Lecturas: Eclesiástico 3, 2-6. 12-14 // Salmo 128 // Colosenses 3, 12-21 // Lucas 2, 22-40
Este primer domingo después de Navidad, celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. En este mundo donde la familia está en jaque, nos toca a nosotros las familias cristianas defender que es posible vivir cristianamente en nuestros días. Es posible y es palpable que hay familias que tienen a Cristo en el centro de sus casas, que tienen el Evangelio como constitución y que tienen a la Santa Madre Iglesia como ejemplo de madre y familia. Es obvio, comprobar como en nuestras misas de las doce de la mañana en nuestra parroquia, se comprueba que hay muchas familias en nuestro barrio que viven cada domingo unidos la fe en Cristo Jesús. Es una alegría ver la parroquia con niños y niñas, padres, madres, abuelos y abuelas, familias que desde el más pequeño al mayor se reúnen para celebrar a Cristo resucitado en el Sacramento de la Eucaristía.
Las lecturas de este domingo nos presentan cuáles deben ser las características de la verdadera familia cristiana. En el libro del Eclesiástico se nos recuerda que debemos honrar a nuestros padres, como dice el tercer mandamiento de la ley de Dios, que la verdadera familia cristiana es la que respeta, ama, y valora a sus mayores, a los niños y a los padres y entre ellos hay respeto y amor. La carta de San Pablo a los Colosenses, nos describe las virtudes de la familia cristiana: perdón, misericordia, sobrellevarnos mutuamente con amor, amor mutuo, respeto y caridad. Que los padres amen y no exasperen a sus hijos. Que los hijos obedezcan y amen a sus padres. Que el amor mutuo sea el ceñidor de la unidad.
Muchas veces oímos los derechos de los niños, o de los padres, o de los ancianos. Son necesarios y es justo que la sociedad civil declare y proclame estos derechos, pero para nosotros los cristianos hay algo que supera a estas leyes: "Amaos unos a otros como yo os amo". Si unos padres aman, quiere profundamente a sus hijos como frutos de su amor y de la gracia de Dios, no maltratarán a los niños, los educarán, los protegerán, darán su vida por ellos. Si unos hijos aman profundamente a sus padres, los respetarán, los obedecerán y los criterios de relación entre ellos y con ellos serán los que Jesús nos dice en el Evangelio.
Fiesta de la Familia, mirando el ejemplo de la Sagrada Familia. Jesús pasó treinta años bajo la autoridad de José y María. Treinta años viviendo como cualquiera de nosotros, en la sencillez y humildad del trabajo y la vida diaria. Tres años predicando, haciendo milagros, cuidando a los pobres, etc. Treinta siendo como cualquier familia. Esto nos muestra cual es el verdadero camino de nuestra santidad, sed santos en familias santas. Santos no significa que seamos "mojigatos", como pretenden escenificar los medios de comunicación. Cuando presentan la familia cristiana lo hacen casi como unos tontos, unos despistados y "beatones absurdos". ¡ Que gran mentira! Contemplemos nuestras familias, las misas de nuestra parroquia, nuestros grupos cristianos, ¿somos así? Yo diría que no. Aquí se respira alegría, gozo, fraternidad, solidaridad con los más pobres, cantos,...
Seamos testigos de la familia cristiana como verdadero camino de felicidad y de madurez humana y de fe. Que el ejemplo de la Sagrada Familia y su poderosa intercesión bendiga, ayude y fortalezca a todas las familias de nuestra parroquia.
Las lecturas de este domingo nos presentan cuáles deben ser las características de la verdadera familia cristiana. En el libro del Eclesiástico se nos recuerda que debemos honrar a nuestros padres, como dice el tercer mandamiento de la ley de Dios, que la verdadera familia cristiana es la que respeta, ama, y valora a sus mayores, a los niños y a los padres y entre ellos hay respeto y amor. La carta de San Pablo a los Colosenses, nos describe las virtudes de la familia cristiana: perdón, misericordia, sobrellevarnos mutuamente con amor, amor mutuo, respeto y caridad. Que los padres amen y no exasperen a sus hijos. Que los hijos obedezcan y amen a sus padres. Que el amor mutuo sea el ceñidor de la unidad.
Muchas veces oímos los derechos de los niños, o de los padres, o de los ancianos. Son necesarios y es justo que la sociedad civil declare y proclame estos derechos, pero para nosotros los cristianos hay algo que supera a estas leyes: "Amaos unos a otros como yo os amo". Si unos padres aman, quiere profundamente a sus hijos como frutos de su amor y de la gracia de Dios, no maltratarán a los niños, los educarán, los protegerán, darán su vida por ellos. Si unos hijos aman profundamente a sus padres, los respetarán, los obedecerán y los criterios de relación entre ellos y con ellos serán los que Jesús nos dice en el Evangelio.
Fiesta de la Familia, mirando el ejemplo de la Sagrada Familia. Jesús pasó treinta años bajo la autoridad de José y María. Treinta años viviendo como cualquiera de nosotros, en la sencillez y humildad del trabajo y la vida diaria. Tres años predicando, haciendo milagros, cuidando a los pobres, etc. Treinta siendo como cualquier familia. Esto nos muestra cual es el verdadero camino de nuestra santidad, sed santos en familias santas. Santos no significa que seamos "mojigatos", como pretenden escenificar los medios de comunicación. Cuando presentan la familia cristiana lo hacen casi como unos tontos, unos despistados y "beatones absurdos". ¡ Que gran mentira! Contemplemos nuestras familias, las misas de nuestra parroquia, nuestros grupos cristianos, ¿somos así? Yo diría que no. Aquí se respira alegría, gozo, fraternidad, solidaridad con los más pobres, cantos,...
Seamos testigos de la familia cristiana como verdadero camino de felicidad y de madurez humana y de fe. Que el ejemplo de la Sagrada Familia y su poderosa intercesión bendiga, ayude y fortalezca a todas las familias de nuestra parroquia.
Tomás Pajuelo. Párroco
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