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13/5/08

Sabios consejos a los jóvenes

Al leer esta carta del obispo de Palencia a los jóvenes, y tras meditar sobre ella, me pareció un mensaje aplicable por entero a las personas de cualquier edad, por ello me tomo la libertad de reproducirla en su totalidad con el ánimo de llevar a la reflexión pues es -en mi opinión- clara, directa y útil.

Resalto aquellos fragmentos, según mi humilde criterio, que más me han interpelado y tras la lectura de la carta, me hago las siguientes preguntas y reflexiones que comparto:

  • La diferencia entre jóvenes y adultos no está en la edad sino en la profundidad del conocimiento de Dios y la vivencia de la Fe ¿cuántas veces confundimos fe adulta con fe intelectualizada?
  • ¿La libertad verdadera proviene para mí de la Verdad de Dios o del "derecho a elegir"?
  • La afectividad a que está llamado el Hombre parece que sólo se colma con el amor tal como nos lo mostró Jesús ¿busco saciar, al menos en parte, esa necesidad con otros tipos de "amores y entregas"? En ese caso ¿con cuáles?
  • ¿Tengo miedo o disfruto del silencio con Dios?
  • ¿Reverencio la liturgia y los Sacramentos como la renovación del compromiso de Cristo con nosotros, de estar siempre conmigo o sólo soy capaz de verlo como una obligación y tengo mi "propia religión"?
  • ¿Mi felicidad está basada en la satisfacción de mis necesidades, espirituales incluso, o en la entrega?
  • La vida consagrada, la vocación sacerdotal son imprescindibles en nuestra Iglesia ¿las tengo presentes en mis oraciones? ¿y en mi orientación vocacional como cristiano? ¿y en la de mi familia y amigos?
Os dejo con la carta recomendando además el sitio web de José Ignacio Munilla, obispo de Palencia:

Por monseñor José Ignacio Munilla, obispo de Palencia

PALENCIA sábado, 10 mayo 2008

El pasado 19 de abril, tercer aniversario del inicio de su pontificado, el Papa mantenía un caluroso encuentro con los jóvenes y seminaristas de la ciudad de Nueva York. Escuchando su discurso y viendo las imágenes del encuentro, me acordé de aquel refrán irónico y sugerente: "¡Si los jóvenes supieran y los viejos pudiesen!". Afortunadamente, la fluidez de la comunicación del Papa anciano con aquellos jóvenes deseosos de recibir su sabiduría de pastor, despejaba el pesimismo del proverbio y nos llenaba de confianza y esperanza hacia las nuevas generaciones. La Iglesia, ciertamente, necesita del dinamismo y de la fuerza de los jóvenes, al mismo tiempo que los jóvenes necesitan de la experiencia y de la sabiduría de la Madre Iglesia.

El mensaje de Benedicto XVI invitaba a los jóvenes a fijar su mirada en la vida de los santos. Frente a quienes perciben el cristianismo como un cúmulo de mandatos y prohibiciones, los cristianos somos los grandes admiradores de la belleza y de la bondad de Dios. Gracias a esa capacidad de admiración, propia de la sensibilidad que brota de la fe, el joven cristiano está llamado a disfrutar del don de la vida con una intensidad especial. Para ello, el Papa ayudaba a reflexionar a los jóvenes sobre dos riesgos de los que pueden ser víctimas, y les dirigía a continuación cuatro consejos concretos:

Tinieblas del corazón y tinieblas del espíritu

El Papa hacía esta distinción, verdaderamente original e inédita, e introducía a los jóvenes en una reflexión crítica sobre los influjos negativos de la cultura en la que estamos inmersos. ¿A qué quería referirse con esa distinción entre "corazón" y "espíritu"?

Las "tinieblas del corazón" se refieren a la vaciedad de tantos sucedáneos con los que pretendemos suplir la ausencia de auténtico amor en nuestra vida. Lo cierto es que, cuando el hombre no ama, mendiga afectividad de forma errónea. Es como si tuviese que reconocer amargamente: "la droga, el sexo, la diversión desenfrenada... no me hacen feliz, pero son lo único que me compensa de no serlo". Por el contrario, todas estas esclavitudes sumergen al hombre en un drama de insensibilidad para el amor.

