el testimonio de sus compañeros.

Todos estos relatos son para nosotros el anunció de la Resurrección, son testimonios vivos de la Resurrección. Nos puede pasar algo parecido, que no los creamos. Que no afecten a nuestra vida. Jesús les echó en cara su dureza de corazón. Si tuviese que decirnos algo a cada uno de nosotros, ¿tendría que echarnos en cara nuestra dureza de corazón?

Hemos vivido la Semana Santa, el periodo esencial de nuestra fe. ¿Ha supuesto una experiencia fundamental en nuestro seguimiento de Cristo? ¿O más bien la dureza de nuestro corazón ha impedido que la Gracia cale en nuestra vida?

Es una tremenda responsabilidad saber que Cristo está cada día insistiendo para estar en nosotros y con nosotros y siga siendo el gran desconocido y menospreciado en nuestra existencia.

Es necesario que seamos más creyentes, más personas de fe, más grandes de corazón…

No podemos contentarnos con lo mínimo, hay que aspirar a lo máximo, a la Santidad. Para ello necesitamos vivir en y por Cristo.

El mundo necesita experimentar la grandeza de la Salvación que Cristo nos ha ganado. Necesita que sus pecados, sus esclavitudes, sus desesperanzas se vean iluminadas por Cristo. Para eso hace falta que nuestra vida cristiana sea real, entregada, repleta de amor de Dios y de caridad. Es necesario que los primeros que vivamos y creamos a Cristo resucitado seamos nosotros para poder así ser testigos en el mundo. Id al mundo entero y proclamad el evangelio… este es el mandato del Resucitado para nosotros, para que lo vivamos hoy, en nuestras vidas de cada día.

La Eucaristía nos obliga a vivir coherentemente la fe, Cristo se entrego con su Cuerpo y su Sangre en la Última Cena, en cada Eucaristía. Nosotros debemos entregarnos a cada hermano, a cada necesidad, a cada falta de amor en el mundo. El Papa Benedicto XVI nos habla de la Coherencia Eucaristía, que nunca nos acusen que vamos a misa y que vivimos de espaladas a la realidad, a la necesidad. Muy al contrario deberíamos llevar todo el Amor que vivimos en la Eucaristía a los hermanos que comparten la vida con nosotros.

Que Dios os bendiga a todos y os colme de su Gracia.

Tomás Pajuelo. Párroco

1 comentario:

  1. Cuanta razon tiene D. Tomas al referirse a la falta de fidelidad que los cristianos tenemos al mensaje de amor de Jesus Resucitado y justificamos incluso nuestra no entrega a los demas con la falta de tiempo, pero nos gusta ser los primeros y los mas visibles en todas las manifestaciones. No somos el mejor ejemplo para lo que no creen.

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