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5/4/09

La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén

Domingo de Ramos

Lecturas: Isaías 50, 4-7 // Salmo 21 // Filipenses 2, 6-11 // Marcos 15, 1-39

Queridos hermanos:

Comenzamos el periodo litúrgico más importante para cualquier católico: La Semana Santa. En esta semana se rememorán los acontecimientos centrales de nuestra fe, la Pasión, Muerte y RESURRECCIÓN de Nuestro Señor Jesucristo.

En este domingo contemplamos la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén. Sube a la ciudad Santa a celebrar la Pascua, como mandaba la ley judia. Sube sabiendo que va a ser entregado, que va a consumar su sacrificio para salvarnos de la esclavitud del pecado. Todo lo que había anunciado se va a cumplir: "El Hijo del Hombre va a ser entregado, lo condenarán y será crucificado...pero al tercer día resucitará".

Jesús entra en Jerusalén sobre una pollina. Los reyes de aquella época cuando entraban en una ciudad, lo hacian sobre su mejor caballo, acompañado de sus tropas, lo mejor de su ejercito. Llevando consigo a los prisioneros, los esclavos y a los vencidos. Era una manifestación de su poder, era dejar bien claro quien mandaba y que le pasaba a sus posibles enemigos. Sin embargo Jesús entra sobre una pollina, usada normalmete para el trabajo, para llevar las cargas en el campo. Era la cabalgadura de los pobres, de los trabajadores. Jesús es aclamado por la multirud de niños, de gente pobre de las calles, de los que no eran importantes para el imperio. Es aclamado por una multitud que se siente sobrecogida por sus milagros, por su mensaje.

Jesús, el Rey de Reyes, aclamado por el populacho entra en Jerusalén como una caricatura de lo que sería la entrada triunfal de cualquier rey de su tiempo. Él, el verdadero Rey, el Hijo de Dios, entra desde la Humildad más absoluta.

Pero la Palabra de Dios de este Domingo de Ramos no se queda en la entrada Triunfal de Cristo. Después de haber hecho nuestra procesión de Ramos, en las lecturas se nos pondrá cara a cara con las realidad cruda y dura de la PASIÓN.

En esta pórtico de la Semana Santa, la lectura, integra, de la Pasión nos pone ante la verdad de lo que celebramos. La liturgia nos anuncia en una visión general lo que luego celebraremos de forma particular el Jueves, Viernes y Sábado Santo. La Pasión es el relato completo desde la Última Cena hasta la Resurrección. Sería muy bueno para vivir profundamente la Semana Santa que alguno de estos día releyeramos el relato de la Pasión. Acompañando a Cristo en su Última Cena, contemplando como ora en Getsemaní y acepta con toda sus consecuencias hacer la voluntad del Padre. Ver cómo la debilidad humana se manifiesta en la traición de Judas, en las negaciones de Pedro, en el abandono más absoluto de Cristo por parte de sus discípulos. Releer la Pasión es revivir lo que el Señor sufrió para redimirnos del pecado, para salvarnos y darnos la vida eterna. Es pensar que todo este relato es por mí, para mí salvación.

Es asumir como nuestro el actuar de la multitud: el domingo lo aclaman como rey y el Viernes Santo, ante Pilato, gritan: ¡CRUCIFÍCALO! Es como nosotros, en la Iglesia lo aclamamos como nuestro Señor, y le rezamos y le cantamos... y luego en nuestra vida, nos dejamos llevar de la "masa", y lo negamos, no lo proclamamos, no lo defendemos y casi nos avergüenza que se sepa nuestra condición de cristianos.

Es la realidad más profunda del hombre: capaces de lo mejor y de lo peor.

Queridos hermanos, estas palabras quieren ser una invitación para que vivamos la Semana Santa profundamente, gozando de la Salvación, del Perdón, del regalo de la Eucaristía, del amor fraterno, de la Caridad. Vivamos alegres, entregados y gozosos nuestra fe. Sin complejos, vivamos la Semana Santa, no tenemos que pedir perniso a nadie para gozar de nuestra fe.

Semana Santa, tiempo de oración, de vida cristiana, de sacramentos, de Santos Oficios, de procesiones. Tiempo de Pasión del Señor y por el Señor.

Tomás Pajuelo. Párroco

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