Pero Benedicto XVI advertía a los jóvenes de que todavía hay otras tinieblas más densas y opacas, que además de tener la particularidad de no percibirse con facilidad, son, sin embargo, más nocivas: las "tinieblas del espíritu". En efecto, la manipulación de la verdad puede llegar a distorsionar nuestra percepción de la realidad, de modo que confundamos bien con mal, o verdad con mentira. El Papa pone un ejemplo concreto: "¿Habéis notado que, con frecuencia, se reivindica la libertad sin hacer jamás referencia a la verdad de la persona humana?". ¡Así es...! El dogma supremo de nuestra cultura actual parece resumirse en un pretendido "derecho a elegir" absoluto, sin ninguna referencia a la verdad que debe orientar nuestra libertad. ¿Cómo no recordar aquellas palabras de Cristo: "La verdad os hará libres" (Jn 8, 32)? En pocas palabras: si las tinieblas del corazón se caracterizan por frustrar nuestra vocación al amor, las tinieblas del espíritu impiden realizar nuestra vocación a la verdad.

Cuatro consejos para el camino

1º.- El primer consejo es el silencio que nos abre a la comunicación con Dios en un "tú a tú". El Papa anima a los jóvenes a perder el miedo al silencio. Posiblemente, el sobreexceso de ruido en el que estamos inmersos, esconde el temor del hombre a la soledad y al silencio. Y, sin embargo, el silencio no es signo de incomunicación, sino todo lo contrario: la sal de la palabra es el silencio. Frente a una tendencia a reducir nuestra vida espiritual a una relación esporádica con Cristo, Benedicto XVI propone a los jóvenes el ideal de una amistad íntima, fiel y perseverante.

2º.- En segundo lugar, el Papa recomienda a los jóvenes la vivencia intensa de la liturgia. Frente al tópico generalizado de que la liturgia es un lenguaje ininteligible para los jóvenes, les invita a adentrarse en ese misterio de unión entre el cielo y la tierra. Es importantísimo educar a los jóvenes en el lenguaje litúrgico, de modo que puedan llegar a percibir que "cada vez que los sacramentos son celebrados, Jesús interviene de nuevo en nuestra historia".

3º.- El tercer consejo es la práctica de la caridad. En efecto, no nos poseemos en propiedad, y nuestra vida carece de sentido si no es para ejercitarse en actos de amor concretos y eficaces. Por ello, el Papa invita a los jóvenes a estar atentos a las nuevas formas de pobreza que están surgiendo... Lo cierto es que nuestra felicidad pasa, necesariamente, por hacer felices a los demás.

4º.- Y, finalmente, Benedicto XVI invitaba a los jóvenes a estar abiertos a la vocación. Fue una gozada comprobar la confianza y la libertad sin complejos con que se dirigió a los jóvenes para decirles: "Si no lo habéis hecho, planteaos seriamente si el Señor os pide seguirle de un modo radical en el ministerio sacerdotal o en la vida consagrada". Con esa misma confianza, se despedía de ellos invitándoles a participar este verano en la Jornada Mundial de la Juventud... Pero de eso hablaremos otro día.

+ José Ignacio, Obispo de Palencia


2 comentarios:

  1. Coincido plenamente con nuestro Papa en la apreciación de los dos riesgos fundamentales a que están expuestos nuestros jóvenes, pero yo diría que son "las tinieblas del espíritu" las que llevan a caer en "las tinieblas del corazón".
    El relativismo, el "derecho a elegir", la distorsión y el ocultamiento de la Verdad de Dios con la consiguiente pérdida de valores hacen caer a nuestros jóvenes (y no tan jóvenes) en una ignorancia de esa Verdad que conlleva una confusión tal que produce un deambular por distintas alternativas que le presenta la sociedad que no son más que "pan para hoy y hambre para mañana".
    En cuanto a los consejos decir que, desgraciadamente, son muy difíciles de seguir hoy en día de manera individual, sin el apoyo e intervención de la Iglesia, entendiendo por Iglesia tanto la jerarquia eclesial como sacerdotes y seglares. Los consejos propuestos son totalmente antagonistas a todo lo que está impregnado de la sociedad actual: ruido, multitud de alternativas de ocio, devaluación de los ritos religiosos, ridiculización de los miembros de la iglesia, busqueda continua de la satisfacción de los intereses particulares... Tan sólo con una formación continua en la Verdad de Jesucristo por parte de todos seremos capaces de no caer en las "tentaciones" fáciles que nos propone la sociedad de hoy.

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  2. Y hacer ver, Manolo, mediante el testimonio, que optar por la entrega a Cristo es escoger una vida plena, satisfactoria y -aún en la desgracia y la dificulades- feliz.

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