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7/12/08

«En el desierto preparadle el camino al Señor»

Domingo II de Adviento. 7 de diciembre.

Lecturas: Isaías 40, 1-5.9-11 // Salmo 84 // 2ª Carta San Pedro, 3, 8-14 // Marcos 1, 1-8

Fotografía en la que se muestra una amplia carretera que atraviesa el desierto en dirección al sol que se pone en el horizonteEl profeta Isaías nos llama a cambiar el desierto de nuestro corazón en camino de esperanza para que Dios llegue fácilmente para santificar nuestras vidas. En el desierto, nuestras vidas están faltas de frutos, a veces son áridas, no damos vida, no tenemos vida, sólo vivimos dejándonos llevar por la inercia de nuestra vida cristiana. Es verdad que la imagen del desierto puede ser muy real para el contexto actual de nuestra existencia. Ahí, en ese desierto es dónde el Señor quiere que trabajemos en Adviento y lo transformemos en un camino asfaltado, con todo lo necesario para que Dios llegue a nuestras vidas. Si el desierto de nuestro corazón no se llena de vida, de amor, de gracia, difícilmente podremos vivir la Navidad.

Con un poco que allanemos, preparemos, quitemos lo que estorba, se revelará la gloria de Dios, sentiremos como nuestro corazón se plenifica, se llena, se vive y se ve la vida de una manera distinta, gozosa, llena de paz.

Juan Bautista es el que preparó el camino al Señor, él anunció que llegaba Cristo, que el Mesías estaba en medio del mundo. ¡Convertíos y creed en el Evangelio! Era el grito de Juan, grito que resuena hoy más que nunca en nuestra Iglesia. Necesitamos escuchar a los profetas de hoy, para que nos dejemos iluminar el camino para encontrarnos con la Salvación. Muchas veces creemos saber ya todo en nuestra vida cristiana, pensamos que ya estamos bien formados, que nada nuevo podemos escuchar o sentir. Es la Gran Tentación del Mal hoy, que no se suscite en nosotros la necesidad de la continua conversión. Cuando uno en su vida real cree que ya lo ha conseguido todo es cuando su vida se convierte en una rutina, en una carga, en un sin sentido. Cuando uno se da cuenta que podemos crecer, Dios le da cada año una nueva oportunidad para cambiar la vida.

El Adviento es la llamada de Dios a que no nos durmamos en la consecución de la Santidad. Es imprescindible que despertemos del sueño, que no lo hemos conseguido todo, que nos queda mucho por conseguir. Que podemos aún ser mejores, vivir la vida más plenamente, más felizmente, más cristianamente, más humanamente... Que Dios nuestro Señor nos conceda vivir este Adviento como un verdadero proceso de conversión y de retomar nuestra vida cristiana.

¡Preparad, preparad el camino del Señor, allanad sus senderos!


Tomás Pajuelo. Párroco

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