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22/4/09

Necesidad de orar: Imitación de Cristo

PantocrátorPablo nos dice que desde la eternidad, Dios nos había predestinado para ser conforme a la figura de su Hijo, para reproducir su imagen. Pero sólo hay una manera de reproducir la imagen de Cristo y esta es conociéndolo. Pero ¿cómo conocemos a una persona? En el trato íntimo, dialogando con ella, escuchándola y contándole nuestros proyectos, preocupaciones, alegrías,... A Jesús también lo conocemos así y a esto le llamamos oración; como veis no es tan difícil orar.

Cuando Jesús quería orar con su Padre, lo hacía siempre a solas. En el Evangelio encontramos innumerables textos donde nos dice que Jesús se retiraba todos los días a un lugar apartado para orar con su Padre y es que para Jesús era una necesidad estar a solas en un trato de amor mutuo de donde sacaba las fuerzas para seguir cumpliendo la misión que le había encomendado.

Cuenta el Evangelio que Jesús recorría pueblos y aldeas, revelando el rostro bendito de su Padre y nuestro Padre, sanando enfermedades del cuerpo y del alma, consolando a los afligidos, secando lágrimas y dejando en cada puerta un vaso de consolación. Jesús fue una persona sensible hasta el punto de derramar lágrimas por el dolor de los demás, pero fue un olvidado de sí mismo incapaz de autocompadecerse, eternamente salido hacia los demás; pasó por todas partes haciendo el bien a todos.

El apóstol San Juan nos dice que Jesús, en toda su vida, no hizo otra cosa sino amar pero que al final, se pasó en el amor. Su dolor y su muerte fue la mayor muestra de amor al hombre y el mejor homenaje de amor al Padre.

Jesucristo resucitado irá naciendo y creciendo en nosotros en la medida en que tratemos de ser como Jesús, paciente y humilde, despreocupado de nosotros mismos y preocupado por los demás; en la medida en que reflejemos aquel estado de ánimo, de paz, de dominio de sí y seamos capaces de ir entregando nuestra vida en servicio a los demás.

Si oramos sintiendo a Cristo Resucitado en nuestro corazón, poco a poco Jesús irá sustituyendo y transformando mi modo de ser de tal manera que progresivamente ya no soy yo es Cristo quien vive en mí, siente, piensa, actúa en mí y a través de mí.

Textos recomendados para orar en estos días: Juan 8, 51-59 - Salmo 15 - Lucas 24, 13-35 - Juan 20, 19-31 - Salmo 17 - 1ªPedro 1, 18-21 - Romanos 10, 8-13.

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